sábado, 12 de diciembre de 2020

Testimonio de la vida en el vientre materno, de la Ven. Sor Leonor de Santa María Ocampo, O.P.

 


TESTIMONIO DE LA VIDA EN EL VIENTRE MATERNO de la Ven. SOR LEONOR DE SANTA MARIA OCAMPO, O.P.

En sus MANUSCRITOS AUTOBIOGRAFICOS, la Venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo O.P. (1841-1900), monja profesa del Monasterio de Santa Catalina, en el centro histórico de Córdoba, escribe:

“…estando mi madre encinta de mí (*), sufrió muy grandes trabajos (…) y tenía por casa una cueva en un lugar desierto (**); en esta crítica circunstancia, a cada hora creían que mi madre moría (…) y yo dicen que lloraba tanto en el seno de mi madre, que todos los que estaban cerca de ella me oían (…)”

(*) Da. Solana Brizuela y Doria de Ocampo

(**) El puesto “La Pampa” del “Campo de Cosme”, en los Nevados de Famatina, a unas 12 horas a caballo del pueblo de Sañogasta, donde Da. Solana se había refugiado huyendo de la invasión de tropas cuyanas al servicio de J.M. de Rosas, que mataron a su abuelo, el ex Gobernador de La Rioja Ramón de Brizuela y Doria –en cuya casa se crió Sor Leonor-,  enemigas de la Coalición del Norte que integraba La Rioja

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domingo, 6 de diciembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (22) – La marcha de la Revolución (Cap. VI: 5. Deshaciendo objeciones - A. Revolucionarios de pequeña velocidad y "semi-contra-revolucionarios": a. El revolucionario de pequeña velocidad - b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con "coágulos" contra-revolucionarios - c. El "semi-contra-revolucionario – […])


Pétion de Villeneuve, girondino prototípico, un ejemplo de revolucionario de pequeña velocidad


Luis Felipe de Orléans, Duque de Chartres, a los 16 años (1789). El futuro rey Luis-Felipe I puede ser considerado un revolucionario de pequeña velocidad con coágulos contra-revolucionarios

 

Comité de vigilancia de los jacobinos, revolucionarios de alta velocidad


 
A Edmund Burke, hombre con ideas conservadoras que no llegó a ser un contra-revolucionario, lo clasificaríamos como un "semi-contra-revolucionario"


5. Deshaciendo objeciones

Vistas estas nociones, se presenta la ocasión para deshacer algunas objeciones que, antes de esto, no podrían ser adecuadamente analizadas.

A. Revolucionarios de pequeña velocidad y "semi-contra-revolucionarios"

Lo que distingue al revolucionario que siguió el ritmo de la marcha rápida, de quien paulatinamente se va volviendo tal según el ritmo de la marcha lenta, está en que, cuando el proceso revolucionario se inició en el primero, encontró resistencias nulas, o casi nulas. La virtud y la verdad vivían en esa alma una vida de superficie. Eran como madera seca, que cualquier chispa puede incendiar. Por el contrario, cuando ese proceso se opera lentamente, es porque la chispa de la Revolución encontró, al menos en parte, leña verde. En otros términos, encontró mucha verdad o mucha virtud que se mantienen contrarias a la acción del espíritu revolucionario. Un alma en tal situación queda bipartida, y vive de dos principios opuestos, el de la Revolución y el del Orden.

De la coexistencia de esos dos principios pueden surgir situaciones bien diversas:

a. El revolucionario de pequeña velocidad: se deja arrastrar por la Revolución, a la cual opone apenas la resistencia de la inercia.

 b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con "coágulos" contra-revolucionarios. También éste se deja arrastrar por la Revolución. Pero en algún punto concreto la rechaza. Así, por ejemplo, será socialista en todo, pero conservará el gusto por los modales aristocráticos. Según el caso, llegará incluso a atacar la vulgaridad socialista. Sin duda, se trata de una resistencia. Pero resistencia en un pormenor, que no se remonta a los principios, toda ella constituida por hábitos e impresiones. Resistencia por eso mismo sin mayor alcance, que morirá con el individuo, y que, si se diera en un grupo social, tarde o temprano, por la violencia o por la persuasión, en una o en algunas generaciones, será desmantelada por la Revolución en su curso inexorable.

             c. El "semi-contra-revolucionario" (cfr. Parte I, cap. IX): se diferencia del anterior sólo por el hecho de que en él el proceso de "coagulación" fue más enérgico y remontó hasta la zona de los principios básicos. De algunos principios, se entiende, y no de todos. En él, la reacción contra la Revolución es más pertinaz, más viva. Constituye un obstáculo que no es sólo de inercia. Su conversión a una posición enteramente contra-revolucionaria es más fácil, por lo menos en tesis. Cualquier exceso de la Revolución puede determinar en él una transformación cabal, una cristalización de todas las tendencias buenas, en una actitud de firmeza inquebrantable. Mientras esta feliz transformación no se dé, el "semi-contra-revolucionario" no puede ser considerado un soldado de la Contra-Revolución.

Es característica del conformismo del revolucionario de marcha lenta, y del "semi-contra-revolucionario", la facilidad con que ambos aceptan las conquistas de la Revolución. Afirmando la tesis de la unión de la Iglesia y el Estado, por ejemplo, viven displicentemente en el régimen de la hipótesis, es decir, de la separación, sin intentar ningún esfuerzo serio para que se haga posible restaurar algún día, en condiciones convenientes, la unión.


Plinio Corrêa de Oliveira

Revolución y Contra-Revolución (22) – Cap. VI: La marcha de la Revolución (5. Deshaciendo objeciones - A. Revolucionarios de pequeña velocidad y "semi-contra-revolucionarios" a. El revolucionario de pequeña velocidad: se deja arrastrar por la Revolución, a la cual opone apenas la resistencia de la inercia. b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con "coágulos" contra-revolucionarios. c. El "semi-contra-revolucionario – […])

 

Los destaques en negrita pertenecen a la Redacción de Aristocracia y Sociedad Orgánica

Texto tomado de: rcr-una-obra-clave.blogspot.com

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viernes, 4 de diciembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (21) – La marcha de la Revolución (Cap. VI: 4. Las velocidades armónicas de la Revolución - A. La alta velocidad - B. La marcha lenta - C. Cómo se armonizan estas velocidades)

 

Los Anabaptistas pre-comunistas: Jan van Leiden "bautiza" a una joven. Atrás, el escribano B. Krechting y el temible Bernd Knipperdoling con la espada


"Father Divine" y "Mother Divine"

El pastor bautista Luther King, agitador pro "igualdad racial" y contra la Guerra de Vietnam

Proudhon, socialista "utópico": "...la propiedad privada, he ahí el robo"




Socialistas "científicos" Marx y Engels, y el que puso en práctica sus ideas, el aniquilador masivo Lenin

4. Las velocidades armónicas de la Revolución

Ese proceso revolucionario se da en dos velocidades diversas. Una, rápida, está destinada generalmente al fracaso en el plano inmediato. La otra ha sido habitualmente coronada por el éxito, y es mucho más lenta.

A. La alta velocidad

Los movimientos pre-comunistas de los anabaptistas, por ejemplo, sacaron inmediatamente, en varios campos, todas o casi todas las consecuencias del espíritu y de las tendencias de la Pseudo-Reforma: fracasaron.

B. La marcha lenta

Lentamente, a lo largo de más de cuatro siglos, las corrientes más moderadas del protestantismo, caminando de requinte en requinte, por etapas de dinamismo y de inercia sucesivas, van, sin embargo, favoreciendo paulatinamente, de uno u otro modo, la marcha de Occidente hacia el mismo punto extremo (cfr. Parte II, cap. VIII, 2).

C. Cómo se armonizan estas velocidades

Es necesario estudiar el papel de cada una de esas velocidades en la marcha de la Revolución. Se diría que los movimientos más veloces son inútiles. Sin embargo, no es verdad. La explosión de esos extremismos levanta un estandarte, crea un punto de mira fijo que, por su propio radicalismo, fascina a los moderados, y hacia el cual éstos se van encaminando lentamente. Así, el socialismo repudia al comunismo pero lo admira en silencio y tiende hacia él. Más remotamente, lo mismo se podría decir del comunista Babeuf y sus secuaces en los últimos destellos de la Revolución Francesa. Fueron aplastados. Pero lentamente la sociedad va siguiendo el camino hacia donde ellos la quisieron llevar. El fracaso de los extremistas es, pues, sólo aparente. Ellos colaboran indirecta, pero poderosamente, con la Revolución, atrayendo en forma paulatina a la multitud incontable de los "prudentes", de los "moderados" y de los mediocres, para la realización de sus culpables y exacerbados devaneos.

Plinio Corrêa de Oliveira 

Revolución y Contra-Revolución (21) – Cap. VI: La marcha de la Revolución (4. Las velocidades armónicas de la Revolución - A. La alta velocidad - B. La marcha lenta - C. Cómo se armonizan estas velocidades)

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jueves, 3 de diciembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (20) – La marcha de la Revolución (Cap. VI: 1. La fuerza propulsora de la Revolución - A. Revolución y tendencias desordenadas - B. Sus paroxismos enteros en sus gérmenes - C. ...exaspera sus propias causas.- 2. Aparentes intersticios - 3. Marcha de requinte en requinte)

 



Capítulo VI - La marcha de la Revolución

Las consideraciones anteriores ya nos proporcionaron algunos datos sobre la marcha de la Revolución, es decir, su carácter procesivo, las metamorfosis por las cuales pasa, su irrupción en lo más recóndito del hombre y su exteriorización en actos. Como se ve, hay toda una dinámica propia de la Revolución. De esto podemos tener una mejor idea estudiando aún otros aspectos de la marcha de la Revolución.

1. La fuerza propulsora de la Revolución

A. La Revolución y las tendencias desordenadas

La más poderosa fuerza propulsora de la Revolución está en las tendencias desordenadas.

Y por esto la Revolución ha sido comparada a un tifón, a un terremoto, a un ciclón. Es que las fuerzas naturales desencadenadas son imágenes materiales de las pasiones desenfrenadas del hombre.









B. Los paroxismos de la Revolución están enteros en los gérmenes de ésta

Como los cataclismos, las malas pasiones tienen una fuerza inmensa, pero para destruir.

Esa fuerza ya tiene potencialmente, en el primer instante de sus grandes explosiones, toda la virulencia que se patentizará más tarde en sus peores excesos. En las primeras negaciones del protestantismo, por ejemplo, ya estaban implícitos los anhelos anarquistas del comunismo. Si desde el punto de vista de la formulación explícita, Lutero no era sino Lutero, todas las tendencias, todo el estado de alma, todos los imponderables de la explosión luterana ya traían consigo, de modo auténtico y pleno, aunque implícito, el espíritu de Voltaire y de Robespierre, de Marx y de Lenín (cfr. León XIII, Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, 28.XII.1878 - "Bonne Presse", París, vol I., p. 28).

C. La Revolución exaspera sus propias causas

Esas tendencias desordenadas se desarrollan como los pruritos y los vicios, es decir, a medida que se satisfacen, crecen en intensidad. Las tendencias producen crisis morales, doctrinas erróneas y después revoluciones. Unas y otras, a su vez, exacerban las tendencias. Estas últimas llevan enseguida, por un movimiento análogo, a nuevas crisis, nuevos errores, nuevas revoluciones. Es lo que explica que nos encontremos hoy en tal paroxismo de impiedad y de inmoralidad, así como en tal abismo de desórdenes y discordias.




2. Los aparentes intersticios de la Revolución

Considerando la existencia de períodos de una calma acentuada, se diría que en ellos la Revolución cesó. Y así parece que el proceso revolucionario es discontinuo y que, por tanto, no es uno.

Ahora bien, esas calmas son meras metamorfosis de la Revolución. Los períodos de tranquilidad aparente, supuestos intersticios, han sido en general de fermentación revolucionaria sorda y profunda. Véase si no el período de la Restauración (1815-1830) - (cfr. Parte I, cap. IV).

3. La marcha de requinte en requinte(1)

Por lo que vimos (cfr. N° 1, C, supra) se explica que cada etapa de la Revolución, comparada con la anterior, no sea sino un requinte. El humanismo naturalista y el protestantismo se requintaron en la Revolución Francesa, la cual, a su vez, se requintó en el gran proceso revolucionario de la bolchevización del mundo de hoy.

Es que las pasiones desordenadas, yendo en un crescendo análogo al que produce la aceleración en la ley de la gravedad, y alimentándose de sus propias obras, acarrean consecuencias que, a su vez, se desarrollan según una intensidad proporcional. Y en la misma progresión los errores generan errores, y las revoluciones abren camino unas a las otras.

 

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 (N. del E. 1): La palabra portuguesa requintar significa llevar algo a su más alto grado, a su extremo, a su exceso. No encontrando un equivalente suficientemente preciso en el castellano contemporáneo, preferimos conservar la expresión original.

Plinio Corrêa de Oliveira


Revolución y Contra-Revolución (20) – Cap. VI: La marcha de la Revolución (1. La fuerza propulsora de la Revolución - A. La Revolución y las tendencias desordenadas - B. Los paroxismos de la Revolución están enteros en los gérmenes de ésta - C. La Revolución exaspera sus propias causas.- 2. Los aparentes intersticios de la Revolución - 3. La marcha de requinte en requinte)

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martes, 1 de diciembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (19) – Las tres profundidades de la Revolución: observaciones diversas (Cap. V, 4)




4. Observaciones diversas

A. Las profundidades de la Revolución

no se identifican con etapas cronológicas

Esas profundidades son, de algún modo, escalonadas. Pero un análisis atento pone en evidencia que las operaciones que la Revolución realiza en ellas de tal modo se interpenetran en el tiempo, que esas diversas profundidades no pueden ser vistas como otras tantas unidades cronológicas distintas.

B. Nitidez de las tres profundidades de la Revolución

Esas tres profundidades no siempre se diferencian nítidamente unas de las otras. El grado de nitidez varía mucho de un caso concreto a otro.

C. El proceso revolucionario no es incoercible

El caminar de un pueblo a través de esas varias profundidades no es incoercible, de tal manera que, dado el primer paso, llegue necesariamente hasta el último y resbale hacia la profundidad siguiente. Por el contrario, el libre arbitrio humano, coadyuvado por la gracia, puede vencer cualquier crisis, como puede detener y vencer la propia Revolución.

Describiendo esos aspectos, hacemos como un médico que describe la evolución completa de una enfermedad hasta la muerte, sin pretender con ello que la enfermedad sea incurable. 

Plinio Corrêa de Oliveira

 

Revolución y Contra-Revolución (19) – Las tres profundidades de la Revolución: en las tendencias, en las ideas, en los hechos (Cap. V, 4)


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