La Emperatriz Da. Isabel de Portugal, mujer de Carlos V, por Tiziano (s. XVI)
"Aristócratas son los mejores", de acuerdo al sentido etimológico de la palabra, que "lleva embebida en sí la idea de perfección…, de virtud".
… "la aristocracia tiene hábitos virtuosos". … por los cuales sobresale.
Son virtudes fundamentales de ella "la perfección moral y el amor al pueblo".
Los historiadores y publicistas revolucionarios se dedicaron a denigrar sistemáticamente la Nobleza sembrando prejuicios igualitarios que dificultan al hombre de nuestros días comprender los tesoros de tradición encarnados en las familias señoriales. Saben que por el orden natural de las cosas debe existir una clase dirigente y tratan de impedir así que ésta sea tradicional, que sea un modelo de excelencia y de vida elevada y conforme a la ley de Dios, cuya vigencia en la sociedad combaten con todo su furor y mala fe.
Poniendo las cosas en su lugar, la doctrina tradicional de la Iglesia enseña que la virtud es la primera condición de la auténtica Nobleza o de la aristocracia. Y que la condición noble es propicia para la práctica de virtudes, lo que se comprueba con la gran cantidad de santos nobles, desde San José, Príncipe de la Casa de David, y la Santísima Virgen ("fulgurante, nacida de sangre real", como le canta la liturgia - ver en este sitio comentario al texto de San Pedro Julián Eymard) en adelante.
Transcribimos el siguiente texto, de la pluma vivaz de Gregorio Marañón. El renombrado médico y escritor madrileño pinta un momento histórico particular, en que "virtuosísimas" señoras aristocráticas, modelo de madres de familia de todas las clases, sostenían su hogar en una época de corrupción de costumbres y decadencia.
Tal realidad histórica podemos admirarla en los magníficos retratos de la Emperatriz Isabel y de Da. Isabel de Zúñiga, Condesa de Monterrey, que reflejan al vivo el ambiente y la formación noble en una civilización cristiana:
“…había una Doña Francisca, que poseía la nobleza suprema de la hermosura; y por ser bellísima casó nada menos que con el tercer Conde de Fuensalida, una de las más altas figuras de la Nobleza toledana.
Murió pronto Don Pedro en aquel palacio vecino de la iglesia de Santo Tomé, que guarda el milagro del Conde de Orgaz en el lienzo de el Greco; quizá en el mismo aposento donde, más adelante, había de morir también la gran Emperatriz Doña Isabel.
El otro Don Pedro, el de Olivares, vencedor de los comuneros, y en edad y condiciones de casarse, se fijó en esta “viuda de poca edad, rica y muy hermosa”; de jerarquía insigne, por su sangre y por su primer matrimonio; y, sobre todo esto, virtuosísima.
Hubo boda; y la vida confirmó el acierto de la elección del guerrero, pues el noble hogar fue modelo de seriedad y bienandanza; tradición que heredaron los de su hijo y nieto, en medio de la corrupción de costumbres que invadía ya la sociedad española y aseguraba el ocaso del Imperio.
Son las tres Condesas de Olivares, a saber: esta Doña Francisca de Ribera y Niño, esposa de Don Pedro; Doña María Pimentel, consorte de Don Enrique, y Doña Inés de Zúñiga, la del Conde-Duque (*), tres ejemplares admirables de esas mujeres españolas, de todos los tiempos y de todas las clases sociales, colaboradoras calladas de la obra del esposo, sostén y lustre del hogar; de fina inteligencia; rectas hasta el heroísmo (…). Sin duda, han sido y son ellas las depositarias de las virtudes esenciales de la raza y las transmisoras de su vitalidad moral a través de los accidentes infinitos de nuestra historia”.
G. Marañón, El Conde-Duque de Olivares, p. 13
Murió pronto Don Pedro en aquel palacio vecino de la iglesia de Santo Tomé, que guarda el milagro del Conde de Orgaz en el lienzo de el Greco; quizá en el mismo aposento donde, más adelante, había de morir también la gran Emperatriz Doña Isabel.
El otro Don Pedro, el de Olivares, vencedor de los comuneros, y en edad y condiciones de casarse, se fijó en esta “viuda de poca edad, rica y muy hermosa”; de jerarquía insigne, por su sangre y por su primer matrimonio; y, sobre todo esto, virtuosísima.
Hubo boda; y la vida confirmó el acierto de la elección del guerrero, pues el noble hogar fue modelo de seriedad y bienandanza; tradición que heredaron los de su hijo y nieto, en medio de la corrupción de costumbres que invadía ya la sociedad española y aseguraba el ocaso del Imperio.
Son las tres Condesas de Olivares, a saber: esta Doña Francisca de Ribera y Niño, esposa de Don Pedro; Doña María Pimentel, consorte de Don Enrique, y Doña Inés de Zúñiga, la del Conde-Duque (*), tres ejemplares admirables de esas mujeres españolas, de todos los tiempos y de todas las clases sociales, colaboradoras calladas de la obra del esposo, sostén y lustre del hogar; de fina inteligencia; rectas hasta el heroísmo (…). Sin duda, han sido y son ellas las depositarias de las virtudes esenciales de la raza y las transmisoras de su vitalidad moral a través de los accidentes infinitos de nuestra historia”.
G. Marañón, El Conde-Duque de Olivares, p. 13
(*) Nota: anterior a la retratada por Carreño de Miranda
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Algunos textos
Siendo la aristocracia elemento necesario de una sociedad bien constituida, parece natural… que se salven las aristocracias históricas, que de ordinario conservan grandes virtudes; y que al mismo tiempo se creen otras aristocracias.
Plinio Corrêa de Oliveira
Siendo la aristocracia elemento necesario de una sociedad bien constituida, parece natural… que se salven las aristocracias históricas, que de ordinario conservan grandes virtudes; y que al mismo tiempo se creen otras aristocracias.
Plinio Corrêa de Oliveira
"Aristócratas son los mejores", de acuerdo al sentido etimológico de la palabra, que "lleva embebida en sí la idea de perfección…, de virtud".
… "la aristocracia tiene hábitos virtuosos". … por los cuales sobresale.
Son virtudes fundamentales de ella "la perfección moral y el amor al pueblo".
Cardenal Herrera Oria
Ver textos completos en este mismo sitio - Apéndice IV de "Nobleza y élites tradicionales análogas" : "La aristocracia en el pensamiento de un Cardenal español...": http://aristocraciacatolica.blogspot.com/2009/05/la-aristocracia-en-el-pensamiento-de-un.html