"Catolicismo", al dar a luz su centésimo número (1),
quiere señalar el hecho marcándolo con una nota especial, que haga más profunda
la ya tan grande comunicación de alma que tiene con sus lectores.
Nada le pareció más oportuno, para eso, que
la publicación de un estudio sobre el tema “Revolución y Contra-Revolución”.
¿A quién, precisamente, quiere combatir? (ver nota al pie)
Es fácil explicar la elección del asunto.
"Catolicismo" es un periódico combativo. Como tal, debe ser juzgado
principalmente en función del fin al que apunta su combate. Ahora bien, ¿a
quién, precisamente, quiere combatir? La lectura de sus páginas produce al
respecto una impresión tal vez poco definida. En ellas, es frecuente encontrar
refutaciones del comunismo, del socialismo, del totalitarismo, del liberalismo,
del liturgicismo, del maritainismo y
de tantos otros "ismos".
Sin embargo, sería difícil afirmar que se destaca alguno de ellos de tal manera
que por ese lado nos pudiésemos definir. Por ejemplo, habría exageración en
afirmar que "Catolicismo" es una publicación específicamente
anti-protestante o anti-socialista. Diríase, pues, que el periódico tiene una
pluralidad de fines. No obstante, es claro que, en la perspectiva en que se
sitúa, todos estos puntos de mira tienen una especie de denominador común, y
que éste es el objetivo siempre tenido en cuenta por nuestra publicación.
¿Cuál es ese denominador común?
¿Cuál es ese denominador común? ¿Una
doctrina? ¿Una fuerza? ¿Una corriente de opinión? Bien se ve que ponerlo en
claro ayuda a comprender hasta sus profundidades toda la obra de formación
doctrinaria que "Catolicismo” estuvo realizando a lo largo de estos cien
meses.
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El estudio de la Revolución y de la
Contra-Revolución excede en mucho este limitado objetivo.
Para demostrarlo, basta dar una mirada al
panorama religioso de nuestro país. Estadísticamente, la situación
de los católicos es excelente: según los últimos
datos oficiales, constituimos el 94% de la población. Si todos los católicos
fuésemos lo que debemos ser, el Brasil sería hoy una de las potencias católicas más
admirables nacidas a lo largo de los veinte siglos de vida de la Iglesia.
¿Por qué, entonces, estamos tan lejos de
este ideal? ¿Quién podría afirmar que la causa principal de nuestra situación
presente es el espiritismo, el protestantismo, el ateísmo o el comunismo? No.
La causa es otra, impalpable, sutil, penetrante como si fuese una poderosa y
temible radioactividad. Todos sienten sus efectos, pero pocos sabrían decir su
nombre y su esencia.
Al hacer esta afirmación, nuestro
pensamiento se extiende de las fronteras del Brasil a las naciones
hispanoamericanas, nuestras tan queridas hermanas, y de ahí hacia todas las
naciones católicas. En todas, el mismo mal ejerce su imperio indefinido y
avasallador. Y en todas produce síntomas de una magnitud trágica.
¿Qué enemigo asestó contra la Esposa de Cristo este golpe
terrible?
Un ejemplo entre otros. En una carta
dirigida en 1956, a
propósito del Día Nacional de Acción de Gracias, a Su Eminencia el Cardenal
Carlos Carmelo de Vasconcellos Motta, Arzobispo de San Pablo, el Excmo. y
Revmo. Mons. Angelo Dell' Acqua, Substituto de la Secretaría de Estado
del Vaticano, decía que, "como
consecuencia del agnosticismo religioso de los Estados", quedó "amortecido o casi perdido, en la
sociedad moderna el sentir de la
Iglesia". Ahora bien, ¿qué enemigo asestó contra la Esposa de Cristo este golpe
terrible? ¿Cuál es la causa común a este y a tantos otros males concomitantes y
afines? ¿Con qué nombre llamarla? ¿Cuáles son los medios por los cuales actúa?
¿Cuál es el secreto de su victoria? ¿Cómo combatirla con éxito?
Como se ve, difícilmente un tema podría ser
de más palpitante actualidad.
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-Este enemigo tiene
un nombre: se llama Revolución.
-Las tres grandes
revoluciones, episodios de una sola Revolución.
-Orgullo y sensualidad
Este enemigo terrible tiene un nombre: se
llama Revolución. Su causa profunda es una explosión de orgullo y sensualidad
que inspiró, no diríamos un sistema, sino toda una cadena de sistemas
ideológicos. De la amplia aceptación dada a éstos en el mundo entero, derivaron
las tres grandes revoluciones de la
Historia de Occidente: la Pseudo-Reforma, la Revolución Francesa
y el Comunismo (cfr. León XIII, Encíclica “Parvenu à la
Vingt-Cinquième Année”, 19.III.1902 - "Bonne
Presse", París, vol. VI, p. 279; Encíclica “Vigésimo Quinto Año”,
“Doctrina Pontificia” (II), Documentos políticos, ed. B.A.C., 1958).
El orgullo conduce al odio a toda superioridad, y, por
tanto, a la afirmación de que la desigualdad es en sí misma, en todos los
planos, inclusive y principalmente en los planos metafísico y religioso, un
mal. Es el aspecto igualitario de la Revolución.
La sensualidad, de suyo, tiende a derribar
todas las barreras. No acepta frenos y lleva a la rebeldía contra toda
autoridad y toda ley, sea divina o humana, eclesiástica o civil. Es el aspecto
liberal de la Revolución.
Ambos aspectos, que en último análisis tienen un carácter
metafísico, parecen contradictorios en muchas ocasiones, pero se concilian en
la utopía marxista de un paraíso anárquico en que una humanidad altamente
evolucionada y "emancipada" de cualquier religión, viviría en profundo
orden sin autoridad política, y en una libertad total de la cual, sin embargo,
no derivaría desigualdad alguna.
La Pseudo-Reforma fue una primera revolución. Implantó el
espíritu de duda, el liberalismo religioso y el igualitarismo eclesiástico, en
medida variable, por otra parte, en las diversas sectas a que dio origen.
Le siguió la Revolución Francesa,
que fue el triunfo del igualitarismo en dos campos. En el campo religioso, bajo
la forma del ateísmo, especiosamente rotulado de laicismo. Y en la esfera
política, por la falsa máxima de que toda desigualdad es una injusticia, toda
autoridad un peligro, y la libertad el bien supremo.
El Comunismo es la transposición de estas
máximas al campo social y económico.
Estas tres revoluciones son episodios de
una sola Revolución, dentro de la cual el socialismo, el liturgicismo, la "politique
de la main tendue", etc., son etapas de transición o manifestaciones
atenuadas (2).
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Un proceso de tal envergadura y duración no puede
desarrollarse sin abarcar todos los dominios de la actividad del hombre
Claro está que un proceso de tanta
profundidad, de tal envergadura y de tan larga duración no puede desarrollarse
sin abarcar todos los dominios de la actividad del hombre, como por ejemplo la
cultura, el arte, las leyes, las costumbres y las instituciones.
Un estudio pormenorizado de este proceso,
en todos los campos en que se viene desarrollando, excedería en mucho el ámbito
de este trabajo.
En él procuramos -limitándonos tan sólo a
una veta de este vasto asunto- trazar de modo sumario los contornos de la
inmensa avalancha que es la Revolución, darle el nombre adecuado, indicar muy
suscintamente sus causas profundas, los agentes que la promueven, los elementos
esenciales de su doctrina, la importancia respectiva de los varios terrenos en
que ella actúa, el vigor de su dinamismo, el "mecanismo" de su
expansión.
Simétricamente, tratamos después de puntos
análogos referentes a la
Contra-Revolución, y estudiamos algunas de las condiciones
para su victoria.
Aun así, de cada uno de estos temas no
pudimos tratar sino de las partes que nos parecieron más útiles, de momento,
para esclarecer a nuestros lectores y facilitarles la lucha contra la Revolución. Y tuvimos
que dejar de lado muchos puntos de importancia realmente capital, pero de
actualidad menos apremiante.
El presente trabajo, como dijimos,
constituye un simple conjunto de tesis, a través de las cuales se puede conocer
mejor el espíritu y el programa de "Catolicismo". Excedería sus
naturales proporciones si contuviese una demostración cabal de cada afirmación.
Nos ceñimos tan sólo a desarrollar el mínimo necesario de argumentación para
poner en evidencia el nexo existente entre las varias tesis, y la visión
panorámica de toda una vertiente de nuestras posiciones doctrinarias.
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LOS SUBTITULOS HAN SIDO AGREGADOS POR LA REDACCION DE "ARISTOCRACIA Y SOCIEDAD ORGANICA"
La presente edición se basa en el texto publicado en rcr-una-obra-clave.blogspot.com , año 2007
(N. del E.1): se trata del n° 100, de abril de 1956, de
la revista mensual “Catolicismo”(home page www.catolicismo.com.br), que dirigía el Dr. Paulo Corrêa de Brito Filho, miembro del Consejo Nacional de la Asociación de los
Fundadores de la TFP,
San Pablo, Brasil, continuadora del pensamiento y la obra del Prof. Plinio
Corrêa de Oliveira.
Actualmente (octubre de 2020), "Catolicismo" es dirigida por el Dr. Federico Viotti. Ver, también, y descargar esta y otras obras
y artículos del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira en castellano y otros idiomas en:
www.pliniocorreadeoliveira.info
(N. del E. 2): en esta enumeración de acciones e
ideologías revolucionarias –que hoy podría ampliarse ilimitadamente-,
corresponde incluir las que el Autor trata a lo largo de la obra, en particular
las que analiza en la parte III, agregada en 1976, y en los comentarios de 1992, incorporados en el
lugar correspondiente de la presente
edición.
(RCR 8 - IntroduccEdic 1ra)