"DEVISADERO"
DE LUCES DORADAS
EN "...AQUEL
REINO DEL TUCUMÁN"
Luis María Mesquita Errea
"DEVISADERO" DE
LUCES DORADAS EN "...AQUEL REINO DEL TUCUMÁN"
Luis María Mesquita Errea
La siguiente ponencia es la primera de una serie dedicada a analizar y
realzar aspectos valiosos de nuestra
historia regional en el período fundacional, omitidos o negados por enfoques
históricos y antropológicos tendenciosos. Fue presentada en
Una
visión de conjunto que reconoce y admira las luces de nuestra historia vs.
indigenismo y leyenda negra
Nos proponemos abordar ciertos
aspectos marcantes de la historia del Tucumán, que ayudan a entender el proceso
histórico y la identidad de esta región que cumplió el rol vital y glorioso de
ser cuna y matriz espiritual de la argentinidad[1].
Matriz que plasmó el alma argentina y sigue viva en el presente, estructurando
“su actitud espiritual frente a los más graves problemas de la existencia
colectiva”, manteniendo caracteres que sobreviven “bajo formas diversas y
vigorosas” de acuerdo a José Luis Romero[i].
Cuando no se les da el debido
realce a esos aspectos , se obtiene una visión incompleta, o deformada, de
nuestra historia. Y siendo ésta como la memoria de los pueblos, se deforma la
noción de lo que somos como nación, quitándonos fuerza, verdadera unión y
posibilidades de ocupar el lugar que
Toda investigación, conforme a
los cánones de la ciencia historiográfica,
debe recorrer varias etapas. La primera, llamada heurística, busca y reúne documentos, testimonios, bibliografía,
objetos materiales y todo elemento útil,
punto de partida y acervo sin el cual la historia no se distingue de una
novela. Reunido el material, se procede a una labor de análisis y selección.
Luego viene lo más difícil:
interpretar los hechos, la fase hermenéutica. Esta nos lleva a elaborar una visión coherente, una síntesis.
Finalmente, se corona la obra con la exposición de los resultados.
Procuraremos ajustarnos a esa
metodología por ser hoy tan imprescindible o más que nunca. Pues la historia de
nuestros orígenes permanece en la nebulosa para el público. Los propios
docentes son víctimas de una campaña de desinformación. En los manuales de
"historia oficial" abundan semi-verdades y errores hábilmente
ensamblados, que presentan la obra conquistadora, evangelizadora y civilizadora
de España en el Nuevo Continente como una verdadera maldición. Como un proceso dirigido por hombres ávidos
de oro, de poder y de placer, y sin entrañas, que irrumpieron en una idílica
América, poblada de maravillosas civilizaciones, constituidas todas por hombres
felices, de buena fe, casi sin pecado original.
Esto es parte de una campaña
que procura envenenar los espíritus contra su herencia hispano-cristiana y
desintegrar el mundo iberoamericano tratando de oscurecer en las mentes la
propia idea de cultura y civilización, apoyados en análisis pseudo científicos
estilo Lévy-Strauss y sus émulos[2].
Nuestra experiencia como
docentes y –en su momento- como estudiantes de historia, sirve de sustento a
estas afirmaciones, que dio pie a constatar el desconocimiento y los prejuicios
anti-hispánicos que afloran en quienes enseñan y en quienes aprenden. A veces
los alumnos revelan más sentido común - y más espíritu argentino y cristiano-
que quienes intentan infundirles una condena sin matices hacia lo que hicieron
sus mayores, que hicieron esta nación.
Estos no fueron perfectos. No
sólo cometieron los errores propios del ser humano, sino que les tocó actuar en
la época renacentista, de grandes adelantos materiales, grandes
emprendimientos, grandes intelectuales y artistas, pero también de un resurgir
de tendencias paganas, sensuales, egoístas, que los movió a actuar muchas veces
en contradicción con el espíritu de la civilización cristiana, del que eran
providenciales portadores. Pues Dios se vale de instrumentos humanos
imperfectos para realizar grandes obras, sin desplazar la libertad humana, y
"escribe derecho con líneas torcidas".
Los errores cometidos, las
injusticias, crueldades, egoísmos, vinieron como anillo al dedo para los
detractores de la obra grandiosa de
Nació la leyenda negra en las
mentes de grandes agitadores revestidos del manto de piel de oveja de la falsa bondad demagógica. Luego fue
corregida y ampliada por los cenáculos volterianos que tanta influencia
tuvieron en nuestra América, no sólo en tiempos de
Esto es una mutilación
histórica evidente y tiene una causa. Fue durante aquel período de los siglos
XVI y XVII que surgió en toda América,
con destellos especiales, la civilización cristiana. Donde, en medio de
limitaciones y fallas, hubo un florecimiento de hombres y mujeres ilustres,
inclusive santos, de grandes fundadores y estadistas, de grandes instituciones
como cabildos y universidades, de tradiciones de hondo arraigo popular.
Constituye ese acervo un tesoro magnífico que despide luces
auténticas, que ningún artificio de los adversarios -usando palabras de
León XIII- logrará obscurecer o destruir.
El blanco directo de la
campaña de difamación fue la gran España de los Austrias[3]
pero, a nuestro modo de ver, el blanco principal al que se apuntaba -y se
apunta- por elevación es algo aún más grande, la mayor de las Instituciones:
Así, en palabras de Manuel R.
Trelles, llegaron "...las aberraciones hasta el extremo de anatematizar
nuestra propia raza y la civilización que nos dio la existencia..."[iii].
Sobre la parte de ese acervo precioso que floreció en estos
reinos del Tucumán queremos hoy decir una palabra. Tema grande demás para poder
siquiera resumirlo en una ponencia. Menos aún pretendemos hacer un insulso
catálogo que haga perder interés a estas maravillas. Si logramos detectar aquí
los brillos de algunos "tapaos", de esos tesoros semi-ocultos de esta
minería del espíritu , para que junto con los ilustres participantes de esta
"Gran Jornada" podamos
rastrearlos, exhumarlos, admirarlos y darles el destaque que merecen, la tarea
estará hecha. Manos a la obra, pues, en nombre de Dios.
Los
"devisaderos" y los
"Claros Varones" del Tucumán
El Tucumán, con sus
cordilleras y cadenas montañosas, sus volcanes y nevados, sus valles y sus
cuestas empinadas, es tierra de "devisaderos". Así le llaman los
hombres de campo a los sitios de observación desde donde vigilan sus tropillas
y majadas.
En Sañogasta, un viejo
campero de esos que se vieron
acorralados por nieve y viento blanco con la hacienda que llevaban a Chile, en
el tiempo en que las vacas eran herradas para cruzar los Andes, sugirió el nombre de devisadero para la senda que, a guisa de calle, pasa frente a su
casa.
El solar que fundara en uno de los bordos
sañogasteños tiene una vista magnífica hacia la inmensidad del Famatina, y
también contempla la capilla secular del Vinculado. Esa loma se llama el
"Alto de los Alives" en recuerdo de antigua estirpe indígena que hoy
perdura. Pero el pobre don Segundo Páez no tuvo el gusto de, antes de cerrar
los ojos, ver concretado el anhelo de que la calle se llamara "devisadero".
Pues a alguien dotado de poder de decisión, no le sonó bien este término, dicho en la forma
castiza antigua propia que conserva la gente de campo.
Por lo que, en homenaje a don
Segundo Páez y a nuestros camperos y arrieros, que mantienen viva nuestra tradición,
los invito a subir a este "devisadero" para ver las luces doradas que
se levantaron sobre el Tucumán, muchas de las cuales quedaron encendidas para
siempre.
Me refiero a una serie de hechos marcantes y
-parafraseando a Fernando del Pulgar- a los Claros Varones del Tucumán que protagonizaron su historia.
Hablar de la historia del
reino del Tucumán y evocar la "Gran Entrada" de Diego de Rojas, es
una sola cosa. Y digo "reino" porque así lo nombran antiguos papeles,
y la sabrosa evocación de fray Reginaldo de Lizárraga, que atravesó a pie
"todo el reino de Tucumán"[iv]
y porque sabemos que era uno de los reinos de ultramar de
El status correspondiente a
este término feudal de "vasallo"
fue una importante protección, inclusive para el indio enemigo o indio de
guerra. En las Guerras Calchaquíes, los indios de guerra prisioneros eran
llamados "piezas" o “presas”, no por ser aborígenes sino por algo
anterior al Descubrimiento de América -la terminología militar de
Diego de Rojas, Jefe de la primera expedición destinada a descubrir el Tucumán, fue un caballero en toda
la fuerza del término. Supo hacerse querer por indios y españoles. Conquistador
de Nicaragua, participante en numerosas expediciones y batallas, tenía una
posición holgada en el Perú de entonces. No tenía necesidad material de
acometer nuevas empresas. Pero sí tenía necesidad espiritual, difícil de entender en épocas de sanchopancismo y masificación.
La sed de riesgo y aventuras
era característica esencial del conquistador. No se puede negar que había en
esto un notable espíritu de sacrificio, que llegaba frecuentemente a la ofrenda
de la propia vida.
Mucho del espíritu de
caballería cristiana vivía en los conquistadores, a pesar del naturalismo y
hedonismo neo-paganos que trajo consigo el Renacimiento, sin perjuicio de los
grandes talentos de los humanistas y de los grandes artistas.
Para el caballero medieval,
dar la vida por Dios y por el Rey, su representante en la tierra en el orden
temporal, era una inmolación en aras de los más altos valores, que abría las
puertas del Cielo. Recordamos una miniatura que representa a Roland, caído en
el campo de batalla en lucha contra los infieles por fidelidad al Sacro
Emperador Carlomagno, con la espada, Durandal -"qui bien tranche et bien
taille"- y el olifante, mientras dos ángeles llevan su alma al cielo, delicadamente
envuelta en una sábana que parece un arca o una navecilla blanca.
Aún en tiempos de
"c'est beau mourir pour le roi et la
religion...":
"Es bello morir por el
rey y la religión (católica)".
De modo que sed de aventuras y
espíritu de holocausto comunicaban nobleza a quien no la tenía por nacimiento,
y aumentaban la de quien, como Diego de Rojas, la llevaba en la sangre.
Nobleza y élites tradicionales
análogas: virtudes heroicas y excelencia
La nobleza es un estado
propicio para la práctica de virtudes heroicas.
Así lo demuestra Plinio Corrêa de Oliveira en "Nobleza y Elites
tradicionales análogas", obra calificada de "grito profético"
por el Cardenal ecuatoriano Echeverría Ruiz, que marcó época, por su contenido,
por la oportunidad, y por el coraje desinteresado del Autor en defender la
visión católica del rol de
El aspecto central de la obra
nos parece que es mostrar la perennidad y actualidad de esa misión, que Pío XII
subrayó en el siglo XX: "Hoy más que nunca estáis llamados a ser una
élite, no solamente de sangre y de espíritu, sino aún más de obras y de
sacrificios, de realizaciones creadoras en el servicio de toda la comunidad
social"[vi].
El noble, en una civilización
cristiana, tiene como características más destacadas de su misión la alta
función de gobernar, el heroísmo al empuñar las armas en defensa del orden y la
búsqueda e irradiación de la excelencia. Esto último explica por qué Juan XXIII
comparó a los nobles con las flores.
La misión específica de
Y todos, nobles y plebeyos,
podemos apreciar ese don, pues viene del propio Creador.
Esto no es un menoscabo,
obviamente, para quienes no son de
condición noble o no provienen de las meritorias familias que integran
las élites tradicionales análogas a
Todos los lugares son
importantes en una sociedad, aunque no necesariamente iguales ni de igual
brillo[5],
y cada uno influencia a los demás, como en el cuerpo humano lo hacen todos los
órganos, más allá de que la más alta nobleza de una persona consiste en su
dignidad de hijo de Dios, que está al
alcance de todos. Y todas las clases sociales, en una sociedad ordenada,
tienden a destacar a los mejores y a constituir minorías dirigentes en los
diversos ámbitos, o sea, élites, populares, burguesas o aristocráticas.
Hablando de influencia, qué
responsabilidad para los nobles y los miembros de las élites tradicionales
análogas a
En los tiempos de Diego de
Rojas, los aspectos medievales y caballerescos seguían vigentes. Los soldados
que se enrolaban bajo su bandera, hacían la ceremonia más característica del
feudalismo europeo: el pleito-homenaje.
"Luego de seleccionar a
la gente, quedaba por celebrarse la
ceremonia del pleito homenaje por la cual el enrolado quedaba moralmente ligado
a su jefe. Arrodillado ante éste, colocaba las manos entre las suyas y le
prometía seguirlo, obedecerlo y morir junto a él si fuera necesario"[vii].
Más tarde, los vecinos
feudatarios del Tucumán tendrían también sus escuderos, como los caballeros
medievales[viii].
A mediados del 1600, también
Pedro Bohórquez, luego de leído públicamente en la plaza el pleito homenaje,
"se arrodilló a los pies del gobernador, y juró obedecerle en todo lo
estipulado"[ix].
El vasallaje de origen feudal
era un sistema de vínculo personal, muy diferente de la relación teórica e
impersonal de la sociedad que siguió a
Afín con estas costumbres
basadas en la lealtad incondicional es la relación del vecino feudatario del Tucumán con sus
"criados" y "paniaguados" -tema al que se refiere
Si el vasallo traicionaba a su
señor, se lo consideraba felón, como a Ganelón por su traición a Carlomagno en
la "Chanson de Roland". La felonía era un acto infamante en una época
en que la honra valía más que la vida. Cuando el falso Inca Pedro Bohórquez traiciona el compromiso de vasallaje asumido
ante el Gobernador don Alonso de Mercado y Villacorta, esta violación del
compromiso asumido en el pleito-homenaje que prestara "como
caballero", le acarrea pública infamia: "...después de lo cual el
Gobernador lo declaró traidor y felón, aprestándose a luchar, convocando a las
milicias de Salta, Jujuy y Esteco" (año 1658)[xii].
Carl Stephenson, autor de
"Mediaeval Feudalism"[xiii],
advierte que no se debe confundir con un mero juramento de fidelidad, como el
que se presta a la bandera. El hombre que se obligaba mediante el pacto
feudo-vasallático, entregaba su fidelidad y su dedicación, quedando
"moralmente obligado".
Diego de Rojas y la vital
noción de causa común entre indios y españoles
Diego de Rojas era hombre
"acostumbrado a ejecutar grandes empresas con pequeños
medios". Sus dotes de mando y su arrojo aventurero, encontraban campo de
acción en una sociedad precaria en lo material pero fuerte en su base moral y
jurídica, cuya fuerza emanaba de aquellos principios, enraizados en hábitos que
caracterizaban la sociedad de entonces.
A cierta altura de
Esta visión clarividente del
conquistador y teóricamente primer Gobernador del Tucumán, encarnada en la idea
de una causa común que hermanaba a
españoles e indios, es digna de tenerse siempre en cuenta. Es lo que no
entienden quienes sólo pueden concebirlos enfrentados. No comprenden que la
construcción de una civilización cristiana[6]
era un precioso bien común a lograr entre ambas partes en beneficio de todos.
Teresa Piossek nos cuenta este
episodio, valiéndose de las crónicas con su lenguaje expresivo.
El jefe indígena Canamico, al mando de 1.500 guerreros, bien
armados y de buena presencia, intenta frenar la pequeña hueste de españoles, a
quienes acompañaban indios amigos. Le hace saber a Diego de Rojas que si pasan
la marca que hiciera trazar ex profeso, serían muertos inmediatamente. Las
crónicas destacan que Rojas era "famoso por tener mucho cuidado del
tratamiento de los indios"[xv].
El conquistador no se
inmuta y envía al P. Galán con
propuestas de paz. Amenazado por los indios, el padre vuelve, convencido de que
sólo querían guerra. Pero Rojas lo tranquiliza, pues piensa que se trata de
alharacas. No obstante, como buen capitán, previene a sus hombres que estén
dispuestos en orden de batalla y se dirige a los indios acompañado sólo por un
intérprete. Hidalgo elegante, monta su mejor caballo y recorre al tranco la
distancia que lo separa del curaca y sus guerreros.
"Este lo vio avanzar
-dice la autora- sobre el caballo, con la armadura brillando bajo el sol y
sintió admiración, aunque no la reveló en su rostro (...)". Al acercarse, "(...) pudo observar la
cara del capitán español, su barba plateada y su mirada de la que emanaba la
inconfundible autoridad propia de los jefes verdaderos. Comprendió, entonces,
que estaba ante un adversario difícil de pelear.
"Don Diego llegó hasta la
marca que lo separaba de Canamico y recitó el requerimiento, que compendiaba
los derechos dados a España por
"-Yo, al igual que
aquellos cristianos -díjo señalando a sus hombres- vengo de tierras donde se
adora a un solo Dios creador del cielo y
de la tierra, y obedezco al rey
Carlos V. Si vosotros aceptáis adorar a
ese Dios y obedecer a ese rey, seremos
amigos; en caso contrario, no podré excusarme de haceros la guerra hasta
venceros y compeleros a aceptar mis términos."
"Canamico escuchó con
gesto adusto el sonido incomprensible del idioma del jefe español y luego la
traducción del intérprete vertida a la lengua general. En respuesta repitió lo
dicho antes: los recién llegados no tenían ningún justificativo para entrar a
la tierra que pertenecía a su tribu desde siglos atrás."
Interrumpo el relato para
aclarar que Diego de Rojas no venía a desalojarlos ni a someterlos
militarmente; él pedía un lugar para descansar y aprovisionarse de alimentos.
"No habló más; él y sus
indios se sumieron en un silencio amenazante, más denso a medida que
transcurrían los minutos. Se trataba de un ardid muy bien estudiado, del que
Canamíco se valía cuando fallaba la primera advertencia. Con él se proponía
intranquilizar al contrincante al que, minutos después, a una imperceptible
seña suya, sus guerreros cercaban, acrecentando la presión sobre sus nervios
para inducirlo a cometer algún error.
"Sin embargo, ahora el
contrincante era don Diego de Rojas quién sabia perfectamente que una de las
armas más efectivas de un guerrero era debilitar el temple del oponente. Por
eso permaneció impasible, primero mientras
transcurría el silencio; después, cuando vio a los indios, con sus altos
arcos, convergir hacia él. Entendiendo la malicia de la maniobra, en lugar de
huir o pretender defenderse de ellos, los reprendió (valiéndose) del lengua para que éste se lo dijese al señor.
"Tales fueron la energía
y la firmeza con que habló, que los flecheros se detuvieron. El curaca estaba
sorprendido, pero tenía, aún, otro recurso: fingirse impotente para controlar
los arranques belicosos de sus súbditos. En el rostro moreno se dibujó,
entonces, una sonrisa burlona y replicó a don Diego que su intención en momento
alguno había sido molestarlo, pero que sus indios eran tan malcriados que,
aunque él se lo mandase, no le querrían obedecer ni dejar de hacer lo que
hacían."
La escena que se desarrolló
entonces, descripta con maestría, es simplemente magnífica:
"Rojas también conocía
esas mañas dialécticas en las que los jefes indígenas eran tan hábiles e,
irritado por la sorna del curaca, dio por terminada la conversación y poniendo
las piernas al caballo, comenzó a escaramuzar a todas partes.
Se lanzaba a toda carrera en
una dirección y bruscamente volvía hacia la contraria. Pasaba de la sombra a la
luz y, cuando el sol iluminaba su figura, el morrión, el peto y la espada
parecían estallar en relámpagos. El animal, ejercitado en ese juego de
lucimiento y guerra, galopaba haciendo retumbar el suelo, saltaba obstáculos y
se paraba en dos patas resoplando y chorreando sudor.
"Canamico y sus
guerreros, que jamás habían asistido a tal espectáculo de potencia y bizarría,
se espantaban al ver la velocidad del caballo y con la furia que andaba.
Entretanto los españoles, al observar que el capitán no estaba ya en pláticas,
a una señal suya arremetieron contra los indios. Tan veloz fue la operación
española; tan sorpresiva y bien concertada que, en menor tiempo que el previsto
lograron su propósito: desbarataron (a los contrincantes) y prendieron al
cacique”.
Este, finalmente, después del
combate en que fue derrotado por las fuerzas hispano-indias de Diego de Rojas,
(...) "mandó decir al jefe español que ofrecía la obediencia. Que no le
matasen; que él traería de paz a toda su gente y entregaría muchos bastimentos
y, sobre todo, que serviría al Dios de los cristianos y daría tributo al rey de
Castilla. Rojas aceptó sus palabras y le trató muy bien porque... a pocos días
cumplió todo lo que prometió[xvi].
El objetivo principal de
la conquista fue la evangelización -
Obstáculos internos y
externos
Este épico episodio nos
entusiasma por el despliegue de coraje guerrero de Diego de Rojas, su maestría
de jinete y la belleza de su caballo en movimiento.
También nos muestra aspectos
dolorosos, como es la confrontación armada entre españoles e indios amigos con
los indios de Capaya. Era imposible que el establecimiento de una civilización
nueva no encontrara la oposición de los indios; por defender su territorio, por
apego a costumbres ancestrales que tenían mucho de barbarie anticristiana e
irracionalidad, y por errores e injusticias de los españoles.
La introducción de la
civilización cristiana requería fundar ciudades y colonizar tierras. Las
Ordenanzas reales prohibían despojar a los indios de las suyas. Era preciso
atraer a pobladores con algún aliciente, de otro modo los naturales nunca
saldrían de su estado de atraso y paganismo. No era una misión simple. Pero era
una misión. El Papa, como Jefe de
Es propio del hombre ser
contradictorio y más en la época de que tratamos,
Las maldades e injusticias que
cometieron los conquistadores y colonizadores son manchas que no echan a perder
el cuadro general. En primer lugar, porque no existen empresas humanas, y menos
de la envergadura colosal de la conquista y colonización del Nuevo Continente,
que puedan ser íntegramente buenas.
En segundo lugar, porque el
intento, llevado a cabo con notable éxito, de establecer una civilización cuya
norma fundamental era
Agréguese que, de no haber
sido los castellanos quienes poblaron América, hubieran sido protestantes
ingleses u holandeses con mentalidad de colonia y factoría, o
"zee-roovers", ladrones del mar,
sin interés misionero, sin amor caritativo al salvaje, sin el deseo de
convertir, sin mártires de
Basta observar el grabado de
una colonia protestante, como la de Groß-Friedrichsburg[xvii],
cabeza de las colonias del Brandenburg luterano en la costa de Guinea,
ciudadela amurallada que incluye administración y depósito de mercancías, y
deja afuera las chozas de los naturales. En el acto nos golpea la falta de la iglesia, que brilla por su ausencia, al
contrario de los pueblos del Tucumán, donde aún hoy la blancura de su torre la
distingue desde lejos.
La historia quedó escrita en
el rostro visible de la civilización argentina del Tucumán, empresa continental
cuyo fin principal consta en
innumerables documentos, que también brillan por su ausencia en los materiales
didácticos actuales.
Fin luminoso resumido en esta
frase del Virrey Toledo en carta a Felipe II: "Si es ansí que el principal
yntento destas conquistas ha de ser la predicación del evangelio y ampliación
de nuestra santa fe..."[xviii].
Esta idea rectora es también reiterada en las Ordenanzas de Alfaro, que regulan
el número de indios de cada doctrina, en orden a la instrucción, puesto que
"el título principal que Su Majestad quiere en las Indias, y el con que da
las encomiendas, es para la doctrina de los indios" (sic)[xix].
Hubiera sido imposible que
esta empresa por principio civilizadora y evangelizadora no hallara obstáculos
de toda clase. Entre los escollos se destaca la falta de entendimiento entre
colonizadores y naturales, que dará lugar a numerosos enfrentamientos bélicos a
lo largo de varios siglos. Razones profundas habría, pues continuarán mucho
después de
Hubiera sido de desear que
nunca se hubiesen dado enfrentamientos militares como las Guerras Calchaquíes.
Pero ya que, por el imperio de las circunstancias, fueron en su mayoría
inevitables, conviene destacar dos cosas:
a) No fueron guerras de exterminio del indio
Que nunca se trató, del lado
español, de guerras de exterminio, ni siquiera cuando los calchaquíes, en el
Gran Alzamiento, se propusieron arrasar todo lo cristiano, hispano o indígena,
matando por igual hombres, mujeres y niños; el exterminio del calchaquí, su
principal y más poderoso enemigo, jamás estuvo en la mira de los españoles, por
razones de caridad y justicia cristianas, por las leyes y medidas protectoras
de reyes y autoridades, y porque, sin
los naturales, ¿qué sentido tenía la colonización? Menos en el Tucumán, donde
no había siquiera las riquezas mineras de México o Perú. ¿Para qué, entonces,
instalarse allí? Por eso, se decía: "las Indias, sin indios, no son
indias".
b) Del lado hispano- cristiano siempre hubo indios amigos
No fueron, simplemente,
guerras de dos bandos divididos por raza o interés. Para los españoles,
revestía cierto carácter de cruzada pues, de prevalecer los calchaquíes, se
hubiera extinguido la incipiente cristiandad, como lo muestran el asesinato de
sacerdotes y misioneros, la quema de iglesias y la profanación del Ssmo.
Sacramento y destrucción de objetos sagrados, durante el Gran Alzamiento
Calchaquí y en reiteradas ocasiones.
Junto a los españoles, siempre
estaban los indios amigos. Si bien a veces los apoyaban por odios tribales, la
conversión y plena asimilación de la nueva civilización, compatible con todos
los valores auténticos de las culturas autóctonas, demuestra que el indio actuó
por propia convicción en el apoyo a los cristianos. Esto exigió de los naturales
muchos actos de heroísmo, como aquel cacique Don Lorenzo del que habla el P.
Torreblanca, que había estado con los españoles ya de niño y que,
"arriesgando la vida en el caballo mejor... atravesó las tierras del
enemigo" para darle noticias importantes al Gobernador Mercado y
Villacorta durante las Guerras Calchaquíes[xx].
·
Los indios tenían
verdadera necesidad de ser civilizados y evangelizados
¿Acaso puede sorprender que se
inclinaran a lo cristiano? ¿Cuántos pueblos, tanto o más reacios,
"quemaron lo que adoraron y adoraron lo que quemaron", según la
fórmula de San Remigio, apóstol de los francos? De esas "quemas" y
esas "adoraciones" nacieron las grandes naciones que formaron
Comenzando por el punto de
vista religioso, "el alma humana es naturalmente cristiana". ¿Cómo no
preferir una religión de esperanza en la felicidad eterna, de bondad y
justicia, a otra basada en los sacrificios –inclusive de los propios hijos,
enterrados vivos para conservar un cargo, como el curaca incaico del que habla
Schobinger[8]-,
la borrachera, el consumo de estupefacientes, la orgía frenética y la
satisfacción de dioses maléficos, destructores, a los que había que aplacar
ofreciéndoles vidas humanas?
¿Cómo no percibir en estas
religiones idolátricas un estado de irracionalidad y esclavitud, de miseria y
destrucción, íntimamente ligado al atraso del indígena, que en ciertos aspectos
era de milenios con respecto al Occidente cristiano[xxi]?
Pues a pesar de muchos elementos admirables, aún las civilizaciones más
desarrolladas desconocían la rueda, los animales de tiro y el arado, y carecían
de herramientas de hierro. Pero lo grave es que consideraban normales prácticas aberrantes.
El propio arte indígena, según
José Pijoan, es inquietante, reflejo de los peligros, temores e infelicidades
que poblaban la vida del indio.
No podemos valorar debidamente
el beneficio inestimable que nos hizo España de traer la fe y la civilización
si no tenemos en cuenta los aspectos terribles de la existencia de los
aborígenes, que autores como Ibarra Grasso en la "Argentina
Indígena" detallan. Y que los
"apóstoles" de los manuales indigenistas desconocen.
No es grato recordarlo, pero
la metodología de la historia y el sentido de la verdad nos obligan.
El canibalismo de ciertas
tribus que llevó al exterminio de pueblos enteros; el infanticidio, aún
vigente, según ciertos aventureros actuales del Gran Chaco, entre los
guaycurúes; la caza de cabezas, aún no desterrada de los hábitos de los
jíbaros; la costumbre de los guaraníes de
hacer que los prisioneros engendraran hijos con las propias guaraníes,
para comérselos; las grandes espinas que se clavaban los payaguás en los peores
lugares del cuerpo, siguiendo extraños ritos mesoamericanos; la amputación de
los dedos de pies y manos que, en señal de duelo, hacían los charrúas por
terror a los muertos; las heridas que se infligían, las ordalías de iniciación
de jóvenes, a quienes cortaban la piel dejándolos estaqueados al sol cerca de
los hormigueros, para ser picados por las hormigas de la selva.
Los diaguito-calchaquíes del
Tucumán, marcadamente más civilizados en otros aspectos, no eran del todo una
excepción. El odio entre tribus, en el Valle Calchaquí, era mayor que el odio al español, sostiene
Adela Fernández Alexander de Schorr[xxii].
Eran famosas sus crueldades con los prisioneros y en las zupkas o lugares de
culto citados por el Padre Lozano "se
realizaban también sacrificios de animales y algunos humanos, con especial
derramamiento de sangre" [xxiii].
· Una luz preciosa: la
abertura del natural a la Fe
católica
Por eso debe computarse como
una de las luces más preciosas de nuestra historia la abertura del natural a
El alto valor de la
evangelización para los indios se
percibe en la conmovedora escena en que los caciques y principales,
"hombres de posición", como los llama el P. Torreblanca, se colgaban
del cuello de su mula y derramaban lágrimas de pena, diciendo: "¡Cómo que
nos dejas, Padre!", cuando el misionero se vio forzado a abandonarlos para
salvar su vida de los indios alborotados por Bohórquez[xxvi].
· Su abertura a otros
aspectos de la vida civilizada
Pasando a otros aspectos de la
vida, tan vitales en una economía natural, podemos revivir la fascinación de los
indios por los caballos, las vacas y tantos animales nuevos que llegaban. Fue
como asistir a una segunda creación, sin hablar de los cultivos, los frutales,
el trigo que hace pan, la vid y tantas otras maravillas "de
Castilla".
Y los cultivos con animales de
tiro... y las carretas que librarían sus espaldas de la carga, conforme las
Ordenanzas de Abreu...
Y los ropajes de los
españoles, vestidos con orgullo hasta el
día de hoy por las cholas cambas o potosinas, en elegante simbiosis con sus
propios aguayos y mantas.
A pesar de la pobreza inicial
del Tucumán, se registran en el Ibatín de principios del siglo XVII vestidos de
terciopelo y plata, que impactaron al
aborigen con su marcado gusto por el atavío colorido y su espíritu de lo
maravilloso.
Cuenta Teresa Piossek que:
"Entre la clase dirigente surgió una élite adinerada, amante del buen
vivir que se hacía servir por esclavos -signo de poderío económico-; que usaba
vajilla de plata y de cerámica de Talavera, moblaje de cedro y nogal fabricado
en Ibatín o traído de allende el océano. En cuanto a la vestimenta, si
hubiéramos visto a aquellos aristócratas
de la primera San Miguel luciendo sus galas, nos hubiéramos quedado admirados.
"Ellas, con vestido de
terciopelo verde, morado o carmesí guarnecido de pasamano de oro. Manto de gasa
con puntas de abalorio. Turbante de flores escarchado. Guantes...de seda azul
labrados en oro y plata. Medias de seda. Chapines de terciopelo carmesí de
"Ellos, con ropa a menudo
confeccionada con tejidos fuertes como la jergueta, aunque, para las grandes
ocasiones, les gustaba usar vestimenta adornada, realizada en telas ricas:
valones de raso morado de
"La elegancia masculina
se completaba con joyas tales como un mondadientes de oro y con tríos y pretina
bordados de los que pendía la espada, más el jaez del caballo como aquél de
plata de terciopelo morado, que se menciona en el testamento del caballero Nuño
Rodríguez Beltrán, del año 1610"[xxvii].
La etapa fundacional: tierra
de promisión y grandeza -
Nace
Las referencias a la primitiva
San Miguel nos llevan a la época de nacimiento de las ciudades.
Es digna de evocar, en ese
aspecto, la acción del Capitán Juan Núñez de Prado[9],
fundador en 1550 de la primera ciudad argentina,
Según el testimonio nada
sospechoso de Gregorio Funes, la nueva provincia adelantó más por la dulzura
que por la coacción, lográndose la sujeción voluntaria de diversos grupos indígenas.
Lo esencial en esta sujeción
voluntaria (luego perjudicada por la acción de Francisco de Villagrán: ver nota
9) fue la evangelización, propiciada por Núñez de Prado "con exquisito
esmero" a través de los padres mercedarios que lo acompañaban. Son ellos
los primeros apóstoles del Tucumán, y merecen un crédito especial. Bajo su
acción, indios y españoles se reúnen para rezar, asistir a los Santos
Sacramentos y confraternizar, llegando a sellar una verdadera alianza.
Da gusto imaginar las cruces
erigidas por Núñez de Prado y sus misioneros que comienzan a poblar y bendecir los campos, a las que el gobernador
concede un especial derecho de asilo y protección. La veneración de los
naturales a
Esto señala la presencia
decisiva de sacerdotes y misioneros desde la primera hora. Cuánto habría para
decir de su esfuerzo por entender la psicología del indio y las lenguas,
frecuentemente ásperas, como la kakana, cuya gramática escribió el Padre Alonso
de Barzana, el que ganaba las almas de los salvajes "haciéndose indio con
el indio". Muchas veces entregaron
su vida sufriendo espantosos martirios.
Fundaciones y estrategia
Principia con Núñez de Prado y
sus sucesores la fundación de las ciudades argentinas, para mejor ganar sus almas, dirá luego don Felipe de Albornoz. Era
una acción doblemente estratégica. Por el rol de la ciudad, ámbito privilegiado
para la asimilación del indio y la fusión de razas. Y por el acierto con que
Virreyes como don Francisco de Toledo, Oidores como Juan de Matienzo y hombres
como Aguirre, Zurita, Cabrera y Ramírez de Velasco eligieron puntos vitales con visión de futuro, buscando
conectar el Tucumán con los centros neurálgicos de Lima, los Charcas, Chile y
Asunción. Buscando con ilimitada audacia emprendedora una puerta al mar, para
mejor comunicarse con España y dar salida a los productos de las industrias y
haciendas tucumanenses.
Fue toda una generación de
grandes hombres la de los "claros varones del Tucumán", impulsores de
una colonización ordenada y emprendedora, que aspiraba a llegar a Tierra del
Fuego, sin detenerse ante nada. Roberto Levillier la evocó magistralmente y la
hizo salir del cono de sombra al que intentaran reducirla la “historia oficial”
y los "nigrolegendaristas".
Surgen así ciudades de
historia y de leyenda, con nombres que da gusto pronunciar: Santiago del
Estero, San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión, Córdoba de
Así nació esta Ciudad de
Todos-Santos de
Qué buen ejercicio psicológico
sería intentar deshilvanar los sueños de
tantos estadistas y fundadores cuando meditaban en el bautismo de las ciudades,
con nombres evocativos en que se combinaban los santos, los linajes ilustres,
las ciudades natales de Virreyes y altas autoridades del Perú en esos tiempos
de cortesía.
Podríamos emplear aquella
sensibilidad finamente inteligente y aquella inteligencia finamente sensible
que propicia la escuela histórica inspirada en la filosofía de Goethe.
Así, como expresión de planes,
de aspiraciones y de sueños, surgían
ciudades como la del Barco y Nuevo Maestrazgo de Santiago, San Juan
Bautista de
La ciudad antigua del Tucumán
tiene poesía. Divaguemos un poco con San Miguel de Tucumán. Imaginamos una
ciudad como ese Toledo que pintó el Greco, soñando que lo miraba desde el
Cielo. En el centro se erige una bella catedral como la creada por la fantasía
de Felipe Huamán Poma de Ayala, y en su cúpula -como en el Mont Saint Michel-
se alza el Arcángel con su espada de fuego, el Príncipe de
Nos preguntamos en qué
pensaría Villarroel cuando no trepidaba en nombrar a esta ciudad una
"tierra de promisión"... La habrá considerado en su belleza y
abundancia, con perfume de cedros y nogales, y dorada como la miel: "Es
tierra muy abundante de comidas... se saca madera de cedros y nogales para
todos los pueblos de la tierra porque es muy abundante de ella... Es de muchos
ganados, cazas, pesquerías y mucha miel..." (Pedro Sotelo de Narváez sobre
el campo tucumano[xxx]).
Sí, sería fascinante saber qué
sentían al establecer en las grandes latitudes agrestes focos civilizadores y
evangelizadores, erigiendo en su mente
y plasmando sobre un cuero, con su firma, conventos, casas señoriales y fincas
sobre vegas y pedregales, aplicando las
Leyes de Castilla y de Indias, cuya sabiduría quedó probada por el progreso de
las fundaciones realizadas.
Leyes de Indias, arte de
gobernar
La mención a este cuerpo de
leyes orgánico, adaptado a las realidades concretas, con elasticidad tal que
dejaba a las autoridades locales la posibilidad de no cumplirlas cuando hubiera
una mejor solución (luego de la ceremonia de acatamiento, de profundo sentido
para los hombres de la época), nos habla de esos grandes monarcas de
El rey más fuerte de
Este arte de gobernar recuerda
la forma de proceder de los jueces, que recurren a peritos en busca de
informaciones técnicas para el mejor conocimiento de los hechos, pero son los
magistrados y no los técnicos quienes los interpretan, aplicando las
"reglas de la sana crítica" de nuestras leyes procesales.
La poesía y la grandeza de
miras que subyace en las fundaciones y los nombres de estas ciudades, son
promesa de que aquellos sueños, parcialmente realizados con gran crédito para
Felipe
II y San Pío V: su rol en la organización jurídico-institucional del Tucumán
Cuando estaba madurando este
proceso fundacional, don Felipe II crea
Se fue configurando una
personalidad propia, diferente de la pampeana y litoral, y de otras, como una
variedad dentro de la unidad de la nación argentina. Con marcado carácter de
fe, señorío y tradición, afín con aquella peculiar España de los Austrias,
"Había quienes, desde la
distancia, veían con fe el futuro de San Miguel"[xxxi].
Esta fe en el futuro alcanzó a toda
Sucedía esto cuando las dos
grandes cabezas de
La gran batalla se ganó el 7
de octubre de 1571 gracias al coraje y buen pelear de los cristianos, que se
prepararon espiritualmente para el
tremendo lance, y sobre todo gracias a la intervención decisiva de
Podemos recrear mentalmente
los festejos y acciones de gracias de nuestros abuelos en el Tucumán,
asociándose a toda
San Pío V y Felipe II son dos
grandes figuras fundacionales de la civilización cristiana del Tucumán. En sus
respectivas esferas encarnan las "dos majestades", la espiritual y la
temporal, que tenían a pecho servir los hombres de aquellos tiempos, "como
fieles y leales vasallos". A ambas majestades les debemos el haber tenido
Gobernadores y Obispos propios, pilares del desenvolvimiento institucional y
espiritual de
Grandezas auténticas
Esas ciudades del Tucumán, que
los conquistadores con visión superior
de las cosas consideraron "de
promisión", vieron sucederse hechos notables -aunque algunos escriban que nada de grande se vio aquí, como en
oportunidad de la celebración de la fundación de la ciudad de
¿Qué calificativo le
corresponde a un hombre que resucita
muertos, abre el paso de ríos crecidos, da de comer a pobres viajeros perdidos
en los
Estas son auténticas glorias
cristianas, que debemos asumir con “humilde grandeza”, parafraseando a Pío XII,
si queremos aceptar el legado de la historia y conectarnos con la tradición
viva, cuya permanencia es toda una lección, de esas que Dios revela a los
pequeños y niega a los soberbios.
Y ocurrió en esta ciudad,
señores, en que tenemos el gusto de encontrarnos para evocar estos
acontecimientos olvidados o malinterpretados, cuando uno piensa con los
criterios impuestos por la propaganda y la pseudos-ciencia, y no se pone en la
perspectiva de los hombres que vivieron los sucesos de
En esos tiempos también se
había secado un río. Es fácil imaginar lo angustioso de la situación, de por sí
precaria, de la ciudad nueva que intentaba afianzarse, sin agua para regar los
incipientes cultivos. El Cabildo y los
vecinos salen a buscar agua. Todos
"iban casi desconfiados -dice un testigo- porque no hallando agua habían de despoblar la ciudad". Estaba en
juego nada menos que la subsistencia de
Fray Francisco Solano, sumándose a la comitiva,
los anima e invita a la confianza. Al llegar a una quebrada,
hiere con un palo la tierra y anuncia: "Ya viene al agua que Dios nos la
envía".
El portentoso evento fue
narrado por fray Juan de Castilla en los Reyes, el 23 de octubre de 1610, y
corroborado por "multitud de contemporáneos" que "refirieron el
mismo prodigio de la fuente del padre
Solano”[xxxii].
Prodigios similares consta por testimonios y tradición oral que obró en lugares
como Trancas Viejo (Tucumán), El Galpón (Salta), y Río Hondo (Santiago del
Estero). Este último lugar, al parecer, fue bautizado por él, cuando, venciendo
la creciente, dijo: "Ahí tenéis a vuestro Río Hondo"; en el paraje de
Agua Santa, mana la vertiente que él hizo brotar, como lo cuentan a coro, en
graciosa competencia, los niños del lugar.
Estos acontecimientos
sucedieron a poco de fundarse la ciudad, en los tiempos del General Juan
Ramírez de Velasco, otro varón de quien tanto habría para contar y aún para
cantar, si hubiera más bardos con sensibilidad por lo argentino y menos adictos
a la propaganda masificante.
Ramírez de Velasco representa
un tipo humano que es necesario evocar, el del gobernante justiciero y eficaz,
dedicado y emprendedor, amigo de los indios, que sabe utilizar la fuerza y la
dulzura, con visión de futuro, ya que fue el primero en concebir
Los Santos Patronos
y la vida de los pueblos -
El incendio de Ibatín, 28 de octubre de 1578
La intervención de los santos
patronos, cuando no los de carne y hueso, era parte de la vida cotidiana de los
pueblos del Tucumán. Confianza y devoción que se mantienen hasta el día de hoy,
como testimonio de un gran "flash", de una gran manifestación
original.
Nuestra tradición histórica,
en ciertos casos, atribuye la subsistencia de las ciudades a la protección
especial de los patronos. Así como San Francisco salvó a
"(...) el 28 de octubre
de 1578, el día de la fiesta de dichos Apóstoles, se produce una brutal
acometida de los aborígenes, liderados por el cacique Gualán, indio de talla
descomunal, quien en horas de noche 'mató parte de los habitantes, pegó fuego a
las casas, que todas hubieran quedado reducidas a cenizas a no haberse
aparecido (...) los Apóstoles San Simón
y San Judas, cuya fiesta se celebraba aquel día, en un torbellino de relámpagos
que espantó a los bárbaros y los obligó a huir precipitadamente. Gualán fue del
número de los muertos y los dos Santos Apóstoles fueron reconocidos
solemnemente por patrones de la ciudad'. Y el cronista (nota: el P. Francisco
Charlevoix) prosigue diciendo que 'más tarde, trataron varias veces los
Calchaquíes de arruinarla, pero siempre inútilmente; y la piedad de los
habitantes les ha hecho atribuir perpetuamente su conservación a la asistencia
de sus santos protectores'.
"El gran predicamento que tuvieran estos Santos, que la
tradición popular nominaba, cariñosamente, como 'Los Galleguitos', hizo que
merecieran un oratorio especialmente dedicado a ellos en la vieja Ibatín. En
efecto, en 1637, se documenta el hecho de que a un reo se le condona su pena
por haber elegido a
Es pintoresco lo del reo que se salva en la
ermita de los Santos y pinta el ambiente del Tucumán de entonces.
"(...) en 1678 y
1679 -continúa el texto de Celia Terán-
dos potentes crecientes prácticamente terminarán con su estructura, por lo que
los Santos debieron ser trasladados a
Las sagradas imágenes de los
Patronos se veneran en
El amparo de
Testimonios de autoridades y
actas capitulares
· El rol de Nuestra Señora en los
planes de Dios
Al invitar a los amigos
participantes de esta Jornada, aludimos al surgimiento de una civilización
cristiana al amparo de
Dios, como Autor del alma
humana, sabe que nuestra pequeñez necesita llegar a su infinita Grandeza por
medio de una Madre. En
El es perfecto y no necesita
de nadie, pero quiso en su Sabiduría poner como intercesora a esa Mujer que el
Apocalipsis nos presenta coronada con 12 estrellas.
Dios, que hizo el firmamento y
las estrellas, las flores delicadas y los océanos inmensos, las cascadas y los
cerros de inaccesibles cumbres nevadas, que creó Angeles y seres humanos
capaces de arte y pensamiento, de organizar un estado, de fundar una civilización,
quiso coronar todo eso con una obra maestra. Esa obra maestra es
Los conquistadores y
pobladores del siglo XVI bien lo sabían. En sus glorias y miserias, en sus
grandes actos de virtud o en sus caídas, no dejaban de acudir a Ella.
Sobre el rol de
· El Milagro de Salta
Una de sus intervenciones más
notorias y memorables fue en oportunidad del terremoto del 13 de septiembre de
1692, que destruyó a Esteco y sacudió fragorosamente a Salta[xxxv],
que suscitó el culto especial de "
La imagen de
La delicada imagen quedó incólume al caer de lo
alto en posición expresiva, implorando la misericordia de Dios, "puestas
las manos a la parte del sagrario, por modo de deprecación".
El hecho "de que esta divina Señora se puso a los pies
de su Santísimo Hijo pidiendo no destruyese esta ciudad" fue considerado
un "milagro manifìesto", como así también los cambios de expresión y
de color que se notaron en su fisonomía[12].
Así nació la devoción a
Las actas capitulares hicieron
constar que, un mes más tarde, la población juró solemnemente "el día 13
de septiembre por [fiesta] de guardar... y por tal patrona y abogada a
·
El florecimiento de Córdoba - "La tierra más abundosa de fertilidad de
las Indias"
La ciudad de Córdoba desde temprano se pone bajo la protección de
El Padre Morillo fue el autor
de la propuesta a los cabildantes de considerar cómo "en nuestras
tribulaciones, para mitigar y desenojar a Dios Nuestro Señor, tenemos de
costumbre ocurrir con la intercesión de su bendita Madre, Nuestra Señora
"Por tanto (...) suplicaba
a los señores Cabildo, Justicia e Regimiento desta ciudad y al (...) vicario
desta santa iglesia desta ciudad, tuviese por bien de constituir una cofradía
con la advocación de Nuestra Señora de
El asentimiento que, sin mucho
deliberar, dio el Cabildo cordobés debiera estamparse en letras de molde para
común edificación, dice el historiador Cayetano Bruno. No sólo aceptaron Sus
Mercedes por unanimidad la iniciativa, sino que todos se inscribieron, sin
excusarse ninguno, como cofrades de la naciente asociación.
"E luego los señores
Cabildo, Justicia e Regimiento desta dicha ciudad (...) [dijeron] que, como
obra santa y en servicio de Dios Nuestro Señor (...) se asentaban y asentaron
por cofrades de la dicha santa cofradía."
El efecto, dice el P. Bruno,
tuvo todos los caracteres de auténtico prodigio. Trece años después, en 19 de
diciembre de 1602, estampaban las actas del mencionado Cabildo una comprobación
justiciera :
"Por cuanto esta ciudad
padecía mucha hambre y necesidad por falta de aguas, y acudiendo a pedir
misericordia a Dios, con inspiración del Cielo se acordó de que se fundase,
como se fundó, una cofradía de Nuestra Señora de las cinco letras [por el
nombre de María], desde entonces fue Dios servido de hacer, como ha hecho y
hace tantas mercedes a esta tierra, que donde morían muchos naturales y
españoles de hambre, el día de hoy es la tierra más abundosa de fertilidad de
las Indias".
Quedó así asentado, para que
en todo tiempo conste, que la prosperidad de Córdoba se debió a la intervención
de
En estos acontecimientos nos
señala la tradición el secreto para enfrentar las crisis de hoy y de siempre.
Poner todo de nuestra parte, como si Dios no existiera; esperar el éxito de la
ayuda de Dios por intercesión de
Era este el espíritu con que
se fundaron y conservaron las ciudades.
En el acta de fundación, con
Presta juramento el gobernador
y fundador, don Jerónimo Luis de Cabrera, en los términos de estilo :
"Dijo que juraba y juró por Dios Nuestro Señor, e
por Santa María, y por las palabras de los sagrados Evangelios y señal de la
cruz, en que puso su mano derecha, que guardará y cumplirá a esta dicha ciudad
de Córdoba todas las gracias, franquezas y libertades".
Se trata de las libertades
concretas de nuestra primera tradición jurídica, típicas de la sociedad de
entonces, por contraposición a las libertades teóricas declamadas por la
Revolución Francesa[xxxvi].
Entra un aire fresco en los
pulmones cuando vemos a un hombre como Cabrera jurando por
Este juramento "por Dios
Nuestro Señor e por Santa María", es de regla, dice Bruno. Las actas del
Cabildo lo van repitiendo entero a cada paso, recalcando el significado que
para la ciudad guardan tan augustos nombres. Anualmente, el 1° de enero, se
renueva el Cabildo secular con la elección de sus componentes. Las actas llevan
un tinte de solemnidad y van encabezadas, por ejemplo, así:
"En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de su
gloriosa Madre, en esta ciudad de Córdoba, hoy lunes, día de
En otra oportunidad, el
Cabildo se propone reparar el no haberse podido organizar la festividad
dispuesta por el fundador. Son interesantes los criterios que trasuntan estos
testimonios:
“(...) y porque las cosas del servicio de Dios y honra
y gloria suya y de su Madre no es justo que se olviden, sino que se lleven en
aumento", mandaron se cumpla lo ordenado por el dicho fundador y de hoy en
adelante, por siempre jamás se haga la dicha fiesta el día de Nuestra Sra. de
Más tarde, el ilustre cuerpo
pide al Sumo Pontífice para esta festividad "jubileo solemnísimo y
remisión de pecados" (AMC, III, 223, 224 y 231)[xxxvii].
· Una magna obra
Cuando pensamos dónde tenían
vigencia esas costumbres, era en una patria, en una tierra, que es la nuestra.
Lo hicieron los hombres prominentes que la fundaron y mantuvieron, con sus
luces y sombras, sus virtudes y flaquezas, y con ingentes sacrificios.
Justamente por saberse inclinados a cosas indebidas, que es la infeliz
condición del hombre nacido en pecado original, más recurrían a la intercesión
de los santos, a
Para ello contó con varones de
la jerarquía de Fray Hernando de Trejo y Sanabria, que tenía sangre de
conquistador y alma de apóstol, padre de
"La consolidación,
iniciada en el Perú por Toledo, fortalecida en sus 25 años de apostolado por el
Arzobispo Mogrovejo, prolongada por (Ramírez de) Velasco en Tucumán, hallaría
el alma enérgica y entusiasta de Hernando de Trejo para estabilizarse en los
sínodos de Santiago y difundirse en toda la diócesis por su propio ejemplo y la
actividad evangelista que él fomentara. Fue pues una magna obra de conjunto,
ésta en que participara el gobernador. Había comenzado en el Perú antes de su
llegada, (y) continuaría en Tucumán después de su partida..."[xxxviii].
· "La ciudad que se
formó María"
Un auge dentro de la
intervención de
"La traslación de la
ciudad de San Juan Bautista de
La alusión a los "buenos
puntos de ventaja sobre el resto del país" algo nos dice sobre el rol de
esta región como fuente irradiadora de fe y tradición, lo que constituye, a
nuestro juicio, la más luminosa de sus luces y, una vez más, una luz mariana.
La ciudad de Londres, su
antecesora, fue fundada por Zurita en el
valle de Quinmivil en honor a Felipe II, rey de Inglaterra, por su casamiento
con María Tudor. En 1607, es refundada en el valle de Famayfil. Cinco años
después se la emplaza en su lugar originario como San Juan Bautista de
Su Cura y Vicario, Maestro don Bartolomé de Olmos y Aguilera,
hace enormes esfuerzos por darle vida. ¿De qué manera? intenta hacer de ella un
centro de culto a Nuestra Señora de Belén. El episodio nos descubre llamativos
aspectos sociales de la época. Las instituciones y los valores espirituales y
temporales se entrelazan y se unen, como la ojiva de una catedral.
Olmos y Aguilera consigue del
Gobernador Garro la donación de tierras para la futura población, allá por
"Que daba las tierras susodichas a
Los beneficiados se obligaban
a dar dos pesos cada año a
La iglesia debía tener
mayordomos de cofradías y diputados, con libro "donde se anoten los
intereses de
Es como ver nacer la
población, con sus acequias y arboledas, recreando un pasado cuyas
reminiscencias viven en la tradición del Tucumán: el sacerdote mariano y celoso
de las almas, el gobernante cristiano y accesible, los pobres que se acogen al
amparo de
El apoyo del Mtro. Olmos y
Aguilera era el gobernador del Tucumán, don
Fernando de Mendoza Mate de Luna, hombre de fe y piedad. Sus antecesores
habían promovido con esplendidez los santuarios de Sumampa y Catamarca,
"que Su Majestad ha honrado formando en ella ciudad". "(...) no
ha de ser menos el patriotismo que deseamos en el muy ilustre señor
Gobernador", le decía.
Vemos el concepto de patriotismo identificado con la
promoción de la civilización cristiana. Se respira el ambiente del Tucumán de
los Austrias, y en él naciendo el concepto de patria.
Este digno antecedente es un
escalón para llegar al caso más notable, el de la ciudad de Catamarca. Ella
"no surgió -dice Bruno- como las otras ciudades españolas, por real
disposición, sino por la presencia, en el Valle, de la milagrosa imagen".
Las autoridades reconocieron el hecho y le dieron sanción legal.
Romualdo Ardizzone destaca la
influencia decisiva del factor religioso: "En el valle se origina y
desarrolla un culto que va echando hondas raíces, embebe la vida de todos sus habitantes, y bien pronto trasciende
para convertirse en un centro de atracción religiosa de una zona muy
extensa", cuya localización determina la ubicación de la ciudad.
El hallazgo de la imagen se debió a un indio, criado del vecino Manuel
de Salazar. Se dirigía al pueblito de Choya cuando vio a otros indios llevando
a escondidas una lamparita hacia una quebrada vecina. Imaginemos la escena: el
indio que espera al día siguiente y "corta
huella" hasta descubrir la imagen en una gruta entre las peñas. El
propio Salazar "se quedó de sacristán de su iglesia hasta que murió",
recordaba un descendiente en 1764.
Gracias a los documentos
podemos reconstruir las costumbres de la época, tan diferentes de las actuales.
El primero en que consta el culto
público de la milagrosa imagen de
En junio de 1648, el alcalde
del Cabildo de Santiago del Estero, Pérez de Arce, atestigua que "por los
muchos milagros de la santa Imagen, el mayor número de sus habitantes es toda
gente española, vecinos de la ciudad de
Le tocó al nieto del fundador
de Buenos Aires, el provincial Juan de Garay, completar la obra del convento
franciscano, al que se le confió la milagrosa imagen.
"Tales atractivos ejercía
sobre los españoles la región y el santuario de
El gobernador Joseph de Garro
admiró "la vista de aquel donoso santuario", y el "fervoroso
amor" de los vecinos. La devoción a "la milagrosa inmaculada imagen
de Nuestra Señora de
Todo fue tomando cuerpo y
vuelo. Un 30 de mayo de 1683, fiesta de San Fernando III, rey de Castilla, don
Fernando de Mendoza Mate de Luna, Gobernador del Tucumán, llegó al Valle y
convocó a Cabildo abierto para
determinar el sitio al que había de trasladarse la ciudad de San Juan Bautista
de
El mismo cuenta que, luego de
la junta de vecinos, fue "con todo el pueblo". Primero reconoció el
sitio de Los Mistoles, pero no le pareció conveniente por ser proclive a
anegamientos, y determinó "pasar la ciudad al pueblo viejo que llaman
Choya, sitio muy capaz, hermoso y seguro de toda inundación".
Entre los días 21 y 22 de
junio de 1683 puso "el árbol de justicia, con las demás circunstancias que
se hacen, para que quedase hecha la ciudad, dando orden para que se abriesen
las calles y se fabricase iglesia" -primeros
elementos que se mencionan. Concluye el documento afirmando que: "Por
ser día del glorioso Santo (San Fernando) el que entré en ella, me pareció
preciso ponerle ese nombre". Que era, además, su patrono.
A fines del siglo XVII, tuvo
lugar un hecho trascendente: la jura de
En asamblea general del 18 de
diciembre de 1688, se dejó constancia de los motivos que llevaron a la solemne
ceremonia de pleito homenaje "a
Otros méritos de la soberana
Virgen a favor de la ciudad, que allí constan, son "milagros muy evidentes en esta santa Imagen, así en las plagas de
langosta, gusano y peste, pues cuantas veces hemos recurrido (...) a su amparo
y patrocinio, nos ha dado entero consuelo, dando juntamente (en) los tiempos de
seca lluvias en abundancia y otros muchos más favores que tenemos
experimentados".
Por eso se juró otra vez con
todas las formalidades. El remate del documento es una conmovedora
manifestación de la fe que el pueblo de Catamarca había de profesar por siempre
a
"nos
constituimos por esclavos e hijos especiales suyos, de
Se respira la atmósfera de una
sociedad que emerge esperanzada y alborozada, abierta al futuro, confiante en
la dirección de la "Serenísima Reina y Madre", como la llamaba
Ramírez de Velasco.
Más tarde, la ciudad pasó a la
margen derecha del río del Valle (1693-94). No faltó la edificante actitud del
teniente de gobernador, Bartolomé de Castro, que levantó a su costa la matriz y
"una suntuosa iglesia con un moderado convento" para los franciscanos.
Estos bendijeron al bienhechor en carta a S.M., Carlos II, contándole que había
animado a los pobres a salir "de las breñas y montes, donde moraban como
fieras, dándoles solares para que hiciesen casas" y exhortando a los ricos
para que efectuasen lo propio en
obsequio de Su Majestad.
La relación no nos pinta, sin
embargo, una realidad idílica. Pues con la traslación de la ciudad se dejó la
población vieja, "donde se cometían enormes pecados contra Dios". Las
gracias de
¡Y cómo tenía poder de convocatoria para acometer
iniciativas generosas aquella paternal Monarquía de los Austrias, aún con el
pobre Carlos II! Es patente en la convocatoria hecha "en obsequio de Su
Majestad".
El Teniente Bartolomé de
Castro merece incluirse entre los "claros varones del Tucumán"
olvidados. La multitud de peregrinos le debe buena parte de los beneficios que
sigue prodigando
La ciudad hispánica del
Tucumán
· Foco de sano progreso y
verdadera civilización
Hemos hablado de la fundación
de las ciudades. ¿Cómo era la sociedad que vivía en ellas?
En el Tucumán pre-hispánico
-menos aún en el restante territorio argentino- no existieron ciudades como en
otras partes de América. Lo común eran las aldeas, muchas de ellas de poca
densidad poblacional, y los famosos pucaráes y tamberías, fortalezas para mantener la dominación militar de los
Incas sobre la región, o de defensa de poblaciones diaguitas contra
parcialidades enemigas. Los funcionarios
del Inca explotaban nuestros minerales en beneficio del soberano absoluto del
Tahuantinsuyo, a quien obedecían ilimitadamente[13],
servían sin mirarlo a la cara y adoraban como Hijo del Sol, dueño único hasta
de las hierbas medicinales como el "inca yuyo".
La falta de urbanización de
los tiempos precolombinos llevó a Dardo de
La ciudad hispánica, heredera
de la greco-romana, estaba concebida en cuadrícula de acuerdo a las más
avanzadas teorías urbanísticas de la época. Su ubicación estaba sujeta a normas
contenidas en las Leyes de Indias, que
prohibían fundar en lugares poblados por los indios, respecto de los cuales
debía mantener cierta distancia. Había normas que buscaban darle la mejor
ubicación y protegerla de las crecientes y los rigores del clima.
La fundación de ciudades con
base en los respectivos planos representó un gran adelanto.
A pesar de sus conflictos,
egoísmos y miserias humanas, la vida social tenía importantes aspectos
positivos. Era una sociedad orgánica que estaba naciendo, que alcanzaría buen
grado de desarrollo. por el fundador de
A pesar de sus conflictos,
egoísmos y miserias humanas, la vida social tenía importantes aspectos
positivos. Era una sociedad orgánica que estaba naciendo, que alcanzaría buen
grado de desarrollo.
· La sociedad orgánica,
jerárquica, armónica y familiar
La sociedad orgánica es otro
concepto que tomamos, con agradecimiento, del caudal doctrinario del ya citado
Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Lamentablemente, nunca llegó a consagrarle una
obra, pero en escritos y conferencias, como su famosa serie de artículos sobre
"Ambientes, Costumbres, Civilizaciones", le dedicó sabias y matizadas
consideraciones oponiéndola, según el tema analizado, a la sociedad mecanizada,
a la padronización, al anonimato, al totalitarismo de diversos sistemas
políticos que caracterizaron el siglo XX –v.gr. el socialismo, el
nacional-socialismo y el comunismo-, como también al frenesí hedonista y
masificante de la revolución cultural “hollywoodiana”.
La sociedad orgánica es una
"familia de familias", como lo fue el feudalismo[xlii].
Es como una gran familia de almas, en que las personas se conocen y las
estirpes familiares se entrelazan, hay tradiciones vivas que impregnan la vida
social y política, y la naturaleza y el campo están presentes; en la que
orgánicamente se van formando las instituciones con amplia participación de los
vecinos y de todos los elementos que la componen, organizada jerárquicamente;
en que las jerarquías varían al infinito.
La sociedad orgánica se va
formando con toda la espontaneidad posible dentro del mayor respeto al orden.
Las instituciones, las familias, las personas van creciendo como árboles de un
parque, sin dejar que sus ramas invadan las de un árbol vecino.
Algo de su perfume se trasunta
en la frase de Talleyrand: "el que no vivió antes de
Nuevamente nos precavemos
contra la visión idílica de este concepto y de la realidad concreta de donde
surgió. Sabemos que, bajo muchos aspectos, la vida "es un valle de
lágrimas" donde, para edificar algo, hay que luchar mucho, y más aún para conservarlo;
donde todo es, en cierta medida, efímero y débil, a causa de las tendencias
desordenadas del hombre y también porque hay un solo Ser eterno que es El que
es, y que nos invita -a través de la propia precariedad de la vida- a aspirar a
las grandes serenidades y a las inimaginables alegrías espirituales y sensibles
de la vida eterna, que estamos llamados a gozar en cuerpo y alma: "la vie est ton navire et non pas ta
demeure", dijo Teresita de Lisieux[14].
Es misión de la sociedad
orgánica mantener vivos los deseos de lo metafísico, de lo sobrenatural, a
través del arte, del lenguaje de los símbolos, ámbito en el que la heráldica ha
constituido todo un mundo de imágenes y significados.
A pesar de los aspectos duros
de la vida, hay formas de organizar la existencia que la hacen más humana, más
suave, más acogedora. Aquella campiña francesa, con sus viñedos, castillos y
casas grandes, donde la gran familia campesina se reunía en torno a la mesa
presidida por el paterfamilias que describe Funck-Brentano en "El Antiguo
Régimen", aquella Viena de Schubert
y Mozart que pinta Marcel Brion, con sus orquestas familiares y sus
campesinos robustos y contemplativos, capaces de destilar un "Stille
Nacht"; aquel Portugal de nobles quintas que evocó Eça de Queiroz en
"
Esas ciudades en las que -como
en Viena- el emperador podía pasear de a pie, seguido a prudente distancia por
sus súbditos, que eran como hijos, parando a conversar en una esquina con un
vendedor de flores o un lustrabotas..., o siendo consolado por su pueblo, ante
la derrota frente a Napoleón, al grito de: “¡No importa, nos tienes a
nosotros!” Todo esto evoca mejor que una definición a la sociedad orgánica.
· Sociedad orgánica en el
Tucumán
Vimos algo de eso reflejado en
el pícaro que se refugió en la ermita de los santos patronos de Ibatín, que le
valió de santuario o refugio inviolable. Lo vemos en la carta afectuosa que el
Maestre de Campo don Leandro Ponce de León le dirige a su encomendada, la india
Bárbara Romero, tratándola de "hija mía Barbolita", aconsejándola
como "vuestro encomendero", que el Dr. Prudencio Bustos Argañaraz
reproduce en su "Manual de Historia Argentina"[xliii].
En las juntas de vecinos, como la que convocó Mercado y Villacorta en la
ajetreada Londres para tratar de
…En el carácter protector de
los buenos gobernantes de entonces, como Ramírez de Velasco, "padre
de todos y procurando acomodar las hijas de los conquistadores
huérfanas en estado", como manifestaron los vecinos de San Miguel. Junto a
él, estaba la figura maternal de su mujer, Doña Catalina de Ugarte, quien “con
su caridad
y afabilidad deseaba el bien y era muy gran consuelo en la tierra por
ser tan buena intercedora y onrradora de todos y animadora de lo bueno"[xliv],
como dijeron los de Santiago del Estero[15].
La "cité antique"
del Tucumán tenía un alma, y era el Cabildo, palabra que evoca reminiscencias
profundas en el verdadero argentino identificado con su tradición. Allí se
expresaba la voluntad de los vecinos principales, representantes auténticos de
sus clanes familiares, sus paniaguados y sus encomendados –indígenas a quienes
frecuentemente querían como a hijos[16]
en esa sociedad que se honraba en ser auténticamente paternalista.
No sólo los grandes decidían
los rumbos de la historia. Aquí no hubo espartanos e ilotas, como en ninguna
parte del mundo donde se estableció la civilización católica, jerárquica y familiar. Dada la unión de
Fue éste otra gran luminaria
que nos alumbró desde la capital del virreinato al que pertenecimos por espacio
de dos siglos y tres décadas, período que se intentó tapar con los 30 años de
existencia del Virreinato del Río de
· Nobleza y élites del
Tucumán
Nos hemos referido al comienzo
a la misión de
En el Tucumán se formó una
Nobleza, aristocracia que funcionó dentro del orden monárquico vigente. Su origen principal fueron las personas
nobles y sus familias que se instalaron aquí, trayendo a otros nobles para
poblar el Tucumán, como lo hizo Ramírez de Velasco. Y también, como señala
Roxana Boixadós, familias de conquistadores que, aunque carentes de nobleza de
nacimiento, prestaron altos servicios al Rey exponiendo su vida en la conquista
y colonización. Es lo que Plinio Corrêa de Oliveira llama "nobleza de
estado"[xlvi].
Estas familias se entrelazaron
con las que ya eran de condición noble, dice la autora citada: ...
"aquellos que se consideraban a sí mismos como miembros de una nueva
'nobleza', trataron de casar a sus hijas con hombres de su misma
condición"[xlvii].
En cuanto al origen, algunos
"podían remontar su ascendencia a linajes tan nobles como el de los
'verdaderos Ramírez', pero otros participaban de una nobleza diferente: aquella
que lo era menos por la sangre quizá pero más por los méritos adquiridos
durante los episodios de la conquista. Con los años, el producto será una nueva
'aristocracia', en la cual se fundirán ambos atributos" (R. Boixadós,
ibid.).
· Hijodalgos de solar
conocido
"Las leyes de Indias
-afirma José María Rosa[xlviii]-
equiparaban la nobleza indiana de los vecinos con la peninsular de los
hidalgos. Los pobladores tenían el derecho de pedir ejecutoria de su
título".
"A los q. se obligaren a
hazer la dha. población y la huviesen poblado y cumplido con su assiento, por
honra de sus personas y sus descendientes y q. dellos quede memoria loable, los hazemos hijo-dalgos de solar conocido
a ellas y sus descendientes legítimos, para q. en el pueblo que poblaron y en
otra cualquier parte de las Indias sean por tales havidos y tenidos, y puedan
gozar de todas las honras y preeminencias de todos los hombres hijodalgos y cavalleros
de los Reynos de Castilla, según fuero, leyes y costumbre" (Solórzano, II,
ley 4).
“Ninguno hizo la información.
En Indias surgía otra aristocracia y los hijos de vecinos pobladores tenían
como suficiente ser hijodalgos de solar
conocido".
· Los intereses del
encomendero eran los de la sociedad toda
Así, las Leyes de Indias
reconocían estado nobiliario a los
primeros pobladores de las ciudades, no tan sólo por una gracia de Su Majestad
sino por el propio curso natural de las cosas. Pues los vecinos feudatarios
eran la columna vertebral de las ciudades, foco de irradiación de la cultura y
evangelización, objetivo principal de los Reyes de España, desde el famoso
codicilo de Isabel
Como expresa Levillier, los
intereses de los encomenderos eran los
intereses de la comunidad. Gracias a ellos se podía constituir un centro urbano
con todas las ventajas actuales y potenciales en lugares donde no había nada o
casi nada, y así organizar una sociedad civilizada, con instituciones,
enseñanza y leyes.
Y ello no ocurría en la calma,
sino en medio del peligro: "La ciudad indiana tuvo que ser una ciudadela,
como lo había sido el castello castellano,
siempre dispuesto al combate. Los fundadores del Nuevo Mundo como los del mundo
viejo ganaban a punta de espada su derecho a ser dueños de su bastión avanzado
de la cristiandad"[xlix].
Fue el gran mérito de los
vecinos feudatarios o encomenderos, a pesar de las falencias que hubo en muchos
casos.
La "encomienda" es
presentada como sinónimo de opresión e injusticia en el enfoque indigenista.
Pero un abordaje realista debe reconocer que fue un medio adecuado –lo que no
implica afirmar que fue perfecto ni el único posible- para hacer que el indio
adquiriera hábitos de trabajo a lo que, en general, era refractario. La
disciplina del trabajo, la vida ordenada, el equilibrio, eran factores
convenientes para que se tornase civilizado. Fue el proceso que siguieron, de
un modo u otro, todos los pueblos incivilizados[17]. Y tal vez todo esto no arrojó resultados aún
mejores por las circunstancias humanas concretas de ambos componentes, el
europeo y el indígena.
· Mostrarle al
calchaquí las encomiendas, la mejor recomendación
Hay un hecho que habla muy a
favor de las encomiendas del Tucumán, a pesar de todas las críticas a los
encomenderos, incluso provenientes de personas justas y veraces -aunque a
veces, también, exageradas, con la vehemencia propia del español de entonces.
Es la invitación del
Gobernador Ramírez de Velasco nada menos que al hijo de don Juan Calchaquí,
jefe de la nación más refractaria y famosa por sus guerras, a visitar no sólo
las ciudades sino también las encomiendas, para que vea cómo eran beneficiosas
para el indígena.
La visita dio buenos resultados,
ya que el jefe calchaquí se conmovió con las ceremonias católicas y se
convirtió al Catolicismo, como vimos, y al volver a su pueblo influyó
poderosamente en el mismo sentido.
· La nobleza indígena
reconocida oficialmente
Dijimos que esta sociedad era
jerárquica en beneficio de todos, no sólo del español. El apreciado título de
"Don", que Cristóbal Colón pidió para sí en las Capitulaciones de
Santa Fe, y del que grandes hombres,
fundadores de ciudades, conquistadores, estadistas, frecuentemente carecían,
era reconocido a todo cacique o curaca, estableciendo una distinción de trato
que, en ese punto, le daba cierta superioridad con relación a un benemérito de
Indias que no lo tuviese.
En la misma línea puede
considerarse la existencia, no sólo de caciques y curacas, sino también de
Cabildos de naturales, integrados por los respectivos Alcaldes y Regidores
indígenas.
La sociedad orgánica tiende ex natura rerum a darle un lugar a cada
uno, a un sector tan modesto como un grupo de indios encomendados que fueron a
Córdoba, provenientes del Alto Perú. Han sido tales aborígenes quienes
establecieron el culto a
Las Ordenanzas dictadas por el Gobernador Ramírez de
Velasco, entonces titular de
En esa colorida sociedad, de
la que encontramos reminiscencias posteriores de alto valor psicológico y
descriptivo, trazadas por el inquieto
lápiz de Rugendas, también el negro, el mulato, el mestizo de clase social
modesta –los hijos legítimos mestizos de familias principales ocupaban
posiciones de preeminencia acordes al rango familiar-, tenían su lugar,
protagonizaban hechos notorios, fundaban cofradías e influenciaban a la
sociedad con su presencia, su buen humor y su inventiva.
· Afinidades entre indios y
españoles
Una cualidad natural común
a indios y españoles era el coraje.
Los incontables ejemplos de
coraje de los conquistadores ocupan numerosas crónicas. Hay hechos poco
conocidos, impresionantes, como el protagonizado por Gaspar de Medina, Teniente de Gobernador de San Miguel. Esta se
encontraba momentáneamente sin sus vecinos feudatarios que habían seguido a
Abreu en la búsqueda de los tesoros de los Césares o Trapalanda -empresa inútil
para enriquecerse aunque útil para que se fuera conociendo el país.
De noche, al sentir ruidos extraños, advirtió que algo
muy grave estaba pasando: la ciudad estaba en llamas por todos sus extremos y
los indios se proponían aniquilarla. Ensilló y salió a hacer frente solo al
peligro. Era un ataque combinado entre yanaconas -indígenas de servicio que
vivían en la ciudad- e indios de guerra, debidamente avisados por aquellos del
desamparo en que se encontraba.
Fue secundado por dos
españoles que tampoco quisieron morir en la cama quemados o degollados en el
ataque traicionero. Se dirigieron a la plaza y vieron a los incendiarios
capitaneados por la figura gigantesca del yanacona Gualán. Indignado y dispuesto a jugarse el todo por el todo,
Medina, valiente soldado que salvó de la muerte y la derrota a Francisco de Aguirre,
se metió "con una noble osadía" por la fila de indios que cuidaban a
Gualán, y con un golpe de su espada le cortó la cabeza. Ese golpe desmoralizó a
los indios y frenó la rebelión. Medina "aunque gravemente maltratado con
dos profundas heridas, no dejó las armas en la mano mientras no hubo ahuyentado
al enemigo”[l].
Fueron los medios humanos de
salvación de la ciudad que, como vimos, se atribuyó, sin contradicción alguna,
a la protección de los Santos Patronos. Pues la gracia perfecciona la
naturaleza y, como dijo Santa Juana de Arco: "los hombres combatirán, y
Dios dará la victoria".
Es interesante para el estudio de la antigua sociedad
argentina que este héroe, que trajo a su familia del reino de Chile, fundó uno de los linajes principales del
Tucumán, de acuerdo a las investigaciones del Dr. Justino Terán[19].
Pedro Nicolás de Brizuela, futuro Teniente General del Tucumán y fundador del Mayorazgo de San
Sebastián de Sañogasta, fue el soldado a quien, en el Gran Alzamiento Calchaquí
(1630-1646), Don Jerónimo Luis de Cabrera II confió la retaguardia del
ejército, el lugar más peligroso, donde más fuerte golpeaban las terribles
guazabaras de los indígenas. Un día, ya General, le tocará dar fin a este duro
episodio, como hemos tenido ocasión de demostrar en base a documentos inéditos[20].
En el asiento y sitio de
Tinogasta, los españoles fueron atacados por una fuerza de más de 1.000 indios
y amenazados por una gran invasión. En el fragor de la batalla, Pedro Nicolás
avanzó con ímpetu a enfrentar a los infieles y pronto se vio rodeado por el
jefe enemigo -"indio baliente", dice el Gobernador Don Gutierre de
Acosta y Padilla- y una cuadrilla de indios que intentaban tomarlo preso.
Habrá pasado por su mente en
un relámpago la proverbial crueldad del calchaquí con sus enemigos prisioneros,
quizás el sufrimiento del Padre Torino, con sus huesos y falanges quebrados uno
a uno. Pero el pavor que tal vez lo
asaltó no le impidió actuar con sangre fría. Fue un solo disparo de arcabuz,
arma que no ofrecía más que una posibilidad, muchas veces, la última. El tiro
dio en el blanco. El jefe cayó para no levantarse, "con cuya muerte sosegó
la gran pelea" y se ganó la batalla”[li].
Por hechos semejantes dijo el
historiador chileciteño Carlos Decaro, en libro reciente, que su historia
llenaría capítulos enteros de las aventuras más increíbles.
El sexo débil no podía serlo
en el Tucumán acosado por los calchaquíes, ni era propio de
Cortadas estaban las acequias
y rodeada la ciudadela de enemigos. Sólo quedaba encomendarse a
Más tarde, dice Funes, Córdoba
del Calchaquí fue destruida con saña, violando la palabra dada "el pérfido
cacique" don Juan Calchaquí. Los pobladores intentaron abandonarla de
noche pero los llantos de las criaturas alertaron a los sitiadores. El valiente
Hernán Mexía de Mirabal con seis compañeros se abrió paso "por entre una
espesa multitud" logrando escapar y llegar a Nieva. Fuera de él,
"ninguno escapó con vida".
"...y hallaron que
Entre esas mujeres de espada y
rodela debemos recordar con admiración a Mari López, heroína de la "Gran
Entrada". Su marido la había entrenado en el manejo de las armas. Estaban
rodeados por indios belicosos, en número muy superior. La propuesta era
arriesgada. Abandonar el real, dejando a un único soldado para custodiar unos
curacas que estaban de rehenes. Se ofreció Juan Gil para la osada misión.
Cuando Mari López lo oyó, protestó:
"No es tiempo -dijo- de que los hombres tengan
las manos quietas. El oficio de guardián ahora me pertenece a mí. Yo sabré guardar
a los curacas con mi espada y mi rodela".
Podemos calcular su angustia
cuando, sola en el real, custodiando a los cuatro curacas, vio que los indios
lo invadían armados con arcos, porras y medias lanzas.
Imaginamos a alguna actriz
hollywoodiana dando un alarido y cayendo desmayada. Pero Mari López se mantuvo
al acecho. Sintió un alivio al escuchar, desde el lugar que los invasores menos
esperaban, el grito de guerra:
"¡Nuestra Señora, Santiago y a ellos!"
Hubo un gran entrevero.
"Al fin triunfaron las armas, la astucia y el brío de los españoles, y los
aborígenes se dieron a la fuga... "Cuando se dio por concluida la pelea,
los victoriosos fueron a ver cómo estaban los curacas presos... Llegaron al
lugar y 'hallaron que
· Niños indios con coraje
de guerreros
En los enfrentamientos bélicos
con indios de guerra hubo también incontables actos de coraje de los indios.
En Deteicum, Santiago del
Estero –refiere Gregorio Funes-, los indios, azuzados por los de Silípica,
atacan a los españoles. Viendo a sus padres luchar, un grupo de chicos, que se
habían quedado con sus madres, resolvieron sumarse a la pelea.
Había terminado la refriega y
los españoles se disponían a descansar cuando recomienza el ataque
inesperadamente. Pero pronto perciben que sus atacantes son niños. En un bonito
gesto que suaviza el cuadro de estas luchas los españoles los contienen, y a
continuación les ofrecen regalos por su valor. "La bizarría de esta acción
fue recompensada por los españoles con dones y caricias. Estas amansaron el
furor indómito de los padres, y fueron más poderosas que las balas para que
suscribiesen la paz"[liv].
Este episodio contribuyó mucho al acercamiento y a la pacificación.
Otra actitud de coraje de los
indios se dio en las guerras contra el teniente de Gobernador Castañeda, de
mala memoria, cuyas imprudencias y crueldades echaron a perder la obra del gran
Pérez de Zurita.
Luego de cruentos ataques de
los naturales, pensó en una estrategia que le salió al revés. Hirió a varios
prisioneros y los dejó ir, para impresionar al resto. Los calchaquíes, al ver a
los prisioneros en ese estado, aumentaron más aún su odio y resolvieron que
quien hablase de paz con los cristianos fuese considerado traidor.
Más allá de la obstinada
violencia de esta actitud, muestra gran capacidad de resistencia y entereza, y
potencialidades de luchar denodadamente por una causa.
· Sentido de lo maravilloso
También se destaca en los
diaguitas su sentido de lo maravilloso. Creían que el alma de los guerreros se
iba al Cielo y allí brillaba eternamente en las estrellas. Eran expertos
orfebres y les gustaban los adornos de oro y plata. Se vestían -al contrario de
los indios del litoral, las pampas y el Chaco- con una túnica de lana que
llamaban "camiseta". Tenían sus nobles y curacas, y a los grandes
jefes los llevaban en literas, lo que demuestra espíritu de jerarquía. Su
innato sentido metafísico y de lo maravilloso no era menor que el del español,
y probablemente lo aventajaba en algunos aspectos.
En sus fábulas y mitos, Adán
Quiroga cree encontrar restos de
Entre los guaycurúes
encontramos la búsqueda de una "tierra escarlata", que parece afín a
la "tierra sin mal" buscada por los guaraníes. Observaban las
estrellas, como los magos de Oriente. En
la cruz del sur veían la huella de un suri (ñandú de los montes norteños), en
el marco de una curiosa leyenda. Son algunos ejemplos de anhelos del indígena
argentino por un orden maravilloso, fabuloso.
Quien sabe si, a título de
hipótesis, una razón que dificultó el entendimiento entre indios y españoles
fue que éstos no tuvieron un sentido de lo maravilloso y de lo metafísico que
correspondiera bien al del indio.
El Renacimiento fue una época
de artistas geniales, pero de espíritu naturalista y antropocéntrico.
Ciertamente hubo un lado
negativo en no pocos europeos de la época, que se manifiesta en un espíritu
propenso a las pendencias, muy centrado en la búsqueda de honores y bienes
materiales. Un hidalgo y poeta llegó a considerarse peregrino en Babilonia, y
así nuestras ciudades tuvieron algo de
En contraste con este espíritu
algo seco, estrecho, quisquilloso, racionalista y pleitista que se manifestó
frecuentemente, hay figuras maravillosas como la de San Francisco Solano, que
atraía a las personas con su violín para predicarles, que se entendía
magníficamente con los indios, que gustaba de la conversación nocturna, de los
villancicos, de los cantares a
Desgraciadamente, este
espíritu no fue el que a la larga predominó. El racionalismo de
Promesantes de Humahuaca -donde se celebran las vistosas festividades de
Resurgir del idealismo de gesta
Hasta el día de hoy siguen
vigentes en
Estos yacimientos espirituales
constituyen otras tantas luces del Tucumán que un resurgir del idealismo de
gesta de otros tiempos puede reencender. Del sentido de lo maravilloso, que se
manifiesta en los crepúsculos eternos de luz dorada que se filtra por las
ventanas de ónix de Yavi, en los Angeles Arcabuceros, en las torres vigorosas
de la puna jujeña, en las voladuras de
Pedimos a
Que Ella, Reina de los
Corazones y Señora de
APÉNDICE:
Cultura y civilización
católica
"Un alma en estado de gracia está en posesión, en
grado mayor o menor, de todas las virtudes. Iluminada por la fe, dispone de los
elementos para formar la única visión verdadera del universo.
El elemento fundamental de la cultura católica es la
visión del universo elaborada según la doctrina de
Civilización católica es la estructuración de todas
las relaciones humanas, de todas las instituciones humanas y del propio Estado,
según la doctrina de
Plinio Corrêa de Oliveira, "Revolución y
Contra-Revolución", cap. VII
"Haciendo
penetrar profundamente en el conjunto de la sociedad humana el espíritu del
Evangelio, formó ni más ni menos aquella civilización que fue llamada cristiana
Triunfante
a pesar de todos los obstáculos, las violencias, las opresiones, extendiendo
cada vez más sus pacíficos estandartes, salvando el glorioso patrimonio de las
artes, de la historia, de las ciencias,
de las letras y haciendo penetrar profundamente en el conjunto de la sociedad
humana el espíritu del Evangelio, formó ni más ni menos aquella civilización
que fue llamada cristiana y que aportó a las naciones que se acogieron a su
benéfico influjo, la equidad de las
leyes, la suavidad de las costumbres, la protección de los débiles, la piedad
con los pobres y los infelices, el respeto a los derechos y a la dignidad de
todos, y de allí, en la medida en que es posible en medio de las tempestades
humanas, aquella tranquila convivencia civil que deriva del mejor acuerdo entre
la libertad y la justicia (ítem 8).
Leon XIII, Encíclica Vigésimo Quinto Año
(ítem 8) Tuttavia trionfatrice di tutti gli ostacoli, le
violenze, le oppressioni, dilatando sempre più le sue pacifiche tende, salvando
il glorioso patrimonio delle arti, della storia, delle scienze, delle lettere e
facendo penetrare profondamente nella compagine dell'umano consorzio lo spirito
del Vangelo, formò appunto quella civiltà che fu chiamata cristiana e che
apportò alle nazioni, che ne raccolsero il benefico influsso, la equità delle
leggi, la mitezza dei costumi, la protezione dei deboli, la pietà pei poveri e
per gl'infelici il rispetto ai diritti e alla dignità di tutti, e quindi, per
quanto è possibile in mezzo alle tempeste umane, quel riposato vivere civile,
che deriva dal migliore accordo tra la libertà e la giustizia.
[1] NOTAS: para
facilitar la lectura, las notas de píe de página contienen comentarios y
aclaraciones, y las notas en números romanos remiten únicamente
a citas bibliográficas o documentales, y
se encuentran al final del trabajo. La profusión de citas tiene
su razón de ser en demostrar que las "luces del Tucumán" no son fruto de la
imaginación. Están claras en los testimonios históricos, para quien quiera verlas.
[2] L. Mesquita Errea, “
[3] Entre los difusores
de la leyenda negra en Argentina, Miguel Angel Scenna (nota bibliográfica iii,
al final del texto) sitúa al Deán Funes, a quien caracteriza como un
iluminista; así describe a esta corriente, citando a Cassani y Pérez
Amuchástegui: "Su característica, desde el punto de vista intelectual, es
la rebeldía contra la tradición. Para los iluministas, la tradición es una
rémora constituida por un conjunto de supersticiones que la razón debe destruir
..."; "...la tradición confiaba en
Al leer el "Ensayo..." del Deán Funes, se
advierte la intención de desprestigiar la obra de España para justificar ante
la opinión pública la ruptura que se estaba produciendo a partir del movimiento
de Mayo.
Luego de Caseros, de acuerdo a Scenna, surge una
nueva generación de historiógrafos: "Su visión histórica -muy influida por
los ideólogos de la generación, Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi-
será emplazar a Mayo como faro de libertad y democracia entre dos abismos de
sombras, oscuras tiranías que trabaron el progreso argentino: de un lado, el
largo período hispano..." (ibid., p. 53).
Sobre
la leyenda negra y el indigenismo en nuestros días, recomendamos
"Cristiandad auténtica o revolución comuno-tribalista - La gran
alternativa de nuestro tiempo" de
[4] “Ganó asimismo, las villas e
fortalezas de Benamaurel, e Bençalema, e Castril, e Arenas, que son muy
fuertes, e tomó muchas presas…”,
Fernando del Pulgar, “Claros varones de Castilla”, Espasa-Calpe Argentina,
Colecc. Austral, Tít. VI, DON FERNAND ALUARES DE TOLEDO, CONDE DE ALUA, p. 47.
[5] Las desigualdades
sociales -proporcionadas y armónicas- son deseadas por Dios, enseña el Santo
Padre Pío XII: "Las desigualdades sociales, inclusive
las que son ligadas al nacimiento, son inevitables; la naturaleza benigna y la
bendición de Dios a la
humanidad iluminan y protegen las cunas, las besan, pero no las nivelan"
(Discurso del 5 de enero de 1942, al Patriciado
y a
[6] Acerca de
[7] El carácter
procesivo de este fenómeno lo torna actual. En 1978, el Prof. Punió Corrêa de
Oliveira denunció una
poderosa corriente infiltrada en medios eclesiásticos, en el Brasil, que,
influenciada por las teorías de Claude Lévy-Strauss, proclamaba el estado de los
indígenas de la selva como la propia perfección de la vida humana, se oponía a la
integración de éstos a la civilización, afirmaba la inutilidad de la catcquesis
y criticaba a los grandes misioneros. Ver: "Tribalismo indígena, ideal
comuno-misionero para el Brasil en el siglo XXI". Estas
teorías no quedan en discusiones teóricas y dan lugar a una peligrosa agitación
que conduce a la violencia.
[8] "(...) un
jefe local peruano quedó confirmado en su cargo (...) después de haber ofrecido
a su hija en sacrificio
al Sol, la divinidad imperial" (nota 8). (8) "Se trata de Tanta
Carhua, la bella hija del curaca de Ocros. (...) Se dice que fue enterrada viva en una tumba con paredes calzadas bajo tierra;
el sitio era venerado
por los lugareños y era utilizado a veces como oráculo (...)"; "El
santuario incaico del cerro Aconcagua", Juan Schobinger, Univ. Nac. de
Cuyo, Mendoza, 2001, p. 423.
Para el etnólogo Lévy
Strauss el canibalismo de los salvajes no es cosa grave, pero sí lo es la
existencia de cárceles y sistemas penales en las sociedades occidentales. Es
propiamente llamarle bueno a lo malo y viceversa. Por algo se habla de
un provocado "ocaso de la razón". La luz de la razón es
inextinguible; lo grave es que haya "científicos" que quieran
abolirla, corno Michel Foucault, propugnador de una degradante e increíble "era de estupidez".
[9] Sobre la actuación de este
personaje y las vicisitudes de Barco ver la documentada obra de Teresa Piossek,
“Poblar un pueblo”, San Miguel de Tucumán, 2004; y también artículo “Núñez de
Prado, fundador de Barco, primera ciudad y cimiento de
[10] Lamentablemente, el
desconocimiento de la historia del período hispánico se presta a grandes omisiones y
tergiversaciones. Muchos desconocen la relación entre San Francisco Solano y el Tinkunaco; y hay
aun quien sostiene que no está probada la presencia del santo en
Ante la circulación de esta
grave omisión histórica, transcribimos como ejemplo palabras de la mayor autoridad en
la materia, Cayetano Bruno, S.D.B., autor de la "Historia de
[11] Cf. L. Mesquita
Errea, “Juan Ramírez de Velasco, Gobernador, conquistador y forjador social en
el Tucumán y el Paraguay del período fundacional”, artículo para la revista “La
verdad sin rodeos” del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de
Corrientes, octubre de 2008 Ponencia
presentada en Jornadas de Hispanidad, Córdoba, 2008.
.
[12] Quien haya tenido el
privilegio de contemplar los cambios fisonómicos de
[13] No había nada similar al “se
acata pero no se cumple”, querido por los Reyes de España, de los Cabildos
hispanoamericanos. Todo era rígido e inapelable, pues flexibilidad, cortesía,
sabiduría, desigualdades armónicas,
raramente se encuentran fuera de
una civilización cristiana.
[14] "La
vida es tu navío y no tu morada".
[15] Llama la atención que tantos
científicos de
[16] Así lo declaran
varios encomenderos en
12
Ardid de guerra psicológica contra los conceptos de cultura y civilización (sobre
estos conceptos y
la visión verdadera del
universo ver el Apéndice):
Ciertas teorías antropológicas
niegan el concepto de "civilizado" con argumentos especiosos y semi-
verdades. Más allá de las matizaciones a las que el tema se presta,
que requerirían un estudio
especial objetivo, y al abuso y
tergiversación que se ha hecho de los términos "civilización"
y "barbarie" en la época mitrista, es evidente que éstos tienen un sentido
real y legitimo, que además admite gradaciones.
Una de las formas de ataque
psicológico a estas nociones claras. y evidentes, si bien que complejas de definir, y que tienen distintas
acepciones, consistió en reunir más de 100 versiones de la palabra "cultura", como para decir que el
concepto no existe. Se llegó a la
conclusión de que cultura es todo lo que el hombre hace, oponiéndola a la idea general, como es entendida
tradicionalmente, de cultura, sea
refinada o popular, que gira en torno de valores artísticos y morales
auténticos, que respeten las nociones
de armonía y orden. Estos valores (que los relativistas niegan) se realizaron
auténticamente, en grado mayor o
menor, en distintas culturas, y llegaron
a un auge en las naciones cristianas europeas.
La civilización cristiana es
un ideal accesible a todos los pueblos que quieran abrirse a él abandonando los
elementos de su
cultura y costumbres que choquen con el Decálogo, síntesis de la ley natural y
divina. Cuanto más
una sociedad viole esa ley, más tenderá a la barbarie; cuanto mayor sea su
respeto amoroso por ella,
más posibilidades tendrá de elevarse cultural y espiritualmente.
El "relativismo cultural" es una postura
pseudo-científica que afirma que todas las culturas tienen el mismo valor. Así, la cultura de
pueblos salvajes, antropófagos, o reducidores de cabezas, adeptos no raramente de la
promiscuidad y aun del pecado contra la naturaleza,
tiene igual (o en el fondo más) valor que la de una sociedad cristiana como la
de
[18] Este precioso dato desmiente
los supuestos “científicos” de
[19] Entre la ilustre
descendencia de Gaspar de Medina se encuentran:
los
Presidentes Avellaneda y Roca; el guerrero de
[20] Cf. L. Mesquita Errea, “Pedro
Nicolás de Brizuela, hidalgo y pionero en los primeros tiempos de nuestra
historia”, III Jornada de Historia y Genealogía del Tucumán y Cuyo, Sañogasta,
2005. Nuestro especial agradecimiento a D. Alejandro Moyano Aliaga por habernos
facilitado las probanzas del Gral. Brizuela (ver nota bibliográfica L, al final
del trabajo).
[i] José Luis Romero, “Las ideas
políticas en Argentina”, F.C.E., 20ª ed., Argentina, 2002, p. 13.
[ii] L. Mesquita Errea, “Ilustración,
Jacobinismo, Leyenda Negra e Independencia”, TP para
[iii] Miguel
A. Scenna, "Los que escribieron nuestra historia", Ed.
[iv] "Descripción
breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de
[v] "Relación
histórica de Calchaquí - Escrita por el misionero jesuita P. Hernando de
Torreblanca en 1696" - Versión paleográfica, notas y mapas de Teresa
Piossek Prebisch, AGN, p. 75.
[vi] Plinio Corrêa de
Oliveira, "Nobleza y élites tradicionales análogas", volumen II, p.
12.
[vii] Teresa
Piossek Prebisch, "Los Hombres de
[viii] Carta
del Gobernador Angel Peredo al Rey del 10 de octubre de 1673, ap. Cayetano
Bruno, S.D.B., "Historia de
[ix] Adela
Fernández Alexander de Schorr, "El Segundo Levantamiento Calchaquí",
U.N. de Tucumán, p. 30.
[x] Ver
el diccionario de términos medievales en su famosa "Lumière du
Moyen-Age", ed. Grasset, Paris, Petit dictionnaire du Moyen Age traditionnel,
p. 259 y ss.
[xi] Roxana
Boixadós, "Notas y reflexiones
sobre la genealogía de un conquistador del Tucumán: Don Juan Ramírez de
Velasco", en "El Tucumán Colonial y Charcas", UBA, Fac. de
Filosofía y Letras, 1997, p. 197
[xii] Adela Fernández
Alexander de Schorr, "El Segundo Levantamiento Calchaquí", U.N. de
Tucumán, p. 46.
[xiii]
"Mediaeval Feudalism" (Great Seal Books,
[xiv] G.
Funes, "Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires y
Tucumán".
[xv] Teresa
Piossek Prebisch, "Los Hombres de
[xvi] Teresa Piossek
Prebisch, ibid.
[xvii] "Ullsteins
Weltgeschichte", Geschichte der Neuzeit, Das religiöse Zeitalter
1500-1650, p.79
[xviii] Roberto
Levillier, "Nueva Crónica de
[xix] Bruno,
"Historia de
[xx] P.
Torreblanca, ed. preparada por Teresa Piossek,
"Relación historica de calchaquí", f° 80,
p. 69.
[xxi] Cayetano Bruno,
S.D.B., " Presencia de España en Indias", Ed. Didascalia.
[xxii] Adela
Fernández Alexander de Schorr, "El Segundo Levantamiento Calchaquí",
U.N. de Tucumán, p. 40.
[xxiii] Dick
Edgar Ibarra Grasso, "Argentina Indígena y Prehistoria Americana",
Ed. TEA, Bs. As., 1917, p. 352.
[xxiv] Roberto Levillier,
"Nueva Crónica de
[xxv] Cayetano
Bruno, S.D.B., "Historia de
[xxvi] P.
Torreblanca, ed. preparada por Teresa Piossek "Relación histórica de
Calchaquí", p. 49.
[xxvii] Teresa Piossek
Prebisch, "
[xxviii] Prudencio Bustos
Argañaraz, "Manual de Historia Argentina", Ed. Eudecor.
[xxix] Historia
Civil de
[xxx] Teresa
Piossek Prebisch, "
[xxxi] Teresa Piossek
Prebisch, "
[xxxii] Cayetano Bruno,
S.D.B., "Historia de
[xxxiii] Ed. Fundación para
la investigación del arte argentino, Año 2002, pp. 26-7.
[xxxiv] Dr. Ernesto Muñoz
Moraleda, "El culto mariano y la evangelización del Tucumán - siglo
XVI", en "Temas del
Tucumán", Universidad Nac. de Tucumán,
p. 17.
[xxxv] Cayetano
Bruno S.D.B., "Historia de
[xxxvi] cf. Fernando Romero
Moreno, "El Orden constitucional de
[xxxvii] Cayetano
Bruno, S.D.B., "Historia de
[xxxviii] Roberto
Levillier, "Nueva Crónica de
[xxxix] Bruno, "Historia de
[xl] I
Jornada de Historia de Chilecito, junio de 2003.
[xli] I
Jornada de Historia de Chilecito, junio de 2003.
[xlii] Cf.
Plinio Corrêa de Oliveira, "Nobleza y Elites tradicionales análogas - en
las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a
[xliii] "Manual
de Historia Argentina", Ed. Eudecor, p. 117.
[xliv] Roberto
Levillier, "Nueva Crónica de
[xlv] Cf.
Tulio Halperin Donghi, "La revolución rioplatense y su contexto
americano", en "Nueva Historia
de
[xlvi] Cf.
Plinio Correa de Oliveira, "Nobleza y Elites tradicionales análogas -
" Ed. Fernando III el Santo,
Madrid, vol. II, 1ª. Edición, p. 13.
[xlvii] Roxana
Boixadós, "Notas y reflexiones
sobre la genealogía de un conquistador del Tucumán: Don Juan Ramírez de
Velasco", en "El Tucumán Colonial y Charcas", UBA, Fac. de
Filosofía y Letras, 1997, p. 197.
[xlviii]
"Historia Argentina" t. I, Ed. Oriente, p. 244.
[xlix] José María
Rosa, "Historia Argentina", t. I, Ed. Oriente, p. 241.
[l] Gregorio Funes,
"Ensayo de Historia civil...", Libro II, cap. XI.
[li] Certificación
de servicios del Gral. Pedro Nicolás de Brizuela, vecino feudatario de
[lii] Gregorio
Funes, "Ensayo de Historia Civil...",
L II, cap. V.
[liii] Teresa
Piossek Prebisch, "Los Hombres de
[liv] Gregorio
Funes, "Ensayo de Historia Civil...",
L II, cap. V.
[lv] "ex oriente
lux"...
[lvi] Pbro. Juan C. Vera Vallejo, "Las Fiestas de San Nicolás
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