viernes, 13 de noviembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (15) - Monarquía, república y Religión (Cap. III, 5, E)

       

S. S. Papa Pío VI                                            S.S.  San Pío X


        

Kaiser Franz Josef niño                                             Tradicionales fiestas populares en Baviera


      

Republicanismo revolucionario: Abbé Sieyès          Demagogia revolucionaria igualitaria

E. Monarquía, república y Religión

A fin de evitar cualquier equívoco, conviene acentuar que esta exposición no contiene la afirmación de que la república es un régimen político necesariamente revolucionario. León XIII, al hablar de las diversas formas de gobierno, dejó en claro que "todas y cada una son buenas, siempre que tiendan rectamente a su fin, es decir, al bien común, razón de ser de la autoridad social" (Encíclica “Au Milieu des Sollicitudes”, l6.II.1892 – “Bonne Presse”, París, vol. III, p. 116).

Tachamos de revolucionaria, eso sí, la hostilidad profesada, por principio, contra la monarquía y la aristocracia, como si fueran formas esencialmente incompatibles con la dignidad humana y el orden normal de las cosas. Es el error condenado por San Pío X en la Carta Apostólica “Notre Charge Apostolique”, del 25 de agosto de 1910. En ella el grande y santo Pontífice censura la tesis del "Sillon", de que "sólo la democracia inaugurará el reino de la perfecta justicia", y exclama: "¿No es esto una injuria a las otras formas de gobierno, que son rebajadas de ese modo a la categoría de gobiernos impotentes, aceptables a falta de otro mejor?" (A.A.S., vol. II, p. 618).

Ahora bien, sin este error, entrañado en el proceso de que hablamos, no se explica enteramente que la monarquía, calificada por el Papa Pío VI como, en tesis, la mejor forma de gobierno -"praestantioris monarchici regiminis forma" (Alocución al Consistorio, l7.VI.1793, “Les Enseignements Pontificaux - La Paix Intérieure des Nations - par les moines de Solesmes”, Desclée & Cie., p. 8), haya sido objeto, en los siglos XIX y XX, de un movimiento mundial de hostilidad que echó por tierra los tronos y las dinastías más venerables. La producción en serie de repúblicas para el mundo entero es, a nuestro modo de ver, un fruto típico de la Revolución, y un aspecto capital de ella.

No puede ser tachado de revolucionario quien para su Patria, por razones concretas y locales, salvaguardados siempre los derechos de la autoridad legítima, prefiere la democracia a la aristocracia o a la monarquía. Pero sí quien, llevado por el espíritu igualitario de la Revolución, odia por principio, y califica de injusta o inhumana en esencia la aristocracia o la monarquía.

De ese odio antimonárquico y antiaristocrático nacen las democracias demagógicas, que combaten la tradición, persiguen las élites, degradan el tonus general de la vida, y crean un ambiente de vulgaridad que constituye la nota dominante de la cultura y de la civilización... si es que los conceptos de civilización y de cultura se pueden realizar en tales condiciones.

Diverge de esta democracia revolucionaria la democracia descripta por Pío XII: "Según el testimonio de la Historia, donde reina una verdadera democracia la vida del pueblo está impregnada de sanas tradiciones, que es ilícito abatir. Representantes de esas tradiciones son, ante todo, las clases dirigentes, o sea, los grupos de hombres y mujeres o las asociaciones que, como se acostumbra a decir, dan el tono en la aldea y en la ciudad, en la región y en el país entero.

"De ahí la existencia y el influjo, en todos los pueblos civilizados, de instituciones eminentemente aristocráticas, en el sentido más elevado de la palabra, como son algunas academias de amplia y bien merecida fama. Pertenece también a este número la nobleza" (Alocución al Patriciado y a la Nobleza Romana, 16.I.1946 – “Discorsi e Radiomessaggi”, vol. VII, p. 340).

Como se ve, el espíritu de la democracia revolucionaria es bien diverso de aquel que debe animar una democracia conforme a la doctrina de la Iglesia.

Los subrayados son de la Redacción de Aristocracia y Sociedad Orgánica

Plinio Corrêa de Oliveira

Revolución y Contra-Revolución (15) - Monarquía, república y Religión (Cap. III, 5, E)













No hay comentarios:

Publicar un comentario