miércoles, 25 de noviembre de 2020

La designación de alcaldes y regidores en los Cabildos del Virreinato del Perú, del que la Argentina formó parte de los ss. XVI al XVIII: por qué eran llamados "padres de la patria"

El imponente Cabildo histórico de Salta


 ...Los veremos en acción analizando el Cabildo, institución clave, base de la aristocracia católica existente dentro de la monarquía, comentando la obra especializada de Constantino Bayle, S.I., “Los cabildos seculares en América”.

La fundación de las ciudades, centro de la colonización hispánica comprendía tres elementos fundamentales:

·        el acta fundacional,

·        el reparto de solares

·        la designación de los alcaldes y regidores de su primer Cabildo.

El Cabildo significaba un órgano vital:   justicia y gobierno de la ciudad; y nexo orgánico con el Rey y autoridades superiores.

Su objeto era el bien común;  recurrían al Rey para lograr “Cuanto les parecía conducente al bien temporal, espiritual o cultural: los aspectos todos de la vida ciudadana” (Bayle: 248).

La consagración al bien común como deber de estado caracteriza la Nobleza. Pese a la difusión del espíritu egoísta del Renacimiento, que provocaba una división interna en el espíritu de los vecinos señoriales, este ideal mantenía gran vigor.

Era causa de que los cabildantes fueran llamados “padres de la patria”.  (Bayle:289) y “señoría de la ciudad”, o directamente “la ciudad”. En Nueva España emplean esta fórmula: “…estando el señor México en su ayuntamiento…” (Bayle:415).

 

Sociedad orgánica

En la sociedad católica, las partes que la componen son  órganos diferenciados y armónicos, que constituyen una unidad, ordenada jerárquicamente. La célula social y modelo es la institución clave de la familia, sobre la cual se construye una familia de almas y familia de familias.

Un ejemplo de funcionamiento orgánico, de gobierno participado:

Toda nueva autoridad presentaba antes de entrar en funciones sus designaciones ante el Cabildo. “Sin el tal requisito no se debía obediencia a nadie, ni era válido acto alguno de jurisdicción” (Bayle:411). Äl fundar ciudad el teniente de gobernador y señalar los miembros del Cabildo, éste le exigía al mismo que les dio las varas exhibiese los títulos de su cargo (ibid.).

En ocasiones extraordinarias, se convocaba al pueblo para un Cabildo abierto, representado por los patriarcales jefes de las familias principales. Por eso los revolucionarios precursores del superestado moderno, en los siglos 18 y 19 los tuvieron siempre en la mira.

 

La composición del Cabildo

En ciudades sufragáneas de Lima sus principales integrantes eran dos Alcaldes, ocho Regidores y oficiales reales; Alguacil, Escribano y Mayordomo (Bayle:405 y ss.). El Fiel Ejecutor, controlaba las pesas y medidas del comercio y a las falsas las clavaba en el rollo de justicia. Existían pintorescos oficios menores, como el yegüero, el relojero, el pregonero negro que daban color a la vida cotidiana.

 

Ceremonias de elección y renovación,

Había solemnidades para anunciarla y oraciones para elegir bien. “… los cabildantes, oían misa del Espíritu Santo…el presidente ocasional les endosaba un discurso “sobre votar según Dios y conciencia, sin aficiones e intereses, a las personas más conducentes al pro común. Y se procedía a los votos de los alcaldes, regidores y demás oficios (136).

La costumbre:

“el primero de año

el Cabildo oía misa en una capilla de la catedral, la cual acabada “se van a casa del Cabildo …, y allí se dan las gracias a los alcaldes passados …, y anxí dexan las varas en el dicho Cabildo, y se salen fuera; y luego se platica cerca de la elección de los alcaldes para aquel año, la qual se haze la mejor forma que pueden a su parecer,

poniendo las varas en los vecinos más antiguos y más calificados;

y esta elección va por la mayor parte de votos…y ansí hecha …, se envían a llamar a los vecinos y se les entregan las varas y hazen el juramento que se requiere de derecho; y acabado de hazer esta elección y la del fiel ejecutor…se sale del Cabildo” (Bayle:133-4).

La preferencia por los vecinos más antiguos y calificados va en la línea del “gobierno de los mejores”, esencia de la aristocracia.

Los cabildantes salientes designaban a los entrantes.  No podían ser reelegidos hasta transcurrir dos años de pausa o hueco (Bayle:113), ni votar a sus parientes próximos.

Era requisito la confirmación

del gobernador o corregidor; a falta de éstos en Santiago del Estero, 1752, el Alcalde de primer voto, efectuado el recuento de votos “dijo que en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y del Rey nuestro señor, que Dios guarde… confirmaba y confirmó en cuanto puede y ha lugar por derecho, la elección de alcalde de primer voto” (Actas, cit. por Bayle:135).

Sin los Alcaldes y los Regidores, llamados Justicia y Regimiento respectivamente, no había Cabildo.

 

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