Comienzan
los Duques refiriéndose al autor del libro, Prof. Plinio Corrêa de
Oliveira, “figura ampliamente conocida en los medios católicos y
conservadores de todo Occidente”. Evocan su actuación como diputado
federal por la Liga Electoral Católica, y su brillante actividad
docente; destacan su condición de conferenciante de gran reputación, y
de colaborador asiduo en el mayor diario brasileño, la “Folha de Sao
Paulo”, contando –entre libros y artículos- con dos mil quinientos
títulos publicados.
Especial realce corresponde a En Defensa de la Acción Católica (1943) y a La libertad de la Iglesia en el Estado Comunista (1963), obras que merecieron significativas alabanzas de la Santa Sede.
En 1981, su manifiesto El socialismo autogestionario: frente al comunismo, ¿barrera o cabeza de puente?,
análisis crítico del socialismo de Mitterrand, alcanza gran repercusión
mundial, publicado en ciento cincuenta y cinco diarios de gran
circulación en el Viejo y Nuevo Mundo, como la expresiva carta de apoyo
del Prof. Hayek, premio Nobel de Economía.
Tal vez ninguna de sus obras haya tenido una repercusión tan profunda como el ensayo Revolución y Contra-Revolución,
traducido a los principales idiomas. Describe la crisis del mundo
moderno, detonada por el Humanismo, el Renacimiento y el Protestantismo,
movimientos complementarios de sentido plenamente revolucionario, que
dieron lugar a la Ilustración y la Revolución Francesa.
Estas
doctrinas y tendencias se quintaesenciaron y dieron origen al marxismo y
a la Revolución Rusa. Sobrevino la expansión mundial de la propaganda
comunista y la súbita entrada en escena de una revolución cultural
inaugurada por el movimiento de la Sorbona y los correlativos fenómenos
del rock, movimiento hippie y punk, etc.
El
Telón de Acero se desmoronó estrepitosamente y el comunismo pareció
entrar en decadencia. Sin embargo Plinio Corrêa de Oliveira vio en estos
hechos no tanto una acentuada decadencia, sino una astuta metamorfosis
mediante la cual el comunismo, camuflado principalmente en la revolución
ecológica de fondo socialista y autogestionario, procura imponer más
que nunca al mundo moderno transformaciones radicales, respecto a las
cuales el propio capitalismo de Estado no es, en el pensamiento de Marx,
sino una etapa.
* * *
A
la luz de este ensayo el autor fundó un movimiento de inspiración
católica: la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y
Propiedad, que se extendió rápidamente fundándose, inspiradas en ella,
entidades semejantes en casi toda América. Los ideales de la Tradición,
Familia y Propiedad proyectaron su irradiación doctrinal en Europa,
donde las TFPs actúan en casi todos los países. Además, se han
constituido entidades afines o bureaux de representación en Africa, Asia y Oceanía.
Se
formó así el mayor conjunto de entidades anticomunistas de inspiración
católica del mundo contemporáneo, que actúan intensamente allí donde
existen.
Es
dentro de este enorme acervo de producción intelectual y de actuaciones
concretas como ha de comprenderse el alcance de la más reciente obra
del profesor Corrêa de Oliveira, a ser difundida en los cinco
continentes.
Responde
cuestiones fundamentales para el hombre contemporáneo, que duda entre
dos modelos de sociedad. Uno, de inspiración nítidamente católica y
tradicional, fundado en el supuesto de que las desigualdades
proporcionales y armónicas entre las diversas clases sociales están en
total consonancia con la doctrina católica y los principios básicos de
la Civilización Cristiana.
El
otro parte de la idea de que toda desigualdad es injusta, y conduce la
sociedad a la lucha de clases y a la esterilidad -o a la sub-producción.
Los
que aceptan el primer modelo encuentran simpática e importante la
opción preferencial por los pobres, tan encomiada por el Papa Juan Pablo
II, y también simpática y esencial para el buen orden social la
existencia de élites auténticas, con vigorosa base religiosa y familiar.
Pues una sociedad sin élites es como un cuerpo sin cabeza.
Al
ilustre pensador brasileño le parece importante preservar esta gran
verdad en los medios católicos, minados hoy por una crisis de autoridad y
casi diríamos, de identidad, que llevó al Papa Pablo VI a afirmar que “La
Iglesia atraviesa hoy un momento de inquietud. Algunos se ejercitan en
la autocrítica, se diría que hasta en la autodemolición”; y que se tiene la sensación de que “por alguna fisura ha penetrado el humo de Satanás en el templo de Dios” (cf. Discurso al Pontificio Seminario Lombardo, 7/12/68, y homilía Resistite Fortes in Fide, 29/6/1972, en Insegnamenti di Paolo VI, Tipografía Vaticana, vol. VI, p. 1, 188 y vol. X, p. 707).
Tomando
en consideración el carácter esencialmente jerárquico de la Iglesia
fundada por N.S.J.C., y la suprema autoridad en el ejercicio de las
funciones de enseñar, santificar y gobernar a los fieles, que
corresponde a los Soberanos Pontífices, el autor pensó con acierto que,
para orientar a las multitudes católicas, nada podría compararse en
eficacia a un estudio que diera a conocer los principales documentos
pontificios sobre esta materia. Para los millones de católicos que hay
en el mundo, ninguna voz se asemeja en prestigio y autoridad a la de los
sucesores de San Pedro.
Se trataba de poner en evidencia que, sin
perjuicio de la opción preferencial por los pobres, los católicos
fieles deben ejercer también una opción preferencial por los nobles.
Este
objetivo le llevó a estudiar a fondo las catorce magníficas alocuciones
con que Pío XII habló con paternal afecto y entusiasmante sabiduría
sobre qué es en nuestros días la Nobleza y cuáles los deberes que le
corresponde cumplir, aún cuando, privada de los bienes de fortuna,
conserva todavía el brillo del nombre ilustre y las tradiciones de un
pasado que ha de ser continuado con fidelidad.
También
Pío XII demostró que las puertas de la Nobleza deben abrirse para
ciertas categorías nuevas, puestas en relieve en el mundo contemporáneo
por las transformaciones sociales y económicas, en un régimen de
colaboración y ósmosis gradual.
La Nobleza
debe ir extendiendo hacia esas categorías los predicados de una
verdadera élite, ayudándolas a ascender gradualmente desde las carencias
intelectuales y morales del “nuevo-riquismo” hacia los altos valores de
la tradición. Estas deben mostrarse ávidas de asimilarlos en bien
propio y para el bien común de la sociedad, transformándose en élites
análogas y hermanas de la Nobleza, y no en rivales y adversarias de
ésta.
Tenemos
la seguridad de que estas enseñanzas, completadas con citas de otros
Papas, de Santo Tomás y de otros Doctores de la Iglesia ayudarán a la
Nobleza e Hidalguía españolas a conservar celosamente su identidad
consigo mismas, y a encontrar la definición precisa de su misión y de su
propia razón de ser en la sociedad contemporánea.
* * *
Séanos
lícito acentuar junto con el profesor Plinio Corrêa de Oliveira, que la
condición fundamental impuesta por Pío XII para que la Nobleza,
Hidalguía y élites análogas cumplan sus importantes misiones de modo
ejemplar es que perseveren con firmeza en la Fe, en la práctica ejemplar
de los Mandamientos y en la vida de piedad, alimentada por la asidua
frecuencia de los Sacramentos, pues sin estos recursos sobrenaturales el
apóstol de nuestros días nada conseguirá hacer, como nada hubieran
hecho los apóstoles de antaño. […]
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