miércoles, 17 de febrero de 2021

Coexistencia armónica de desigualdades - Ambientes, Costumbres, Civilizaciones - Plinio Corrêa de Oliveira

 



Plinio Corrêa de Oliveira

AMBIENTES, COSTUMBRES, CIVILIZACIONES

Coexistencia armónica de

desigualdades

 

"Catolicismo" Nº 122 - Febrero de 1961

 

El cuadro que presentamos en esta página fue pintado por Jean Restout. Vemos en el a San Vicente de Paul, a San Francisco de Sales y a Santa Juana de Chantal ante Ana de Austria, reina de Francia.

Como se sabe, los tres grandes santos —uno era Obispo y Príncipe de Ginebra; otro es el fundador de las Lazaristas y de las Hijas de la Caridad; y la última es la fundadora de las religiosas de la Visitación— tuvieron mucho contacto entre sí, y con Ana de Austria, Regente de Francia durante la minoría de edad de su hijo, Luis XIV. El pintor quiso perpetuar esas relaciones tan interesantes para la Iglesia y la Cristiandad, por medio de un cuadro figurando un encuentro de esos grandes personajes.

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En el centro de la escena está, en justo homenaje a la majestad real, Ana de Austria. Pero como a la santidad compete gloria mayor que a la propia corona, las figuras de mayor realce son los tres santos. San Francisco de Sales, Obispo, Príncipe, Doctor ilustre, revestido de las insignias de su alto cargo, tiene en toda su persona algo de imponente y solemne, unido a una indefinible suavidad. San Vicente de Paul, sacerdote, se presenta sin pompa, pero con la dignidad y distinción de un ministro de Dios. Su rostro, su porte, parecen relucir de energía y dulzura. Santa Juana de Chantal, miembro de la Iglesia discente, aparece enteramente recogida en su austero habito de religiosa, en actitud de veneración ante tan ilustres y venerables personajes. Pero todo hace ver en la humilde monja una gran alma, y sobre ella brilla una luz que ya es prenuncio de la gloria de los santos.

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Desigualdades de todo orden —de situación en la Iglesia y en la sociedad civil, de talento, y hasta de virtud— se presentan en este cuadro coexistiendo armónicamente. Tanto en la Iglesia como en la sociedad temporal no quiso Dios establecer la igualdad completa soñada por la Revolución.

¡Cómo esto es noble, digno, sereno, espiritual, santamente alegre!

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