Reverente y filial Mensaje
a Su Santidad el Papa Francisco
del Príncipe Dom Bertrand de Orleans y Braganza
Movimientos que combaten obstinadamente la propiedad privada,
inclusive por medio de acciones violentas, son invitados a participar de reuniones
en importantes organismos de la Santa Sede y uno de ellos es recibido por el Pontífice
Me
dirijo a Vuestra Santidad en mi doble carácter de Príncipe de la Casa
Imperial de Brasil y activo participante de la vida pública de mi País,
para hacerle presente una grave preocupación concerniente a la causa
católica en el Brasil y en América del Sur en general.
Es
bien conocido de los brasileños el hecho de que fue a instancias del
Papa León XIII, y a pesar de los previsibles inconvenientes políticos
que de allí derivarían, que mi bisabuela, la Princesa Isabel, regente
del Imperio, firmó el l3 de mayo de 1888 la Ley Áurea, aboliendo
definitivamente la esclavitud en el Brasil. Ello le costó el trono, pero
le valió pasar a la Historia como La Redentora, y recibir de manos del Papa la Rosa de Oro, en recompensa por su abnegación en favor de la armonía social y de los derechos de los más desvalidos.
Movido
por el mismo sentido de justicia y dedicación al bien común de mis
antepasados, me honro en haber dado inicio y animado durante 10 años la
campaña Paz en el Campo[i],
la cual promueve la armonía social en el agro brasileño. Tarea tanto
más imperiosa cuanto, en las últimas décadas, el medio rural de mi País
viene siendo notoriamente conturbado por una secuencia de invasiones de
tierras, asaltos, destrucción de plantaciones, expropiaciones
confiscatorias, exigencias ambientalistas sin propósito e inseguridad
jurídica.
En
el meollo de esa agitación agraria — que es el principal obstáculo al
pleno desarrollo de la agricultura y la ganadería brasileñas,
responsables por 37% de los empleos en el Brasil[ii] y por cerca da la mitad de los nuevos empleos creados en el primer semestre de 2013[iii] — se encuentran el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, más conocido por su sigla MST, y la organización internacional La Vía Campesina.
Por
eso, fue con consternación que tomé conocimiento de la invitación
enviada por la Academia Pontificia de Ciencias al Sr. João Pedro
Stédile, coordinador nacional del MST y representante de la Via Campesina,
para participar como observador de un seminario organizado por la
referida Academia, en Roma, el dia 5 de diciembre de 2013, sobre La emergencia de las personas socialmente excluidas, con los gastos de viaje pagados por el Vaticano, según declaró el propio favorecido.
Esa
consternación se difundió en los más variados medios católicos, pues,
como era previsible, el conohecido agitador del MST se aprovechó del
evento como tribuna para promover, una vez más, sus principios erróneos y
falsas soluciones, ambos basados en la premisa marxista de la lucha de
clases y en la utopía de una sociedad colectivista.
En
efecto, apenas dos días después del simposio realizado en dependencias
de la Santa Sede, el Sr. João Pedro Stédile profirió una disertación
para los militantes de la ultra izquierda altermundialista italiana, en un antiguo teatro de Roma ocupado por ellos. En su alocución, reproducida por la Agencia de Notícias Adista[iv], él hace apología de sus métodos ilegales. Según dijo, “el camino de los cambios por la vía institucional parece decisivamente bloqueado”; y hasta se jactó de que “todo lo que el MST ha conquistado en el curso de sus 30 años de vida es debido a la práctica de las ocupaciones de masa”, o sea, de la violación sistemática de la propiedad privada en el medio rural.
La necesidad de ese recurso a la ilegalidad y hasta a la violencia por parte del MST derivaría, según Stédile, del hecho de que “en
el actual contexto histórico, la correlación de fuerzas a nivel de
lucha de clases es bastante desfavorable a las clases trabajadoras” — o sea, a las izquierdas que usurpan la representatividad del sector obrero.
Stédile admite incluso que “el mundo vive un período de reflujo del movimiento de masa” que afeta al propio MST, debido a que “las
condiciones de la lucha de clases resultan más difíciles: las masas
perciben la imposibilidad de una victoria, y se vuelven atrás”.
Pero él afirma que esa falta de apoyo popular no debe desanimar a las fuerzas de izquierda. Apelando a la “escuela de los marxistas históricos británicos”, el líder de los invasores de propiedades espera que el actual período de reflujo sea también un “período de resistencia… preludio de un proceso de retomada”.
Ese período de resistencia — que según él podrá llevar “algunos años” — deberá servir para “aprender las lecciones de la lucha de clases en el curso del tiempo”. Y el MST debe aprovecharlo para su “formación política”, valorizando y “estudiando Marx, Lenin, Gramsci, pero también los brasileños Paulo Freire, Josué de Castro y tantos otros”, dijo Stédile a sus oyentes altermundialistas italianos.
Permítame, Santo Padre, resaltar la amenaza con la cual Stédile concluyó su arenga: señalando que es preciso que “la clase trabajadora se reúna a nivel internacional”, pero que esto sea hecho por fuera de las ONGs y de los Fórums Sociales — dado que estos habrían fracasado en la tarea de “organizar al pueblo” —, indicó que ahora es preciso reunir “todos los movimientos sociales del mundo” en “otro espacio” de confrontación al capital financiero internacional. De esa forma, concluyó, “la curva de la lucha de clases será mundial y, por tanto, cuando comience la fase de ascensión, será así por todas partes. Y la tierra temblará”.
La
tierra por el momento no tiembla. Pero no puedo dejar de preguntarme,
Santo Padre, cuál es la razón de que ese paladín de una utopía
revolucionaria tan entrañadamente anticristiana y promotor de la
violación sistemática de las leyes haya sido invitado por la Pontificia
Academia de Ciencias. Pues es obvio que, siendo las clases populares
cada vez más refractarias a la prédica revolucionaria, el interés del
líder del MST y de los revolucionarios en general sólo puede ser su
pretensión de utilizar a la Iglesia Católica y organismos de la Santa
Sede como compañeros de ruta en esa utópica aventura (de allí el llamado a estudiar Gramsci, el gran ideólogo de esa estrategia).
Es lo que admite el propio J.P. Stédile en entrevista[v] concedida después de su charla en el Teatro Valle Occupato, jactándose de haber conseguido “motivar
a que el Vaticano nos ayude con la Vía Campesina y como movimientos
sociales a que organicemos en el próximo año diversas conferencias”.
Él espera, además, que se establezca “de ahora en adelante un diálogo mayor del Vaticano con los movimientos sociales”, cuyo resultado sería que “en nuestros países [...] las iglesias locales oigan a los pueblos y no al Nuncio apostólico, que es un burócrata al servicio de no sé quién” (destaques míos). Es así que él retribuye el invitación y el pasaje aéreo que dice haber recibido del Vaticano…
¿Cuáles serían los miembros de esas “iglesias locales” que así descalifican al representante de la Santa Sede a pretexto de oír a “los pueblos”, sino los adeptos de la Teología de la Liberación?
Es
bien sintomático el tono eufórico con el que uno de los más
publicitados corifeos de esa corriente, el ex-fray Leonardo Boff,
comentó la incursión del Sr. Stédile en el Vaticano[vi].
Boff manifestó su regocijo por el hecho de que “los pobres y excluidos” — en verdad, los líderes extremistas de izquierda — sean ahora “convocados a Roma, junto a la Sede Apostólica, para hablar por sí mismos”. Destacó que “el tema habla por sí: La emergencia de los excluidos. Eso nos remite a un tema central de la Teología de la Liberación, aún en sus comienzos: La emergencia de los pobres”.
Según el ex-religioso, el simposio en cuestión puede significar “el comienzo de una nueva voluntad de reinventar [sic] la Humanidad”. ¡Cómo esto recuerda el mito del “hombre nuevo” colectivista, soñado por Marx!
Todo
cuanto anteriormente fue expuesto, Santidad, es propio a chocar a
millones de católicos brasileños que conocen de cerca el pasado de
violencia, de crimen, de destrucción y de miseria que el MST y la Via Campesina
han dejado atrás de sí en el curso de 30 años de ocupaciones ilegales
de tierras y de dominio totalitario sobre los militantes que reúnen en
sus campamentos.
Esos
brasileños quedarán aún más desconcertados cuando tomen conocimiento de
que, además de la invitación enviada a João Pedro Stédile para
participar del referido seminario de la Pontificia Academia de Ciencias,
Vuestra Santidad grabó en video, en esa ocasión, un mensaje de saludo a
los integrantes de la Via Campesina.
Tal
vez Vuestra Santidad no haya sido informado de modo cabal, pero esa
organización subversiva quedó tristemente conocida de los brasileros en
abril de 2006, a través del llanto conmovedor, ante las cámaras de TV,
de la investigadora Isabel Gonçalves, que vio un meritorio esfuerzo de
20 años de investigación científica aniquilado por el ataque vandálico
de 2.000 militantes de esa organización contra la empresa Aracruz Celulosa, en Rio Grande do Sul[vii].
Los invasores, en operación perfectamente sincronizada, depredaron
grandes invernaderos experimentales, sistemas de riego y viveros de
plantines, incendiaron instalaciones y destrozaron modernos equipos de
laboratorio.
¿Puede
Vuestra Santidad calcular cuánto les sonará inverosímil, a los millones
de telespectadores que asistieron espantados al llanto desconsolado de
la científica, saber que Vuestra Santidad, en ese video, estimuló a la Via Campesina a “seguir adelante” — precisamente o que a científica no pudo hacer, o sea, proseguir con sus pesquisas meritorias?[viii]‘
Ese procedimiento de la Vía Campesina
no fue el único, Santo Padre. Para no extenderme de más, aduzco apenas
otro ejemplo. En junio de 2008, miembros de la organización destruyeron
las pesquisas de la Estación Experimental de Caña de Azúcar de Carpina, en la Mata Norte, órgano ligado a la Universidad Federal Rural de Pernambuco (UFRPE). Alrededor de las 4 horas de la madrugada, cerca de 200 integrantes de la Vía Campesina llegaron
al local en dos ómnibus y redujeron al vigilante de la estación. En una
acción rápida, que duró cerca de una hora, destruyeron plantaciones
experimentales en el campo y pesquisas del Centro de Vegetación para
Experimentos. En los locales había pesquisas de la referida Estación
Experimental y de estudiantes de maestría y doctorado.
De
acuerdo con el director de la unidad, Djalma Eusébio, el perjuicio
científico y tecnológico es incalculable: “Ellos destruyeron plantas que
hacían parte de pesquisas de mejoramiento genético que duram más de
diez años. Había trabajos que estaban siendo desarrollados hacía más de
dos años y fueron completamente destruidos. No hay cómo recuperar el
perjuicio”, dijo. Los manifestantes huyeron antes que la policía llegase
y dejaron dos banderas en el campo[ix].
En cuanto a las destrucciones operadas por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST) durante sus invasiones criminales, sería preciso escribir un
extenso libro para relatarlas. Ahorro a Vuestra Santidad ese sinsabor.
Los integrantes de la Vía Campesina probablemente interpretarán vuestras palabras de “seguir adelante”
como aplicables a sus acciones delictivas arriba descritas. Es ese
caso, ellas estarían en nítido contraste con las categóricas palabras
con que su predecesor, S.S. Juan Pablo II, retomando la enseñanza de
León XIII, condenó, en tres oportunidades, entre 1991 e 2002, las
ocupaciones ilegales de tierras.
En particular, la advertencia de Juan Pablo II a los Obispos da la Regional Sur l de la CNBB, en visita ad limina apostolorum, en marzo de 1995, cuando reiteró la enseñanza tradicional de la Iglesia: “Recuerdo, igualmente, las palabras de mi predecesor León XIII cuando enseña que ’ni la justiçia, ni el bien común permiten damnificar a alguien o invadir su propiedad bajo ningún pretexto’ (Rerum Novarum, 55). La
Iglesia no puede estimular, inspirar o apoyar las iniciativas o
movimientos de ocupación de tierras, sea por invasiones por el uso de la
fuerza, sea por la penetración subrepticia de las propiedades
agrícolas”[x] (destaques míos).
Advertencia que S.S. Juan Pablo II reiteró en noviembre de 2002, con las siguientes palabras: “Para
alcanzar la justicia social se requiere mucho más que la simple
aplicación de esquemas ideológicos originados por la lucha de clase
como, por ejemplo, a través de la invasión de tierras — ya reprobada en
mi viaje pastoral en 1991”[xi].
Es de admitirse, entre tanto, que Vuestra Santidad no haya tenido conocimiento de los hechos delictivos envolviendo a la Vía Campesina en el Brasil, y que las palabras “seguir adelante” no pasen de una forma estilizada para concluir su saludo.
No
obstante — séame permitido decirlo con todo respeto — mi perplejidad
sería mayor en la eventualidad de que Vuestra Santidad no supiese
perfectamente quién es Juan Grabois, argentino militante de la
“izquierda popular” peronista, también invitado por la Pontificia
Academia de Ciencias, no sólo para ser uno de los organizadores del
referido seminario, sino también para ser el primero de sus relatores. O
sea, aquel que daría el tono a coloquio subsecuente.
Articulador de la red de cartoneros — los catadores de papel de Buenos Aires — en el llamado Movimiento de Trabajadores Excluidos, y uno de los fundadores de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular, ese abogado y militante de la izquierda peronista no esconde sus convicciones abiertamente marxistas.
En artículo para AgendaOculta.net[xii], Grabois sustenta que la “acumulación originaria” de riqueza de las classes acomodadas “proviene de algún gran crimen” que “el tiempo no lavará jamás”. Para él, tal riqueza particular es necesariamente fruto de “saqueo, esclavitud, rapiña, contrabando, evasión de capital, trata de personas, tráfico [de estupefacientes], usurpación, estafa, corrupción, malversación de fondos públicos…”.
Y añade: “Son éstos, y no otros, los métodos que tiene en el menú todo aspirante a burgués”. En esa calificación incluye a los trabajadores de la economía informal que, cuando tienen éxito en sus esfuerzos, pasan ipso facto, según afirma, de autoexplotados a explotadores y establecen, también ellos,
“sistemas pericapitalistas de acumulación basados en el delito, en la
explotación, en la esclavitud y en la violación de todos los derechos
sociales” de sus colaboradores y socios.
O
sea, todo propietario particular sería un ladrón por el simple hecho de
ser rico: es la vieja tesis de Marx y Proudhon. Vuestra Santidad notará
que una simplificación tan groseramente unilateral, un tal odio de
clases al llamado “burgués” y a la propiedad privada, como a la libre
iniciativa y al sistema salarial, está en las antípodas del pensamiento
de la Iglesia, y no puede sino desembocar en el “socialismo real”.
Es precisamente lo que propone el ideólogo de los cartoneros argentinos: “La construcción de una economía popular solidaria, austera, no consumista”, la cual presupone un “marco estratégico” definidamente socialista y estatizante: sólo cuando la economía sea “socializada y planificada”[xiii], dijo él, se podrá realizar la “sociedad sin explotados ni explotadores”, lo que implica “una intervención fortísima del Estado”[xiv]. Tal intervención será abarcativa y omnímoda: “regulando, planificando, complementando y subsidiando las unidades productivas populares”[xv].
Cabe preguntar: ¿en qué se diferencia ese modelo de una vuelta a la difunta Unión Soviética?…
Veneno
marxista en un envoltorio humanitario: tales son las ideas básicas de
ese abogado revolucionario. Entre tanto, Vuestra Santidad invitó a sus cartoneros a subir al estrado de la Playa de Copacabana, durante el Via Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud[xvi], además de tributarle otros gestos de acogida, como la audiencia que le concedió[xvii], por dos horas, en el mes de agosto pasado, en su residencia de Santa Marta.
¿Envolverían
estos gestos de Vuestra Santidad un apoyo a la línea trazada por el
ideólogo Juan Grabois? He ahí mi filial y respetuosa pregunta.
Naturalmente
el Sr. J. Grabois aprovechó ávidamente la tribuna inaugural del
seminario del 5 de diciembre para apoyar sus análisis en el marxismo, y
“explicar” al Cardeal Turkson, de la Comisión Justicia y Paz,
y a los demás participantes del evento, que Marx tenía razón, sólo que
no antevió todos los desdoblamientos ruinosos del capitalismo!
Santo Padre, no abusaré del tiempo de Vuestra Santidad resumiendo la exposición de Grabois, intitulada Capitalismo de exclusión, periferias sociales y movimientos populares[xviii]. Apenas señalo qué él retoma viejos clichés marxistas sobre el “carácter estructural de la exclusión”, que para él “surge de las entrañas del sistema económico financiero global”, como “consecuencia de estructuras humanas injustas”. Por eso considera necesario “analizar el capitalismo en su fase actual” globalizada, así como “los nuevos antagonismos sociales que él genera”.
Esta cuestión, según el abogado marxista, ya fue abordada por Karl Marx en el capítulo XXIII de El Capital.
No obstante, agregó, lo que Marx no previó es que, en el mundo
globalizado, un segmento creciente de la población quedaría fuera del
proceso productivo formal, constituyendo la “masa marginal” de los “trabajadores excluidos” que, para sobrevivir, entran en la esfera económica de la informalidad y constituyen “el sujeto social más dinámico de esta etapa histórica”. Fray Betto, citado por Grabois, califica a los trabajadores de este sector como “pobretariado” [sic!].
[8] MST y Vía Campesina, paradigmas del nuevo “pobretariado” que practica la acción directa como herramienta de liberación
Esos trabajadores informales serían supuestamente movidos por la aspiración por “un mundo sin explotación del hombre por el hombre, donde cada cual reciba según su necesidad y contribuya según su capacidad”
(principio comunista bien conocido). O sea, ¡serían todos comunistas en
potencia, utopistas marxistas puros, aun cuando no explícitos! Y esta
clamorosa falsedad, Santo Padre — que seria risible si no fuese terrible
— cuesta entender que haya sido predicada en recintos de la Sede
Apostólica…
En
esa disertación Grabois retoma la vieja dualidad marxista
opresor-oprimido, para decir que hoy emerge un nuevo proletariado listo
para la rebelión, constituido por los “descamisados del siglo XXI,
los desempleados, los cartoneros, los indígenas, los campesinos, los
migrantes, los vendedores ambulantes, los sin techo, sin tierra, sin
trabajo”.
Este pobretariado se presenta con nuevas formas de articulación y nuevos medios de acción, dice Grabois, entre los cualeis destaca “diferentes formas de acción directa”,
término eufemístico acuñado por los anarcosindicalistas franceses de
comienzos del siglo XX para indicar ilegalidad y violencia. El empleo,
hoy, de esa estrategia de la “acción directa” derivaría del hecho de que, mientras que los obreros industriales “cuentan
con la huelga como principal herramienta, los excluidos sólo pueden
hacerse oír a través de piquetes, movilizaciones y otras formas de lucha
que suelen ser criminalizadas”.
Como paradigmas de esa “acción directa”, el activista cartonero
menciona precisamente los movimientos invitados por la Pontificia
Academia de Ciencias para participar del seminario por ella organizado:
el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) de la Argentina (en la persona de él mismo, Juan Grabois), así como el Movimiento de los Sin Tierra (MST) del Brasil (representado por el Sr. J.P. Stédile), que “forma parte de la Vía Campesina, con más de 100 organizaciones en todo el mundo”, con sede central en Indonesia.
[9] Apologia de una nueva sociedad colectivista e igualitaria
Lo
mais increíble en esa contundente conferencia, es que el Sr. Grabois
insiste en el hecho de que, aunque en la economía informal popular “los medios de producción necesarios están al alcance de los sectores populares”, eso no conduce a que tales medios se “exploten colectivamente” y puedan generar “relaciones sociales que sean horizontales” — en suma, para llegar a un régimen comunista.
Entonces es preciso que también la economía informal sea controlada por el “poder popular”— o sea, por nuevos soviets. De ahí nacería “una nueva sociedad”, que, como fácilmente se percibe, se identifica con el más puro comunismo.
Tanto más que, si el modelo de esa “nueva sociedad”
es el de los asentamientos controlados por el MST, conviene no olvidar
lo que Miguel Stédile (hijo de J.P. Stédile), de la coordinadora
nacional del MST, declaró a la revista Época (N|° 268, julio de 2003): “Queremos la socialización de los medios de producción. Vamos a adaptar las experiencias cubana y soviética al Brasil”[xix].
Santidad,
para mi corazón de católico y brasileño resulta inexplicable que en los
recintos sagrados de la Ciudad del Vaticano haya resonado una tal
apología del comunismo — con su ideología fundada en la negación de la
propiedad privada y en la lucha de clases — hecha por el Sr. Grabois 76
años después que el Papa Pio XI hubiese condenado ese sistema
antinatural como “intrínsecamente perverso”[xx]!
Sobre
todo no deja de causar perplejidad que el abogado que profirió
semejante discurso haya sido invitado, por Vuestra Santidad, a una
audiencia privada al dia siguiente. Y que, en el curso de esa audiencia,
haya sido grabado el saludo ya mencionado para la Vía Campesina , y también un video de promoción del Movimiento de Trabajadores Excluidos, fundado y animado por un militante neomarxista convicto.
Es comprensible, pues, que la Vía Campesina el MST y el MTE se hayan apresurado a dar publicidad a tales eventos, como “un acontecimiento sin precedentes”, en un comunicado conjunto[xxi] ampliamente difundido en los medios, en el cual se insiste en que la “actividad fue coordinada por el canciller de la Academia, [Arzobispo] Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, a pedido del propio Francisco”.
El comunicado subraya que, “finalizada
la jornada, Stédile y Grabois mantuvieron una prolongada reunión con el
Cardenal Turkson, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz,
en la cual intercambiaron opiniones sobre diferentes cuestiones sociales
y discutieron alternativas para dar continuidad al diálogo entre
Iglesia y movimientos populares”.
De
esos encuentros con prelados de la Curia Romana, el MST y el MTE
esperan obtener incontables ventajas. El mismo Grabois afirmó, en
entrevista a la Radio Vaticano[xxii]: “Tenemos que globalizar la lucha (…). Y yo creo que en ese ámbito, incluso el Consejo de Justicia y Paz, con una persona como [el cardenal] Turkson, nos va a dar una mano”. Dijo también creer que “aunque parezca un poco extraño”, la Pontificia Academia de Ciencias “también
está dispuesta a acompañar, en lo que le cabe, las reivindicaciones,
nuestras posiciones, nuestras luchas, inclusive fortalecer los procesos
de organización. Siempre en un ambiente de diálogo, de paz, de
convivencia, de respeto por las instituciones”.
En
cuanto a las promesas de paz y de respeto por las instituciones, por lo
menos en lo que concierne al MST, me siento en el derecho de
calificarlas de hábil disimulación para mejor conseguir el apoyo de la
Santa Sede.
Mas,
si la Pontificia Academia de Ciencias realmente se comprometió a
contribuir para fortalecer los procesos de organización de los llamados “movimientos sociales”,
como aseveraron esos líderes del MST y del MTE, no sorprende que el
comunicado conjunto afirme que ambos movimientos comparten la “renovada sensación” de haber recibido “un importante apoyo en su lucha”, y que “se abre uma nueva etapa en la unidad global del campo popular”. Que es como decir: ahora sí, podremos hacer realidad la convocatoria de Marx y Engels: “¡Proletarios de todo el mundo, uníos!”
Por cierto esta “nueva etapa”
no presagia nada de bueno para el Estado de Derecho y la alardeada
democracia en nuestros países. Pues, según el mismo comunicado conjunto
del MST y del MTE, “la democracia formal o burguesa falló. Las formas
de representación están en crisis y no responden a los intereses de los
pueblos. [...] Hay necesidad urgente de desarrollar nuevas formas de
participación popular en los tres poderes y nuevas formas de
representación política, en todo el mundo. Una democracia que, ademá s
de formal, sea real”.
En
otras palabras, el dúo MST-MTE propone el estilo de “democracia
popular” vigente en Cuba o en la Venezuela chavista. O sea, una
dictadura de hecho, y tanto más peligrosa cuanto que esos dos
“movimientos sociales” aspiran a amordazar a la prensa libre: “La construcción de una democracia necesita democratizar, en primer lugar, los medios de comunicación”, afirman de modo eufemístico.
No
puedo dejar de preguntarme, Santo Padre, con profunda aprensión y hasta
con angustia: ¿de dónde proviene la esperanza de esos extremistas de
izquierda, de contar con el apoyo de organismos de la Santa Sede para
llevar a cabo sus planes revolucionarios y dictatoriales?
Todo
parece indicar que ellos dan por cierto que estaría habiendo una cambio
de orientación doctrinaria de la Santa Sede. Un indicio de ello es que
el comunicado del MST-MTE registra el hecho de que “todos los participantes hicieron reiteradas referencias e la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium” y a sus “categóricos y esclarecedores conceptos sobre a situación de los excluidos y la matriz excluyente de la economía global”.
Otro indicio es que la propia Radio Vaticano, en transmisión del 22 de enero último, se sumó a las conmemoraciones de los 30 años de fundación del MST[xxiii]. Y para eso franqueó sus micrófonos al padre Savio Corinaldesi, misionero javeriano, para quien el MST es “una luz”. Este sacerdote, utilizando expresiones de un radicalismo fuera de lo común, llega a decir que el MST es “odiado, execrado y combatido por aquellos que odian, execran y combaten al pueblo”. Y, en seguida, hace una convocatoria a que el pueblo se organice: “Pero, aún hoy, hay un mensaje que todos debemos escuchar y poner en práctica: el pueblo sabe resolver sus problemas, y lo hace cuando se organiza” (destaques míos).
¿Cómo no ver, en esa insólita transmisión de la Radio Vaticano, una triste e inadmisible secuela de lo que ocurrió en la Pontificia Academia de Ciencias?
[12] La cuestión social no es meramente económica, sino principalmente moral y religiosa
Para
evitar cualquier posible malentendido, esclarezco a Vuestra Santidad
que de ningún modo considero el actual hipercapitalismo globalizado como
la panacea económica, y que, como católico, deploro, entre otros
defectos graves de la presente economía mundial, que los beneficios
básicos del progreso material no hayan alcanzado aún a muchas parcelas
de la población. Pero esta no es una cuestión meramente económica.
Enseñó León XIII que la llamada “cuestión social” es principalmente una cuestión de orden moral y religioso. Dijo el Pontífice: “Algunos
profesan la opinión, bastante vulgarizada, de que la cuestión social,
como se dice, es solamente económica; al contrario, sin embargo, la
verdad es que ella es principalmente moral y religiosa; y, por este
motivo, debe ser sobre todo resuelta en conformidad con las leyes de la
moral y de la religión”[xxiv].
Siendo
así, una intervención exitosa de la Jerarquía Eclesiástica en el campo
económico y social debería partir de la denuncia de dos vicios que están
en el origen de todos los desórdenes y revoluciones modernas: el
orgullo y la sensualidad[xxv].
Esos
vicios alimentan los dos errores fundamentales y aparentemente opuestos
de nuestra época: el utopismo colectivista y el liberalismo
individualista. Porque, de un lado, generan el sueño anarco-igualitario
de una sociedad sin gobierno, sin clases y sin leyes; y de otro lado,
están en la raíz del liberalismo moderno, el cual rehúsa toda referencia
a una verdad objetiva, a valores absolutos, a una Ley superior y, por
eso, conduce a la “dictadura del relativismo”, oportunamente denunciada
por el entonces Cardenal Ratzinger[xxvi].
Así,
en la raíz más profunda de la crisis antropológica que hoy atraviesa la
humanidad, no está simplemente la negación de derechos fundamentales
del hombre, mas ella resulta de la negación de la primacía de Dios en la
organización de la sociedad humana. Todo el resto es mera consecuencia.
[13] Restauración de la civilización cristiana
La
actual sociedad, de inspiración laica, menosprecia los bienes del alma.
Esta inspiración penetró como un veneno en Occidente a partir del
rechazo del orden austero y sacral vigente en la Cristiandad cuando,
según las luminosas palabras de León XIII, “la filosofía del
Evangelio gobernaba los Estados. En esa época la influencia de la
sabiduría cristiana y su virtud divina penetraban las leyes, las
instituciones, las costumbres de los pueblos, todas las categorías y
todas las relaciones de la sociedad civil”[xxvii].
Así,
conforme igualmente a las enseñanzas de San Pío X, un verdadero retorno
al orden en la sociedad humana supone la restauración de todas las
cosas en Cristo — el bello lema de su pontificado: Instaurare omnia in Christo (Ef. 1,10) — y retomar el ideal cristiano de sociedad, que él magistralmente enunció. Frente a la “anarquía social e intelectual” que se propagaba a comienzos del siglo XX, el santo Pontífice señalaba la verdadera salida: “La
ciudad no será construida de otra forma sino aquella por la cual Dios
la construyó; la sociedad no se edificará si la Iglesia no le echara
las bases y no le dirigiera los trabajos; no, la civilización no
está más para ser inventada ni la ciudad nueva para ser construida en
las nubes. Ella existió, ella existe; es la civilización cristiana, es
la ciudad católica. Se trata apenas de instaurarla y restaurarla sin
cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques
siempre renovados de la utopía malsana, de la revuelta y de la impiedad”[xxviii]
En lo que concierne al levantamiento y a la regeneración de las clases operarias, San Pío X ya insistía en que “los principios de la doctrina católica son fijos” y, citando a León XIII, subrayaba la necesidad de “mantener la diversidad de las clases,
que es seguramente lo propio de la ciudad bien constituida, y querer
para la sociedad humana la forma y el carácter que Dios, su Autor, le
imprimió”[xxix] (destaque mío).
Al mismo tiempo aquel gran Pontífice denunciaba la perversidad que hay en “pretender la supresión y la nivelación de las clases”
sociales — tal como lo hacen el MST y el MTE — y el cambiar las bases
naturales y tradicionales de la sociedad humana por la promesa de “una ciudad futura edificada sobre otros principios”[xxx], especialmente los del igualitarismo.
Por tanto, no serán los programas altermundialistas
de cuño “ecológico” y neo-marxista de dichos “movimientos sociales”,
los que irán a resolver la crisis económica actual y reducir la pobreza
en el mundo.
Si
el problema es el de la emergencia de los excluidos, Cuba es
precisamente el contra-modelo a ser evitado a cualquier costo, so pena
de transformar todo el mundo en una sociedad de miserables, estos sí,
excluidos: ¡excluidos del bienestar, excluidos de la vida política,
excluidos de la cultura, excluidos de la libertad de viajar y, sobre
todo, excluidos de practicar sin trabas la religión católica en la
Isla-prisión!
Los
pobres no quieren para sí una tal pesadilla. Y, por eso mismo, pocos se
dejan ilusionar por los devaneos de un MST o de un MTE, aunque estos se
revistan, en su predicación revolucionária, con los ropajes falsamente
cristianos de una Teología de la Liberación de orientación claramente
marxista.
Es muy significativo que, en 2009, un sondeo del Instituto de encuestas Ibope[xxxi]
haya mostrado que 92% de la población brasileña considera ilegales las
invasiones de tierras promovidas por el MST; y 72% de los oídos juzgan
que el poder público debería utilizar a la policía para cumplir órdenes
judiciales de desalojo de los invasores. Para más de 70% de los
entrevistados el MST perjudica el desarrollo económico y social, la
generación de empleos y las inversiones nacionales y extranjeras. Más
significativo aún, para 85% de los brasileños el derecho de propiedad
privada es esencial para el País: clara muestra de que los pueblos
rechazan el comunismo y su miseria.
La
demagogia de la izquierda, Santidad, puede encontrar resonancia en las
redacciones de ciertos diarios y TVs, en medios académicos, en la nomenklatura de
los partidos políticos… y hasta — duele constatarlo — en ciertos medios
eclesiásticos; pero ella no engaña a la gran mayoría del pueblo, que
cada vez más se distancia de ella.
Prueba
de ello es que, entre las reivindicaciones más constantes de los
movimientos imbuidos de esas ideas revolucionarias siempre estuvo la
implantación de una reforma agraria radical, que eliminase la grande y
media propiedad, reduciendo toda la estructura rural de una nación a
pequeñas parcelas de tierra que, por lo demás, en gran parte ni siquiera
serían propiedad de sus ocupantes, sino de cooperativas fuertemente
estatizadas.
Ahora
bien, a pesar de la formidable propaganda hecha a su favor y de los
ríos de dinero aplicados en ella, la reforma agraria fracasó en el
Brasil. La situación económica y social en los asentamientos de reforma
agraria es tan grave, que hasta ministros del gobierno reconocen que la
gran mayoría de ellos se transformó en auténticas “favelas rurales”.
Reconocimiento tardío, pues esa expresión había sido acuñada muchos
años antes por el Prof. Plínio Corrêa de Oliveira, en su lucha continua
por alertar a los brasileños sobre ese desenlace inevitable. Inevitable,
sí, pues todo lo que contraría el orden natural tarde o temprano
termina en desastre. Por eso dicen con razón los franceses: Chassez le naturel, il revient au galop.
No
fue, pues por falta de advertencia. Desde inicios de la década de 1950,
el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira había notado que la propaganda
revolucionaria soplaba en el sentido de la reforma agraria, la cual por
fin se cristalizó en proyectos concretos al final de la década. Por eso
escribió y lanzó, en 1960, en coautoría con dos Obispos y un economista,
el libro Reforma Agraria — Cuestión de Conciencia, en el cual profetizó que ella desembocaría en el fracaso.
Fue el marco inicial de una lucha que comportó la publicación de varios
libros, manifiestos y declaraciones, así como campañas públicas de
divulgación y colecta de firmas, durante las cuatro décadas siguientes,
hasta su fallecimiento en 1995.
Hoy,
estudiosos y profesionales competentes glosan el fracaso de la reforma
agraria. Así, hace aún pocos días, el Prof. Zander Navarro, de la
Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en artículo publicado en un
gran matutino paulista[xxxii], describiendo el éxodo rural que se verifica de norte a sur del Brasil, escribió: “Y hay los asentados, que deberían ser expresivos. Al final, sería un conjunto de 1,25 millón de familias en 8,8 mil asentamientos, ocupantes de 88 millones de hectáreas, casi equivalentes al área total de Mato Grosso. Pero la reforma agraria es un rotundo fracaso: buena parte de los beneficiarios desistió, dejando raleados los asentamientos, en especial del medio del País ‘para arriba’, sobre todo en el Nordeste y en el Norte”.
Mientras
los asentamientos de reforma agraria, creados en la onda de esa
agitación agraria, nada producen, viviendo de las limosnas del Estado,
un competente perito de la Empresa Brasileña de Agropecuaria (Embrapa)
observa que la tecnología ha ayudado a los pequeños, medios y grandes
agricultores, y añade: “La producción agrícola del Brasil alimenta a mil
millones de personas”. Otro estudio registra que “el precio de la cesta
de alimentos cayó a la mitad entre 1975 y 2010”, lo que explica el
hecho de que, “en la década de 1970, la familia media brasilera gastaba
cerca de 40% de la renta familiar en alimentos. Actualmente, ese valor
no pasa de 16%”[xxxiii].
[16] Quo vadis, Domine?
Vuestra
Santidad, actuando con calculada prudencia, va definiendo de a poco los
rumbos de su pontificado. Es natural que los fieles acompañen con
atención los pasos que van siendo dados en ese sentido.
Delante
de las inevitables perplejidades que todo cambio de rumbo naturalmente
produce, se comprende que muchos hagan, en el interior de sus corazones,
la pregunta que, según la leyenda, el propio San Pedro hizo cuando,
huyendo de la persecución de Nerón, encontró a Jesucristo que venía en
sentido contrario: Quo vadis, Domine? — ¿Adonde vais, Señor?
Al
oír la respuesta de Nuestro Señor, de que Él se dirigía a Roma para ser
nuevamente crucificado, San Pedro entendió que el momento había llegado
de que él mismo sufriese el martirio. Y, así, se sometió al suplicio
con gran humildad, pidiendo a los verdugos que lo crucificasen de cabeza
hacia abajo — según una piadosa tradición — porque no se consideraba
digno de que su muerte igualase en todos los pormenores a la de Cristo.
Así,
en vista de los hechos detalladamente descritos arriba, y de las
perplejidades suscitadas por ellos, un fiel podría ser llevado a dirigir
al Papa Francisco idéntica pregunta — Quo vadis, Domine?
¿Sería legítimo hacerlo? ¿En qué condiciones?
El
Código de Derecho Canónico consagra, en el canon 212 § 3, el pleno
derecho de todo fiel a la respetuosa exposición de su opinión, en esa o
en otras materias: “Los fieles …tienen el derecho, y a veces incluso
el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio,
de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que
pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles,
salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la
reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de
la dignidad de las personas”.
Lo hago, pues, en este Reverente y Filial Mensaje,
convencido de que Su Santidad recibirá la presente manifestación con
paternal benevolencia, y como una leal contribución para el éxito de su
excelsa misión en el gobierno de la Santa Iglesia.
* * *
Reafirmando
una vez más mi obediencia amorosa y sin restricciones, no sólo a la
Santa Iglesia sino al Papa, en todos los términos preceptuados por la
doctrina católica, pido a Nuestra Señora Aparecida, Reina y Patrona del
Brasil, que ilumine a Vuestra Santidad y ayude a todos los católicos
latinoamericanos a permanecer fortes in fide, en sus convicciones
católicas y en su rechazo al extremismo de izquierda, de manera que
esta Tierra de Santa Cruz continúe a ser cada vez más, junto con las
naciones hermanas de la América Española, el Continente de la Esperanza, bajo las bendiciones de su querida Patrona, Nuestra Señora de Guadalupe.
Besando el anillo del Pescador, pido humildemente la Bendición Apostólica,
in Jesu et Maria
Bertrand de Orleans y Braganza
São Paulo, 8 de febrero de 2014
La Campaña Paz no Campo se viene destacando en el Brasil por la defensa de los principios de la propiedad privada y la libre iniciativa según las enseñanzas contenidas en los documentos del Magisterio tradicional de la Iglesia.
[ii] http://www.feedfood.com.br/agronegocio-corresponde-37-dos-empregos-gerados-no-pais/
[iii] http://exame.abril.com.br/economia/noticias/recorde-de-exportacoes-no-agronegocio-aumenta-demanda-por-profissionais
[iv] http://www.adistaonline.it/?op=articolo&id=53494[v] http://www.wsftv.net/Members/focuspuller/videos/joao-pedro-stedile-1/view
[vi] http://leonardoboff.wordpress.com/2014/01/10/os-movimentos-populares-latino-americanos-junto-ao-papa-francisco/
[vii] http://www.uel.br/grupo-pesquisa/gepal/anais_ivsimp/gt7/15_mairakubik.pdf
[viii] http://www.mst.org.br/node/15560
[ix] http://www.old.pernambuco.com/ultimas/noticia.asp?materia=2008610133246
[x] http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1995/march/documents/hf_jp-ii_spe_19950321_brasile-ad-limina_po.html
[xi] http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/2002/november/documents/hf_jp-ii_spe_20021126_brazil-sul-iii-iv_po.html
[xii] http://www.agendaoculta.net/2012/08/el-capitalismo-de-exclusion-y-la.html
[xiii] http://www.cartoneando.org.ar/content/capitalismo-popular-una-variante-salvaje-del-modelo-por-juan-grabois
[xiv] http://www.economiapopular.coop/juan-grabois
[xv] http://mareapopular.org/revista/agremiando-la-precarizacion-laboral/
[xvi] http://www.telam.com.ar/notas/201307/26546-el-papa-mando-a-buscar-a-35-cartoneros-argentinos-entre-un-millon-de-peregrinos.html
[xvii] http://www.noticiasdiaxdia.com.ar/noticias/val/6869-43/-carta-al-evita-desde-el-vaticano-por-juan-grabois.html#.UtMMcvSICSp
[xviii] http://www.casinapioiv.va/content/dam/accademia/pdf/sv123/sv123-grabois.pdf
[xix] http://revistaepoca.globo.com/Epoca/0,6993,EPT564366-1653-5,00.html
[xx] Carta Encíclica Divini Redemptoris, del 19 de março de 1937, § 58.
[xxi] http://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Movimentos-Sociais/Os-movimentos-populares-latino-americanos-junto-ao-Papa-Francisco/2/29947
[xxii] http://media01.radiovaticana.va/audiomp3/00404088.MP3
[xxiii] http://it.radiovaticana.va/news/2014/01/22/brasile:_compie_30_anni_il_movimento_%E2%80%9Csem_terra%E2%80%9D/it1-766279
[xxiv] Encíclica Graves de communi, de 18 de janeiro de 1901.
[xxv] Cfr. Plinio Corrêa de Oliveira, Revolução e Contra-Revolução, Parte I, cap. VII, 3.
[xxvi] Dijo el Cardenal: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que nada reconoce como definitivo y que deja como última medida apenas el propio yo y sus voluntades” (Homilia en la Missa Pro Eligendo Romano Pontifice, 18 de abril de 2005 — http://www.vatican.va/gpII/documents/homily-pro-eligendo-pontifice_20050418_po.html
[xxvii] Encíclica Immortale Dei, de 1° de novembro de 1885.
[xxviii] Carta Apostólica Notre charge apostolique, del 25 de agosto de 1910, § 11
http://agnusdei.50webs.com/notrech2.htm
[xxix] Carta Apostólica Notre charge apostolique, del 25 de agosto de 1910, § 9
http://agnusdei.50webs.com/notrech2.htm
[xxx] Carta Apostólica Notre charge apostolique, del 25 de agosto de 1910, § 9 e 10
http://agnusdei.50webs.com/notrech2.htm
[xxxi] http://www.estadao.com.br/noticias/nacional,ibopecna-92-condenam-ocupacoes-do-mst,485449,0.htm
[xxxii] O Estado de São Paulo, 22 de enero de 2014.
[xxxiii] Notícias CNA, 2 de noviembre de 2011, Brasil e EUA: grandes potências para alimentar o mundo
http://www.canaldoprodutor.com.br/comunicacao/noticias/brasil-e-eua-grandes-potencias-para-alimentar-o-mundo
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