Estanciero boleando suris - Cuadro de Rugendas
Luego de Vilcapugio y Ayohuma, el Ejército del Alto Perú estaba reducido a “los tristes fragmentos de un ejército derrotado” –según escribió San Martín al Triunvirato. Así, la entrada de los realistas vencedores a nuestro territorio se encontraba expedita. El 16 de enero de 1814, el General español Juan Ramírez y Orozco ocupa Jujuy; desde allí manda a Salta una avanzada al mando del Coronel Saturnino Castro, que procede a tomarla cinco días después.
La situación era perturbadora para los pueblos del Valle de Lerma, acostumbrados a la amable existencia rural de poblados, fincas y haciendas que constituían su característico modo de vida.
Julio Be nencia traza un admirable cuadro de aquella sociedad criolla fronteriza, “rudimentaria y vigorosa”. “Estos campesinos, que utilizaban diestramente el lazo, seguros baquianos, expertos en seguir huellas, se habían endurecido en el trabajo rural, dominando a los toros bravos y a las reses cerriles que poblaban los montes. Dotados de una fortaleza física excepcional, eran tanto o más duros que sus hermanos de las pampas. No ignoraban el arte de la guerra y desde fines del siglo anterior hasta 1808, la hicieron contra los indios infieles de la frontera chaqueña, integrando milicias voluntarias, acreditando arrojo y sobriedad en una lucha en la cual no se perdonaba la vida al vencido.
“No eran desheredados; arrendaban parcelas de la finca pagando el canon en especies. Creyentes sinceros e infaltables a las funciones religiosas, practicaban noblemente las leyes de la hospitalidad. Tenían armas, equipo, rebaños, caballos propios y por encima de todo un profundo amor a la tierra, germen del futuro federalismo.
“La familia y la chacra, situada casi siempre en el fundo de sus antepasados, absorbían sus cuidados. A esta última dedicaban los momentos libres de las tareas pastoriles. El terruño y los afectos los hicieron propensos al idealismo, lo que no disminuía la fiereza heredada de los antiguos humahuacas y calchaquíes”.
No era una sociedad ovejuna y dependiente donde el absolutismo iba a intentar imponerse. Tal vez no hubiera estado en sus objetivos si no fuese que las fuerzas de ocupación necesitaban remontar sus caballadas y alimentar sus combatientes. No tardaron en enviar contingentes militares para incautarse de reses y montas. Los hacendados salteños, justamente alarmados, se dispusieron a defender el fruto de su trabajo y el sustento de sus peones y familias.
ComentarioEl criollo supo luchar por su amor al terruño y su independencia, derivada de su carácter de propietario, grande o pequeño. No era una sociedad ovejuna y dependiente como la que quieren imponer ciertos políticos y gobernantes que avasallan todas las libertades legítimas y temen al verdadero pueblo.
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