Capítulo III
Caracteres de esa
crisis
Por más profundos que sean los factores de
diversificación de esa crisis en los diferentes países de hoy, ella conserva,
siempre, cinco caracteres capitales:
1. Es universal
Esa crisis es universal. No existe hoy
pueblo que no esté alcanzado por ella, en mayor o menor grado.
2. Es una
Esa crisis es una. Es decir, no se trata de
un conjunto de crisis que se desarrollan paralela y autónomamente en cada país,
ligadas entre sí por algunas analogías más o menos relevantes.
Cuando ocurre un incendio en un bosque, no
es posible considerar el fenómeno como si fuesen mil incendios autónomos y
paralelos, de mil árboles vecinos unos de otros. La unidad del fenómeno
"combustión", ejerciéndose sobre la unidad viva que es el bosque, y
la circunstancia de que la gran fuerza de expansión de las llamas resulta de un
calor en el cual se funden y se multiplican las incontables llamas de los
diversos árboles, todo, en fin, contribuye para que el incendio del bosque sea
un hecho único, que engloba en una realidad total los mil incendios parciales, por más
diferente que sea cada uno de éstos en sus accidentes.
3. Es total
Considerada en un determinado país, esa
crisis se desarrolla en una zona de problemas tan profunda, que se prolonga o
se desdobla, por el propio orden de las cosas, en todas las potencias del alma,
en todos los campos de la cultura, en fin, en todos los dominios de la acción
del hombre.
4. Es dominante
Encarados superficialmente, los
acontecimientos de nuestros días parecen una maraña caótica e inextricable, y
de hecho lo son desde muchos puntos de vista.
Sin embargo, es posible discernir
resultantes, profundamente coherentes y vigorosas, de la conjunción de tantas
fuerzas desvariadas, siempre que éstas sean consideradas desde el ángulo de la
gran crisis de que tratamos.
En efecto, al impulso de esas fuerzas en
delirio, las naciones occidentales van siendo gradualmente impelidas hacia un
estado de cosas que se va delineando igual en todas ellas, y diametralmente
opuesto a la civilización cristiana.
De donde se ve que esa crisis es como una
reina a quien todas las fuerzas del caos sirven como instrumentos eficientes y
dóciles.
5. Es procesiva
Esa crisis no es un hecho espectacular y
aislado. Constituye, por el contrario, un proceso ya cinco veces secular, un
vasto sistema de causas y efectos que, habiendo nacido, en determinado momento,
con gran intensidad, en las zonas más profundas del alma y de la cultura del
hombre occidental, viene produciendo, desde el siglo XV hasta nuestros días,
sucesivas convulsiones.
A este proceso bien se pueden aplicar las
palabras de Pío XII relativas a un sutil y misterioso "enemigo" de
"El se encuentra en todo lugar y en medio de todos:
sabe ser violento y astuto. En estos últimos siglos intentó realizar la
disgregación intelectual, moral, social, de la unidad en el organismo
misterioso de Cristo. Quiso la naturaleza sin la gracia, la razón sin la fe; la
libertad sin la autoridad; a veces, la autoridad sin la libertad. Es un
“enemigo” que se volvió cada vez más concreto, con una ausencia de escrúpulos
que aún sorprende: ¡Cristo sí,
Este proceso no debe ser visto como una secuencia puramente
fortuita de causas y efectos, que se fueron sucediendo de modo inesperado. Ya
en sus comienzos esta crisis poseía las energías necesarias para reducir a acto
todas sus potencialidades, las cuales en nuestros días se conservan bastante
vivas como para causar, por medio de supremas convulsiones, las destrucciones
últimas que son su término lógico.
Influenciada y condicionada en sentidos
diversos por factores extrínsecos de todo orden -culturales, sociales,
económicos, étnicos, geográficos y otros- y siguiendo a veces caminos bien
sinuosos, ella va, no obstante, progresando incesantemente hacia su trágico
fin.
Plinio Corrêa de Oliveira
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