sábado, 22 de agosto de 2020

CLARINADAS – Carta del IPCO a los Obispos brasileños – Conferencia magistral de Dom Bertrand de Orleans y Braganza y de Juan Miguel Montes en honor del Pte. mártir García Moreno – Lanzamiento de “Revolución y Contrarrevolución” en Portugal – Valientes campañas del Centro Cultural Cruzada en Colombia – Ultimo momento: la TFP norteamericana llega a Alaska luego de rezar el Rosario con la Sda. Imagen en todos los Capitolios

 

CLARINADAS – Carta del IPCO a los Obispos brasileños – Conferencia magistral de Dom Bertrand de Orleans y Braganza y de Juan Miguel Montes en honor del Pte. mártir García Moreno – Lanzamiento de “Revolución y Contrarrevolución” en Portugal – Valientes campañas del Centro Cultural Cruzada en Colombia – Ultimo momento: la TFP norteamericana llega a Alaska luego de rezar el Rosario con la Sda. Imagen en todos los Capitolios


 

CARTA DEL INSTITUTO PLINIO CORREA DE OLIVEIRA A LA CONFERENCIA NAC. DE OBISPOS DEL BRASIL

A: Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB):

Excelencias: ¡Ha llegado el momento de dar vuelta la página de la Teología de la Liberación!

“Errar es humano, perseverar en el error por arrogancia es diabólico”  (San Agustín)

De acuerdo a informaciones de la prensa, el Consejo Permanente de la CNBB [Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil] discutirá, el 5 de agosto, la “Carta del Pueblo de Dios” , que fue filtrada a una periodista de la Folha de Sao Paulo y firmada por 152 Obispos.


Título de la noticia sobre la “Carta ao Povo de Deus” en la Folha de S. Paulo

La carta implica un fuerte ataque al Gobierno actual, basándose mucho más en una posición ideológica de izquierda que en la doctrina social de la Iglesia.

Los primeros nombres de los firmantes, que se hicieron públicos, son representativos de una corriente episcopal cuya doctrina claramente ha inspirado la redacción del documento. Se trata de prelados de ascendencia alemana, actualmente eméritos, que en su juventud vibraban con la revolución marxista promovida por los dirigentes de la Teología de la Liberación. Después del colapso de la URSS, dichos prelados –y también otros de la misma corriente ideológica- se reciclaron en las utopías ambientalistas e indigenistas y, en octubre pasado, promovieron el escandaloso culto a la Pachamama en los jardines del Vaticano.


Culto a la Pachamama promovido en los jardines del Vaticano en octubre del año pasado

Cuando aún ejercían funciones y se encontraban al frente de sus Diócesis, dichos prelados fueron los mentores del Partido de los Trabajadores, sus mayores promotores -por medio de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs)- y sus principales aliados cuando el partido logró llegar al poder, intentando implantar en Brasil el régimen socialista con el que soñaban.

Descontentos con el “aburguesamiento” de los cuadros del PT y su demora en llevar a cabo las reformas de estructura necesarias para dar el paso al socialismo, estos prelados se aliaron al MST [Movimiento de los “Sin Tierra”] y a los “movimientos populares” que representaban el ala radical de la izquierda.

Pastoral de la Tierra

Por medio de la Pastoral de la Tierra, del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y de otros organismos eclesiales incentivaron y dieron su bendición a las invasiones de tierras y de edificios urbanos, a la destrucción de campos experimentales científicos, a las  huelgas y disturbios en las calles, los asaltos callejeros y la impunidad para los criminales como medio de presión política sobre la opinión pública nacional, y sobre un gobierno que, para ellos, no estaba siendo lo suficientemente radical en sus reformas.

Pero tal disgusto no le impidió a estos prelados mantener su apoyo al sistema “petista” cuando éste compensó la relativa lentitud en aplicar las reformas económicas con una radicalización apresurada de la agenda de corrupción de las costumbres, por medio de la legalización de ciertos casos de aborto, el reconocimiento  de las uniones extraconyugales y de parejas homosexuales, la paulatina introducción de la ideología de género en la educación de los niños, el financiamiento de expresiones “artísticas” inmorales y blasfemas, etc.

Finalmente, al estallar el descontento de la población por la armazón del Estado promovida por el PT, y por la organización del mayor sistema de corrupción financiera de la historia del Brasil, y -tal vez- de la historia de la humanidad, dichos prelados hicieron todo lo que estaba a su alcance para salvar a ese gobierno que, para ellos, era un mal menor. Pero, más que nada, para evitar que la ola conservadora de las calles se tradujese en movimiento de restauración moral en nuestro país, apurándose a retirar todo apoyo religioso a los que se levantaban contra el proceso de socialización del Brasil.

Sin embargo, la actuación militante de esa ala situada más a la izquierda del Episcopado no impidió el impeachment de la ex–presidente Dilma Rousseff, ni la posterior elección del Sr. Jair Bolsonaro a la Presidencia de la República.

Amargados por la derrota electoral, que incluyó el estruendoso fracaso del Sr. Boulos y de las demás corrientes de extrema izquierda con las que dichos prelados más se identificaban, les tocó ver aún la elección, por parte de la mayoría de los brasileros, de un hombre que representaba lo opuesto ideológicamente a lo  que ellos defendían.

Ante el gradual desmantelamiento de los fracasados asentamientos de Reforma Agraria, de los ghettos indígenas, de la omisión ante la criminalidad, etc., tales Obispos, minoritarios y retirados, vociferan ahora su frustración volviéndose virulentamente contra las autoridades federales so pretexto de mal manejo de la crisis sanitaria.

Se tratará, probablemente, de su última tentativa (que sería incongruente calificar de canto del cisne) de persuadir al pueblo brasileño de la bondad de sus utopías, encontrándose en vísperas de dejar el palco y pasar a engrosar la larga serie de “iluminados” que fracasaron en la misión de llevar el Brasil hacia la izquierda.

De tal modo estos prelados son conscientes del abismo que los separa de las aspiraciones de la mayoría de la población brasilera que, en su carta-vituperio, no tuvieron ni siquiera el coraje de afirmar en alta voz los principios comunistas que los animan. Valiéndose de circunloquios y de otros pases de baile verbales, trataron de expresar su pensamiento: el Brasil sería una “sociedad estructuralmente desigual, injusta y violenta”; el sistema del actual gobierno pondría en el centro “la defensa intransigente de los intereses de una ‘economía que mata’, centrada en el mercado y en el lucro a cualquier precio”; su desprecio por la educación y la cultura se haría visible “en el desconocimiento y la depreciación de procesos pedagógicos de importantes pensadores del Brasil”* (*¿no hubiera sido más simple y transparente decir “la ‘pedagogía de los oprimidos’ de Paulo Freire”?), etc.

Encuentro de las CEBs

El fanatismo ideológico de esos prelados los lleva a ver la paja en el ojo ajeno y a no advertir la viga en el propio. ”Hasta la religión es utilizada”, afirman incautamente, “para manipular sentimientos y creencias, provocar divisiones, difundir el odio, crear tensiones”, como si no hubiese sido precisamente eso lo que durante décadas hicieron por medio de las CEBs y de las pastorales de apoyo a las actividades incendiarias de los movimientos llamados “populares”.

Habiendo sido esos prelados los responsables de promover durante décadas la lucha de clases y el comunismo, son ellos mismos quienes resultan merecedores del apóstrofe que dirigen al presidente Bolsonaro y su Gobierno: “¿Cómo no indignarnos ante el uso del nombre de Dios y de su Santa Palabra, mezclados con discursos y posturas prejuiciosas, que incitan al odio en lugar de predicar el amor, para legitimar prácticas que no condicen con el Reino de Dios y su justicia?”

El Presidente Jair Bolsonaro recibiendo la visita de la Imagen de Nuestra Señora de Fátima en Brasilia

En realidad, lo que los obispos firmantes de la “Carta al Pueblo de Dios” ante todo rechazan, es el apoyo que el Presidente Bolsonaro recibe de los católicos conservadores, y también de dirigentes pentecostales que cuentan con un electorado asimismo conservador en las costumbres.

Paradojalmente, los principales responsables de la pérdida de fieles católicos, y por el crecimiento de esas iglesias pentecostales -tan activas en política-, han sido esos mismos obispos de la “izquierda católica” que hoy se quejan del resultado de sus propios desatinos.

Los propios protestantes no dudan en reconocer que su crecimiento exponencial se produjo en el período en que la corriente de estos prelados, adeptos de la Teología de la Liberación, dirigía la CNBB.

Al apoyar al PT, al MST y a otros movimientos de izquierda, dándole un sentido político a sus pastorales, esos obispos católicos desagradaron a millones de fieles que, al sentirse huérfanos de una verdadera asistencia religiosa, emigraron a las sectas protestantes.

En 2001, el entonces líder de la Convención Bautista del Brasil, pastor Nilson Fanini, resumió para la revista norteamericana Time1, en un comentario –al que no le falta una nota de sarcasmo- cómo y por qué motivo se dio esto: “La Iglesia Católica optó por los pobres, pero los pobres optaron por los evangélicos”. ¿Por qué? Simplemente porque “esas personas estaban hambrientas de algo más que simplemente comida; los evangélicos suplieron mejor las necesidades emocionales y espirituales del pueblo”, declaró a la misma revista el Sr. Enrique Mafra Caldeira de Andrada, director del programa protestante del Instituto de Estudios Religiosos de Rio de Janeiro.

En nombre de la interpretación marxista de la “opción preferencial por los pobres” hecha por la Teología de la Liberación, las Conferencias Episcopales de América Latina le dieron apoyo a la agenda revolucionaria de izquierda. El resultado fue el abandono de millones de almas, sobre todo de las personas más simples, en manos de los pastores protestantes.

Obispo y sacerdotes celebran misa en un asentamiento del MST

Un estudio del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM reveló , a fines de los años 1990 que, ya en aquellos años, 8.000 latinoamericanos abandonaban la Iglesia Católica por día pasándose a los evangélicos! (2)

En tan sólo cuatro décadas –teniendo en cuenta el crecimiento  poblacional del Brasil-, esa malinterpretada “opción preferencial por los pobres”, de sentido izquierdista, hizo que los protestantes ganaran 30 millones de adeptos y la Iglesia Católica perdiera más de 50 millones de fieles , a éstos o a las diversas sectas, o aún a la irreligión.

Tal es la triste evidencia de los hechos. Prueba flagrante de que ha sido por apoyar corrientes revolucionarias y demagógicas que muchos prelados han llevado a la Iglesia Católica al descrédito ante los pobres y los excluidos. ¡Los mismos “excluidos” que esos obispos “de martillo y hoz” dicen querer liberar!

En 1975, Plinio Corrêa de Oliveira, inspirador de este Instituto que lleva su nombre, en carta a Mons. Arns -entonces Cardenal de San Pablo-, le recordaba que la población de este Estado, aunque siguiera frecuentando los sacramentos y llenando las Iglesias, no iba detrás del clero izquierdista en su subversión. Lo que él advertía, en aquel momento de nuestra historia, bien puede aplicarse a la situación actual. Decía él: “Actitudes como la de los firmantes del documento de Itaici van abriendo un foso cada vez mayor, no entre la Religión y el pueblo sino entre el Episcopado paulista y el pueblo”. (…) “La Jerarquía Eclesiástica, en la medida en que se omite en el combate a la subversión comunista, se va aislando en el contexto nacional. Y nos parece indispensable que alguien le diga que la subversión es profunda e inalterablemente impopular entre nosotros, y que la Jerarquía paulista se va tornando tanto menos venerada y querida cuanto más alienta la subversión”.

Vuestras Excelencias no pertenecen a la misma generación que esos frustrados y fracasados obispos que firmaron la sonada Carta al Pueblo de Dios. Como los jóvenes israelitas nacidos en el cautiverio de Babilonia, Uds. pueden justificadamente murmurar: “Los padres comieron uvas verdes, y perjudicados quedaron los dientes de los hijos” (Jer 31,29). En otras palabras, la actual dirección de la CNBB heredó una situación catastrófica que fue creada por sus inmediatos antecesores. Cumple que Uds. ahora reparen el daño causado.

Para eso han sido consagrados Obispos de la Santa Iglesia y llamados por Dios a la altísima misión de restaurar el Catolicismo en el Brasil, para cuyo cumplimiento pueden contar con el apoyo de los fieles católicos que frecuentan los sacramentos -mucho más numerosos que las menguadas tropas de militantes de las CEBs.

Si Vuestras Excelencias no abandonan con resolución la senda equivocada que tomaron sus predecesores, y entran en clara consonancia con las aspiraciones religiosas profundas del pueblo brasilero, y, en particular, de su propio rebaño católico, el abismo psicológico que separa hoy las ovejas de los pastores no hará sino crecer, con la pérdida adicional de millones de almas!

Cuando Uds. estudiaron en el seminario, el latín ya había sido abandonado en la curricula académica. Pero no les será difícil comprender la frase, otrora famosa, de San Agustín: “Humanum fuit errare, diabolicum est per animositatem in errore manere” (3).

En la actual emergencia nacional, que requiere la unión de todos los brasileros en un proyecto que atraiga a la inmensa mayoría de la población, sería realmente diabólico obstinarse en el error humano que llevó a la trágica pérdida de incontables fieles y al grave perjuicio de todo el País.

Apelamos, por lo tanto, al buen sentido del Consejo Permanente de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil, pidiendo a Vuestras Excelencias que repudien, con máxima energía, el escandaloso documento firmado por 152 de sus hermanos en el Episcopado y lo hagan saber desde lo alto de los púlpitos. Es necesario que le quede claro, a la mayoría conservadora del público brasileño, que esa posición minoritaria no corresponde a la de los obispos del Brasil.

La reforma más importante que el Brasil tanto necesita –y que espera ver enarbolada por sus obispos- es la moral: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás os será dado por añadidura”.

Es con estas esperanzas que nos dirigimos respetuosamente a Vuestras Excelencias, pidiendo su bendición.

In Jesu et Maria,

Eduardo de Barros Brotero

Director

INSTITUTO PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA  

São Paulo, 4 de agosto de 2020

Fiesta litúrgica de S. Juan María Vianney, Cura de ArsFesta litúrgica de S. João Maria Vianney, o Cura d’Ars

[1]http://content.time.com/time/magazine/article/0,9171,156277,00.html

[2] https://www.ncronline.org/blogs/all-things-catholic/dramatic-growth-evangelicals-latin-america

[3] Sermões 164.14.

§ TAGS

§ Carta aos bispos

§ CNBB

§ IPCO

§ MST

§ Pastoral da Terra

§ PT

MAGISTRAL CONFERENCIA EN HONOR AL PRESIDENTE MARTIR ECUATORIANO D. GABRIEL GARCIA MORENO –

HABLAN S.A.I.R. DOM BERTRAND DE ORLEANS Y BRAGANZA Y D. JOSE MIGUEL MONTES, DEL BUREAU TFP DE ROMA


 https://youtu.be/5DbQCxVQd-Q


 

LANZAMIENTO DE LA EDICION PORTUGUESA DE LA OBRA CAPITAL “REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION”, DE PLINIO CORREA DE OLIVEIRA


2020-07 – Acaba de aparecer la primera ediçión portuguesa de “Revolución y Contra-Revoluçión”, presentada artísticamente  por la editora “Caminhos Romanos” (de Porto). La obra viene enriquecida con una IV PARTE  e incluye los siguientes Apéndices:

1. Prefacio del autor para la primera edición argentina de Revolución y Contra-Revolución
2. Prefacio para la primera edición francesa por S.A.I.R. Dom Pedro Henrique de Orléans y Braganza
3. Carta del Nuncio  S.E.R. Mons. Romolo Carboni dirigida al autor
4. Cartas de elogio a Revolución y Contra-Revolución (del Cardenal Bernardino Echeverría, del P. Anastasio Gutiérrez CMF, de Mons. Juan Rodolfo Laise, Obispo de San Luis – Argentina)
5. Extractos de cartas de diversas personalidades sobre Revolución y Contra-Revolución, entre las cuales: Zita de Borbón-Parma y Habsburgo, última Emperatriz de Áustria y Reina de Hungría, del entonces Cardenal Thomas Tien, Arzobispo de Pekín, del Cardenal Eugène Tisserant, Decano del Sacro Colegio Cardenalicio, del Barón Maurice de Charrette (Paris), del Profesor Fernando Serrano (de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid), de Mons. Salvador Quesada, Obispo de Aguascalientes, México, de Luis María Sandoval Pinillos (historiador, Presidente de la Escuela Española de Estudios Políticos, Madrid), entre otros.

Un gran paso adelante para la acción contrarrevolucionaria en la nación donde apareció Nuestra Señora de Fátima  para el mundo!

VALIENTES CAMPAÑAS DEL CENTRO CULTURAL CRUZADA, DE COLOMBIA – CONTRA LA IDEOLOGIA DE GENERO Y CONTRA EL INTENTO DE ENTREGAR EL PAIS AL COMUNISMO

 https://youtu.be/8wncnLaL7CI

Contra la Ideología de Género

https://www.youtube.com/watch?v=hUdQTIxfbQM&authuser=1

Contra el proceso de falsa paz en Colombia, denunciando el entreguismo pro-comunista


ULTIMO MOMENTO:LA TFP NORTEAMERICANA LLEGA A ALASKA – REZA EL ROSARIO FRENTE A TODOS LOS CAPITOLIOS ESTADOUNIDENSES PIDIENDO POR LA RESTAURACIÓN DE LA NACION

•Pedimos disculpas a nuestros lectores por no haber tenido tiempo de traducir este envío recién llegado de la TFP norteamericana, pero no hemos querido privarlos de tomar contacto directo con esta gesta bendecida por la presencia de la Sagrada Imagen Peregrina Internacional de Nuestra Señora de Fátima, que derramó lágrimas humanas en Nueva Orléans (1972) – -ver en este site “Peregrinando en una mirada…” (* escribir título en el buscador ‘search’)


“Our Lady Chooses the Weather She Wants” in Alaska

August 13, 2020 | William Siebenmorgan 

“It normally rains a lot here in Juneau,” an Alaskan nodded while surveying the sky. “In fact, it’s been raining straight these past three weeks. But now, all of a sudden, these last two days, we just got clear blue skies. You folks are lucky.”

The sun shone brightly on the morning of July 31 at the Juneau State Capitol Building in Alaska, where some 25 prayer warriors joined with members of the American Society for the Defense of Tradition, Family and Property (TFP) to pray for America’s return to order at all fifty state capitals. At the center of the rally was a statue of Our Lady of Fatima, whose message of prayer, conversion, and final victory is so much needed today.

Rosary Rallies for America


https://youtu.be/_EwW8ckipv8


Video de la campaña recorriendo EE.UU. con la Sagrada Imagen – Tocantes escenas de devoción y entusiasmo:  los pasantes expresan su apoyo con sonoros bocinazos

“We are holding this rally to pray for America’s return to order,” said Ted Huereña, the coordinator of the rally “We lift up our prayers to join with forty-four other rallies that have taken place across the nation, and we will complete this prayer as the forty-fifth in this crusade for the conversion of our country.”

The enthusiasm of the participants allowed the Hail Marys to penetrate the balmy air and reverberated down narrow streets of the otherwise quiet city. Many passers-by nodded in approval and gave thumbs-up for the message of prayer and order, though they seemed afraid to break the silence of the rosary with their horns.

Warning! A Virus Threatens America’s Future and Christian Civilization

The opposition was minimal. One man walked away, booing at the song “God Bless America,” while another drove off shouting “Black Lives Matter” at seeing a “Honk for Our Police” sign.

All the while, Our Lady’s presence and the rosary were having their effects on souls.

One man saw the rally and made the sign of the cross. One lady arrived just as the TFP members were packing up. “Can I see the statue of the Virgin Mary?” she asked. She was visibly moved when the members uncovered Our Lady again and began to pray. “I’m not Catholic,” she said, “but I wanted to see the Virgin Mary and pray to her.”

“Our Lady Chooses the Weather She Wants” in Alaska

“Thank you all so much for coming here to do this,” one lady told a TFP member, “This is just what we need in these confusing times.”

“I am not American,” another participant said. “I come from the Philippines. But I love so much that you are fighting and praying for your country, which is so beautiful. And God bless you for your work.”


Aguila en el cielo de Alaska durante la campaña

The day’s brilliant sun enhanced the beauty of the Fatima statue’s shining appearance, making her stand out. Everyone was commenting on the “luck” of having such clear weather in Juneau.


El tiempo  lluvioso  se calmó durante la campaña: “la Virgen elige el tiempo que ella prefiere…”

“We aren’t lucky,” affirmed TFP member Michael Chad Shibler, “Our Lady chooses the weather she wants.” Before flying out the next day, one member checked the Juneau’s forecast to see if it was real. The forecast called for rain the entire coming week.

Agradecemos la colaboración especial del site pliniocorreadeoliveira.info


 

FacebookTwitter

 

martes, 18 de agosto de 2020

 

SANTA ELENA  Y  CONSTANTINO, PIONEROS DE UN MUNDO NUEVO BAJO EL SIGNO DE LA CRUZ

 

 

XII JORNADA DE CULTURA HISPANOAMERICANA

POR LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA Y LA FAMILIA

Museo de la Ciudad Casa de Hernández  

Salta,  2 y 3 de Septiembre de 2016

 

Ponencia

Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita Errea

Centro Cultural Gral. Juan Ramírez de Velasco, Gobernador del Tucumán 

Sañogasta, La Rioja.

 

ROMA: Una vieja leyenda le dio su nombre, como en muchas ciudades antiguas. Cuentan que “una mujer tuvo hijos gemelos del dios Marte: Rómulo y Remo. Los abandonó por miedo a la crueldad del Monarca; una loba los amamantó y vivieron; a mediados del 700 a.C. Rómulo fundo la ciudad en el centro de la península itálica.

Con el tiempo creció. Por las incursiones de enemigos en el Rio Tiber se vio sacudida por continuas guerras. Se hizo  fuerte y conquistó el resto de Italia; continuó su empresa por Galia, Hispania y Britania; Siria, Macedonia, Pérgamo, Grecia, Germania;  la franja superior de Africa, Libia, Egipto; y en Asia Menor y Oriente Proximo,  Nicomedia, Ponto, Antioquía, Jerusalén. A fines del 200 a.C. había dominado territorios hasta formar un imperio inmenso y poderoso.

Lo que antes de Cristo fue una república cuya autoridad era el Senado formado por la aristocracia romana, pasó a ser  gobernada por  dinastías hereditarias.

La sociedad, con el tiempo se iba desnaturalizando a consecuencia de vivir de subvenciones y repartos gratuitos; se convirtió en una gran clase ociosa, frecuentando diversiones, juegos públicos y circenses generalmente inmorales. En los palacios romanos reinaban la desmesura y la corrupción. Los esclavos, obligados a llevar una vida miserable e inhumana, eran la mano de obra de la ciudad.

La economía funcionaba bien porque se nutría del aporte de lo que producían los territorios dominados, origen también de los esclavos. En Europa, Asia y Africa, base productiva del Imperio en la agricultura y la industria, las ciudades que más lejos estaban de Roma, crecían y se hacían cultas y prósperas.

Cuando terminaron las guerras de conquista, el mercado de esclavos comenzó a agotarse. Los artesanos libres y los agricultores desaparecieron de la parte occidental. El comercio decayó. La navegación se hizo más difícil.

Ya en la nueva era,  Diocleciano -un militar hijo de esclavos que escaló posiciones- llegó a ser Emperador Augusto,  con otro militar: Maximino -hijo de campesinos- ocupando el cargo de César, segunda autoridad en el Imperio.

La Roma pagana creía en la  protección de muchos dioses que invocaban en cada ocasión; y cada vez se sumaban más en el Panteón.

Se inició la expansión del cristianismo con la prédica de Jesús y de sus apóstoles. Diocleciano, que gobernó entre 284 y 305, odiaba ciegamente la religión de Jesucristo. Quedó marcado en la historia por la implacable y cruenta persecución. No obstante, la sangre de los numerosos mártires  hizo la tierra fértil para que la Fe cristiana floreciera.

La Iglesia ponía en manos de sus nuevos hijos dos armas difíciles para quienes habían crecido sumidos en el paganismo: “trabajo y abstinencia”; pero con la ayuda de la Gracia eran dos brazos poderosos que destronaban las tendencias de los instintos y de la carne, y daban la victoria espiritual. El trabajo, ocupación de los esclavos, era despreciado por los hombres libres, era considerado indigno -dice Godofredo Kurth-; en cambio era  meritorio y santo para los cristianos, se tornó gloria y honor para ellos.  Tomaban los ejemplos de San José y de los apóstoles.

“El que no quiera trabajar, no debe comer”, enseñaba San Pablo. Las horas libres eran para descansar, su espíritu estaba siempre atento para no decaer. La virtud de la virginidad tenía un brillo sobrenatural; se asociaba a la maternidad en el culto a la Virgen María.

En las catacumbas, como santuarios subterráneos en el subsuelo de la ciudad, la Iglesia escondía los tesoros de su Fe y su culto; la ley rara vez bajaba a sus sepulcros para ver lo que se hacía allí en las tinieblas. Cuando enfrentaban  cristianos ante un juez les exigían honrar las leyes paganas; era común que respondiesen “antes debo obedecer y adorar a Dios Creador”.  Era un franco corte entre el mundo antiguo y un mundo nuevo.

 

BRITANIA: es el nombre latino de Gran Bretaña, procede del vocablo “pretani” que significa pintados, porque así iban las tribus celtas que encontraron allí los romanos. Tenía su centro en la  ciudad de York. Mantenía la autoridad y la organización política local, y el estilo de vida aunque hubiera pasado a ser una provincia de Roma.  En aquél tiempo era  gobernada por Coel,  un legendario rey que  arreglaba  con gran sabiduría y bondad situaciones difíciles y solucionaba cuanto problema hubiera para los lugareños; no en vano le llamaban “Coel, el Sabio”. Tenía el respaldo de su gente y un ejército bien armado de quince mil soldados,  codiciado por los romanos.

Elena era su única hija.

Coel y Elena vivían en el lugar llamado en aquel tiempo

en Camulodunum (actual ciudad de Colchester, en el condado de Essex). Había mucha humedad y crecía el monte entre las rocas resbaladizas, difícil para transitar entre la niebla espesa que impedía ver lo que se tenía adelante. Solo los muy conocedores andaban sin dificultad por aquellos campos de Dios. Coel decía que era “tierra bendita, donde los espíritus pueblan el aire, las aguas impregnan la tierra, y la madera es sagrada”.

Habitaban en una gran casa-palacio de roble, no había mejor y más perfumado material. Aseguraba que “la madera es  sagrada: da muerte al hombre, y salva al hombre; es una historia vieja -decía- EL ÁRBOL DE LA VIDA Y EL ÁRBOL DE LA MUERTE,  ES UN MENSAJE QUE NADIE COMPRENDE… EL ÁRBOL DE LA VIDA, EL MADERO VIVIENTE…”. 

Coel decía esto, pero no hablaba  de sus pensamientos más profundos. Es como si  percibiera  la verdad absoluta en la incipiente Cristiandad. Su rectitud, su benevolencia, su sentido de justicia venían de allí. Sus tesis bien podían relacionarse con el MADERO SAGRADO.

 

SAN BUENAVENTURA, franciscano del siglo XIII, Doctor Seráfico de la Iglesia, teólogo extraordinario que vale la pena estudiar, habla del “ÁRBOL DE LA VIDA…”. El enseña que “la Gracia de Dios  pasa por sobre la inteligencia. Por los sentidos y por la sensibilidad se descubren las maravillas de la creación”.

EL ARBOL DE LA VIDA -conforme San Buenaventura- tenía un fruto, un alimento para la inmortalidad, que era para Adán y Eva. Y la perdieron por la desobediencia. Cayeron en estado de decadencia, PERDIERON LA INOCENCIA POR EL PECADO.

¿Es posible restaurar la inocencia?, pregunta San Buenaventura; el mismo responde: Nuestro Señor Jesucristo viene al mundo con una misión épica: restaurar la inocencia; nos devuelve el estado de gloria perdida.  Nos enseña, nos perdona, se queda con nosotros en la Eucaristía. Muere en EL MADERO SAGRADO para restaurar nuestra inocencia.  Hasta aquí San Buenaventura.

Ahora bien: nosotros sabemos que debemos responder a Su enseñanza y a Su Sacrificio, reconocer nuestros  pecados, arrepentirnos, hacer propósito de enmienda;  nosotros debemos morir también, pero  al pecado.

El mismo Doctor de la Iglesia enseña también que: …es la condición para EL PERDÓN  que restaura la virtud de la inocencia, es un don de Dios que purifica, vivifica, ilumina, perfecciona, eleva el alma.   La virtud de la sabiduría hace al hombre más fuerte, y la fortaleza da coraje. Inocencia y sabiduría vienen de la luz de Dios, son reflejos de la luz eterna. Robustecen la potencia operativa para actuar.

San Buenaventura, un coloso de la teología, enseña eso cuando habla del  “Árbol de la Vida”.

El rey Coel, a pesar de la oscuridad del paganismo, lo percibía. Aunque no pudiera explicitarlo.

 

Si miramos el mundo de hoy, está impregnado de  una involución moral enorme. Es una verdadera “REVOLUCIÓN” pecaminosa.  

En la medida que buscamos y logramos la restauración de la inocencia, con sabiduría, hacemos una “CONTRA REVOLUCIÓN”. Esta reflexión es muy valiosa para las personas, para las familias, para toda la sociedad.

Elena llegó a comprenderlo y  asumirlo en su madurez.

 

Volvamos con ella a Britania. Había nacido en York -dice el Padre Pérez de Urbel. Era una joven inteligente, con mucha fuerza de espíritu; una mujer interesante y muy bella.  Había un enorme entendimiento y amor  entre padre e hija.   

Como era propio entonces, tenían criados,  esclavos y todo el personal suficiente para atender las necesidades que demandaban la vida de gobierno, la vida cotidiana y las imprescindibles caballerizas con excelentes caballos  hispánicos, su transporte imprescindible.

Todos los pobladores respondían fielmente a su querido Rey; en cuanto a Elena, la respetaban y admiraban su voluntad, su entereza y su firme carácter. Ella era feliz allí, amaba su suelo natal y no era afecta a la Roma invasora.

 

A  siete horas de caminata había un campamento de soldados romanos que custodiaban  la zona. Un joven Patricio llamado Constancio Cloro, ya con el rango de Tribuno por sus cualidades y su educación, había sido destinado a Britania hacía poco tiempo. Imaginado por el ingenioso escritor Louis De Wohl,  salió a hacer una inspección de la zona por la tarde. Y perdió el rumbo en este lugar solitario y difícil; se acercaba la noche; renegando y maldiciendo el momento en que se le ocurrió tan peregrina idea, no sabía por donde seguir. Alguien, en un perfecto latín, con llamativa autoridad,  le dio el alto. Desconcertado echó mano a su cuchillo; percibió una figura entre la tupida neblina y notó la voz de una mujer.

La Princesa Elena, como era habitual, recorría a caballo las tierras  de su padre cuando sorprendió al caminante. Luego de un diálogo ríspido, le ayudó en la desventura de estar desorientado, mojado y  demasiado lejos del campamento. Lo llevó ante su padre, lo hospedaron y le brindaron toda la atención que acostumbraban como nobles anfitriones.

Las visitas del Tribuno Constancio con algunos regalos de agradecimiento se hicieron asiduas, ordenadas por su superior, por entender que el ejército de Coel era importante y podrían necesitarlo. El Tribuno obedecía con gusto. Admiraba a la joven y gustaba de sus conversaciones interesantes. 

A pesar del orgullo británico de Elena,  aquello  terminó con un casamiento. Mas tarde un hijo: Constantino  en  el año 272.

El niño era inteligente y lo formaron de modo que sus buenas dotes se vieron favorecidas; tenía las enseñanzas de maestros en lo intelectual y de buenos y muy fieles instructores para el arte de la defensa, el ataque y el don de mando en la milicia. Constantino amaba los caballos y era un hábil jinete.  

El jefe de familia escalaba posiciones; ya  era General de las Legiones de Britania.

De pronto acontecimientos importantes modificaron la normal vida familiar. Llegó un  mensajero imperial para el General de Britania: Le decían que el divino Emperador Diocleciano comunicaba su determinación de dividir el Imperio.  Reservaba para sí el gobierno de la mitad oriental: Tracia, Egipto y Asia. El ilustre César Maximino sería el  Emperador Augusto de Italia, África, Hispania, Galia y Britania; los súbditos debían  jurar lealtad a la nueva autoridad suprema del Occidente romano. En el más grande Imperio de la época, en esta hora de su historia, el hijo de un esclavo y un hijo de campesinos eran co-regentes de su gobierno; eran “divinos” y “augustos”.

Diocleciano puso una cláusula en su resolución: si alguno de ellos abdicaba, el otro debía abdicar también. Impuso lo

que se llamó tetrarquía: a cada Emperador Augusto  le seguía en autoridad un César con derecho a sucesión.

Un segundo mensaje firmado por Maximino decía a Constancio que debía viajar cuanto antes a Roma.

 

Elena y Constancio habían vivido doce años juntos y felices, pero ahora, él marchó hacia Roma por orden del nuevo Emperador. Era lejos. Pasaba el tiempo. Maximino lo demoró años. Constancio extrañaba a Elena y a Constantino. ¡Pero no podía moverse de Roma!

Algo grave pasó: la hija mayor de Maximino puso sus ojos en él. Y lo requirió.

Constancio repudió a Elena y se “casó” con la hija del Emperador de acuerdo a las leyes romanas. Nacieron hijos. Constancio ascendió a César. Era la segunda autoridad del occidente Romano, con derecho a heredar el poder del Emperador.

 

En Britania, Elena y Constantino a pesar de los años, no perdían la esperanza del regreso, pero no sabían más…!  

La muerte del Rey Coel y las circunstancias políticas y militares adversas hicieron que su vida fuera difícil. Britania había sido invadida y tomada por insurrectos. Debieron emigrar hacia el norte y vivir largo tiempo como si no fueran ellos mismos para no correr riesgos. La gran esperanza era que Constancio volviera para recuperar Britania de manos extrañas muy malas. Era el año 293. Constantino cumplió veintiún años.

El César Constancio volvió con su ejército y desalojó a los intrusos. ELENA lo supo; ilusionada regresó a la casa donde habían vivido, y lo esperaba... Mas, le informaron  que también traía una mujer y algunos hijos!

Casi sin tener tiempo a nada, madre e hijo se marcharon otra vez hacia el norte; volvieron a Verulamium, la antigua ciudad inglesa donde vivieron diez años, en el condado de Hertford.  El joven conoció allí a Minervina, se casaron y nació Crispo;   cuando entró en la milicia, Constantino se destacó; debió irse lejos, Minervina con Crispo quedaron en su ciudad.

Elena estaba acompañada por dos antiguos y fieles servidores de su padre.  Lo que ella no  sabía, pero empezó a sospecharlo, era que ¡éstos se habían convertido al cristianismo!  Más aún, el hombre de mayor confianza de Elena ¡fue ordenado sacerdote!

 

Diocleciano dio el primer edicto para la persecución de los cristianos en el 303. Abdicó dos años después. Maximino debió abdicar también a igual que su par.

Por derecho de herencia su yerno, el César Constancio Cloro, era el nuevo Emperador Augusto de la mitad de Roma. Sus ambiciones políticas se cumplieron.

¡Pobre Elena, sufría mil angustias! Su marido perdido. Su hijo muy lejos batallando y ganando galardones y la correspondencia con él era muy espaciada.

Comenzó a recibir apoyo  de los cristianos. Observaba, pensaba,  se horrorizaba por la crueldad con que eran martirizados. Vio que a mayores persecuciones, más crecían estas comunidades, con Fe  incorruptible, con fidelidad inigualable. Un buen ejemplo fue el joven mártir San Agapito: lo atormentaron con suplicios, pero la Gracia de Dios milagrosamente lo libró y cientos de paganos se convirtieron; lo pusieron ante las fieras para que lo destrozaran; éstas se postraron a sus pies delante de dirigentes romanos importantes, que se  convirtieron también. Otro notable fue San Sebastián, que tiene una historia espectacular -es patrono de Sañogasta, nuestro pueblo. Era Capitán de  Milicias de Diocleciano; en secreto trabajaba en las cárceles con los presos cristianos fortaleciéndolos para evitar que apostataran. Hasta que Diocleciano lo supo y lo mandó matar.

Sin parar se multiplicaban los creyentes en Jesucristo en todas las capas sociales,  en todos los ambientes.

Elena se sorprendía, y quería saber más…

Iba conociendo la verdad, el bien y la justicia en la belleza de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, predicadas por los apóstoles y por los cientos de nuevos mártires que daban testimonio de su Fe con entereza increíble.

Pidió el bautismo. Abrazó la religión cristiana con  convencimiento. Con aquella fuerza que tanto admiraban sus vasallos de Britania, que  cautivó a Constancio, que formó a Constantino  para que llegara a ser  luego el artífice de la Roma unida y cristiana.

Uno de los bellos pasajes de su vida fue cuando en una redada de soldados a una catacumba que ella frecuentaba, un dirigente cristiano antes de morir mártir le entregó una copa de oro cerrada que contenía  una Hostia Consagrada, para que la protegiera.

La conservó con enorme cuidado; se postraba y rezaba ante ella con fervor.

 

El Emperador Augusto Constancio Cloro, enfermo y cansado  de la violencia religiosa, firmó un documento que acababa con la persecución y matanza de cristianos en la Roma occidental a su cargo.

En otro aspecto, siempre se había mantenido informado del desempeño de su hijo Constantino…   Lo mandó llamar. Cuando lo tuvo a su lado, lo declaró su heredero.

Elena por su parte,  cuando sus antiguos fieles servidores murieron mártires, dolida e indignada, viajó a Roma para enfrentarse a él, ¡no con el marido!  Sino ¡con el Emperador!, ¡y reclamarle piedad para los cristianos!  Cuando llegó al palacio Real, no la dejaban entrar. Entró igual; tenía tal autoridad en su personalidad que no aceptaba discusión.

Constancio  la recibió con una consideración  especial.

Cuando ella lo vio, ¡casi no lo reconoce! Estaba muy enfermo y muy viejo. El le pidió perdón por su abandono, reconociendo que fue por su ambición. Le obsequió la benevolencia del edicto a favor de los cristianos que acababa de firmar, que sería puesto en práctica el hijo de ambos años después.

También estaba éste allí,  Constantino.

Elena, preocupada, preguntó por qué en el momento en que se le acababa la vida al Emperador, no estaba la emperatriz a su lado! Temía que apareciera en cualquier momento!  Constancio explicó que a  ella no le hacía bien el aire de la capital y los hijos no servían para gobernar. Pidió a Constantino que se ocupara de ellos…

Un solo año duró el  gobierno de Constancio en la Roma Occidental. Falleció acompañado de quienes verdaderamente amó, y lo amaron.

Corría el año 306. 

Constantino asumió y fue el nuevo Emperador del occidente romano.

Comenzó la pacífica reconstrucción, que incluyó la paz con el cristianismo. Terminó con  las persecuciones.

Era un buen gobernante y un hábil militar, nunca perdió una batalla, que fueron muchas por circunstancias políticas y territoriales. Era valiente, dirigía con destreza a sus soldados, tomaba parte en la lucha,  procedía con justicia y equidad, como un cristiano  -aunque no se bautizó hasta el día de su muerte!

Su “Co-Emperador” en la mitad oriental del Imperio era Licinio. El hijo de Licinio, llamado Magencio, en el año 312 heredó el gobierno de su padre. Era cruel y ambicioso. Tenía un ejército tres veces mayor que el de Constantino. Avanzó hacia occidente para ganarle su parte y ser dueño absoluto de todo el Imperio.

Elena rezaba ante el Santísimo Sacramento contenido en el copón de oro, afligida, pero con confianza.

Un hecho  increíble ocurrió:

Constantino mirando al Cielo tuvo la visión de un bello estandarte  con una gran Cruz, y escuchó clarísimo en su mente: “Con este signo vencerás”. Inmediatamente la  hizo pintar en el casco y el escudo de todos. El sol las hacía brillar: la Cruz dorada del Emperador, las plateadas de los oficiales y las blancas de los soldados.  Constantino elevó el estandarte con la Santa Cruz como la vio en el cielo, embellecida por una corona bordada con hilos de oro y adornos carmesí. 

Esperó a Magencio, que  se acercaba a las puertas de Roma por el famoso Puente Milvio sobre el rio Tiber.

El espectáculo del brillo de las Cruces y el magnífico “lábarum”, el estandarte que ondeaba bajo el azul del cielo sostenido con fuerza por Constantino, inquietaba y amedrentaba a los contrarios, que estaban cubiertos de corazas de hierro,  lo que les impedía el libre movimiento para la lucha.

Habiendo observado ese detalle, Constantino mandó con instrucciones precisas una primera  tanda de soldados a recibir a los invasores: en el primer choque bajaron de sus caballos y de a pie se metieron entre las filas enemigas atacando en el único lugar vulnerable entre los hierros, y matándoles los caballos, que se desplomaban pesadamente, aumentando la confusión y el miedo. La pelea continuó, pero desanimados los de Magencio -que murió ahogado en el Tiber empujado por sus propios soldados- cedieron. Muchos huyeron, otros tantos murieron en el río.

Constantino vencedor cruzó el Puente, entró victorioso en la parte oriental y fue  Señor de todo el Imperio.

Defendió las fronteras de Roma y reorganizó el ejército.  Meses después, en el año 313, promulgó el famoso Edicto de Milán sobre la tolerancia religiosa.

La influencia de Elena es perceptible en Constantino: favoreció a los cristianos, adoptó el milagroso Signo de la Cruz como estandarte para su ejército,  estableció la libertad religiosa “y terminó haciendo del cristianismo la religión de Estado” en todo el imperio (Ch. Seignobos, p. 509).

No obstante combatió el paganismo. Hizo devolver los bienes confiscados a los cristianos. Las catacumbas se  desalojaron y libremente  pudieron manifestar su doctrina, sus ritos y su Fe en todas partes.

Comenta el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en sus apuntes históricos de cátedra, que si bien la doctrina de la Iglesia fue muy combatida en Roma hasta Constantino, influyó en la vida del pueblo a tal punto, que hasta los mismos que la combatían muchas veces aceptaban sus principios; la influencia fue tal, que se puede afirmar que en el Imperio dejó de existir la “civilización romana” para iniciarse la “Civilización Cristiana”.

Fue un MUNDO NUEVO BAJO EL SIGNO DE LA CRUZ.

 

Con aquella libertad, y en esos tiempos, se hicieron varias reuniones que llamaron concilios, para tratar asuntos de la Fe. Uno fue con los judíos más letrados que disputaron con el Papa San Silvestre en presencia del Emperador y su madre.  Los impíos fueron confundidos y no supieron qué más decir.

Arrio, un sacerdote de Alejandría, afirmaba que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad no era igual al Padre. Que era un medio término entre Dios y el hombre, por lo tanto “no era Dios”. Esto provocó una grave crisis que duró mucho tiempo. En el año 325 el Emperador Constantino convocó al famoso Concilio Ecuménico de la Iglesia, en Nicea, para tratar y definir tan delicado asunto. San Atanasio, el Obispo de Alejandría, con la Gracia de Dios y su excelente participación definió el Credo con los dogmas de la Fe, condenando la herejía del arrianismo. Constantino y Elena participaron también.

Arrio y otros sacerdotes insistieron en ésta y otras tesis durante mucho tiempo. Elena vio con mucha pena que los  enemigos de la ortodoxia de la Santa Iglesia surgían de su mismo seno. Esto se repitió en muchos casos, en diferentes épocas, dando lugar al protestantismo, precursor junto con el Renacimiento, de la primera de las tres grandes Revoluciones, seguida por la Revolucion Francesa y la comunista (cfr. Plinio Corrêa de Oliveira, “Revolución y Contra-Revolución”, ed. argentina online).

Volviendo a Elena, un año después, descansaba en su casa de roble de Camulodunum; como todos los años, había ido a visitar la tumba de su padre. Le llegó un correo de Constantino. Como digna hija de Coel, tenía presentimientos. Y esta vez eran malos. La carta, en  estilo estirado y pomposo, le comunicaba que tenía problemas con su hijo  Crispo -recordemos que nació de su encantadora esposa  Minervina. Decía que  conspiraba contra él; que trataba de quitarle el reino, que buscaba a la actual Emperatriz para hacerla suya y le ofrecía su futuro reinado, tratando de separarla de su padre y conquistarla.

Constantino había creído en las intrigas de Fausta, una hija menor del Emperador Maximino, por quien había repudiado a la madre de Crispo casándose con ella; ¡hizo lo mismo que su padre Constancio!  Elena recordaba a esa Fausta como una arpía que solo buscaba el placer, ser admirada y brillar ante los hombres; era tan bella como venenosa.  Ahora trataba de enredar con sus mentiras a Constantino, poniendo en peligro la vida de Crispo. Pensó, sin equivocarse, que habría influido sobre el Emperador para librar el camino del poder a sus tres hijos, porque Crispo era un joven magnífico y buen soldado; era César con derecho a sucesión.

Inmediatamente Elena ordenó el viaje a Roma. Aunque le era muy duro, largo y penoso, tenía que hacerlo por el bien de su nieto.

Partió, sin dejar de llevar consigo el Copón de oro.

Cuando llegó a Roma fue a ver al Obispo Osio, consejero de Estado en asuntos religiosos. Este le informó que Crispo había sido muerto hacía una semana. Muy triste, se culpaba por no haber estado a tiempo para salvarlo. Marchó en seguida a Palacio. Llegó, como siempre, en un momento clave.

Constantino estaba muy mal; desesperado, no tenía sosiego espiritual, tirado entre almohadones! No había dormido desde la muerte de Crispo. Le confesó su angustia a Elena: había comprobado con sus propios ojos que Fausta le era infiel. Y que sus intrigas le hicieron matar al hijo!   ¡¡¡Y la mató!!!

-Madre, ¿porqué tengo yo que hacer estas cosas? ¡No tengo paz…! 

Ella sintió que en ese momento sólo debía ser madre…

-Hijo mío, has pecado. ¡Arrepiéntete! Dios te perdonará ¡¡según como procedas!! aconsejó la madre cristiana mientras acariciaba su cabeza tratando de consolarlo, ayudarlo, darle ánimo.

En cierto momento, ella sintió una conmoción, una inquietud tremenda. Recordó que Coel le dijo que “entre ella y Constantino había un lazo muy fuerte… y que juntos encontrarían el árbol de la vida, el verdadero Árbol Viviente”.

Sabía por las luces del Espíritu Santo que la iluminaban con ese y otras gracias profundas, misteriosas y persistentes, o “flashes”, que se trataba del Madero Sagrado, la Santa Cruz donde murió Nuestro Señor, y entendió su propia inquietud: tenían que buscarlo y encontrarlo.

¡Era una misión sagrada!   

Quedose Elena a vivir allí; Constantino hizo construir para ella un lindo palacio al lado del suyo, y la nombró  Emperatriz de Roma.  Pasaba largas horas en oración frente al Santísimo Sacramento; rezó mucho por su hijo. Siempre atenta, era consejera segura.

No olvidaba la inquietud fuerte de aquellos terribles momentos vividos. Y puso manos a la obra. Constantino  proporcionó todo. Fiel a esas luces interiores, Elena viajó a Jerusalén. Contrataron cientos de trabajadores dándoles cuanto necesitaran, y mujeres que la acompañaban. Las excavaciones comenzaron. Fue difícil y muy sacrificado, porque los enemigos de la Fe habían hecho desaparecer todo lo referente a Jesucristo. El movimiento de tierras y lomadas duró mucho tiempo. La conmoción de los habitantes en los santos lugares fue grande; unos pensaban que estaba loca, otros la admiraban, y por fin… se dieron cuenta que valió la pena, y creyeron en la gracia de Dios.

Su fidelidad a esos flashes fue premiada. ¡Se encontró el Monte Calvario con las tres cruces! Una tenía la inscripción: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”.  Hubo milagros que ratificaron la autenticidad de la Cruz del Señor.  Es lo que se conoce como La invención de la Cruz, -del latín inventio, que significa encuentro.

Elena no paró: continuó con las excavaciones en la búsqueda de otros lugares sagrados.

Halló la Cueva de Belén donde nació el Niño Jesús.  

La cueva en la roca donde lo pusieron amortajado cuando lo bajaron de la Cruz.

También el Alto en el Huerto de los Olivos donde el Señor resucitado se reunió con sus apóstoles antes de su admirable Ascensión al Cielo, haciéndoles la promesa de enviarles el Espíritu Santo –que los transformaría en fogosos predicadores del Evangelio- y darles la orden de prepararse para recibirlo.

Hizo construir magníficas basílicas en cada lugar.

Mandó levantar iglesias y oratorios en diferentes partes.

Dio gran cantidad de limosnas.

Visitó el templo de las Vírgenes  consagradas a Dios, y las servía con gran humildad.

Cuenta Fr. J. Perez de Urbel: “Toda la cristiandad se estremece cuando, bajo el gobierno del primer Emperador cristiano, corre la noticia de que se ha hallado la verdadera Cruz. Empieza la inundación de los devotos a llenar las grandes vías romanas. Más que a visitar los Santos Lugares, a besar la verdadera Cruz…. Desde los primeros días de septiembre, porque son los días en que se conmemora el fausto suceso de la Invención de la Santa Cruz.”

   

Con ochenta años, la Emperatriz de Roma, Elena, volvió con su hijo, que entonces residía en la recién construida  ciudad de Constantinopla*, nueva capital cristiana del Imperio mirando al insondable Oriente, por ser mejor lugar para la defensa y un buen puerto para la  actividad comercial, que sobreviviría más de mil años al Imperio de Occidente (*sobre la antigua Bizancio, ciudad griega fundada 600 años a.C. -actual Estambul, en Turquía).

 

Un día de ese mismo año, el  330, sentada en su sillón favorito, conversaba con el Obispo Osio. Le pidió que trajera el Copón de oro.  Con gran veneración consumió el Santísimo Sacramento de manos del obispo.

Y con mucha serenidad, entregó su alma al Señor. Constantino estuvo a su lado.

Fue sepultada en la nueva ciudad. Más tarde  trasladada a   una Abadía de Treveris, ciudad de Alemania que pertenecía a los estados de su marido, donde vivió algunos años; allí dejó la preciosa Túnica de Nuestro Señor, que es venerada con mucha devoción.  Luego sus reliquias fueron llevadas a  Roma, ocupando un lugar en el Vaticano.

Comenzó a difundirse su fama de santidad y a ser venerada como santa, según la tradición católica predominante en aquella época, recibiendo nuevos ímpetus de la Gracia a principios del siglo IX, en los tiempos carolingios.

La Iglesia Católica conmemora su día el 18 de agosto.

Una antigua oración dedicada a Sta. Elena que consta en el “Flos Sanctorum…” dice: “Oh, Señor Jesucristo… concédenos por su intercesión, que por el precio de este inestimable ARBOL DE VIDA, alcancemos el premio de la vida eterna…”.  El Arbol de vida, la Cruz de Nuestro Señor, adorada por las gentes y puesta como el más precioso ornamento en las coronas de los reyes…

 

Constantino fue un Emperador luchador, activo y serio, capaz, buen estratega, lo que le valió ser recordado en la historia como “Constantino el Grande”. Aplicaba los principios cristianos y respetaba sus valores.  Atribuía sus victorias a Jesucristo. Gobernó hasta el año 337. Se bautizó y murió.

Sus hijos Constancio, Constantino II y Constante le sucedieron, porque él dispuso una parte del imperio para cada uno. Pero eso es otra historia…  NADA MAS

                    

 

 

B I B L I O G R A F I A

 

APOLOGÍA DE LA TRADICIÓN, Post scriptum del libro  “O Concilio Vaticano II, Una Historia Nunca Escrita”, Roberto de Mattei,  Editorial Ambientes y Costumbres, San Pablo – Brasil, 2013

 

AÑO CRISTIANO, Tomo V, Fray J. Perez de Urbel, Editorial Poblet, Buenos Aires, 1944

 

APUNTES HISTÓRICOS DE CATEDRA - Plinio Corrêa de Oliveira,  San Pablo-Brasil, 1940 (inéditos)

 

APUNTES SOBRE LAS ENSEÑANZAS DE SAN BUENAVENTURA, Charlas formativas e informativas del Dr. Miquel Becar Varela, San Pablo, Brasil, 2016

 

EL ARBOL VIVIENTE, HISTORIA DE LA EMPERATRIZ SANTA ELENA, Louis De Wohl, Editorial Palabra, 10ª edición, Graficas Anzos, Colección Arcaduz, España, 2009

 

FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA CRISTIANA, Padre Francisco de Paula Morell, S.J. Editorial Difusión S. A. (Pág. 242), La Plata, Bs. As. 1943

 

HISTOIRE NARRATIVE ET DESCRIPTIVE DU PEUPLE ROMAIN, Ch. Seignobos, A. Colin, Paris, 1913

 

HISTORIA ROMANA. LOS ORÍGENES. LAS CONQUISTAS. EL IMPERIO.   Alberto Malet, Editorial Hachette S. A.  Buenos Aires, 1970.

 

HISTORIA UNIVERSAL OCEANO, Barcelona, España, Carlos Gispert y otros, edic. aproximada 1990-2000,

 

LA LÉGENDE DORÉE, Jacques de Voragine, v. Ste. Hélène, ed. online

 

LOS ORIGENES DE LA CIVILIZACIÓN MODERNA. Godofredo Kurth, Emecé Editores S. A.,   Bs. Aires, 1940

 

LOS SIGLOS DE LA HISTORIA, Rosa de Babini, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1960

 

REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION, Plinio Corrêa de Oliveira, ed. argentina online

 

SANTOS DE CADA DIA, tomo II, 2° edición, Secretariado Nacional da Orasan, Editorial A. O. Braga Codex, Portugal, 1987.

 

 

UN SANTO PARA CADA DIA, Mario Sgarbossa y Luis Giovannini,  Bogotá, Colombia, 1993.

 

                                    ♦♦♦♦♦