sábado, 26 de septiembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (6) - Hay un régimen verdaderamente marial en el gobierno del Universo. En ese sentido, depende de Nuestra Señora la duración de la Revolución y la victoria de la Contra-Revolución (R-CR 6, Pról.TFPArg 6)

 

La consideración de este soberano poder de Nuestra Señora nos aproxima a la idea de la Realeza de María. Es preciso no ver esa realeza como un título meramente decorativo. Aunque sumisa en todo a la voluntad de Dios, la realeza de Nuestra Señora implica un auténtico poder de gobierno personal.

Tuve ocasión de emplear cierta vez, en una conferencia, una imagen que facilita comprender el papel de Nuestra Señora como Reina. Imagínese un director de colegio con alumnos muy insubordinados, a quienes los castiga con una autoridad de hierro. Después de haberlos sometido al orden, se retira diciéndole a su madre: "Sé que gobernaréis este colegio de modo diferente de como lo estoy haciendo ahora. Vos tenéis un corazón materno. Habiendo castigado yo a estos alumnos, quiero ahora que los gobernéis con dulzura". Esa señora va a dirigir el colegio como el director quiere, pero con un método diverso del usado por éste. La actuación de ella es distinta de la de él, pero, no obstante, ella hace enteramente la voluntad de él.

Ninguna comparación es exacta. Sin embargo, juzgo que bajo cierto aspecto esta imagen nos ayuda a entender el asunto.



Análogo es el papel de Nuestra Señora como Reina del Universo. Nuestro Señor le dio un poder regio sobre toda la Creación; su misericordia, sin incurrir en exageración alguna, llega sin embargo al extremo. El la colocó como Reina del Universo para gobernarlo, teniendo en vista especialmente al pobre género humano decaído y pecador. Y es su voluntad que Ella haga lo que El no quiso hacer por Sí mismo, sino por medio de Ella, regio instrumento de su Amor.

Hay, pues, un régimen verdaderamente marial en el gobierno del Universo. Y así se ve cómo Nuestra Señora, aunque sumamente unida a Dios y dependiente de El, ejerce su acción a lo largo de la Historia. Es evidente que Nuestra Señora es infinitamente inferior a Dios, pero El quiso darle ese papel por un acto de liberalidad. Es Nuestra Señora quien, distribuyendo, ora más abundantemente la gracia, ora menos, frenando ora más ora menos la acción del demonio, ejerce su realeza sobre el curso de los acontecimientos terrenos.

En ese sentido, depende de Ella la duración de la Revolución y la victoria de la Contra-Revolución. Además de eso, a veces Ella interviene directamente en los acontecimientos humanos, como lo hizo, por ejemplo, en Lepanto. ¡Cuán numerosos son los hechos de la Historia de la Iglesia en que quedó clara su intervención directa en el curso de las cosas!  Todo esto nos hace ver hasta qué punto es efectiva la Realeza de Nuestra Señora.

Cuando la Iglesia canta a su respecto: “Tú sola exterminaste las herejías del Universo entero", dice que su papel en ese exterminio fue en cierto modo único. Eso equivale a decir que Ella dirige la Historia, porque quien dirige el exterminio de las herejías, dirige el triunfo de la ortodoxia, y dirigiendo una y otra, dirige la Historia en lo que tiene de más medular.


Habría un interesante trabajo de Historia para hacer: demostrar que el demonio comienza a vencer cuando consigue que disminuya la devoción a Nuestra Señora. Eso se dio en todas las épocas de decadencia de la Cristiandad, en todas las victorias de la Revolución. Ejemplo característico es el de Europa antes de la Revolución Francesa. La devoción a Nuestra Señora en los países católicos fue prodigiosamente disminuida por el jansenismo y es por eso que quedaron como un bosque combustible donde una simple chispa puso fuego a todo.

 R-CR 6, Pról.TFPArg 6

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