martes, 22 de septiembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (4) - Si los hombres, recibiendo la gracia, corresponden a ella, está implícito que la Revolución desaparecerá (R-Cr 4, Prólogo TFPArgentina 4)

 





No hay moral sin religión. Una moral sin religión es lo más inconsistente que se pueda imaginar. Todo problema moral es, pues, fundamentalmente religioso. Siendo así, la lucha entre la Revolución y la Contra-Revolución es una lucha que, en su esencia, es religiosa. Si es religiosa, si es una crisis moral lo que da origen al espíritu de la Revolución, entonces esa crisis sólo puede ser evitada o remediada con el auxilio de la gracia.

Es un dogma de la Iglesia que los hombres no pueden, sólo con los recursos naturales, cumplir durablemente y en su integridad los preceptos de la moral católica, sintetizados en la Antigua y en la Nueva Ley. Para cumplir los mandamientos, es necesaria la ayuda de la gracia.

Por otro lado, si el hombre cae en estado de pecado, acumulándose en él las apetencias por el mal, a fortiori no conseguirá levantarse del estado en que cayó, sin el socorro de la gracia.

Proviniendo de la gracia toda preservación moral verdadera o toda regeneración moral auténtica, es fácil ver el papel de Nuestra Señora en la lucha entre la Revolución y la Contra-Revolución. La gracia depende de Dios; sin embargo, Dios, por un acto libre de Su voluntad, quiso hacer depender de Nuestra Señora la distribución de las gracias. María es la Medianera Universal, es el canal por donde pasan todas las gracias. Por lo tanto, su auxilio es indispensable para que no haya Revolución, o para que ésta sea vencida por la Contra-Revolución.


En efecto, quien pide la gracia por intermedio de Ella, la obtiene. Quien intentare conseguirla sin el auxilio de María no la obtendrá. Si los hombres, recibiendo la gracia, corresponden a ella, está implícito que la Revolución desaparecerá. Por el contrario, si no correspondieren a ella, es inevitable que la Revolución surja y triunfe. Por lo tanto, la devoción a Nuestra Señora es condición sine qua non para que la Revolución sea aplastada, para que venza la Contra-Revolución.

Insisto en lo que acabo de afirmar. Si una Nación fuere fiel a las gracias necesarias y suficientes que recibe de Nuestra Señora, y si se generalizare en ella la práctica de los Mandamientos, es inevitable que la sociedad se estructure bien. Porque con la gracia viene la sabiduría, y, con ésta, todas las actividades del hombre entran en sus cauces.

Ello se comprueba en cierto modo al analizar el estado en que se encuentra la civilización contemporánea. Construida sobre un rechazo de la gracia, alcanzó algunos resultados estrepitosos que, sin embargo, devoran al hombre. La actual civilización es nociva para el hombre en la medida en que tiene por base el laicismo y viola en varios aspectos el Orden Natural enseñado por la Iglesia.

Siempre que la devoción a Nuestra Señora sea ardorosa, profunda y de rica substancia teológica, es claro que la oración de quien pida será atendida. Las gracias lloverán sobre quien rece a Ella devota y asiduamente. Si, por el contrario, esa devoción fuere falsa o tibia, manchada por restricciones de sabor jansenista o protestante, hay grave riesgo de que la gracia sea dada con menos largueza, porque encuentra por parte del hombre nefastas resistencias. Lo que se dice del hombre puede decirse, mutatis mutandis, de la familia, de una región, de un país o de cualquier otro grupo humano.


 RCR, 4 Introd. TFPArgentina, 4 No hay moral sin religión

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