miércoles, 25 de febrero de 2009

Comentario: una escuela de ciudadanos selectísimos - Donde no dan el tono los mejores, ¿quiénes lo dan...?




"No hay escuela comparable al hogar de una estirpe auténtica y cristianamente aristocrática".
Qué lección en estos tiempos de adoración de la técnica y la materia. Abundancia ilimitada de conocimientos científicos y prácticos (que pueden ser necesarios, obviamente, según la especialidad de cada uno) pero sin unidad ni orden, sin alma y, lo que es peor, sin Dios. Pues no dan una visión de conjunto del universo como se forjó en la Cristiandad.

Qué contraste con esa escuela que es el ambiente sobrio y acogedor del hogar tradicional, de raigambre hispánica, con su nota caballeresca, tan difundido en otros tiempos en nuestra Argentina... donde se enseña, ante todo, el respeto, la educación y la aspiración a elevarse en todo para ser mejores.
"La aristocracia es flor y nata de la civilización cristiana".
"Cuando sabe cumplir con sus deberes, la sociedad debe respetarle aquellos medios que necesita para este supremo magisterio social" .
"...palacios, pergaminos, obras maestras, viajes, bibliotecas..."
"Cuando se usan para formar ciudadanos selectísimos en beneficio de la comunidad, toda la sociedad se beneficia".
¡Qué necesidad apremiante tenemos de ciudadanos selectísimos!
Queda claro así por qué una sociedad sin aristocracia "no puede llamarse perfecta" (de per factum, capaz de alcanzar sus fines).
Estos conceptos, dice el autor de "Nobleza y élites tradicionales análogas", van escaseando cada vez más en los ambientes católicos, aunque jamás fueron -ni pueden ser-desmentidos. Así, no es de extrañar que escaseen los mejores en los puestos directivos de la sociedad con el consiguiente daño irreparable para todo el cuerpo social. Pues donde no dan el tono los mejores, ¿quiénes lo dan...?

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