domingo, 19 de abril de 2009

Una vocación no menos apostólica que otras: la de propulsar al prójimo hacia todas las formas de perfección

Comentario II
En este punto que trata de la misión social moderna de la aristocracia, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira menciona el prejuicio que lleva a que ella "sea tachada de clase minori­taria monopolizadora de privilegios en detrimento del pueblo”. Muestra de su realismo, de su aplomo en enfrentar lo que corre como verdadero y también de su confianza en el magisterio de la Iglesia que enseña, a contrario sensu, la alta misión a que la aristocracia está llamada.
Recuerda lo que le es esencial:
la tendencia de la aristocracia hacia la perfección en todas las cosas por amor a la Perfección absoluta que es Dios.
Esto la lleva a propulsar al prójimo —inclusive por medio del decorum de la vida-, hacia la perfección de la virtud y del buen gusto, de la instrucción y aún de la técnica.
“Todo ello debe difundirse por el cuerpo social entero…”: Esto viene al encuentro de la mentalidad reduccionista de ciertos católicos que entienden lo apostólico que hay, por ejemplo, en la loable y a veces heroica tarea de cuidar de los enfermos o de los pobres y necesitados, pero no perciben el alto apostolado que este impulso hacia la perfección contiene.
En la medida en que haya almas llevadas por ese impulso, habrá quienes se consagren a las tareas en bien del prójimo y de la sociedad. Al contrario, mientras avancen el materialismo, el hedonismo, la vulgaridad y la falta de generosidad, irán muriendo los verdaderos ideales y las virtudes que mueven a esa dedicación.

La aristocracia está llamada al heroismo de llevar adelante un impulso que va contra la corriente fomentada por poderosos medios de formación de opinión pública.
Concluye con un llamado a la coherencia: “sus miem­bros han de ser aquellos "mejores" cuya presencia en el poder como dirigentes de una nación constituye la aristocracia en cuanto forma de gobierno”.
Cordialmente,
Pelayo

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