viernes, 25 de noviembre de 2016

Formas de gobierno a la luz de la Doctrina Social: una constitución democrática debe asumir los valores de la Fe cristiana sin los cuales no podrá subsistir --- El liderazgo de las "almas bordona" (Regrreso al Orden


  1. 010-ap-iii-formas-de-gobierno-mayo-016¹³. Una constitución democrática
    debe asumir y proteger los valores de la Fe cristiana,
    sin los cuales no podrá subsistir

Nota de la Redacción: los destaques en negrita del siguiente texto son de la Redacción

Tomando en cuenta las peculiares circunstancias de nuestros días, resulta oportuno el juicioso comentario realizado por el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (*), en su entrevista del 12 de junio de 1988 para el periódico “El Mercurio” de Santiago de Chile:

“Alexis de Tocqueville señalaba ya, hace aproximadamente 150 años, que la democracia sólo puede subsistir si antes ella va precedida por un determinado ethos. Los mecanismos democráticos funcionan sólo si este es, por así decir, obvio e indiscutible y sólo así se convierten tales mecanismos en instrumentos de justicia. El principio de mayoría sólo es tolerable si esa mayoría tampoco está facultada para hacer todo a su arbitrio, pues tanto mayoría como minoría deben unirse en el común respeto a una justicia que obliga a ambas. Hay, en consecuencia, elementos fundamentales previos a la existencia del Estado que no están sujetos al juego de mayoría y minoría y que deben ser inviolables para todos.

“La cuestión es: ¿quién define tales ‘valores fundamentales’?¿Y quién los protege? Este problema, tal como Tocqueville lo señalara, no se planteó en la primera democracia americana como problema constitucional, porque existía un cierto consenso cristiano básico –protestante- absolutamente indiscutido, y que se consideraba obvio. Este principio se nutría de la convicción común de los ciudadanos, convicción que estaba fuera de toda polémica. ¿Pero qué pasa si ya no existen tales convicciones? ¿Es que es posible declarar, por decisión de mayoría, que algo que hasta ayer se consideraba injusto ahora es de derecho y viceversa? Orígenes expresó al respecto en el siglo tercero: Si en el país de los escitas se convirtiere la injusticia en ley, entonces los cristianos que allí viven deben actuar contra la ley. Resulta fácil traducir esto al siglo XX: Cuando durante el gobierno del nacional-socialismo se declaró que la injusticia era ley, en tanto durara tal estado de cosas un cristiano estaba obligado a actuar contra la ley. ‘Se debe obedecer a Dios antes que a los hombres’. Pero ¿cómo incorporar este factor al concepto de democracia?

“En todo caso, está claro que una constitución democrática debe cautelar, en calidad de fundamento, los valores provenientes de la fe cristiana declarándolos inviolables, precisamente en nombre de la libertad. Una tal custodia del derecho sólo subsistirá, por cierto, si está resguardada por la convicción de gran número de ciudadanos. Esta es la razón por la cual es de suprema importancia para la preparación y conservación de la democracia preservar y profundizar aquellas convicciones morales fundamentales, sin las cuales ella no podrá subsistir”.



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Ilustración: Carillón de la Municipalidad de Haltern am See, en Renania-Westfalia del Norte. Fotografía de Arnoldius

Plinio Corrêa de Oliveira decía que la sociedad se asemejaba a un carillón. El carillón es un grupo de por lo menos veintitrés campanas de bronce fundido colgadas en un campanario y dispuestas para tocar música. Aplicando su metáfora, un carillón es una sociedad o una unidad social, y cada persona es una campana diferente. El personaje representativo puede ser comparado con la bordona o campana mayor, con la nota más baja de todas, que marca el tono a las demás campanas secundarias y mantiene el carillón afinado. Una vez que la bordona comienza a sonar, las demás campanas menores resuenan y encuentran su propio tono.

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Ilustración: Sir Winston Churchill camina entre las ruinas de la Catedral de Coventry. “Defenderemos nuestra isla, no importa cuál sea el costo. Lucharemos en las playas, lucharemos en los lugares de desembarco, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en los montes; no nos rendiremos nunca.”

“Marcar el tono” quiere decir que estas figuras representativas penetran en las aspiraciones y en el flujo vital de sus grupos sociales para orientar y armonizar a los que los rodean, con consejo, dirección y liderazgo. Su principal función es la de crear resonancia y gran armonía dentro de un grupo social determinado. Así es como familias, grupos, regiones e inclusive épocas históricas tienen sus almas bordonas o “campana mayor” que armonizan la sociedad y cuya nota al sonar hace que las demás resuenen y tañan con alegría en este gran concierto que es la historia.

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Ilustración: Emmanuel, la Campana Mayor de Notre-Dame de Paris

De esa manera, al cumplir sus roles en todos los niveles de la sociedad, estos personajes representativos consiguen fusionar “sus personalidades individuales con lo que el público exige de esos roles”, un logro que les permite “marcar sociedades específicas y eras históricas.” (*)
El rol de ser un alma bordona conlleva una gran responsabilidad. Si es tomada seriamente, estas figuras pueden ser como los ángeles salvadores que socorren a los demás. Si ellos fracasan en marcar el tono correcto, para los demás será especialmente difícil superar sus desafíos y pruebas, de modo que puede cambiar el curso de la historia.


(*) Robert N. Bellah et al., Hábitos del Corazón: Individualismo y Compromiso en la Vida Norteamericana (Berkeley: University of California Press, 1985), p. 40.
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REGRESO AL ORDEN:
John Horvat II, Return to Order: From a Frenzied Economy to an Organic
Christian Society—Where We’ve Been, How We Got Here, and Where We Need
to Go (York, Penn.: York Press, 2013), 202-3.

 


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