Ilustración: Carillón de la Municipalidad de Haltern am See, en Renania-Westfalia del Norte. Fotografía de Arnoldius
Plinio Corrêa de Oliveira decía que la sociedad se asemejaba a un carillón. El carillón es un grupo de por lo menos veintitrés campanas de bronce fundido colgadas en un campanario y dispuestas para tocar música. Aplicando su metáfora, un carillón es una sociedad o una unidad social, y cada persona es una campana diferente. El personaje representativo puede ser comparado con la bordona o campana mayor, con la nota más baja de todas, que marca el tono a las demás campanas secundarias y mantiene el carillón afinado. Una vez que la bordona comienza a sonar, las demás campanas menores resuenan y encuentran su propio tono.
Ilustración: Sir Winston Churchill camina entre las ruinas de la Catedral de Coventry. “Defenderemos nuestra isla, no importa cuál sea el costo. Lucharemos en las playas, lucharemos en los lugares de desembarco, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en los montes; no nos rendiremos nunca.”
“Marcar el tono” quiere decir que estas figuras representativas penetran en las aspiraciones y en el flujo vital de sus grupos sociales para orientar y armonizar a los que los rodean, con consejo, dirección y liderazgo. Su principal función es la de crear resonancia y gran armonía dentro de un grupo social determinado. Así es como familias, grupos, regiones e inclusive épocas históricas tienen sus almas bordonas o “campana mayor” que armonizan la sociedad y cuya nota al sonar hace que las demás resuenen y tañan con alegría en este gran concierto que es la historia.
Ilustración: Emmanuel, la Campana Mayor de Notre-Dame de Paris
De esa manera, al cumplir sus roles
en todos los niveles de la sociedad, estos personajes representativos
consiguen fusionar “sus personalidades individuales con lo que el
público exige de esos roles”, un logro que les permite “marcar
sociedades específicas y eras históricas.” (*)
El rol de ser un alma bordona conlleva
una gran responsabilidad. Si es tomada seriamente, estas figuras pueden
ser como los ángeles salvadores que socorren a los demás. Si ellos
fracasan en marcar el tono correcto, para los demás será especialmente
difícil superar sus desafíos y pruebas, de modo que puede cambiar el
curso de la historia.
(*) Robert N. Bellah et al., Hábitos del Corazón: Individualismo y Compromiso en la Vida Norteamericana (Berkeley: University of California Press, 1985), p. 40.
REGRESO AL ORDEN:
John Horvat II, Return to Order: From a Frenzied Economy to an Organic
Christian Society—Where We’ve Been, How We Got Here, and Where We Need
to Go (York, Penn.: York Press, 2013), 202-3.
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