martes, 24 de noviembre de 2009

APÉNDICE II La trilogía revolucionaria: "Libertad, Igualdad, Fraternidad": Hablan diversos Papas - Por Plinio Corrêa de Oliveira


Iniciamos una nueva etapa en nuestras exposiciones sobre "Nobleza y élites tradicionales análogas - en las alocucioes de Pio XII al Patriciado y a la Nobleza romana", la maravillosa y providencial obra en que el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira denuncia los errores político-sociales del mundo moderno, derivados de la Revolución Francesa, y los refuta en base a las enseñanzas perennes del magisterio pontificio, lúcidos razonamientos y profundos conocimientos históricos y políticos.

Nos proponemos reproducir ahora el Apéndice II del 'Libro de la Nobleza', en que se expone el pensamiento católico tradicional sobre los nefastos errores y desvíos de la Revolución de 1789, lo que abre las puertas a la reconstrucción de la Ciudad de Dios destruida por la Revolución Igualitaria Universal. Se trata de una obra de gran alcance y futuro, en un momento en que la sociedad heredera de Marx y de Rousseau se encuentra en un callejón sin salida: he aquí la salida: la fidelidad a las enseñanzas de N.S.J.C. y del Magisterio tradicional.

Quedamos a disposición de nuestros queridos lectores saludándolos afectuosamente,

Pelayo

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APÉNDICE II

La trilogía revolucionaria:
“Libertad, Igualdad, Fraternidad":
Hablan diversos Papas
Por coincidencia, este libro comenzó a ser escrito en el año del bicentenario de la Revolución Francesa. Sin embargo, obstáculos de todo tipo han ido imponiendo a su autor grandes y numerosas interrupciones, de modo que sólo tres años después ha podido ser concluido.
Dicha coincidencia puede ser, no obstante, calificada como feliz. Gran número de los temas tratados ocuparon un lugar preponderante en las reflexiones de los revolucionarios de entonces y orientaron sus metas; reflexiones y metas éstas que se reflejaron claramente en las violencias por ellos realizadas, en las injusticias que practicaron y en las tumultuosas reformas que llevaron a cabo.
La conmemoración del bicentenario de la Revolución Francesa hizo rememorar a todo el mundo contemporáneo tan grandes convulsiones de modo considerablemente vivo. De dicha rememoración perduran aún hoy ecos que comunican a la temática
del presente libro una actualidad mayor que la que tenía antes del bicentenario.
No ha de extrañar, por tanto, que la mencionada Revolución haya acudido más de una vez durante la lectura de esta obra al espíritu de lectores acostumbrados a considerar temas históricos y, con ella, les habrá venido a la memoria la famosa trilogía revolucionaria: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Para satisfacer los eventuales deseos de dichos lectores, serán publicados a continuación textos pontificios que tratan sobre ella, además del ya citado anteriormente.1

1. Omnímoda libertad e igualdad absoluta:
dos conceptos insensatos e incluso monstruosos

En la decretal dirigida el 10 de marzo de 1791 al Cardenal de la Rochefoucauld y al Arzobispo de Aix-en-Provence sobre los principios de la Constitución Civil del Clero, Pío VI así se expresa:

"Se decreta pues en esta asamblea [en la Asamblea Nacional Francesa], que se establezca como derecho que goce el hombre constituido en sociedad de libertad absoluta; que, por supuesto, no deba ser perturbado en lo que se refiere a la Religión: y que sea libre de opinar, hablar, escribir y hasta publicar lo que quiera sobre los asuntos de su propia Religión. Se ha proclamado que estas monstruosidades derivan y emanan de la igualdad de los hombres entre sí y de la libertad de la naturaleza. Pero, ¿se puede concebir algo más insensato que establecer entre todos una tal igualdad y libertad, hasta el punto de no tomar para nada en cuenta la razón, con la cual la naturaleza dotó especialmente al género humano, y mediante la cual se distingue de los demás animales ?

"Cuando Dios creó al hombre y lo colocó en el Paraíso de delicias, ¿por ventura no le notificó al mismo tiempo que estaría sujeto a pena de muerte si comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal? ¿Acaso no restringió al instante su libertad con este primer precepto? Cuando, a continuación, el hombre se convirtió en reo por su desobediencia, ¿por ventura no le impuso un mayor número de preceptos por medio de Moisés? Y aunque lo dejó en manos de su propio albedrío para que pudiese merecer bien o mal, le añadió, sin embargo, mandamientos y preceptos, a fin de que, si los quisiese observar, éstos lo salvasen (Eccli. XV, 15-16).

"¿Dónde queda, pues, aquella libertad de pensar y de obrar que los Decretos de la Asamblea atribuyen al hombre constituido en sociedad como un derecho inmutable de su propia naturaleza? (…)

"Puesto que el hombre tiene ya desde el comienzo la necesidad de sujetarse a sus mayores para ser por ellos gobernado e instruido, y para poder ordenar su vida según la norma de la razón, de la humanidad y de la Religión, es entonces cierto que es nula y vana desde el nacimiento de cada uno esa tan celebrada libertad e igualdad entre los hombres. Es necesario que le estéis sujetos (Rom. XIII, 5). Por consiguiente, para que los hombres pudieran reunirse en sociedad civil fue preciso constituir una forma de gobierno en virtud de la cual los derechos y la libertad fuesen circunscriptos por las leyes y por el poder supremo de los que gobiernan. Por eso enseña San Agustín con estas palabras: Es, pues, un pacto general de la sociedad humana obedecer a sus Reyes (Confesiones, libro III, cap. VIII, t. I, oper. edit. Maurin, p. 94). He aquí por qué el origen de este poder debe ser buscado menos en un contrato social que en el propio Dios, autor de lo que es recto y justo. "2
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I) Cfr. Capítulo III, 4.
2) Pii VI Pont. Max. Acta, Typis S. Congreg. de Propaganda Fide, Roma, 1871, vol I, pp. 70-71.

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