sábado, 17 de enero de 2009

Los aristócratas deben elevar sus familias - Prestan un gran servicio al bien común y a las clases más necesitadas fomentando el progreso

Continuamos comentando el apéndice IV del Libro de la Nobleza, La aristocracia en el pensamiento de un cardenal...
En la interesante conversación con nuestros amigos, a la que todos los lectores están invitados, percibimos que una trama de prejuicios impide valorar la aristocracia y el servicio que sus miembros pueden -y deben- prestar al bien común.
El prejuicio principal me parece que es asociar la condición aristocrática de por sí a privilegios y vanidad, y no ver que, de acuerdo al concepto católico, esa condición obliga a cumplir deberes especiales. Del leal cumplimiento deriva, cuando es efectivo, y en una sociedad no picada por estos prejuicios, una especial consideración, lo que es muy distinto de algo gratuito.
El resultado de estos "códigos" invisibles pero muy presentes, es que toda la sociedad queda perjudicada, librada a demagogos que ocupan el lugar de clase dirigente sin las condiciones de idoneidad, rectitud, espíritu de sacrificio, necesarias. Y también para satisfacción de los malos aristócratas que, por egoísmo, no tienen interés en cumplir su misión y se dedican a cultivar exclusivamente ventajas personales.
No queremos decir que la clase dirigente deba estar integrada exclusivamente por aristócratas -obviamente. En todas las camadas sociales deben destacarse los mejores y constituir élites, que de un modo u otro participen de las innumerables funciones directivas que existen.
Abogamos por la comprensión del hecho silenciado de que, de acuerdo al magisterio tradicional de la Iglesia, a la Nobleza y a las Elites tradicionales les cabe una importante misión en nuestros días, que se extiende a diversos campos.
Esperamos con interés su comentario, su duda, su crítica constructiva.
(Nota: Los destaques y subrayados y el subtítulo entre corchetes son nuestros).
Cordialmente,
Pelayo

donpelayodeasturias@gmail.com


3. El derecho público cristiano

Aristocracia y propiedad. No se repara lo bastante en el hecho de que uno de los fundamentos de la propiedad privada consiste en el deber de perfeccionarse.”

León XIII enseña en la Rerum Novarum que “los bienes se poseen como propios y se administran como si fueran comunes. Es decir, que, ‘satisfecha la necesidad, el decoro y la perfección’, lo que resta hay que darlo en limosna. Se habla muchas veces de la necesidad y del decoro y se olvida la perfección, que es un deber.”
De ahí el esquema pasa a hacer algunas reflexiones que, lamentablemente, el ambiente igualitario de nuestros días va sepultando en un completo olvido.

“A los que viven en el mundo y tienen familia cumple el deber de perfeccionarla y de elevar en sus hijos el decoro y consideración social de la familia, cristianamente entendidos.
“Con tal que se viva bajo el influjo de la caridad cristiana, los padres deben procurar, en lo posible, que en ciencia, en arte, en técnica, en cultura, en todo, sus hijos sean mejores que ellos. No para educar vanidosos, sino para ofrecer a la sociedad, en beneficio del pueblo, generaciones más perfectas.


[aristócratas, progreso y clases necesitadas]
Los aristócratas deben, sobre todo, tener muy presentes, para importarlos y aplicarlos, todos los progresos técnicos, sociales, etc., que puedan satisfacer las necesidades de las clases más indigentes.”

Estas enseñanzas hacen patente que el empeño de las aristocracias en que haya a lo largo de sus sucesivas generaciones una continua mejora de viviendas, mobiliario, trajes, vehículos, así como de modales y porte personal, es un aspecto esencial de ese caminar hacia la perfección global para mayor gloria de Dios o para el bien común de la sociedad temporal.

Esta búsqueda del bien común no dispensa en absoluto al perfecto aristócrata católico de ser solícito en atender celosamente los derechos de las clases necesitadas. Los aristócratas que así sean, se convierten en “los mejores”, que han sido calificados un poco antes como “elemento necesario en una sociedad bien constituida”.

(Nobleza y élites, o.c., p. 243)

2 comentarios:

  1. Estimado Leandro:
    lamentamos que no le haya servido el texto. Tal vez buscaba algo que no encontró, o lo que encontró no resuelve sus inquietudes, problemáticas o expectativas? ¿o tal vez le parezca que por alguna razón estas enseñanzas no se aplican a los días de hoy? Nos gustaría que fuera un poco más explícito para poder ayudar a resolver la objeción.

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