jueves, 14 de febrero de 2019

(II) Espíritu de caballería y fueros en el antiguo Mayorazgo de San Sebastián de Sañogasta


El nuevo Alférez Mayor, Don Alfredo Gutiérrez, elegido por sus pares de acuerdo al Derecho Canónico, en forma autónoma. Antigua tradición que requiere grandes responsabilidades y capacidad para asumirlas.

El Alférez Ricardo Gutiérrez en su brioso caballo, hombre de campo al igual que su padre

Alfredo Gutiérrez (h), digno continuador de las tradiciones paternafos. Los integrantes de esta estirpe gaucha sañogasteña han constituido la Agrupación Gaucha Fredy Gutiérrez 

Entusiasmo del público ante el gallardo paso de los Alférez a caballo
Las filas de Alférez vienen avanzando, rodean la cruz del P. Aimón y pasan frente a la Iglesia haciendo la venia a los Santos Patronos. Al frente, Alférez de la familia Brizuela y Doria

Vista del arco y la cruz del P. Aimón - Por detrás, bodega artesanal de Hacienda de la Candelaria (foto El Alférez)
La imagen de San Sebastián, Patrono de Sañogasta, tallada por artesanos indígenas de Vichigasta (s. XVIII) - (Foto Vicky Gutiérrez)
La "caja del Santo" es infaltable, y se suceden las generaciones de "cajeros" (foto V.G.)

Las nueve noches de novena colman la Iglesia y la plaza del frente. Las antiguas campanas, las originales del 1640 (fundidas en la Hacienda del Mayorazgo, como también los primeros cañones argentinos en tiempos de la Emancipación) alegran el aire con sus repiques y vuelve a sonar la “caja del Santo” avisando a todos que ya van a comenzar los rezos y ceremonias. Se acostumbra que los diferentes barrios tengan cada uno “su día”, y les corresponde “dar el alba” al filo del amanecer, con campanas y bombas de estruendo, lo que se repite al medio día, y arreglan la Iglesia con los mejores manteles y flores.
El 2 es la festividad de la Candelaria, que representa la Purificación de Nuestra Señora y la Presentación del Niño Dios en el Templo. Es la Patrona de la Parroquia. Desde antiguo se celebra misa por la mañana, con la dulce presencia de niñas promesantes vestidas de blanco y velo en sus cabezas, que están allí como en la procesión por la tarde. Hasta hace unos años se bendecían las candelas antes de la misa matinal.
Actualmente, en cierto lugar, durante la procesión vespertina, el sacerdote bendice las velas que los fieles traen, para que les dure todo el año y encender en casos de necesidad. Y la procesión continúa. Cuando llega a la Iglesia, celebra la misa al aire libre para la multitud de devotos.
El 3 festejamos al Patrono del pueblo, San Sebastián, el Mártir que sufrió en las épocas paganas de Diocleciano un doble verdadero martirio. Este día tiene un atractivo especial: después de la misa los promesantes del Santo vestidos de “alférez” -según la costumbre de nombrarlos, siendo rara vez usado “Alféreces” o “Alfereces” (Salta)- lucen sus bandas de colores y sus estandartes o “banderas”. Dirigidos por el Alférez Mayor, rinden los honores debidos a su “Patrón”, y presentan sus huestes de infantería y de a caballo, como en las antiguas Ordenes de Caballería de los tiempos de Ramírez de Velasco, fundador de La Rioja.
Dan tres vueltas a pie en honor de la Ssma. Trinidad, entrando y saliendo de la Iglesia, para rendir homenaje a la Virgen y al Santo haciéndoles “la venia” con sus banderas. Largas filas de hombres, niños, y también mujeres, que hace unos quince años se sumaron a las huestes -antes eran solamente hombres.
En todo momento el Alférez Mayor está atento dirigiendo la caminata. Luego los que trajeron sus caballos van a montar, mientras salen en sus andas las imágenes de los santos patronos para recibir las honras ecuestres al son de las campanas y las bombas. Tres vueltas al galope alrededor de la plaza y terrenos vecinos; venias, recitados, vivas a los santos, todo es festejado por la multitud de gente que disfruta de esta celebración seria y sentida. Muchos padres van llevando a caballo sus hijos pequeños como para que aprendan la tradición desde chicos y la amen.
Este año las fiestas patronales recibieron la visita de dos grupos de jinetes: uno venido del este, atravesando el cerro Velasco desde La Rioja, y otro del oeste, atravesando el Famatina y la cuesta de Miranda desde Villa Unión. Todos bien aperados y montados. Los del oeste vinieron en mulas, ágiles y pintorescas, causando sensación.
Es interesante recordar que la elección del Alférez Mayor la hacen solamente los alférez, como indica el Código de Derecho Canónico para las asociaciones privadas de fieles, que no dependen del Obispado, siendo autónomas para su funcionamiento y elección libre de sus autoridades. Sabiduría de la Santa Iglesia… Lo traigo a colación por que, años atrás, hemos tenido problemas con algunos Párrocos que intentaron interferir en la costumbre. En esta ocasión se hizo la elección antes de las fiestas, sin problemas, por la buena predisposición del Párroco actual. Así es que don Alfredo Gutiérrez, hombre serio, guapo y responsable, con familia bien formada y numerosa, fue el elegido, y dos hombres de campo más, nombrados para ayudar en sus tareas. Antiguamente los que ostentaban este cargo lo hacían en forma vitalicia, o mientras podían montar a caballo. La tradición continúa, en forma consuetudinaria, siempre de modo amistoso y fraternal.
Por la tarde del 3 la procesión, esta vez presidida por el Santo por ser su día, rodeado de alférez portando sus banderas para las debidas “venias” que ordena el Mayor. Otra vez el largo recorrido -que hiciera la Candelaria el día anterior- y al llegar a la Iglesia, la misa. Multitud de devotos, este año más que nunca, inundando los alrededores de la Iglesia y la plaza. Las Imágenes presiden la celebración bajo las arcadas coloniales de la Capilla, al aire libre, como el día anterior.
Al finalizar, la bendición de las gargantas por ser en el santoral el día de San Blas. Se despiden las imágenes para entrar al templo entre vivas a toda voz, repique de campanas, explosión y luces de las bombas (que reemplazan los cañonazos de los tiempos de los Austria) y banderas flameantes. ¡Es emocionante! La gente se demora para irse, todos quieren seguir allí, viviendo con el corazón alborozado las bellas fiestas patronales del pueblo.
Será, necesariamente, “hasta el año que viene…,si Dios quiere…”! como reza la fórmula al finalizar los galopes.
continúa en III - 






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