jueves, 21 de octubre de 2010

[Iglesia y formas de gobierno] La monarquía constituye en sí misma el mejor régimen de gobierno por ser el que más fácilmente favorece la paz

11. La monarquía constituye en sí misma el mejor régimen
de gobierno por ser el que más fácilmente favorece la paz

Además de los textos pontificios anteriormente citados como testimonio de la doctrina social de la Iglesia sobre la presente materia, juzgamos oportuno añadir algunos textos representativos del pensamiento de Santo Tomás de Aquino sobre el mismo tema, tomando en consideración el destacado lugar que la doctrina de este Santo Doctor ocupa en la formación tradicional católica.

Enseña Santo Tomás de Aquino en
De Regimine Principum:

“12. Sentadas estas premisas [a saber, que compete a los hombres vivir en sociedad y es indispensable para ello que sean rectamente gobernados por algún jefe], es necesario indagar qué conviene más a la provincia o ciudad, si ser gobernada por muchos o por uno solo. Para ello debemos atender al fin del gobierno.

“En efecto, la intención de cualquier gobernante debe mirar a esto, a procurar la salud del pueblo que tomó bajo su mando, como es función del gobernador de la nave llevarla al puerto de salvación eludiendo los peligros del mar. Por tanto, siendo el bien y la salud de la sociedad la conservación de su unidad, que es la paz, sin la cual desaparece la utilidad de la vida social, y siendo la disensión tan perjudicial a la misma sociedad, lo que debe intentar ante todo el rector de la sociedad es procurar la unidad de la paz. La paz social no es materia de consejo para el gobernante, como no es materia de consejo para el médico la salud del enfermo que se le confía. Pues nadie debe someter a consejo el fin intentado, sino los medios para conseguirlo. Por eso el Apóstol, recomendando la unidad del pueblo fiel, dice a los Efesios, 4, 3, que sean solícitos en conservar la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz. Por consiguiente, cuanto más eficaz sea un gobierno para conservar la unidad de la paz, tanto más útil será, ya que llamamos más útil a lo que mejor conduce al fin. Ahora bien, es manifiesto que mejor puede causar la unidad lo que es de suyo uno que lo que es múltiple, lo mismo que la causa más eficaz para calentar es lo que es cálido por naturaleza. Es, pues, más útil el gobierno de uno que el de muchos.

“13. Es también cierto que si muchos disienten entre sí son incapaces de conservar la multitud. Pues tratándose de muchos se requiere una cierta unidad para que puedan gobernar de algún modo, al igual que necesitan unir fuerzas los operarios que quieran arrastrar la nave a un determinado sitio. Ahora bien, la unión resulta de la aproximación a la unidad. Por tanto mejor gobierna uno que muchos que se acercan a la unidad.

“14. Es más, las cosas naturales proceden perfectamente, pues en cada una obra la naturaleza, que es lo perfecto. Ahora bien, todo régimen natural obedece a un solo principio, pues entre la multitud de los miembros hay uno que mueve a los demás, esto es, el corazón; y entre las partes del alma hay una facultad principal que preside a las demás, esto es, la razón. También las abejas tienen un rey, y en el mundo universo un solo Dios es el autor y gobernador de todo. Todo lo cual es muy razonable, pues toda multitud se deriva de la unidad. Por consiguiente, si las cosas que proceden según arte imitan a las que proceden según naturaleza, y la obra de arte tanto es mejor cuanto más se asemeja a lo que es natural,
hay que reconocer que el mejor régimen en la sociedad humana es el monárquico.

“15. Esta misma conclusión comprueba la experiencia, porque las provincias y ciudades que no son gobernadas por uno solo sufren disensiones y fluctúan sin paz, de modo que parece cumplirse lo que lamenta el Señor por el profeta Jeremías, 12, 10, diciendo: Muchos pastores han entrado a saco en mi viña. Por el contrario las provincias y ciudades regidas por un solo rey gozan de paz y florecen en justicia y gozan de abundancia de bienes. De ahí que el Señor prometa a su pueblo por los profetas como un gran don darle un solo jefe y que haya un solo príncipe en medio de ellos.”1

A esta explicación del Doctor Angélico, el eminente tomista P. Victorino Rodríguez, O.P. 2 añade la siguiente glosa que enriquece con otros textos del propio Santo Tomás:

1) Libro I, cap. II.
2) Fiel discípulo del renombrado P. Santiago Ramírez O.P., su maestro de Filosofía Escolástica, ha publicado más de 250 libros y artículos sobre temas filosóficos y teológicos. Entre los primeros se destacan: Temas clave de Humanismo Cristiano y Estudios de Antropología Teológica.
El P. Victorino Rodríguez, O.P., actualmente Prior del convento de Santo Domingo, el Real, de Madrid, fue profesor en la Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca, y Catedrático en la Pontificia Universidad de dicha ciudad. Es actualmente profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, miembro de la Real Academia de Doctores de la misma ciudad, y de la Pontificia Academia Romana de Teología.

“Preferencia del gobierno monárquico para conservar la paz social. Es indudable que la paz, en su sentido positivo y dinámico de ‘tranquila libertad’ (Cicerón, II Philipp., c. 44) o ‘tranquilidad del orden’ (San Agustín, De Civitate Dei, XIX, 13, 1), es factor principalísimo del bien común, por no decir síntesis de todos sus elementos integrantes, aspiración de todo gobierno honesto. Ahora bien, la paz, en lo que tiene de orden o unidad, tiene naturalmente más directa y estrecha vinculación con una forma unitaria o monárquica de mando que con otras formas de gobierno más pluralistas o diversas. Es un aspecto de preferencia de la forma de Estado monárquico bien subrayado en estos capítulos: por razones intrínsecas de unidad, por analogías con el orden natural, por la enseñanza de la historia y por su conformidad con el gobierno teocrático. Luego veremos también en qué sentido un gobierno democrático tiene sus ventajas en orden a la paz social.

“Sobre el aspecto subrayado aquí nos dejó [Santo Tomás] otra página espléndida en la Suma Teológica, I, 103, 3: ‘El mejor gobierno es aquel que se hace por uno solo. La razón es porque gobernar no es otra cosa que dirigir las cosas gobernadas a su fin, que es algún bien. Ahora bien, la unidad es de la esencia de la bondad, como prueba Boecio, en el III De consolatione, por el hecho de que así como todas las cosas desean el bien, así desean la unidad, sin la cual no pueden existir, pues en tanto una cosa existe en cuanto es una; por eso vemos que las cosas resisten a su división cuanto pueden, y que su desintegración proviene de la deficiencia de su ser. Por consiguiente la intención de quien gobierna una multitud es la unidad o la paz. Ahora bien, la causa propia de la unidad es aquello que es uno, pues es claro que muchos no pueden unir y concordar lo que es diverso si ellos no están de algún modo unidos. Por tanto lo que es esencialmente uno puede ser mejor y más fácilmente causa de la unidad que muchos unidos. En conclusión, la multitud es mejor gobernada por uno que por muchos.’”1


1) Santo TOMAS DE AQUINO, El Régimen Político, Introducción, versión y comentarios de Victorino Rodríguez O.P., Fuerza Nueva Editorial, Madrid, 1978, pp. 37-39.

Fuente: Plinio Corrêa de Oliveira, "Nobleza y élites tradicionales análogas - en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza Romana" - APENDICE III - "Las formas de gobierno a la luz de la doctrina social de la Iglesia: en teoría - en concreto - A- Textos pontificios y de otros autores sobre las formas de gobierno:
monarquía, aristocracia y democracia" (t. I, pp. 213 y ss.).


No hay comentarios:

Publicar un comentario