Vaquero de la región de Pará, en el Brasil
Continuamos observando y analizando textos sobre el inagotable y variado asunto de la Sociedad Orgánica. Hoy publicamos un comentario del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira sobre un vaquero de la región de Pará, en Brasil. Las analogías con nuestro "gaucho" saltan a la vista en muchos puntos, conservando ambos su identidad y naturales diferencias. Vamos a este rico y formativo ejercicio de interpretación de mentalidades.
¿EXISTE UNA ALTIVEZ POPULAR?
El estado de plebeyo puede y debe mostrarse tranquila y dignamente a la luz del sol, y el plebeyo puede y debe vivir en su estado con abundancia, con despreocupación –con nobleza, diríamos-, , sin sentir la necesidad de camuflarse de burgués.
¿Ganaría algo este hombre en despojarse de su magnífico sombrero aludo, untarse de cosméticos la cabeza, cambiar su ropa por una de estilo burgués, de confección y comprada en cuotas? ¿Dejar las vastedades del Pará por una esquina y un bar, y perderse, arreglado, perfumado, adelgazado en la multitud obrera “burguesiforme” de alguna gran ciudad?
En total consonancia con lo dicho, está el admirable tipo contemporáneo de “vaqueiro” paraense de la foto: obra maestra de fuerza, salud y equilibrio temperamental.
Acostumbrado al aire libre y puro, al ejercicio tonificante, a la mesa sobria pero abundante, al reposo largo pero auténtico del campo, domina los espacios y las incontables tropillas, con agilidad de verdadero “técnico”.
Aquello le brindó un desarrollo equilibrado de los nervios y del alma, reflejado en el porte varonil y elegante, en la expresión plácida pero vivaz del semblante.
Vaquero, lo es en todo su ser. ¡Pero cómo tiene y cómo expresa la modesta y espléndida dignidad que existe en ser un honesto y guapo vaquero de las inmensidades del Pará!
La cuestión social no podrá resolverse:
-mientras la mayor parte de la humanidad tenga vergüenza de la condición de vida que le es propia;
-mientras no vuelva a florecer un arte popular que haga brillar a los ojos de todos la fuerte, bella y noble dignidad del verdadero plebeyo;
-mientras no se le dé al obrero urbano y rural condiciones de vida materiales que hagan posible todo esto.
Ante todo mientras la templanza cristiana no expulse de la atmósfera contemporánea el tóxico de la Revolución*.
Y todas las clases, en lugar de soñar con una loca igualdad, no sepan amarse en Jesucristo Nuestro Señor; que quiso nacer hidalgo y trabajador manual, Príncipe de la Casa de David e hijo de carpintero, para hacer circular entre ellas las corrientes de amor de la caridad cristiana.
El estado de plebeyo puede y debe mostrarse tranquila y dignamente a la luz del sol, y el plebeyo puede y debe vivir en su estado con abundancia, con despreocupación –con nobleza, diríamos-, , sin sentir la necesidad de camuflarse de burgués.
¿Ganaría algo este hombre en despojarse de su magnífico sombrero aludo, untarse de cosméticos la cabeza, cambiar su ropa por una de estilo burgués, de confección y comprada en cuotas? ¿Dejar las vastedades del Pará por una esquina y un bar, y perderse, arreglado, perfumado, adelgazado en la multitud obrera “burguesiforme” de alguna gran ciudad?
En total consonancia con lo dicho, está el admirable tipo contemporáneo de “vaqueiro” paraense de la foto: obra maestra de fuerza, salud y equilibrio temperamental.
Acostumbrado al aire libre y puro, al ejercicio tonificante, a la mesa sobria pero abundante, al reposo largo pero auténtico del campo, domina los espacios y las incontables tropillas, con agilidad de verdadero “técnico”.
Aquello le brindó un desarrollo equilibrado de los nervios y del alma, reflejado en el porte varonil y elegante, en la expresión plácida pero vivaz del semblante.
Vaquero, lo es en todo su ser. ¡Pero cómo tiene y cómo expresa la modesta y espléndida dignidad que existe en ser un honesto y guapo vaquero de las inmensidades del Pará!
La cuestión social no podrá resolverse:
-mientras la mayor parte de la humanidad tenga vergüenza de la condición de vida que le es propia;
-mientras no vuelva a florecer un arte popular que haga brillar a los ojos de todos la fuerte, bella y noble dignidad del verdadero plebeyo;
-mientras no se le dé al obrero urbano y rural condiciones de vida materiales que hagan posible todo esto.
Ante todo mientras la templanza cristiana no expulse de la atmósfera contemporánea el tóxico de la Revolución*.
Y todas las clases, en lugar de soñar con una loca igualdad, no sepan amarse en Jesucristo Nuestro Señor; que quiso nacer hidalgo y trabajador manual, Príncipe de la Casa de David e hijo de carpintero, para hacer circular entre ellas las corrientes de amor de la caridad cristiana.
Transcripto de "En busca de almas con alma", Extractos del pensamineto de Plinio Corrêa de Oliveira recogidos por Leo Daniele, 2ª serie, San Pablo, 1998. El extracto hoy publicado es parte de un artículo de la citada serie "Ambientes - Costumbres - Civilizaciones", que escribía el Dr. Plinio para la revista "Catolicismo", únicos en su género (período 1960-65).
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