lunes, 4 de noviembre de 2019

El clamor del pueblo católico de la Amazonia despreciado por los Padres Sinodales



EL CLAMOR DEL PUEBLO CATÓLICO DE LA AMAZONIA HA SIDO DESPRECIADO POR LOS PADRES SINODALES
Pan-Amazon Synod Watch

El 4 de octubre pasado, en vísperas de la abertura de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, representantes del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira (IPCO) entregaron oficialmente en la Secretaría del Sínodo un “Pedido a los Padres Sinodales: Por una Amazonia cristiana y próspera (No una inmensa ‘favela verde’ dividida en guetos tribales)”.
El documento llevaba las firmas de más de 20 mil residentes de la Amazonia brasileña, ecuatoriana y peruana, recogidas en campañas públicas en las calles de las principales ciudades amazónicas por jóvenes voluntarios del IPCO durante las vacaciones escolares.
Ninguno de los pedidos respetuosamente elevados por la población amazónica fue atendido en el Documento Final de la Asamblea Sinodal, pero sí las reivindicaciones de los medios internacionales que fomentan la psicosis ambientalista y las de una minoría de militantes indigenistas llevados a Roma por la Red Panamazónica.
La influencia de ese lobby ideológico-publicitario fue reconocida ya en el primer párrafo del propio Documento Final, donde los Padres Sinodales se felicitaron por la “presencia notable de personas venidas del mundo amazónico que organizaron actos de apoyo en diferentes actividades” y por la “masiva presencia de los medios de comunicación internacionales” (Documento Final, n° 1).
Mientras los signatarios de la petición del IPCO pedían que el Sínodo “diese gracias a Dios por la evangelización llevada a cabo por los misioneros y por la acción civilizadora de los colonizadores, que aportaron los beneficios del progreso” (Petición, n° 1), los Padres Sinodales denunciaron “la colonización militar, política y cultural” motivada por “la avaricia y la ambición de los conquistadores” (DF n° 15), consideraron negativo “el influjo de la civilización occidental” (DF n° 14) y, peor aún, declararon que “frecuentemente el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimían a las poblaciones” (DF n° 15), todo lo cual es absolutamente contrario a la verdad histórica y constituye una injuria a los heroicos misioneros que realizaron la mayor epopeya de la Fe desde la fundación de la Iglesia, según la afirmación del Papa Pio XII.
Además, los Padres Sinodales prácticamente renunciaron a convertir a los indígenas que se mantienen paganos declarando que “el diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural debe ser asumido como camino irrenunciable de la evangelización” (DF n° 24) y que la Iglesia debe practicar una “conversión cultural”, limitando el anuncio de la Buena Nueva a “estar presentes, respetar y reconocer sus valores, vivir y practicar la inculturación y la interculturalidad” (DF n° 41). Los Padres Sinodales son categóricos en ese abandono de la misión tradicional: “Rechazamos una evangelización de estilo colonialista. Anunciar la Buena Nueva de Jesús implica reconocer los gérmenes del Verbo ya presentes en las culturas. La evangelización que hoy proponemos para la Amazonia es el anuncio inculturado que genera procesos de interculturalidad” (DF n° 55).
En lugar de escuchar el “clamor de angustia ante el peligro de que la Amazonia sea transformada en una inmensa ‘favela verde’” (Petición IPCO, n° 5), los Padres Sinodales, entrometiéndose indebidamente en asuntos de carácter científico en los cuales carecen de todo mandato divino y de competencia técnica (lo que representa una clara manifestación de “clericalismo”), declararon falsamente que la deforestación “se acerca a casi el 17% del bosque amazónico total y amenaza la supervivencia de todo el ecosistema” (DF n° 11); que “la región amazónica es esencial para la distribución de las lluvias en las regiones de América del Sur” (DF n° 6) y que “se necesita de modo urgente el desarrollo de políticas energéticas que logren reducir drásticamente la emisión de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases relacionados con el cambio climático” (DF n° 77).
Más aún, el Documento Final describe una supuesta “dramática situación de destrucción que afecta a la Amazonia”, cuya selva se encontraría “en una carrera desenfrenada hacia la muerte”, acarreando “la desaparición del territorio y de sus habitantes, especialmente los pueblos indígenas” (DF n° 2), que serían resultado de la “apropiación y privatización de bienes de la naturaleza” y de lo que llaman “mega-proyectos no sostenibles”, es decir las “hidroeléctricas, concesiones forestales, monocultivos, carreteras, hidrovías, ferrocarriles y proyectos mineros y petroleros” (DF n° 10), fruto del actual “modelo económico de desarrollo depredador y ecocida” (DF n° 46) y del “extractivismo predatorio que responde a la lógica de la avaricia, propia del paradigma tecnocrático dominante” (DF n° 67).
Para los Padres Sinodales es necesario, por el contrario, una “conversión ecológica individual y comunitaria que salvaguarde una ecología integral” (DF n° 73), asumiendo “una vida simple y sobria” (DF n° 17) y “que lleve a cambiar nuestros hábitos alimenticios (exceso de consumo de carne y peces/mariscos) por estilos de vida más sobrios” (DF n° 84).
En lugar de “repudiar enérgicamente las ideologías neo-paganas” que difunden “un concepto deformado de respeto a la naturaleza” (Petición IPCO n° 2), el Documento Final del Sínodo afirma la necesidad de preservar “los ríos y bosques, que son espacios sagrados, fuente de vida y sabiduría” (DF n° 80), como también que la vida de las comunidades amazónicas “se refleja en la creencia y los ritos sobre el actuar de los espíritus de la divinidad, llamados de innumerables maneras, con y en el territorio, con y en relación con la naturaleza” (DF n° 14). Igualmente, el “buen vivir” de los pueblos indígenas (sic!), sería caracterizado por una existencia “en armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los seres humanos y con el ser supremo, ya que hay una intercomunicación entre todo el cosmos, donde no hay excluyentes ni excluidos. (…) Tal comprensión de la vida se caracteriza por la conectividad y armonía de relaciones entre el agua, el territorio y la naturaleza, la vida comunitaria y la cultura, Dios y las diversas fuerzas espirituales” (DF n° 9).  
En lugar de “repudiar la utopía comuno-tribalista” de la Teología de la Liberación (Petición IPCO, n°3), los Padres Sinodales declararon que “la teología india, la teología de rostro amazónico y la piedad popular ya constituyen riqueza del mundo indígena, de su cultura y espiritualidad” (DF n° 54) y que “la eco-teología, la teología de la creación, las teologías indias, la espiritualidad ecológica” deben ser incluidas en los contenidos académicos de formación de un presbiterado con rostro amazónico (DF n° 108).
El Instituto Plinio Corrêa de Oliveira lamenta que, en lugar de abrir sus almas a su pedido final a la Santísima Virgen en el sentido de que preserve la unidad católica y la vocación de las naciones amazónicas, los Padres Sinodales hayan sido mucho más sensibles a los efluvios preternaturales emanados de la figura de la Pachamama, presente en el aula sinodal y en las ceremonias de culto idolátrico celebradas en su honor en los jardines del Vaticano y en la iglesia de Santa María en Transpontina, y que hayan ignorado el profundo choque que este hecho inédito ha producido en los fieles de todo el mundo,  no diciendo ni una palabra para deplorarlo de modo inequívoco.
El IPCO espera que, en la ya anunciada Exhortación Apostólica post-sinodal, el Papa Francisco rechace los errores denunciados precedentemente, así como la revolución eclesiológica solicitada por el Documento Final del Sínodo, con sus propuestas de conceder amplios ministerios eclesiales, oficiales y rotativos, a laicos de ambos sexos, abrir los ministerios de Lectorado y Acolitado a las mujeres, y autorizar la ordenación sacerdotal de líderes comunitarios casados.

San Pablo, 30 de octubre de 2019

Instituto Plinio Corrêa de Oliveira



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