martes, 23 de marzo de 2021

Santo Toribio de Mogrovejo, Obispo e Inquisidor de Lima - Plinio Corrêa de Oliveira

Santo Toríbio de Mogrovejo, Obispo e Inquisidor de Lima -  "Santo del Día"*            Plinio Corrêa de Oliveira

Santo Toribio de Mogrovejo, Arzobispo de Lima

(*Conferencia en estilo coloquial para sus discípulos más jóvenes de la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad - TFP- 22 de marzo de 1966 -  Ver aviso al pie

Mañana es la fiesta de Santo Toríbio de Mogrovejo.

(Ficha biográfica) “Santo Toribio nació en 1538 en Mallorca, España, de noble familia. Desde su infancia mostró inclinación por la virtud y extremado horror al pecado, junto a una gran devoción a la Santísima Virgen. Recitaba diariamente su Oficio y el Rosario, y los sábados ayunaba en su honor. 

“Inclinado a los estudios, los cursó en Valladolid y Salamanca. Felipe II tuvo ocasión de conocerlo y, al notar sus cualidades, lo nombró primer magistrado de Granada y Presidente del Tribunal de la Inquisición de esa ciudad, cargo que ejerció excepcionalmente durante cinco años. Encontrándose vacante la sede episcopal de Lima, en el Perú, el soberano lo convocó para dicho cargo a pesar de sus vehementes protestas. Fue ordenado sacerdote y Obispo, y asumió esa dignidad a los 43 años de edad.

“Su diócesis era inmensa y las costumbres de los españoles y de otros conquistadores, junto a  las del Clero, dejaban mucho que desear.

“Junto a las del Clero”…, se entiende lo que quiere decir, ¿no es cierto? Es: “como las del Clero”.

“Los salvajes, a su vez, estaban abandonados o eran perseguidos. Santo Toribio no se dejó desanimar por eso; decidió aplicar las decisiones del Concilio de Trento para reformar la región.

“Dotado de excepcional prudencia y de un celo activo y vigoroso, comenzó por la reforma del Clero, siendo inflexible frente ante cualquier escándalo que de ello adviniese. Se tornó un azote de los pecadores públicos y un protector de los oprimidos; por lo que fue duramente perseguido.

 “Como algunos cristianos le daban a la Ley de Dios una interpretación que favorecía las tendencias desordenadas de la naturaleza, les mostró que Cristo era la Verdad y no una costumbre, y que en Su Tribunal nuestros actos serían pesados no por la falsa balanza del mundo sino por la balanza del Santuario

- Linda expresión, ¿no es cierto?

 “Nuestro santo logró lo que quería y se volvió a la práctica de las máximas evangélicas con enorme fervor, sobre todo con la llegada del virtuoso Virrey Don Francisco de Toledo.

“Infatigable por la salvación de la menor de las almas de su rebaño, no ahorraba trabajo alguno. Protegió a los indios llegando a aprender, en edad avanzada, varios de sus dialectos para poderles enseñar el catecismo. Toda esa actividad era iluminada por una intensa piedad. Misa, larga meditación diaria, largas horas de oración y severas penitencias. Su oración era continua, pues la gloria de Dios era el fin de todas sus palabras y acciones.

Santo Toribio cayó enfermo en Santa, ciudad distante de Lima. Previó su muerte y distribuyó sus bienes a sus criados y a los pobres. Repitiendo sin cesar las palabras de San Pablo, “deseo ser liberado de los lazos de mi cuerpo para unirme a Cristo”. Murió diciendo como el profeta: “Señor , en tus manos encomiendo mi espíritu”. Era el 23 de marzo de 1606 cuando expiró el gran apóstol del Perú”.

Es una biografía tan linda que casi no da ganas de hacer comentarios. En todo caso, tomemos algunos aspectos de este asunto para considerarlos. Pero, después, pasemos un poco a considerar las cosas de ese tiempo.

Ese hombre tan piadoso es notado por el Rey Felipe II y , luego, lo llama al Poder Judicial.

Imaginen que alguien cuente algo como esto: “El Presidente X, de tal país, estuvo en tal lugar y oyó hablar de un hombre muy religioso, que ayunaba, que todos los sábados hacía penitencia y rezaba el Oficio Parvo. Cuando el Presidente oyó hablar de eso (exclamó): “¡Oh! ¡Aquí está el magistrado!” ¿Uds. lo creerían?


Felipe II por Alonso Sánchez Coello (1557)  - Kunsthistorisches Museum, Viena (Austria)

Si algo así se publicara, nadie lo creería, porque todo el mundo sabe que ningún Jefe de Estado contemporáneo selecciona a los hombres verdaderamente piadosos, verdaderamente religiosos.

Ahora…, ¡maravilla de las maravillas! El encontró un hombre piadoso, pero no de una piedad sentimental –calidad que no se le puede negar en modo alguno; viendo a ese tan buen hombre, lo llamó… a la Inquisición. Y hete aquí, entonces, a nuestro hombre transformado en inquisidor. Y este hombre sale de las sombras del santuario, de las suavidades de su piedad, para ser inquisidor, y ejerce tan bien su cargo que después es nombrado Obispo del Perú.

Vemos cómo eso significa, a la postre, toda una atmósfera, toda una época en que la virtud era buscada, recompensada, considerada un instrumento para el buen andar del gobierno de un reino. Y vemos el pensamiento de Felipe II enviando al Perú a un hombre como éste. O sea, comprendiendo muy bien toda la corrupción a la que una nación colonial estaba sujeta, con la presencia de la élite en España o en Portugal, y la venida del resto de las respectivas sociedades a la América del Sur. De ahí su preocupación en tomar un hombre eminente de esos para implantar el reino de Cristo en el Perú, para consolidar los fundamentos del reino de Cristo en el Perú. Pueden notar mejor, entonces, cómo había un verdadero celo por parte de Felipe II en la propagación de la Fe.

Hay unos “patoteros” por ahí que dicen que a España y Portugal, cuando hicieron el Descubrimiento, sólo les interesaba el dinero. ¿Qué ganaba monetariamente Felipe II en implantar, en mandar un hombre de un tal valor al Perú, para hacer reformas de carácter espiritual? ¡Nada!



Francisco de Toledo, Conde de Oropesa y Virrey del Perú

Ese hombre empieza a actuar, ese hombre se transforma allí en el azote, porque es un santo auténtico, que sabe azotar. Se transforma en el azote de los malos sacerdotes, reforma el Clero, etc., pero su acción se ve prestigiada por otro hombre de altas virtudes que Felipe II manda para el cargo de Virrey del Perú, y que es Don Francisco de Toledo. 

¡Cómo hemos bajado!¡Cómo hemos caído! ¡Cómo nos encontramos en un estado de cosas tan tremendo que nuestra tentación es tomarlo encima con naturalidad! A veces se dice, de ciertos habitantes primitivos del litoral, que son tan decadentes que la vida que llevan hasta les parece natural. Nosotros, los hombres del siglo XX, espiritualmente somos primitivos. Estamos en una decadencia tal que nos parece natural que haya ciertas “figuras” por ahí, gobernando, mandando, hablando, dirigiendo, etc.

No comprendemos el fondo del abismo en el que estamos, dado que lo normal es eso: que un Obispo sea como Santo Toribio de Mogrovejo. ¡Eso es lo normal! Normal es que el poder político le sea entregado a un rey o a un virrey virtuoso; no a ciertos hombres que vemos por ahí. Hasta hemos perdido esa noción…, esos padrones se echaron a perder…

Entonces, ¿qué debemos pedirle mañana a Santo Toribio de Mogrovejo?

Debemos pedirle que nos obtenga la gracia de luchar para que cese ese estado de impiedad en que la normalidad parece un cuento de hadas, un cuento de Caperucita, y este horror que existe por ahí es lo que parece lo normal. Y debemos pedirle a ese santo inquisidor la derrota del estado de cosas revolucionario y el triunfo de la Contra-Revolución, a él que como inquisidor tanto luchó por la Contra-Revolución. De lo alto de los cielos, por cierto, él oirá con benignidad y con alegría nuestra oración.

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A título ilustrativo de las dificultades por las que pasaban entonces los misioneros de Cristo transcribimos una


Carta de Santo Toribio de Mogrovejo, Arzobispo de Lima (1579-1606), dirigida a S.M. Felipe III, Rey de España e Indias, referida a la Visita que hizo el Santo a Yauyos, fechada el 18 de abril de 1603:

“Aviendo pasado algún tiempo en la ciudad de los Reyes y celebrado synodo diocesano y acudido (…) en prosecución de la Visita de la Prov. de los Yauyos (…) / catorce años que no havia ydo a confirmar a aquella gente en razón de tener otras partes remotas a que acudir (…) donde ningún prelado ni visitador ni corregidor jamás avía entrado, por los ásperos caminos y ríos que hay y aviendome determinado de entrar (…) en grandes peligros y trabajos / y en ocasión que pensé se me quebraba una pierna de una cayda sino fuera Dios servido de que yendose a despeñar una mula en una questa / a donde estava un río / se atravesara la mula en un palo de una bara de medir de largo (…) de una silla donde me cogió la pierna entre ella y el palo / aviendo jaládome la mula asia abajo y socorridome mis criados (…) / la fuerza para sacar la pierna apartando la mula del palo fue rodando por la questa abajo asia el río / y si aquel palo no estuviera allí entiendo se hiciera veynte pedazos la mula / y anduve aquella jornada mucho tiempo a pie con la familia / y lo di todo por bien empleado por haver llegado a aquella tierra y consolado a los indios y confirmádolos / y el sacerdote que iba conmigo casándolos y baptizadolos / que son cinco o seis pueblos dellos / tiénelos a su cargo un sacerdote que por tener otra doctrina no puede acudir allí sino es muy de tarde en tarde y a pie por caminos que parecen subir a las nubes y bajar al profundo (…)



AVISO 

El presente texto fue dado en conferencia , en estilo coloquial, por el autor y no ha sido revisado por él. Si el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira estuviera entre nosotros, le agradaría que hagamos constar que, si por inadvertencia hubiese algo en el texto que no estuviera de acuerdo con la enseñanza tradicional de la Iglesia, como católico apostólico romano lo rechaza categóricamente

fuente: www.pliniocorreadeoliveira.info




 



viernes, 19 de marzo de 2021

En la fiesta de San José, "ilustre Príncipe de la Casa de David" (Letanías): La Santidad, la nobleza y la jerarquía en la Sagrada Familia




Nobleza y élites tradicionales análogas

“Es propio a la nobleza y a las élites tradicionales formar con el pueblo un todo orgánico, como cabeza y cuerpo” (Plinio Corrêa de Oliveira)

La Santidad, la nobleza y la jerarquía en la Sagrada Familia

Presentamos aquí, algunos comentarios hechos por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira a la más reciente de sus obras, Nobleza y élites tradicionales análo­gas en las alocucio­nes de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana, durante una confe­rencia para los socios y cooperadores de la TFP brasileña (2-11-1992). Este magnífico libro que ya esta en su 3° edición españo­la, viene alcanzando una impresionante repercusión mundial.

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DICE el Evangelio que el Niño Jesús «crecía en sabiduría, edad y gracia delante de Dios y de los hombres» (Lc. 2,52). Si esto es verdad – y ciertamente lo es, pues son palabras inspiradas por el Espíritu Santo – es señal de que en el Hombre-Dios aún había cómo crecer. De cualquier naturaleza que fuese ese crecimiento, era un crecimiento de la perfección perfectísima para algo que era una perfección aún más perfectísima.

Por otro lado, debemos considerar todo cuan­to es Nuestra Señora: un tal cúmulo de perfeccio­nes creadas, que un Papa llegó a declarar: de Ella se puede decir todo en materia de elogio, desde que no se le atribuya la divinidad. Fue concebida sin pecado original y confirmada en gracia a partir del primer instante de su ser; no podía pecar, no podía caer en la más leve falta, porque estaba asegurada por Dios contra eso. No teniendo defectos – tal es el aspecto importante de esta consideración –, también Ella crecía constantemente en virtud.

Al lado del Niño Jesús y de Nuestra Señora estaba San José. Es difícil elogiar cualquier hombre, cualquier grandeza terrena, después de considerar la grandeza de San José. El hombre casto, virginal por excelencia, descendiente de David.

San Pedro Julián Eymard (cfr. «Extrait des écrits du P. Eymard», Desclée de Brouwer, Paris, 7° ed., pp. 59-62) dice que San José era el jefe de la Casa de David, el pretendiente le­gítimo al trono de Israel, el mismo trono que fue ocupado y derrumba­do por falsos reyes, mientras Israel era dividido y, al final, dominado por los romanos.

Triple ascensión y tres auges

San José era un varón perfec­to, modelado por el Espíritu Santo para tener proporción con Nuestra Señora. Se puede imaginar a qué auge, a qué altura, San José debió haber llegado para estar en proporción con Nuestra Señora. Es sumamente probable que también él haya sido confirmado en gracia. Entonces se puede decir que, en la humilde casa de Nazaret, a cada momento que pasaba, aquellas tres personas crecían en gracia y santidad delante de Dios y de los hombres.

San José debe haber fallecido antes del inicio de la vida pública de Nuestro Señor Jesucristo. Es el patrono de la buena muerte, porque todo lleva a creer que, en su muerte, fue asistido por Nuestra Señora y el Divino Redentor, que lo ayudaron a elevar su alma a aquella perfección pinacular para la cual él fue creado. No era la perfección de Nuestra Señora, era una perfección menor. Pero era la perfección enorme para la cual fue llamado.

Cuando su mirada turbia se iba apagando para la vida, San José –al contemplar a Aquella que era su esposa y a Aquel que jurídicamente era su hijo– se extasió con la ascensión continua de santidad de Nuestra Señora y de su Divino Hijo. Al verlos subir así, también él, a su vez, subía sin cesar en su propia santidad.

Esta triple ascensión continua en la humilde casa de Nazaret, constituyó el encanto del Creador y de los hombres: tres perfecciones que llegaron todas al pináculo a que cada una debía llegar. Eran tres auges que se amaban intensamente y se intercomprendían intensamente; perfecciones altísimas, admirables, pero desiguales, realizando una armonía de desigualdades como jamás hubo en la faz de la Tierra.

Entretanto, la jerarquía puesta por Dios entre tales sublimes desigualdades era de un orden admirablemente inverso: Aquel que era el jefe de la Casa en el plano humano era el menor en el orden sobrenatural; en cuanto al Niño, que debería prestar obediencia a sus padres, era Dios. Una inversión que nos hace amar aún más las riquezas y las complejidades de cualquier orden verdaderamente jerárquico; y que lleva al alma fiel, deseosa de meditar sobre tan elevado tema, a entonar un himno de alabanza, de admiración y de fidelidad a todas las jerarquías y a todas las desigualdades establecidas por Dios.

Paradoja: Príncipe y obrero

Otra paradoja fue también colocada por el Creador en las complejidades de este nobilísimo orden jerárquico.

San José era el representante de la Casa más augusta que hubo en todos los tiempos, pues, en cuanto de otras Casas nacieron reyes, de la Casa de David nació un Dios. Y los únicos cortesanos a la altura de esa casa son los Ángeles del Cielo.

Entretanto, por designio divino, tal jefe de la Casa de David era al mismo tiempo, trabajador manual, un carpintero. Y también Nuestro Señor Jesucristo ejerció esa actividad antes de iniciar su vida pública. Dios quiso así que las dos puntas de la jerarquía temporal se uniesen en aquel que es Hombre-Dios. En El está la condición de Príncipe real de la Casa de David, de pretendiente al trono de Israel. Pero esta condición coexiste con la de mero carpintero, obrero, en el extremo opuesto de la escala social. Esta coexistencia de perfecciones, en ambos aspectos – tanto en el de Creador­-criatura como en el otro, incomparablemente menor, de rey-obrero – reúne los extremos para reforzar la cohesión de los elementos intermediarios de la jerarquía, uniendo tales elementos por la unión de los extremos.

Así, la sacrosanta jerarquía en el interior de la Sagrada Familia no aparece apenas como un conjunto de cimas tan altas que a nuestra vista física y mental le cuesta alcanzar. Ella representa también un conjunto jerárquico, desigual pero afectuoso, entre todos los grados del orden social. De tal manera que, aquel que ocupa el lugar más alto, abraza afectuosamente el que está más bajo y dice: «En cuanto naturaleza humana somos todos iguales».

Amor desinteresado a la Jerarquía

Escogí el ejemplo de San José, de Nuestra Señora y de Nues­tro Señor Jesucristo para que se comprenda la jerarquía en lo que ella tiene de más puro, de más límpido, de más perfecto, en la cual no hay egoísmo ni pretensión. Porque existe ese puro amor de Dios, el cual genera amor a las varias jerarquías, sin la preocupación de ser mucho, de hacer mucho o de poder mucho. Es amar la jerarquía por amor de Dios.

Las almas que tienen el verdadero censo de la jerar­quía aman de este modo a los que son superiores. La palabra «majestad» tiene para ellas un sentido, un misterio, un lumen especial que torna respetables y venerables los reyes y emperadores, incluso cuando éstos, no merecen el homenaje que le es pres­tado por ser quienes son. Pero si, para aquello a que fueron llamados, en algo corresponden, ese algo, por pequeño que sea, es como el aroma de una flor incomparable, de la cual se saca una gota, cuyo perfume produce sobre el hombre recto un efecto semejante al que la santidad mayor produce sobre la santidad menor. Y eso tiene alguna analogía con lo que pasaba en la Sagrada Familia, entre las tres personas indeciblemente excelsas – una de ellas divina – que la componían.

He ahí algunas consideraciones sobre el arrobo y el entusiasmo que las verdaderas jerarquías – como aquella que existió, en grado arquetípico, en la Sagrada Familia – pueden y deben suscitar en las almas rectas y auténticamente católicas.


TFP Informa, Quito , Año XXI – N° 91 – (PSI 564), Pág. 4-5

Nobleza y élites tradicionales análogas

 


martes, 16 de marzo de 2021

Santo Padre: ¡Gracias por la respuesta al dubium! ¿Hay fecha para las 4 dubia de los cardenales? José Antonio Ureta

 

Santo Padre: ¡Gracias por la respuesta al dubium!
¿Hay fecha para las 4 dubia de los cardenales?

José Antonio Ureta

Poco más de un mes después del escándalo de Ushuaia, que indirectamente salpicaba al Papa Francisco, la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró ilícitas las ceremonias de bendición de uniones homosexuales. Y lo hizo bajo la forma de respuesta a un dubium.

Como destaqué en un anterior artículo (“Con la palabra, el Papa Francisco”) (*), las circunstancias gravísimas del caso obligaban al Papa a intervenir, so pena de que su silencio se interpretase como aprobación: se trataba de un caso en el país natal del pontífice; los “beneficiarios” fueron dos secretarios del gobierno local, uno de los cuales es trans; estaban presentes el gobernador actual y la ex-gobernadora que realizó el primer “casamiento” homosexual de América Latina; la parroquia es central en la ciudad y el celebrante fue un salesiano, la congregación más importante de toda la Patagonia; y, lo peor, la pareja declaró que el párroco había informado al obispo, lo que éste desmintió sólo a medias.

Francisco no quiso intervenir personalmente, sino a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero, en un documento que le fue presentado oficialmente en audiencia y que él aprobó. En lo esencial, declara que “no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”.

Respondiendo al dubium: “¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo?”, el Cardenal Luis Ladaria, Prefecto de la CDF, explica que, para que una relación humana pueda ser objeto de una bendición, es necesario “que aquello que se bendice esté objetiva y positivamente ordenado a recibir y expresar la gracia, en función de los designios de Dios inscriptos en la Creación y revelados plenamente por Cristo Señor”. Lo que, evidentemente, no sucede en las uniones homosexuales.

Además, agrega la declaración, una tal bendición es también ilícita “en cuanto sería en cierto modo una imitación o una analogía con la bendición nupcial”, siendo que “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

Nos alegramos que la Santa Sede haya finalmente hecho oír su voz en rápida reacción a lo sucedido el 6 de febrero en la Patagonia argentina y, más aún, para refutar a los altos prelados que se han pronunciado en favor de la celebración de tales ceremonias, las cuales manifiestan la intención clara “de aprobar y fomentar una praxis de vida que no puede ser reconocida como objetivamente ordenada a los designios revelados por Dios”.

Lamentamos, sin embargo, que el documento omita decir que las uniones estables de homosexuales son más graves y pecaminosas que aquellas esporádicas –porque endurecen al pecador en su vicio y lo llevan a la impenitencia–  y que insinúe lo contrario al tejer elogios a “la presencia en tales relaciones de elementos positivos, que en sí mismos son de apreciar y de valorar”.

Si nos alegramos de que la respuesta al dubium reitere una verdad tan evidente como aquella de que la Iglesia “no bendice ni puede bendecir el pecado” (¡no faltaba más!), quedamos un poco decepcionados por la ausencia de un agravante: que se trata de relaciones que constituyen una “depravación grave” y uno de aquellos pecados que “claman al Cielo” (Catecismo de la Iglesia Católica, n°2357 y 1867).

Nuestra satisfacción estaría colmada si el Santo Padre, aprovechando el impulso de esta declaración, diese finalmente respuesta a las cinco dubia presentadas por los Cardenales Meisner, Caraffa, Brandmüller y Burke con respecto a la correcta interpretación del capítulo VIII de Amoris laetitia.

La reputación del Papa Francisco estaría aún más comprometida si apareciese a los ojos de los católicos como connivente con la recepción sacrílega de la Sagrada Comunión por parte de divorciados recasados civilmente que si apareciese como connivente con la escandalosa “bendición” de una unión homosexual en Ushuaia.

El inicio del año Amoris laetitia, el próximo 19 de marzo, es una buena ocasión para ejercer el munus petrino, confirmando a sus hermanos en la fe y respondiendo “sí” o “no” a las cinco preguntas de los Cardenales, que aprovechamos para recordarle:

“1- Se pregunta si, según lo afirmado en Amoris Laetitia (nn. 300-305), se ha vuelto posible conceder la absolución en el sacramento de la Penitencia y, por ende, admitir a la Santa Eucaristía a una persona que, estando vinculada por el matrimonio válido, convive more uxorio con otra, sin que se hayan cumplido las condiciones previstas por Familiaris Consortio n. 84 y después afirmadas por Reconciliatio et paenitentia n. 34 y por Sacramentum caritatis n. 29. ¿La expresión “en ciertos casos” de la nota 351 (n. 305) de la exhortación Amoris laetitia puede ser aplicada a divorciados en nueva unión, que siguen viviendo more uxorio?

“2- Después de la exhortación post-sinodal Amoris laetitia (cf. n. 304), ¿sigue siendo válida la enseñanza de la encíclica de san Juan Pablo II Veritatis splendor n. 79, basada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, respecto a la existencia de normas morales absolutas, válidas, sin excepción alguna, que prohiben acciones intrínsecamente malas?

“3- Después de Amoris laetitia n. 301, ¿todavía es posible afirmar que una persona (que) vive normalmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohibe el adulterio (cf. Mt 19:3-9), se encuentra en situación de pecado grave habitual (cf. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000)?

“4- Después de las afirmaciones de Amoris laetitia (n. 302) sobre las “circunstancias atenuantes de la responsabilidad moral”, ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II Veritatis splendor n. 81, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, según la cual “las circunstancias o las intenciones no podrán nunca transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección”?

“5- Después de Amoris laetitia n. 303, ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de san Juan Pablo II Veritatis splendor n. 56, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del papel de la conciencia y afirma que la conciencia nunca está autorizada para legitimar excepciones a las normas morales absolutas que prohíben acciones intrínsecamente malas por su objeto?”

¿O habrá que esperar un escándalo en Argentina para que Vuestra Santidad se digne responder a esos insignes prelados, dos de los cuáles aguardan su respuesta ya en la eternidad?

(*) http://aristocraciacatolica.blogspot.com/2021/02/con-la-palabra-el-papa-francisco-por.html  – Blog Aristocracia y Sociedad Orgánica, aristocraciacatolica.blogspot.com

 


 

sábado, 13 de marzo de 2021

¿Por qué el sábado está dedicado a la Ssma. Virgen ? - El pedido que el contra-revolucionario tiene derecho a hacerle a la Virgen - Plinio Corrêa de Oliveira





Plinio Corrêa de Oliveira

Sabemos que el viernes es el día que nos recuerda la muerte de Nuestro Señor, y el domingo recuerda su Resurrección. La pregunta que surge es: ¿Por qué el sábado está dedicado a la Virgen? He recibido la siguiente información que transmito a Uds. y luego  comentaré.

Selección biográfica:

Después de esa época se hizo costumbre general dedicar el sábado a la Virgen. San Hugo, abad de Cluny, ordenó que en las abadías y monasterios de su orden, los sábados se cantara el Oficio y se celebrara una Misa en honor de la Santísima Virgen María. Una misa especial fue compuesta en su honor para esas ocasiones. Para el Oficio Divino regular, el Papa (Beato) Urbano II añadió el Pequeño Oficio de la Virgen para ser cantado los sábados. La devoción a la Virgen recibió un fuerte impulso a principios del siglo X con la reforma monástica que dio forma a la civilización medieval.

Hay muchas razones de por qué el sábado debe estar dedicado a la Virgen Santísima. La más conocida surgió a partir de la particular devoción que tenía el hombre medieval a la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Los Evangelios nos dicen que después de la muerte de Nuestro Señor, los Apóstoles, los discípulos y las santas mujeres no creían en la Resurrección, a pesar de que Nuestro Señor la había predicho varias veces.

Sin embargo, desde el momento en que Nuestro Señor murió en la cruz el Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección, sólo la Virgen creía en su Divinidad y, por lo tanto, sólo ella tenía una fe perfecta. Porque, como dice San Pablo: “Sin la resurrección nuestra fe sería vana”. En ese sábado, por lo tanto, en toda la tierra fue sólo Ella quien personificó la Iglesia Católica. Por esta razón el hombre medieval la honraba especialmente en este día.

Comentarios del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira:

Esta explicación no podría ser más bella. Creo, sin embargo, que es una exageración decir que las Santas Mujeres y el apóstol San Juan perdieron la fe en ese día. Sin embargo, ellos no tenían fe en la Resurrección.

A pesar del hecho de que Nuestro Señor les habló de su Resurrección en varias ocasiones,  no la comprendieron completamente. En efecto, una resurrección es una cosa tan extraordinaria, tan opuesta al orden natural, que la mente humana no se inclina a creer en ella. A pesar de que el Señor había resucitado a Lázaro —y ellos habían sido testigos de ese milagro— ellos no se dieron cuenta de que Quien había resucitado a Lázaro podía resucitarse a sí mismo.

Es casi inconcebible que un hombre resucite un muerto y, sin embargo, es más difícil imaginar que un muerto se resucite a sí mismo. ¿Cómo puede un hombre —por su propio poder— levantarse desde el abismo de la muerte y decirle a su propia alma: “Ahora, vuelve a entrar en tu cuerpo y únete con él?” Esto exige un poder mucho mayor que el que se necesita para resucitar a un muerto. Es una tal victoria, un esplendor multiplicado por otro, algo,  que la mente humana, normalmente hablando, no puede imaginar.

Podemos entender, por tanto, cómo los que estaban junto a la Virgen al pie de la Cruz —San Juan, las Santas Mujeres y algunos otros, como Nicodemo— también la acompañarían a su casa en esa hora de dolor supremo. Pero ellos no creyeron verdaderamente que Cristo iba a resucitar de la muerte. Nuestra Señora conocía y confiaba en que Él se levantaría de la muerte; los otros, no.

Aun cuando tenían un instinto sobrenatural que les decía que la historia de Nuestro Señor no había aún terminado, y que todavía quedaba por decir la última palabra , sólo la presencia de la Virgen los confirma en este instinto, no su fe en la Resurrección. Sin este instinto y sin la Virgen,  se habrían dispersado completamente. Cuando los Evangelios relatan la reacción de Santa María Magdalena al hablar con el Señor después de que Él resucitara, muestran que ella no esperaba que Él resucitaría.

Durante este período, sólo la Virgen creyó en la Resurrección. Sólo Ella tenía la Fe plena. En toda la faz de la tierra,  Ella era la única criatura con plena Fe, la más perfecta fe sin  sombra alguna de duda. Incluso en el inmenso dolor que sufrió por el pecado de Deicidio, Ella tenía absoluta certeza de esta verdad. Serena y tranquilamente, mientras esperaba la hora de la victoria que se acercaba. Esto le daba una alegría inmensa en medio de sus penas.

Dado que la fidelidad es necesaria para que el mundo no se acabe, se puede decir que, si Ella no hubiera sido fiel en esa ocasión, el mundo se habría terminado. Si la verdadera fe hubiese desaparecido de la faz de la tierra, entonces la Divina Providencia habría acabado con el mundo. Por lo tanto, es por causa de su fidelidad que la historia continuó, y que las promesas del Antiguo y Nuevo Testamento que afirmaban que el Mesías reinaría sobre toda la tierra, y sería el Rey de la Gloria y el centro de la historia, tuvieron continuidad. Esas promesas no habrían podido cumplirse sin la fidelidad de la Virgen en ese período.

Todas esas promesas vivían en su alma. Ella se convirtió en el portal de todas las esperanzas en el futuro. En su alma, como una semilla, estaba toda la grandeza que la Iglesia Católica desarrollaría a través de los siglos, todas las virtudes que practicarían los santos.

Por lo tanto, podemos decir que esas horas de la vida de la Virgen son particularmente bellas, tal vez las más bellas de su vida. Uno podría preguntarse si ese tiempo de fidelidad era aún más hermoso que el período en que Nuestro Señor vivió en su seno como en un tabernáculo. ¿Era más hermoso que Ella llevara al Mesías en su cuerpo o abarcar la Santa Iglesia, el Cuerpo místico de Cristo, en su alma? Es una pregunta que puede discutirse.


Su fidelidad nos recuerda las palabras de Edmond Rostand en su Chantecler: “Es por la noche que es bello creer en el amanecer”. Creer en la luz al mediodía no tiene ningún mérito particular. Pero creer en la luz en la hora más oscura de la noche, cuando se tiene la impresión de que todo se ha sumido en la oscuridad para siempre, es realmente algo hermoso.

Nuestra Señora creyó en la luz en esa terrible noche mientras sostenía su cuerpo muerto en su regazo, mientras lo preparaba con los aceites perfumados para el sepulcro, mientras tocaba las heridas de su cuerpo que  testimoniaba la tremenda derrota . Aún entonces Ella creyó en la Resurrección, e  hizo un tranquilo acto de fe. Ella consideraba todas esas heridas como de poca importancia; Él había prometido que resucitaría de la muerte, y lo haría. Ella creía. Ella no tenía la menor duda.

Este es sin duda uno de los momentos más hermosos de su vida. Desde que esto ocurrió en el Sábado Santo, entendemos por qué la Iglesia eligió el sábado para conmemorar a la Virgen. Hasta el fin del mundo, todos los sábados se consagran a Ella. Es justo. Cumple la profecía del Magnificat: “Todas las generaciones me proclamarán bienaventurada”.

Aplicación para nuestra lucha

Todos los sábados  el contra-revolucionario tiene el derecho de pedirle a la Virgen que tenga piedad especial sobre él, porque él recibió una misión análoga a la de Ella. De hecho, vivimos en un tiempo que está en la plena oscuridad de la noche. Sabemos que la Iglesia Católica es inmortal, pero, humanamente hablando, la Iglesia tradicional ha desaparecido. Además, en casi todas las esferas de la actividad humana, sólo vemos corrupción y miseria. A nuestro alrededor la inmoralidad, la rebelión, la abyección, el egoísmo, la ambición, el fraude y el reinado de la desesperación… Todo atestigua la muerte casi completa de la civilización cristiana.

Hay, sin embargo, un vaso de elección, un vaso que la Virgen escogió para que sea de gloria y honor, un vaso de castidad y fidelidad. En este vaso Nuestra Señora recogió el sentido católico del pasado, su devoción, el amor por todas las tradiciones católicas abandonadas por otros. Ella también es este vaso de esperanza y de certeza de su Reino. Es el vaso de la Contra-Revolución. En esta terrible noche, por las bendiciones de la Virgen, el alma del contra-revolucionario es un vínculo entre el pasado y el futuro.

Aquel que pertenece a este resto cree en su promesa. Él tiene la certeza de que el Corazón Inmaculado de María triunfará. Esta certeza le da tranquilidad en medio de los mayores sufrimientos,  una posición de alma similar a la que Nuestra Señora tuvo el Sábado Santo.

Hasta que llegue el Reino de María, vivimos en un largo Sábado Santo en el que todo lo que amamos está en el sepulcro; despreciado, odiado y abandonado por completo. No obstante, tenemos la certeza de que la victoria será nuestra. Ella nos escogió para ser sus contra-revolucionarios, para repetir e imitar su fidelidad en nuestros tristes tiempos.

Esta es la oración que podríamos recitarle los sábados: Oh Corazón Sapiencial e Inmaculado de María, haz mi corazón semejante al tuyo. Cuando todo lo que me rodea afirma lo contrario, cuando el mundo parece derrumbarse, las estrellas caen del cielo y las columnas de la tierra se desploman, aún en esa calamidad, dadme la serenidad, la paciencia, el celo apostólico y el coraje de decir: “Por fin tu Inmaculado Corazón triunfará.”

Nota: La transcripción de esta conferencia del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira a los socios y cooperadores de la TFP, mantiene un estilo verbal, y no ha sido revisada por el autor.

Agradecemos esta publicación a la ASOCIACIÓN CIVIL FÁTIMA LA GRAN ESPERANZA y a Nobleza.org


miércoles, 3 de marzo de 2021

Visiones de la Beata Isabel Canori Mora - Un siglo antes que Fátima la Providencia ya alertaba al mundo - Por Luis Dufaur para Tesoros de la Fe - Perú

Beata Isabel Canori Mora (retrato perteneciente al período de su vida anterior al de recibir la gracia de las revelaciones)





 


Especiales

Un siglo antes que Fátima la Providencia ya alertaba al mundo


Las visiones y revelaciones de la Beata Isabel Canori Mora en el contexto del Mensaje de Nuestra Señora de Fátima: previsión de tragedias y esperanzas



Luis Dufaur



El mensaje de Fátima no es un hecho aislado en la Historia. En las grandes ceremonias —por ejemplo, en una procesión de los buenos tiempos— el personaje principal (cardenal, obispo o sacerdote) es precedido por un cortejo de creciente jerarquía. Así, la gran intervención de la Madre de Dios en la Cova da Iria vino siendo preludiada por una serie de mensajes del cielo, cada vez más apremiantes, a través de santos y bienaventurados


En Fátima, la Santísima Virgen denunció una decadencia, que caminaba hacia la inmoralidad más completa y el orgullo más radical, cuyo desenlace lógico era un castigo de proporciones inimaginables. Tal decadencia por cierto no comenzó en 1917. Ella era consecuencia de un proceso que venía desde el final de la Edad Media, época en que, según León XIII, “la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados […] la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad”.1

Se puede decir, por un lado, que el espíritu de las tinieblas que anima tal decadencia fue comunicando sus designios impíos a través de verdaderos heraldos de la iniquidad. Son ejemplos de eso: Lutero y Calvino, en el protestantismo; Dantón y Robespierre, en la Revolución Francesa; Marx y Lenin, en la revolución comunista; y aún los anárquicos líderes de la revolución de mayo de 1968. En nuestros días, el propio Lucifer se está haciendo patente en el rock, en la televisión, en el cine y en otros medios de comunicación social, y hasta en cultos aberrantemente satánicos. Ante nuestros ojos se configura un contexto cultural cada vez más parecido al escenario ideal para la manifestación del rey del infierno.

Providenciales advertencias al mundo entero

Por otro lado, desde el comienzo del proceso revolucionario no faltaron graves advertencias en la voz de Papas, santos y autores contrarrevolucionarios. Y hasta del propio cielo, a través de privilegiados intermediarios de Nuestra Señora y su Divino Hijo. Estas revelaciones a la flor y nata de las almas forman un fondo de cuadro ordenado armónicamente en torno de Fátima, el mensaje de centralidad monárquica, comunicado directamente por la Madre de Dios.

Tesoros de la Fe, por su estilo y espíritu lógico y racional —que podría llamarse ignaciano— inspirado en el pensamiento y la personalidad original del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, es contraria a la búsqueda ansiosa e imprudente de visiones, revelaciones y fenómenos extraordinarios, que, lamentablemente, tanto se difunden en nuestros días. Pero se abre a ellos, en toda la medida en que la Iglesia recomienda, cuando se trata de hechos inequívocos, debidamente documentados, analizados y aprobados oficialmente por la autoridad eclesiástica. Y los acoge con la medida de prudencia adecuada para el análisis de fenómenos que no pertenecen al cuadro de la Revelación oficial.

Entre esos hechos, un reducido número es particularmente conforme, en espíritu y en la forma, con el mensaje de Fátima. Poco conocidas por el público latinoamericano, en ese sentido, son las visiones de la Beata Isabel Canori Mora (1774-1825).

La Beata Isabel las escribió de su propio puño en centenares de páginas dirigidas a su confesor, hoy celosamente custodiadas en el archivo de los Padres trinitarios, en San Carlino (San Carlo alle Quattro Fontane), Roma.2 Algunas circunstancias dispusieron que una copia de primera mano llegase hasta nosotros, permitiéndonos cotejarla folio por folio. Pero en 1996 la Libreria Editrice Vaticana, con el imprimatur de la diócesis de Roma, editó tales escritos en su integridad, siguiendo la ortografía y gramática italiana actual, con loable adecuación y respeto por el original.3

Estos manuscritos pueden asombrar a más de un fiel poco precavido. El censor teológico, que el 5 de noviembre de 1900 emitió un sabio y noble juicio, eximiéndolos de errores, sintió la necesidad de deshacer las objeciones que se podrían levantar contra las revelaciones más sorprendentes de la Beata, hoy elevada a los altares (ver recuadro abajo).

Breves datos biográficos de la Beata Isabel

Isabel Canori es hija de Tomás Canori, gran propietario de tierras romano, y de Teresa Primoli, aristocrática dama de la Ciudad de los Papas. Después de recibir una esmerada educación familiar, se casó con un joven abogado, Cristóbal Mora, hijo de un acaudalado médico de la propia Roma, el 10 de enero de 1796. Del matrimonio nacieron cuatro hijas, dos de las cuales murieron prematuramente.


Retrato de la Beata Isabel a los 22 años, oveja, al lado de sus manuscritos

Todo auguraba al nuevo matrimonio un futuro brillante, pero la tragedia llegó pronto. El marido se entregó a la vida disoluta, arruinó a la familia y abandonó el hogar, seducido por una mujer de mala vida. Fue apresado por la policía pontificia, primero en una cárcel, después en un convento. Juró cambiar de vida, pero al retornar a su hogar intentó repetidas veces asesinar a su esposa Isabel. Ella mantuvo una fidelidad heroica, ofreciendo enormes sacrificios por su marido. Y profetizó que él terminaría sus días como sacerdote.

Así fue. Luego del fallecimiento de la Beata, el 5 de febrero de 1825, Cristóbal cayó en sí y se hizo religioso, llevando una vida ejemplar de penitencia. Fue ordenado sacerdote y murió rodeado de gran consideración.

Abandonada por el esposo e incomprendida por los familiares, Isabel hubiera caído en la miseria si no la hubiesen auxiliado benefactores compasivos. Entre ellos se encontraban Prelados romanos, que narraron al Papa Pío VII sus méritos. El Pontífice, beneficiado por las oraciones y sacrificios de Isabel, concedió privilegios poco comunes a la capilla privada de su humilde casa.

Su causa de beatificación fue introducida en 1874, durante el pontificado del Beato Pío IX. Pío XI aprobó el decreto de heroicidad de virtudes en 1928. Y Juan Pablo II beatificó a Isabel Canori Mora el 24 de abril de 1994.

Como en Fátima, la denuncia del pecado

En Fátima, la Santísima Virgen fue preparando poco a poco a los tres pastorcitos para que se abrieran a la revelación de la inmensidad del pecado cometido por la humanidad y a la amplitud de la penitencia que venía a pedir.

Dios actuó de modo análogo con relación a la Beata Isabel. En la Navidad de 1813, ella fue arrebatada a un lugar inundado de luz, donde innumerables santos rodeaban un humilde pesebre. Desde él, el Niño Jesús la llamaba dulcemente. La propia Isabel describe sin preocupaciones literarias la sorpresa que tuvo:

“De solo pensar, me causa horror. […] vi a mi amado Jesús recién nacido bañado en su propia sangre […], en ese momento comprendí por vía intelectual cuál era la razón de tanto derramamiento de sangre del Divino Infante apenas nacido. […] La mala conducta de muchos sacerdotes seculares y regulares, de muchas religiosas que no se comportan según su estado, la mala educación que es dada a los hijos por parte de sus padres y madres, como también por aquellos a quienes incumbe una obligación similar. Éstas son las personas por cuyo buen ejemplo debe aumentar el espíritu del Señor en el corazón de los demás. Pero ellos, por el contrario, apenas nace [el espíritu de Nuestro Señor] en el corazón de los niños, le persiguen a muerte con su mala conducta y malas enseñanzas”.4

Conspiración contra la Iglesia, revelada por Dios

A partir de entonces, Dios le fue revelando el lamentable accionar de ciertos sectores eclesiásticos que atraían la cólera divina, en complicidad con la Revolución que derrumbaba tronos y seculares costumbres cristianas en el orden temporal. Tales visiones patentizan, un siglo antes de las revelaciones en la Cova da Iria, que el mal ya se había infiltrado en la Iglesia y en la sociedad civil. Se ve bien que en Fátima la Madre de Dios hizo una advertencia final sobre este mal, que progresaba a pesar de todos los avisos en sentido contrario.

Los ángeles condujeron espiritualmente a la beata Isabel a los antros secretos donde se tramaba esta conjuración. Cada vez, nuevas aberraciones le eran desvendadas. El 24 de febrero de 1814 le fueron exhibidas escenas que recuerdan la crisis de los días en que vivimos: “Veía —narra ella— a muchos ministros del Señor que se despojaban unos a otros; muy rabiosamente se arrancaban los paramentos sagrados; veía cómo eran derribados los altares sagrados por los propios ministros del Señor”.5

El 22 de mayo de aquel mismo año, mientras rezaba por el Santo Padre, “lo vi viajando rodeado de lobos que […] complotaban para traicionarlo”.6 La visión se repitió los días 2 y 5 de junio. En esta última, narra la vidente: “Vi el sanedrín de lobos que lo circundaban [al Papa Pío VII, entonces reinante] y dos santos ángeles que lloraban. Una santa osadía me inspiró a preguntarles la razón de su tristeza y de su llanto. Ellos, contemplando la ciudad de Roma con ojos llenos de compasión, dijeron lo siguiente: «Ciudad miserable, pueblo ingrato, la justicia de Dios te castigará»”.7

“Todo el mundo estaba en caos”

El 26 de enero de 1815, los ángeles le mostraron a muchos eclesiásticos que “bajo el manto de bien, persiguen a Jesús Crucificado y a su santo Evangelio”, y que “como lobos rabiosos tramaban derribar al jefe de la Iglesia de su trono”.8 Entonces ella fue llevada “a ver el cruel estrago que la justicia de Dios está por hacer entre aquellos miserables: con sumo terror, veía que alrededor mío fulguraban los rayos de la Justicia irritada. Vi edificios cayendo en ruinas. Las ciudades, provincias enteras, todo el mundo estaba en caos. No se oía otra cosa sino débiles voces implorando misericordia. El número de muertos era incalculable”.9

No obstante, lo que más le impresionó fue ver a Dios indignado. En un lugar altísimo y solitario, vio a Dios representado por “un gigante fuerte y airado hasta el extremo contra aquellos que lo perseguían. Sus manos omnipotentes estaban llenas de rayos, su rostro estaba repleto de indignación: sólo su mirada bastaba para incinerar al mundo entero. No había ni ángeles ni santos que lo circundasen, sino sólo su indignación lo circundaba por todas partes”.10

Tal visión duró apenas un instante. Según la Beata Isabel, “si hubiese durado un momento más, ciertamente yo habría muerto”.11 La descripción anterior recuerda la visión del infierno presenciada por Lucía, Francisco y Jacinta. Entre ambas visiones existe una profunda correlación. Mientras que a la Beata Dios le manifestó su justa indignación por las ofensas que sufre, Nuestra Señora en Fátima apuntó el destino de las almas que ofenden a Dios y mueren impenitentes.

La gravedad del pecado de apostasía del mundo

El 13 de junio de 1917, Nuestra Señora en Fátima mostró a los pastorcitos su Inmaculado Corazón rodeado de espinas, en señal de los “ultrajes que recibe por los pecados de los hombres”. En la Navidad de 1816, le fue asimismo mostrado a la Beata Isabel cuánto ofenden a la Santísima Virgen esos ultrajes. Se puede entrever un límite de pecado, que la misericordia de la Reina del Cielo no permitirá que sea sobrepasado.

La Beata Isabel vio a María Santísima “triste y dolorosa”. Le preguntó entonces la razón de su dolor. “La Madre de Dios se volvió hacia mí y dijo: «Contempla, oh hija, contempla la gran impiedad». Oyendo estas palabras, vi que unos apóstatas osadamente intentaban arrancar temerariamente a su Santísimo Hijo de su purísimo seno y de sus santísimos brazos. Ante este gran atentado, la Madre de Dios no pedía más misericordia para el mundo, sino justicia al Divino Padre Eterno; el cual, revestido de su inexorable justicia y lleno de indignación, se volvió hacia el mundo. En aquel momento toda la naturaleza entró en convulsión, y el mundo perdió su recto orden, y se formó sobre la tierra la mayor infelicidad que se pueda contar o imaginar. Una cosa tan deplorable y aflictiva que dejará al mundo reducido a la última desolación”.12

Presciencia de los castigos vaticinados en Fátima

El velo que envuelve los castigos anunciados en 1917, de alguna manera fue levantado para la Beata Isabel. Lo que ella vio nos sirve para entender mejor lo que la Santísima Virgen previó después en la Cova da Iria.

En efecto, el 7 de junio de 1815 Dios Nuestro Señor le mostró, una vez más, el castigo que atraían sobre la humanidad aquellos “lobos rapaces con piel de oveja, […] acérrimos perseguidores de Jesús Crucificado y de su Esposa, la Santa Iglesia”. “Me parecía —escribió— ver a todo el mundo en convulsión, especialmente la ciudad de Roma. […] ¿Qué decir del Sacro Colegio? A causa de la variedad de opiniones, unos habían sido dispersados, otros abatidos, otros despiadadamente asesinados. De un modo similar o aun peor eran tratados el clero secular y la nobleza. El clero regular no sufría la dispersión total, pero era diezmado. Innumerables eran los hombres de toda condición que perecían en esa masacre, pero no todos se condenaban. Muchos eran hombres de buenas costumbres, y muchos otros de vida santa”.13



La Beata venerando una miniatura de Jesús Nazareno

En la fiesta de San Pedro y San Pablo de 1820, la Beata contempló proféticamente al Príncipe de los Apóstoles descendiendo de los cielos revestido con los paramentos pontificales y rodeado por una legión de ángeles. Con su báculo, trazó sobre la tierra una vastísima cruz, y a los cuatro lados de ella hizo aparecer cuatro árboles en pleno verdor, también con forma de cruz, envueltos en una luz brillantísima. Debajo de aquellos árboles-cruces quedaban “refugiados y libres del tremendo castigo” todos los buenos fieles, religiosos y religiosas. “Pero, ay de aquellos religiosos y religiosas inobservantes que despreciaron las santas reglas, ¡ay!, ¡ay! porque todos perecerán bajo el terrible flagelo. Y esto va para todos […] aquellos que se entregan al libertinaje y van detrás de las falsas máximas de la reprobable filosofía de hoy”.14

Tan graves amenazas tal vez pudiesen parecer exageradas en los tiempos de Isabel Canori, en que —no obstante el avance de la Revolución anticristiana— se encontraban en la Iglesia numerosos santos y almas de virtud insigne. Así, tales palabras parecen dictadas más para éste triste comienzo del siglo XXI. ¿Quién, en rigor, sin auxilio de luces proféticas, podría haber imaginado que la crisis en la Iglesia llegaría al punto que alcanzó en nuestros días? En vista de ello, se comprende que Dios haya querido manifestar especialmente su cólera e indignación a la beata Isabel. Pero, lamentablemente, todo indica que, como en Fátima, el mensaje divino transmitido por la Beata no fue tomado en su debida consideración.

Venganza divina contra los enemigos de la Iglesia

Siguiendo la narración de la visión, ella relata que San Pedro regresó al cielo. Entonces, en la tierra “el firmamento quedó cubierto de un color azul tenebroso, que sólo de mirarlo causaba terror. Un viento caliginoso hacía sentir su soplo impetuoso por todas partes. Con un vehemente y tétrico silbido aullando en el aire, como fiero león con su feroz rugido, hacía resonar sobre toda la tierra su horripilante eco.

“El terror y el espanto pondrán a todos los hombres y todos los animales en un estado de supremo pavor, todo el mundo estará en convulsión y se matarán los unos a los otros, se despedazarán mutuamente sin piedad. En el tiempo de la sanguinaria pugna, la mano vengadora de Dios pesará sobre esos infelices, y con su omnipotencia castigará el orgullo, la temeridad y su desvergonzada arrogancia; Dios se servirá de las potencias de las tinieblas para exterminar a esos hombres sectarios, inicuos y criminales que pretenden derribar, erradicar la Iglesia Católica, nuestra Santa Madre, por sus raíces más profundas y arrojarla por tierra […].

“Dios se reirá de ellos y de su maldad, y con un sólo gesto de su mano derecha omnipotente castigará a esos inicuos, permitiendo a las potestades de las tinieblas que salgan del infierno; y estas grandes legiones de demonios recorrerán todo el mundo, y por medio de grandes ruinas ejecutarán las órdenes de la Divina Justicia, a la cual estos espíritus malignos están sometidos, de manera que no podrán hacer ni mayor ni menor daño de lo que Dios permitirá, a los hombres, a sus bienes, a sus familias, a sus aldeas, ciudades, casas y palacios, y cualquier otra cosa que subsistirá sobre la tierra […].

“Dios permitirá que esos hombres inicuos sean castigados por medio de la crueldad de demonios feroces, porque se sometieron voluntariamente a la potestad del demonio y se confederaron con él para causar daño a la Santa Iglesia Católica. […] Me fue mostrada la horrenda cárcel infernal. Vi abrirse en la mayor profundidad de la tierra una caverna tenebrosa y espantosa, llena de fuego, de donde vi salir a muchos demonios, los cuales, tomando unos una figura y otros otra, unos de animal y otros de hombre, venían todos a infestar el mundo y a hacer por todas partes maleficios y ruinas […]. Devastarán todos los lugares donde Dios ha sido y es ultrajado, profanado, sacrílegamente tratado, donde se ha practicado la idolatría. Todos esos lugares serán demolidos, arruinados y se perderá todo vestigio de ellos”.15

Triunfo y honra de la Iglesia, tal como ha sido previsto en Fátima

La similitud con los trágicos anuncios de Nuestra Señora en Fátima se extienden más allá de los castigos. Ante la mirada de la Beata, Dios expuso en muchas ocasiones una maravillosa restauración futura de la Iglesia. Estas revelaciones ilustran magníficamente aspectos de lo que ha de ser el triunfo del Inmaculado Corazón de María.

En aquella misma visión del 29 de junio de 1820, después de los purificadores castigos que se han descrito, la beata Isabel vio a San Pedro regresar del cielo en un majestuoso trono pontifical. A continuación, bajó con gran pompa el Apóstol San Pablo. Él “recorría todo el mundo y encadenaba aquellos espíritus malignos e infernales, y los conducía ante el Apóstol San Pedro, el cual, con una orden llena de autoridad, volvía a confinarlos en las tenebrosas cavernas de las cuales habían salido […]. En ese momento se vio aparecer sobre la tierra un bello resplandor, que anunciaba la reconciliación de Dios con los hombres”.16

La pequeña grey de católicos fieles, refugiada bajo los árboles en forma de cruz, fue entonces conducida a los pies del trono de San Pedro. “El santo escogió al nuevo Pontífice —añade la vidente—, toda la Iglesia fue reordenada según los verdaderos dictámenes de los Santos Evangelios; fueron restablecidas las ordenes religiosas, y todas las casas de los cristianos se convirtieron en otras tantas casas penetradas de religión; tan grande era el fervor y el celo por la gloria de Dios, que todo era ordenado en función del amor de Dios y del próximo. De esta manera tomó cuerpo en un momento el triunfo, la gloria y la honra de la Iglesia Católica: Ella era aclamada por todos, estimada por todos, venerada por todos, todos decidieron seguirla, reconociendo al Vicario de Cristo, el Sumo Pontífice”.17

“Cinco herejías infectan el mundo”

Nuestro Señor le dijo a inicios de 1821: “Yo reformaré a mi pueblo y a mi Iglesia. Mandaré sacerdotes celosos para predicar mi fe, formaré un nuevo apostolado, enviaré al divino Espíritu Santo a renovar la tierra. Reformaré las órdenes religiosas por medio de nuevos reformadores santos y doctos. Todos tendrán el espíritu de mi dilecto hijo Ignacio de Loyola. Daré un nuevo Pastor a mi Iglesia, docto, santo, repleto de mi espíritu. Con santo celo reformará la grey de Jesucristo”.18 Y añade: “Él me hizo conocer muchas otras cosas concernientes a esta reforma. Varios soberanos sustentarán a la Iglesia Católica y serán verdaderos católicos, depositando sus cetros y coronas a los pies del Santo Padre, Vicario de Jesucristo. Varios reinos abandonarán sus errores y volverán al seno de la fe católica. Pueblos enteros se convertirán y reconocerán como religión verdadera la fe de Jesucristo”.19

Dios le hizo ver en varias ocasiones una esplendorosa nave nueva, símbolo de la Iglesia restaurada, que estaba siendo armada por los ángeles. También, el 10 de enero de 1824, le mostró el principal obstáculo para la conclusión de esa nave. Ella vio cinco árboles de desmesurado tamaño: “Observé que estos cinco árboles con sus raíces alimentaban y producían un enmarañadísimo bosque de millones de plantas estériles y selváticas”. Dios le hizo entender que esos cinco enigmáticos árboles simbolizaban “las cinco herejías que infectan el mundo en nuestro tiempo”.20

Falsas máximas y los errores esparcidos por Rusia

El 22 de enero de 1824, la Beata Isabel conoció que aquel bosque maldito representaba un número incontable de almas, las cuales, “porque tienen una conciencia depravada, pueden ser denominadas almas sin fe, sin religión, porque piensan en todo, menos en aquello que todo buen católico esta obligado a pensar, porque hacen de todo, menos aquello que deben hacer. […] Aquellas míseras plantas son tenidas por el divino Señor no solamente en cuenta de estériles, también de nocivas y pésimas, que merecen ser arrojadas al fuego eterno”.21

La vidente escuchó que las cinco aludidas herejías se identificaban con las “falsas máximas de la filosofía de nuestro tiempo”. Máximas éstas que, según ella, estaban en la médula de los movimientos revolucionarios de su época, inspiradas en el espíritu y en las doctrinas de la Revolución Francesa. Tales máximas orientaban la conjuración que subvertía la Iglesia y el orden sociopolítico.

Aquí se presenta aún una relación más con el mensaje de Fátima. Pues en él, la Santísima Virgen señaló a la difusión de los errores de Rusia —es decir, el comunismo— como uno de los castigos que vendrían si el mundo no se enmendaba. Ahora bien, los errores comunistas —inclusive en sus formulaciones más actualizadas— son consecuencia necesaria y directa de las “falsas máximas” que la Beata Isabel mostró insistentemente como la médula del proceso de subversión del orbe católico.

Podemos, pues, ver en esas imágenes y expresiones una alusión a la Revolución anticristiana, tan sabia y penetrantemente denunciada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en sus obras, y contra la cual debemos mantener en alto el estandarte de la militancia católica en estos tiempos de abismales defecciones y celestiales expectativas.

Queda confirmada la certeza en las promesas de Fátima

La Beata Isabel cerró los ojos a esta vida el 5 de febrero de 1825, casi un siglo antes de la gloriosa manifestación de Nuestra Señora en Fátima. Sin embargo, sus visiones y revelaciones —de las cuales trascribimos aquí apenas algunas muestras— parecen destinadas especialmente para el conocimiento de nuestros contemporáneos. Ellas patentizan el grandioso designio divino que transpone la historia. Pues muestran que el plan del Reino de María —como fue profetizado en Fátima— es como un inmenso palacio que la Divina Providencia viene preparando desde hace siglos. Y cuyo perfeccionamiento sobrepujará toda especulación humana.

Por todo ello, las visiones y revelaciones de la Beata Isabel Canori Mora refuerzan aún más la idea de la centralidad del mensaje de Fátima y la certeza del cumplimento de la promesa de la Santísima Virgen a los tres pastorcitos en 1917: “¡Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!” 

Notas.-

1. León XIII, Encíclica Immortale Dei, 1.XI.1885, Bonne Presse, París, vol. II, p. 39.

2. Se trata del manuscrito MS —132.

3. La mia vita nel Cuore della Trinità — Diario della Beata Elisabetta Canori Mora, sposa y madre, Libreria Editrice Vaticana, 1996, 765 pp. Imprimatur del Vicariato de Roma, P. Luigi Moretti, secretario general, 31-8-1995.

4. La mia vita nel Cuore della Trinità, op. cit., p. 158-160.

5. Op. cit., p. 164.

6. Op. cit., p. 192.

7. Op. cit., p. 193-194.

8. Op. cit., p. 257.

9. Op. cit., p. 257-258.

10. Id. ibid.

11. Id. ibid.

12. Op. cit., p. 411-412.

13. Op. cit., p. 285-286.

14. Op. cit., p. 489-493.

15. Id. ibid.

16. Id. ibid.

17. Id. ibid.

18. Op. cit., p. 524-526.

19. Id. ibid.

20. Op. cit., p. 701-703.

21. Op. cit., p. 704.

Juicio del censor eclesiástico sobre los escritos de la beata Isabel Canori


El 5 de noviembre de 1900, el censor eclesiástico encargado por la Santa Sede para examinar los manuscritos de la Beata Isabel Canori Mora emitió juicio formal, en el cual afirma:

“En todos los escritos de la referida sierva de Dios Isabel Canori Mora no hay nada contrario a la fe y a las buenas costumbres, como tampoco se encuentra ninguna doctrina innovadora o peregrina, o ajena al modo de sentir común y consuetudinario de nuestra Santa Madre Iglesia”.

El censor, sin embargo, observa que se podrían presentar objeciones en cuanto a “ciertas visiones y revelaciones que se refieren especialmente a prelados mayores y menores de Roma, en las cuales aparecen descritos con colores bastante cargados y en proporciones que parecerían apropiadas para escandalizar a los fieles, y a las cuales parecería convenir la calificación de malsonantes u ofensivas a los oídos píos”.

Para apartar esa eventual objeción, el censor eclesiástico aclara, entre otras cosas, que “lamentaciones de este género, expresadas a veces con lenguaje aún más vibrante, no son absolutamente ninguna novedad en los escritos de los siervos de Dios, para los cuales, si era doloroso ver la corrupción en el pueblo, mucho más lo era tener que deplorarlo en los ministros del santuario”.

Después de explicar cuán arduo sería intentar probar que sean falsas las visiones de la Beata Isabel, y cómo no sería difícil mostrar que son auténticas, concluye: “Las palabras de la sierva de Dios, antes que malsonantes u ofensivas a los oídos píos, deben ser consideradas muy útiles, especialmente a los sacerdotes que las lean”.

El celoso censor expresó también el deseo de que “la autobiografía de nuestra venerable sierva de Dios pueda ver la luz, apenas sea posible y conveniente”, pues estas páginas “a muchas almas bien dispuestas, y no dadas a despreciar las maravillas de Dios en sus santos, no dejarán de ser igualmente provechosas”.

Sacra Rituum Congregatione, Beatificationis et canonizationis Ven. Servae Dei Elisabeth Canori Mora. Prima positio super virtutibus, Ex Typographia Pontificia in Instituto Pii IX, Roma, 1914. Iudicium Censoris Theologi super scriptis Ven. Servae Dei Elisabeth Canori Mora.


lunes, 1 de marzo de 2021

Un tema cada día más actual: Licitud del derecho a resistir el "cambio de paradigma" del Papa Francisco - Por José Antonio Ureta

 

Un tema cada día más actual para quien ama la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana fundada por Nuestro Señor Jesucristo:

Licitud del derecho a resistir el "cambio de paradigma" del Papa Francisco - Por José Antonio Ureta - 



Trecho del libro 
'El "cambio de paradigma" del Papa Francisco: ¿continuidad o ruptura en la misión de la Iglesia?
Por José Antonio Ureta
23 de octubre de 2019

Cardenal Maradiaga: "El Card. Burke es un pobre hombre..."

El Papa Francisco organizando el Síndo del Amazonas, otro "cambio de paradigma" 

Licitud de la resistencia
...Ante esta situación general, es lícito no sólo estar perplejo sino también resistir, conforme el modelo enseñado por San Pablo (Gál. 2:11). 
No se trata de poner en tela de juicio la autoridad pontificia -ante la cual nuestro amor y veneración no deben sino crecer-, mas el propio amor al Papado debe llevarnos a resistir los gestos, declaraciones y estrategias político-pastorales que contrasten con el depositum fidei [Depósito de la Fe] y la Tradición de la Iglesia. 
Si bien ninguna herejía puede ser enseñada infaliblemente por los Papas, también es verdad que un Papa puede equivocarse al no hacer uso del carisma de la infalibilidad o al tratar de una cuestión no amparada por éste. Y en tal caso, por amor a la verdad y a la Iglesia, los fieles pueden y deben resistir.
Todo fiel que verdaderamente ama a la Iglesia siente gran respeto y afecto por el Papado, la Sagrada Jerarquía y el magisterio eclesiástico. Tal unión espiritual lo lleva a considerar inimaginable o a admitir al menos como improbable que la Iglesia pueda equivocarse, inclusive en asuntos disciplinarios. Esta actitud psicológica se vio reforzada por el renovado prestigio adquirido por el Papado con la proclamación de los dogmas de la Primacía de Jurisdicción del Sucesor de Pedro y de la Infalibilidad Pontificia, en la Constitución Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I, promulgada por el Beato Pío IX.
A lo largo del siglo XX, sin embargo, y más aún en la crisis que se manifestó particularmente en el Concilio Vaticano II -cuyos episodios más notorios fueron la rebelión de prelados y teólogos progresistas contra documentos pontificios de contenido tradicional, como las encíclicas Humanae vitae y Veritatis Splendor-, una posición equivocada comenzó a expresarse en la actitud de algunos de entre los mejores católicos conservadores. Dicha posición consistía en criticar a los progresistas no tanto por apartarse de la enseñanza tradicional sino por atacar la enseñanza del Papa reinante; de modo que, en el subconsciente de quienes así actuaban, la regla de la ortodoxia dejó de ser ante todo la conformidad con las enseñanzas de la Sagrada Escritura y la Tradición, y pasó a ser la concordancia con el magisterio más reciente como si fuera la suprema regla de fe.
Este desvío, llamado por algunos "magisterialismo" 1 , condujo inevitablemente a una forma de positivismo magisterial muy parecido al positivismo legal. Así como éste sostiene que la ley es ley no por ser justa, sino por haber sido promulgada por la autoridad competente, el positivismo magisterial afirma que, por constituir el magisterio actual la regla suprema, todo lo que el Papa del momento afirme -y los obispos que lo siguen-, tiene que ser verdadero 2 .
Las novedades magisteriales implícitas en el cambio de paradigma del Papa Francisco dieron lugar a esta situación paradójica: mientras los conservadores afectados por el "magisterialismo" quedaban paralizados ante la perspectiva de tener que estar en desacuerdo con el Papa reinante, los antiguos rebeldes se convertían en adalides del magisterio papal.
De hecho, según los prelados, teólogos e intelectuales que favorecen el ralliement [la unión] de la Iglesia con la Modernidad -es decir, con la Revolución anticristiana-, los fieles católicos estarían obligados en conciencia a acompañar el rumbo que el Papa Francisco le ha estado imprimiendo a la Iglesia, y no les sería lícito estar en desacuerdo con sus enseñanzas, o resistir a sus orientaciones y decisiones en esta dirección.
Es síntomático, en cuanto a la controversia relativa a la Comunión a los divorciados vueltos a casar, el que las figuras representativas de la corriente progresista, y otras cercanas al Papa Francisco, hayan afirmado que su visible cambio de orientación sería consecuencia de la acción directa del Espíritu Santo, y que rechazarlo sería , por lo tanto, oponerse a los propósitos de Dios.
¿Es realmente preferible "equivocarse con el Papa, que tener razón contra él"?

Mons. Pio Vito Pinto, Decano de la Rota romana
El caso más significativo es el de Mons. Pio Vito Pinto, Decano de la Rota Romana, quien, en entrevista a Religión Confidencial, declaró que aquellos que expresan dudas con respecto a Amoris laetitia están cuestionando "dos sínodos de obispos sobre el matrimonio y la familia. ¡No sólo un sínodo sino dos! Uno ordinario y otro extraordinario. No se puede dudar de la acción del Espíritu Santo”, concluyó 3 . Así, para la corriente progresista, la oposición a tales reformas sólo puede ser fruto del egocentrismo 4 , de la defensa egoísta de viejos privilegios 5 o simplemente del miedo a abandonar la rutina por temor al cambio 6 .
Esto lleva a los paladines de la corriente progresista a exigir la plena adhesión al nuevo magisterio sin hacer las necesarias distinciones entre los diversos grados de solemnidad de las enseñanzas pontificias y del asentimiento que se les debe. Por ejemplo, en una entrevista a la revista jesuita de los Estados Unidos, el Cardenal Donald Wuerl, hablando de los opositores a la línea seguida por el actual pontífice, dijo: "La Iglesia ‘con y bajo Pedro’ sigue adelante. Siempre hay personas descontentas con algo que pasa en la Iglesia, pero la piedra angular del auténtico catolicismo es la adhesión a las enseñanzas del Papa. La roca es Pedro, la piedra angular es Pedro y, como dice el Santo Padre, es la garantía de la unidad. […] Ellos [los Papas] son ​​la piedra angular de la autenticidad de la fe” 7 .

Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa
Criticando explícitamente a uno de los Cardenales firmantes de las dubia sobre la interpretación de Amoris laetitia, el Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa y Secretario del Consejo de los Nueve para la Reforma de la Curia, en el libro que lanzó en 2017 en Italia, llegó incluso a identificar a la persona del Papa con el Magisterio de la Iglesia: “Él [el Cardenal Burke] no es el Magisterio: el Santo Padre es el Magisterio , y es quien le enseña a toda la Iglesia. Este otro expresa sólo sus propias ideas, que no merecen más comentarios. Son sólo las palabras de un pobre hombre” [sic!]. Y agregó, sin hacer las debidas distinciones, en el párrafo final: “Los Cardenales 'papables' que [los conservadores] querían se quedaron allí, mientras que aquel que el Señor quería es el que fue elegido 8 ; así, el disenso es lógico y comprensible, [porque] no podemos todos pensar del mismo modo; sin embargo, es Pedro quien guía a la Iglesia y, por lo tanto, si tenemos fe, debemos respetar las opciones y estilos del Papa venido del 'fin del mundo'. […] Si dicen encontrar una "herejía" en las palabras de  Francisco , están cometiendo un gran error, porque están pensando tan sólo como hombres y no como el Señor quiere . [...] "
El Cardenal Maradiaga concluye el prefacio de su libro diciendo que se requiere una lealtad incondicional al ocupante de la cátedra de Pedro: “Antes se llamaba Benedicto, antes de eso se llamaba Juan Pablo II, y de ahí en adelante. Lo que Jesús me pide es que sea fiel a Pedro. Quienes no lo hacen, buscan tan sólo popularidad” 9 .
El ex-Presidente de la pequeña Conferencia Episcopal griega, el Obispo capuchino Fragkiskos Papamanolis, Obispo emérito de Syros, Santorini y Creta, dijo inclusive que los Cardenales que presentaron las dubia, además del pecado de escándalo, cometieron "el pecado de herejía" (¿y de apostasía? Así, de hecho, comienzan los cismas en la Iglesia)". Y añadió: “Está claro en vuestro documento que de hecho no creéis en la autoridad magisterial suprema del Papa, reforzada por dos Sínodos de Obispos de todo el mundo. Es evidente que el Espíritu Santo sólo os inspira a vosotros y no al Vicario de Cristo, y ni siquiera a los Obispos reunidos en Sínodo” 10 .

Capellán militar P.Christian Venard
Ni siquiera en un asunto tan contingente como la inmigración sería aparentemente lícito disentir del Papa Francisco. El periodista Laurent Dandrieu relata en su libro, citado anteriormente,  el expresivo caso del sacerdote y capellán militar P. Christian Venard quien, después de las sorprendentes declaraciones papales que identifican la violencia islámica con la supuesta violencia católica, escribió un primer artículo llamado "El Papa Francisco y la 'violencia católica': estupefacción, reflexión y reverencia" 11; la semana siguiente se vio obligado a escribir un segundo artículo llamado" Prefiero equivocarme con el Papa que tener razón contra él", con el subtítulo "De la necesidad de seguir al Santo Padre bajo cualquier circunstancia” 12 , exceptuando luego, en el cuerpo del artículo, tan sólo el pecado.
Otro ejemplo de promoción de una aceptación incondicional fue brindado por el Teólogo Ashley Beck, Profesor de Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad de St Mary's, en el sureste de Londres. Respecto de Laudato Si, dijo: “Si bien la Iglesia permite opiniones divergentes sobre algunos temas (Laudato Si, 61), no tenemos la libertad de disentir de las enseñanzas de esta encíclica, así como no somos libres de disentir de la doctrina católica sobre otras cuestiones morales" 13 .
¿Qué pensar de estas afirmaciones? ¿Son doctrinariamente aceptables, y objetivas y justas en sí? ¿Es realmente mejor, como dijo el Capellán militar francés, "equivocarse con el Papa que tener razón contra él"? ¿Nos pide el Espíritu Santo que renunciemos a nuestra razón? ¿O, por el contrario, que permanezcamos fieles a las verdades perennes e inmutables de la Fe católica, alimentándonos con el sensus fidei para que, si fuera necesario, resistir a las autoridades eclesiásticas?
El Espíritu Santo no ha sido prometido para predicar una nueva doctrina
No hace falta tener un conocimiento especializado de Eclesiología para comprender que la autoridad y la infalibilidad papales tienen límites, y que el deber de obediencia no es absoluto. Esta posición equilibrada se puede resumir en las siguientes verdades, que son parte del patrimonio intelectual y espiritual de todo católico bien formado:

Obispo Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de Astana: "El Papa es tan sólo el Vicario, no el sucesor de Cristo"
Por la Fe sabemos que, por voluntad expresa del propio Jesucristo, el Papa es la cabeza de la Iglesia visible como sucesor de Pedro, a quien se le dieron las llaves del Reino, lo que explica no sólo todo nuestro amor a él (“el dulce Cristo en la tierra”, como dijo Santa Catalina de Siena), sino también la obediencia a sus enseñanzas y decisiones como Doctor y Pastor Universal del rebaño de Cristo. Pero, como el Obispo Athanasius Schneider, Obispo auxiliar de Astaná, recordó oportuna y concisamente en una entrevista al portal católico Rorate Coeli, “la Iglesia no es propiedad privada del Papa. El Papa no puede decir: "Yo soy la Iglesia", como lo hizo el Rey de Francia Luis XIV, que dijo: "L'État, c'est moi” [¡El Estado soy yo!] El Papa es tan sólo el Vicario, no el sucesor de Cristo.14 
De hecho, el Papa, cuyo ministerio supremo es el de "confirmar a sus hermanos" en la fe (Lc. 22:32 ), es el primero que debe custodiar, interpretar y anunciar al mundo la Palabra de Cristo, sin agregar ni quitar nada (Deut. 4, 2). Como dijo el Apóstol San Pablo: "Incluso si alguien, nosotros o un ángel bajado del cielo, os anunciara un evangelio diferente al que os hemos anunciado, sea anatema" (Gál. 1: 8). Por eso, en el propio preámbulo de la Constitución Pastor Aeternus , que define la infalibilidad pontificia, el Concilio Vaticano declara solemnemente que "el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de San Pedro para que éstos, en su revelación, prediquen una nueva doctrina, sino para que,  con su asistencia, conserven santamente y expongan fielmente el depósito de la fe, es decir, la revelación heredada de los Apóstoles ". 15
No hay duda de que el soplo del Espíritu Santo "renueva la faz de la tierra" (Sal 103, 30) y conduce a la Iglesia a la plenitud de la verdad (Jn 16:13), valiéndose de su magisterio vivo -y especialmente del magisterio pontificio- para mediar y actualizar la enseñanza divina inmutable. Pero no lo hace en el sentido de enseñar nuevas verdades, sino en el de profundizar aún más esas mismas palabras reveladas que no pasan (Mt 24:35). El magisterio, por lo tanto, no contiene ni propone ninguna novedad, sino que reitera y profundiza de una nueva manera la misma verdad contenida en las Escrituras y la Tradición: non nova sed nove. Así, en el ejercicio del magisterio, debe estar ausente aún la menor sombra de contradicción entre verdades antiguas y nuevas, ya que las verdades contenidas en el depósito de la fe son inmutables, y el progreso en su comprensión debe ser "en el mismo sentido, según una misma interpretación "(Conmonitorio de San Vicente de Lérins, 23) 16 .
La verdad católica no subsistiría, no habría verdadera Tradición, si hubiese contradicción entre una enseñanza o disciplina nueva y una enseñanza o disciplina inmemorial 17
Hay momentos en que es legítimo suspender prudentemente el consentimiento
La infalibilidad de la enseñanza, es decir, la no contradicción con el depósito de la fe confiado a la Iglesia, se le ha garantizado a ésta en sólo dos situaciones bien precisas: a) en las declaraciones solemnes (ex cathedra) del Papa o en un Concilio reunido y aprobado por el Papa; y b) en la enseñanza universal ordinaria de los Obispos en unión con el Papa 18 , es decir, lo enseñado "en todas partes, siempre y por todos" 19. Por lo tanto, las enseñanzas del magisterio cotidiano o auténtico que no gozan de ninguna antigüedad y aportan novedades no están revestidos del carisma de la infalibilidad y, por lo tanto, no constituyen regla próxima de la fe (que no admite ninguna duda). A ellos se les debe dar, no un asentimiento de fe, sino tan sólo un asentimiento religioso de la inteligencia y de la voluntad.
Ahora bien, cuando aparece claramente una contradicción entre una novedad magisterial y la enseñanza tradicional, o cuando una enseñanza o prescripción son claramente contrarias a la razón (como en la cuestión de la inmigración o de la agenda ecológica radical), no es obligatorio “errar con el Papa”, 21 y es perfectamente legítimo suspender prudencialmente el asentimiento 22 e incluso hacerle una "corrección fraterna" 23. Es válido para la enseñanza pontificia o para los gestos o actitudes del Papa lo que Mons. Brunero Gherardini, Decano durante años de la Facultad de Teología de la Universidad de Letrán, declaró, con su profundidad habitual, sobre el magisterio de la Iglesia en general: “El Magisterio no es una super-Iglesia que imponga sus juicios y comportamientos a la propia Iglesia, ni una casta privilegiada situada por encima del pueblo de Dios, una especie de poder fuerte a ser obedecido y punto. ... A menudo se hace del instrumento un valor en sí mismo [independiente], y se recurre a él para cortar toda discusión desde su inicio, como si estuviera por encima de la Iglesia, y como si no tuviera ante sí el enorme peso de la Tradición a acoger, interpretar y retransmitir en su integridad y fidelidad” 24  [
La resistencia pública a las enseñanzas erróneas es legítima
Más aún, en casos graves es legítimo resistir públicamente a los pastores, e inclusive al Pastor Supremo, cuando la resistencia privada o el simple silencio obsequioso no resulta suficiente para que los fieles permanezcan fuertes en la fe (1 P 5: 9); para salvaguardar la fe de la Iglesia, o para defender lo poco que queda de los cristianos en los países donde los fieles son ciudadanos.
Numerosos tratadistas de primer nivel reconocen explícitamente la legitimidad de la resistencia pública a las decisiones o enseñanzas equivocadas de los pastores, incluido el Soberano Pontífice. Ellos fueron ampliamente citados en el estudio de Arnaldo Xavier da Silveira llamado "La resistencia pública a las decisiones de la autoridad eclesiástica" y publicado por la revista Catolicismo en agosto de 1969 25 . El primero de estos grandes autores citados es el propio Santo Tomás de Aquino 26 , seguido de San Roberto Bellarmino 27 , Suárez 28 , Vitória 29 , Cornélio A Lápide 30 , Wernz-Vidal 31 y Peinador 32 
Analizando los pasajes en que ciertos tratadistas parecen legitimar tan sólo el silencio obsequioso pero no la resistencia pública, el estudio citado muestra que tales autores se refieren a casos ordinarios, pero no a casos extraordinarios en los que se manifiesta un "peligro próximo para la fe" del pueblo cristiano (Santo Tomás), una manifiesta "agresión a las almas" (San Roberto Bellarmino), o un "escándalo público" (Cornelio A Lápide). "Sostener lo contrario sería ignorar el papel fundamental de la Fe en la vida cristiana", concluye A. Xavier da Silveira, en cuya opinión esto es válido tanto para las enseñanzas doctrinarias como para las decisiones disciplinarias.
El derecho a seguir el camino de la fidelidad al Evangelio en materia de fe y moral y, en asuntos contingentes, la libertad de conciencia de seguir las propias convicciones (basadas en el análisis de la propia razón), es tanto más imperativo con relación al cambio de paradigma de la Iglesia, promovido por el Papa Francisco y descripto en este trabajo, que abre las puertas a la penetración torrencial de los errores de la Revolución anticristiana en la Iglesia.
Lo expuesto anteriormente significa someter a coacción la conciencia bien formada de millones de católicos, impulsados ​​por las más altas autoridades de la Iglesia Católica a aceptar:
·         una nueva Fe que no corresponde, en algunos puntos esenciales, a las enseñanzas perennes de Nuestro Señor Jesucristo;
·         los errores de la filosofía agnóstica y relativista de la llamada Modernidad y de la Revolución anticristiana, que es su núcleo; y
·         soluciones políticas y socioeconómicas, o hipótesis científicas que no corresponden a las conclusiones alcanzadas después del correspondiente estudio y de una reflexión madura y objetiva.
Esta coacción sobre las almas es aumentada aún más por el hecho de que el Papa Francisco busca a menudo descalificar la actitud de fidelidad a los preceptos del Evangelio y razona con imágenes ofensivas y epítetos que tienen gran repercusión en la gran prensa y favorecen una verdadera "caza de brujas" de aquellos que disienten de la orientación del actual pontificado. "Fundamentalistas", "rígidos", "hipócritas", "duros de corazón", "legalistas", "restauradores", "casuistas", "contadores del Espíritu", "pelagianos", "sombríos", "pietistas", "doctores de la ley "," reaccionarios ", etc., son los epítetos que el Papa Francisco se complace en emplear para estigmatizar, sin nombrarlos explícitamente, a los que critican sus opciones pastorales y las ideas que las fundamentan 33 .
Se aplica al caso lo que el Obispo Athanasius Schneider comentó sobre las discusiones en los dos sínodos sobre la familia: “En la gran crisis arriana del siglo IV, los defensores de la divinidad del Hijo de Dios también fueron llamados 'intransigentes' y 'tradicionalistas'“. San Atanasio incluso fue excomulgado por el Papa Liberio y el Papa lo justificó, argumentando que Atanasio no estaba en comunión con los Obispos orientales, la mayoría de los cuales eran herejes o semi-herejes. En esta situación, San Basilio Magno declaró: "Hoy sólo se castiga severamente un "pecado": la cuidadosa observancia de las tradiciones de los Padres de la Iglesia. Por ese motivo, los buenos son despojados de su cargo y expulsados al desierto (Ep. 243)". Mons. Schneider continúa: “En verdad son los Obispos los nuevos Fariseos y Escribas que apoyan dar la santa Comunión  a los ‘divorciados recasados’, ya que ellos desdeñan el mandamiento de Dios, contribuyendo a que los adulterios sigan proviniendo del cuerpo y del corazón de los ‘divorciados recasados’ (Mt. 15:19), y porque quieren una solución externamente 'limpia' y ellos mismos parecer 'limpios' a los ojos de los poderosos (los medios, la opinión pública) 34 .
El derecho de resistencia se convierte en deber cuando el bien común está en juego
Nuestro Señor nos enseña en el Evangelio a "poner la otra mejilla" y "rezar por los que nos maltratan" (Mt 5, 39,44). Estamos seguros de que, individualmente considerados, esos millones de católicos perplejos aceptan resignadamente la coacción a la que se someten sus convicciones racionales y su integridad moral. Pero pueden, y a veces deben hablar cuando dichos ataques ponen en peligro no sólo su propia fe, sino también la de millones de católicos más débiles, e incluso la propia existencia de sus naciones. Situados ante la alternativa de cruzar resignadamente los brazos para no disentir del Papa Francisco, o resistir a sus opciones pastorales y sociopolíticas, pueden, por una cuestión de conciencia, sentirse obligados a "resistirle de frente", como San Pablo resistió a San Pedro (Gal 2, 11-14).

Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en oportunidad de su histórica Declaración de Resistencia a la Ostpolitik del Papa Pablo VI , abril de 1974, bajo el título: "La política de distensión del Vaticano con los gobiernos comunistas - Para la TFP: ¿cesar la lucha? ¿o resistir?"

El modelo de resistencia, a la vez firme e impregnado de veneración y respeto por el Sumo Pontífice, en el que esos católicos pueden basar su propia reacción, es la Declaración de Resistencia a la Ostpolitik  del Papa Pablo VI , escrita por el recordado Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en abril de 1974 bajo el título "La política de distensión del Vaticano con los gobiernos comunistas - Para la TFP: ¿cesar la lucha? ¿o resistir? En su párrafo principal decía:
“El vínculo de obediencia al Sucesor de Pedro, que nunca romperemos, que amamos hasta lo más profundo de nuestra alma, al que tributamos lo mejor de nuestro amor, a este vínculo lo besamos en el momento en que, triturados por el dolor, afirmamos nuestra posición. Y, de rodillas, mirando con veneración la figura de S.S., el Papa Pablo VI, le manifestamos toda nuestra fidelidad.”
“En este acto filial le decimos al Pastor de los Pastores: Nuestra alma es vuestra, nuestra vida es vuestra. Mandadnos lo que queráis. Tan sólo no nos mandéis cruzar nuestros brazos ante el lobo rojo que ataca. A esto nuestra conciencia se opone.” 35


El libro puede leerse completo en la página:  https://ipco.org.br/a-mudanca-de-paradigma/
El libro  El "cambio de paradigma" del Papa Francisco - ¿Continuidad o ruptura con la misión de la Iglesia? se puede comprar en la librería Petrus: http://www.livrariapetrus.com.br/Produto.aspxIdProduto=382&IdProdutoVersao=394&cod=UKZbn
NOTAS (traducidas del original portugués por medio de traductor automático)
1 P. Chad Ripperger, "Punto de vista operativo", Christian Order , marzo de 2001 ( http://www.christianorder.com/features/features_2001/features_mar01.html ).
2 Este positivismo magisterial fue favorecido en parte por la costumbre de los papas del Concilio Vaticano posterior al Segundo de apoyar preferentemente sus enseñanzas, además de las Sagradas Escrituras, en los textos de este concilio y en documentos magisteriales postconciliares. El Papa Francisco llevó esta práctica de autorreferencia al extremo, citando preferentemente su propia enseñanza.
El cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington, escribió en su blog personal lo siguiente: “Una de las cosas que aprendí en todos estos años desde esos primeros días ingenuos de 1961 [sus años de seminario] es que, al evaluar más cuidadosamente, hay un hilo común que atraviesa todos estos disidentes. Están en desacuerdo con el Papa porque él no está de acuerdo con ellos y no sigue sus posiciones. La disidencia puede ser algo que siempre tendremos, deplorable como tal, pero siempre tendremos a Pedro y sus sucesores como piedra angular de nuestra fe y nuestra unidad ". ( http://cardinalsblog.adw.org/2015/02/pope-touchstone-faith-unity/ )
5 El cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, coordinador del Consejo que guía al Papa en la reforma de la Curia, refiriéndose nominalmente al cardenal Burke, escribió en el prefacio de un reciente libro de entrevistas: "El cardenal que sostiene esto es un hombre decepcionado que quería el poder y lo perdió. El pensaba que era la máxima autoridad en los Estados Unidos".( http://www.ilsussidiario.net/News/Cronaca/2017/5/19/SCONTRO-SU-PAPA-FRANCESCO-Card-Maradiaga-Burke-pover-uomo-in-conclave-lobby-anti-Bergoglio-/ 765004 / ).
6 El cardenal Donald Wuerl, preguntado por la revista de los jesuitas en los Estados Unidos sobre cuál sería el objeto de la oposición al papa Francisco, respondió: “Creo que surge en varios niveles. Se produce cuando el Santo Padre considera una estructura que incluye todas las instituciones que forman parte de la Santa Sede, como la Secretaría de Estado, los ministerios, las congregaciones, y pregunta si no debe analizarse para ver si realmente funciona como debería. Tan pronto uno toca uno de estos, suscita intereses personales, siempre habrá oposición, debido al instinto natural de decir: 'Siempre se ha hecho así, ¿por qué cambiar?' […] También hay algunos que, creo, se sienten muy incómodos; todo estaba garantizado y seguro y ahora está siendo cuestionado.
8 En 1997, cuando la televisión bávara le preguntó si es el Espíritu Santo quien elige al Papa, el cardenal Ratzinger respondió: “No diría eso en el sentido de que es el Espíritu Santo quien elige al Papa. […] Diría que el Espíritu Santo no toma el control total del asunto, pero como buen educador, por así decirlo, nos deja mucho espacio, mucha libertad, aunque sin abandonarnos por completo. Por lo tanto, el papel del Espíritu Santo debe entenderse en un sentido mucho más elástico, no en el sentido de que Él indique el candidato a votar. Probablemente la única garantía que él ofrece es que el candidato no puede ser totalmente desastroso". ( http://ideas.time.com/2013/03/11/does-the-holy-spirit-choose-the-pope/
En el caso específico de la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio, las revelaciones de Jürgen Mettepenningen y Karim Schelkens en su biografía del cardenal Godfried Daneels pusieron de manifiesto la existencia de una autodenominada "Sankt Gallen Mafia" en el Cónclave de 2013, y que hubo una fuerte interferencia de factores humanos difícil de asociar con el Espíritu Santo. Esto es lo que dijo Karim Schelkens en una entrevista de prensa: “La elección de Bergoglio se preparó en Sankt-Gallen, sin duda. Y las líneas principales del programa que el Papa está siguiendo son las que Daneels y compañía comenzaron a preparar hace más de diez años.”( http://www.knack.be/nieuws/mensen/godfried-danneels-was-al -jaren-in-weer-als-king-maker-van-sticks-franciscus / article-longread-607599.html) Posteriormente, los periodistas declararon que sólo habían dicho que "la elección de Bergoglio correspondía a los objetivos de Sankt-Gallen".( http://www.ncregister.com/blog/edward-pentin/st.-gallen-group-not-a-lobby-group-say-authors ).
9 Oscar A. Rodriguez Maradiaga y Antonio Carriero, Solo de Vangelo es un rival: La Chiesa do oggi y su domani en el Rifle Francesco, http://www.ilsussidiario.net/News/Cronaca/2017/5/19/SCONTRO -SU-POPE-FRANCESCO-Card-Maradiaga-Burke-pover-uomo-in-conclave-lobby-anti-Bergoglio- / 765004 /
[nota original]Levando essa posição até o seu extremo, o sociólogo Massimo Introvigne, em um dossiê sobre ―A realidade do fundamentalismo católico, condenou o fato de o Instituto Plinio Corrêa de Oliveira ter publicado uma análise crítica da Amoris laetitia na qual reconhece que a exortaçãé parte do magistério autêntico não infalível, mas lhe recusa o assentimento naquelas afirmações dissonantes da doutrina católica, o que, segundo o sociólogo, jogaria a entidade no campo do ―fundamentalismo. E qual seria o erro principal desse suposto fundamentalismo? É que Jesus não escreveu livros, não deixou nada escrito, à diferença de outros fundadores de religiões. [...] Maomé deixou o Livro a ser seguido, Jesus deixou a Igreja: ‗Quem a vós escuta, a Mim escuta‘ (Luc 10, 13). Ele deixou pessoas. Que se podiam e podem encontrar. Por isso, fico sabendo se sou católico caso eu siga a pessoa do Papa, não um texto hipotético mais ou menos fossilizado, identificado com a Tradição (La realtà del fondamentalismo cattolico, in http://www.lanuovaeuropa.org/articoli/dossier/la-realt%C3%A0-del-fondamentalismocattolico).
[Traducción automática] Tomando esta posición al extremo, el sociólogo Massimo Introvigne, en un artículo sobre "La realidad del fundamentalismo católico", condenó el hecho de que el Instituto Plinio Corrêa de Oliveira publicara un análisis crítico de Amoris laetitia en el que el Ipco reconoce que la exhortación es parte de la enseñanza auténtica no infalible, pero no acepta esas declaraciones que  se apartan de la doctrina católica; esto, según el sociólogo, pondría a la entidad en el campo del "fundamentalismo". ¿Cuál sería el principal error de este supuesto fundamentalismo? Que “Jesús no escribió libros, no dejó nada escrito, a diferencia de otros fundadores de religiones. […] Mahoma dejó el Libro para seguirlo, Jesús dejó la Iglesia: "El que a vosotros escucha, a mí me escucha" (Lucas 10:13). Dejó personas. Que podrían y pueden encontrarse. Por eso sé si soy católico, si sigo a la persona del Papa, no un texto hipotético más o menos fosilizado ”, identificado con la Tradición ( La realtà del cattolico fondamentalismo , en http://www.lanuovaeuropa.org/articoli/dossier/la-realt%c3%A0-del-fattamentalismo-cattolico ).
16 ― [Nota original] Talvez alguém diga: então nenhum progresso da religião é possível na Igreja de Cristo? Certamente que deve haver progresso, e grandíssimo! Quem poderá ser tão hostil aos homens e tão contrário a Deus para tentar impedi-lo? Mas sob a condição de que se trate verdadeiramente de progresso pela fé, não de modificação. É característica de toda forma de progresso a inteligência, o conhecimento, a sabedoria — tanto da coletividade como do indivíduo — de toda a Igreja, segundo as idades e os séculos; com tal que isso suceda exatamente segundo a sua natureza peculiar, no mesmo dogma, no mesmo sentido, segundo uma mesma interpretação” (https://fr.scribd.com/document/42014484/Commonitorium-Sao-Vicente-de-Lerins).
16  [traducción automática] Quizás alguien dice, ¿entonces no es posible el progreso de la religión en la Iglesia de Cristo? Seguramente debe haber progreso, ¡y genial! ¿Quién puede ser tan hostil con los hombres y tan contrario a Dios para tratar de detenerlo? Pero con la condición de que realmente sea progreso por fe, no modificación. La característica de cada forma de progreso es la inteligencia, el conocimiento, la sabiduría, tanto colectiva como individual, de toda la Iglesia, según las edades y los siglos; para que suceda exactamente de acuerdo con su naturaleza peculiar, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma interpretación "( https://fr.scribd.com/document/42014484/Commonitorium-Sao-Vicente-de-Lerins ) .
17 [nota original] Por isso é absurda a alegação do atual Prepósito Geral da Companhia de Jesus, Pe. Sosa Abascal, de que é preciso “contextualizar as palavras de Jesus a respeito da indissolubilidade do casamento, uma vez que naquele tempo ninguém tinha um gravador para registrar as palabras, porque desde os primórdios da Igreja tais palavras de Nosso Senhor foram aceitas “no mesmo sentido, segundo uma mesma interpretação. ( http://www.rossoporpora.org/rubriche/interviste-a-personalita/672-gesuiti-padre-sosa-parole-di-gesu-da-contestualizzare.html ).
17 [traducc. automática] Por lo tanto, es absurda la alegación del actual Prepósito General de la Compañía de Jesús, el Padre Sosa Abascal, de que es necesario "contextualizar" las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio, ya que "en ese momento nadie tenía una grabadora para para registrar las palabras ", porque desde el principio de la Iglesia tales palabras de Nuestro Señor fueron aceptadas "en el mismo sentido, de acuerdo con la misma interpretación".
18 [nota original] Constituição Dei Filius do Concílio Vaticano I: “Deve-se, pois, crer com fé divina e católica tudo o que está contido na palavra divina escrita ou transmitida pela Tradição, bem como tudo o que a Igreja, quer em declaração solene, quer pelo Magistério ordinário e universal, nos propõe a crer como revelado por Deus” (http://www.veritatis.com.br/constituicao-dogmatica-dei-filius-24-04-1870/).
[traducc. automática] Constitución Dei Filius del Concilio Vaticano I: “Por lo tanto, uno debe creer con fe divina y católica todo lo que está contenido en la palabra divina escrita o transmitida por la Tradición, así como todo lo que la Iglesia, ya sea en declaración solemne o por el Magisterio ordinario y universal , nos propone creer según lo revelado por Dios "( http://www.veritatis.com.br/constituicao-dogmatica-dei-filius-24-04-1870/ ).
19 [nota original] Comonitório de São Vicente de Lérins: “É, pois, sumamente necessário, ante as múltiplas e arrevesadas tortuosidades do erro, que a interpretação dos Profetas e dos Apóstolos se faça seguindo a pauta do sentir católico. Na Igreja Católica deve-se ter maior cuidado para manter aquilo em que se crê em todos os lugares, sempre e por todos. Isto é o verdadeiro e propriamente católico, segundo a ideia de universalidade que se encerra na mesma etimologia da palavra. Mas isto se conseguirá se nós seguirmos a universalidade, a antiguidade e o consenso geral. Seguiremos a universalidade se confessarmos como verdadeira e única fé a que a Igreja inteira professa em todo o mundo; a antiguidade, se não nos separarmos de nenhuma forma dos sentimentos que notoriamente proclamaram nossos santos predecessores e pais; o consenso geral, por fim, se, nesta mesma antiguidade, abraçarmos as definições e as doutrinas de todos, ou de quase todos, os Bispos e Mestres (ibid).
[Trad. autom.] Conmonitorio de San Vicente de Lérins: “Por lo tanto, es extremadamente necesario, en vista de las múltiples y audaces tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y los Apóstoles siga la pauta del sentimiento católico. En la Iglesia Católica se debe tener el mayor cuidado en mantener lo que se cree en todas partes, siempre y para todos. Esta es la pauta verdadera y propiamente católica, de acuerdo con la idea de universalidad que contiene la misma etimología de la palabra. Pero esto se logrará si seguimos la universalidad, la antigüedad y el consenso general. Seguiremos la universalidad si confesamos como la verdadera y única fe la que toda la Iglesia profesa en todo el mundo; antigüedad, si no nos separamos de ninguna manera de los sentimientos que proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general finalmente si abrazamos las definiciones de todos, o casi todos, los Obispos y Maestros” (ibid ).
 20 [nota original]  Ao magistério ordinário do Romano Pontífice — diz o conceituado teólogo jesuíta Domenico Palmieri (1829-1909) — ―é devido, em segundo lugar, também certo assentimento religioso, quando não há nada que leve (suadeat) prudentemente a uma suspensão do assentimento. Explico os termos. Não dizemos que é devido um assentimento de fé católica, pois uma doutrina a ser professada (tenenda) não é proposta aqui pela Igreja. Não dizemos que é devido o assentimento formal de fé divina, pois esse assentimento é devido à proposição infalível que consta ser tal e, na nossa hipótese, tal proposição não existe. Não dizemos que se trata de assentimento metafisicamente certo, pois não existindo a certeza da infalibilidade, não aparece, por isso mesmo, como impossível o erro e, assim, vê-se que o oposto pode ser verdadeiro. Existindo tal conhecimento, não pode haver lugar para a certeza metafísica. Dizemos, então, que o assentimento é moralmente certo e se, consequentemente, aparecem motivos — sejam verdadeiros, sejam falsos, mas oriundos de um erro inculpável — que levem a concluir de outro modo (quanto à matéria ensinada), dizemos que não é devido o assentimento, dado que, nessas circunstâncias, a vontade não age imprudentemente ao suspender o assentimento
[Traducc. Autom.] En el magisterio ordinario del Romano Pontífice - dice el renombrado teólogo jesuita Domenico Palmieri (1829-1909) - "se debe en segundo lugar, también cierto asentimiento, religioso, cuando no hay nada para inducir ( suadeat ) con precaución a una suspensión de asentimiento. Explico los términos. No decimos que se deba un asentimiento de la fe católica para que se profese una doctrina ( teniente) que no es propuesta aquí por la Iglesia. No decimos que el asentimiento formal de la fe divina se debe, porque este asentimiento se debe a la proposición infalible que parece ser tal, y en nuestra hipótesis tal proposición no existe. No decimos que es un asentimiento metafísicamente correcto, ya que si no hay certeza de infalibilidad, por lo tanto, el error no parece ser imposible y, por lo tanto, lo contrario puede ser cierto. Si tal conocimiento existe, no puede haber lugar para la certeza metafísica. Luego decimos que el asentimiento es moralmente correcto, y si, como resultado, aparecen motivos, ya sean verdaderos, ya falsos, pero que surgen de un error inculpable, que conducen a otra conclusión (en cuanto al asunto enseñado), decimos que no es debido el asentimiento, ya que en estas circunstancias la voluntad no actúa imprudentemente al suspender el asentimiento ( https://scutumfidei.org/2013/02/20/assentment-ao-magisterio-parte-final-doutrina-com-do-teologos-e -bibliografía / )
21 [nota original] No artigo “Pode haver erro em documento do Magistério pontifício ou conciliar? (Catolicismo, julho de 1969), Arnaldo V. Xavier da Silveira, baseado nos melhores teólogos, demonstra a tese de que num documento papal pode haver erro pelo fato de não preencher as quatro condições da infalibilidade”, e acrescenta que o simples fato de se dividirem os documentos do Magistério em infalíveis e não infalíveis, deixa aberta, em tese, a possibilidade de erro em algum dos não infalíveis.
[Traducc. Autom.] En el artículo "¿Puede haber error en un documento del Magisterio pontificio o conciliar?" (Catolicismo, julio de 1969), Arnaldo V. Xavier da Silveira, basado en los mejores teólogos, demuestra la tesis de que "en un documento papal puede haber un error por el hecho de no cumplir las cuatro condiciones de infalibilidad", y agrega que" el simple hecho de dividir los documentos del Magisterio en infalibles y no infalibles, deja en teoría la posibilidad de error en cualquiera de los no infalibles ".
22 Véase el texto de Domenico Palmieri en la nota 20 supra.
23 [nota original]  Em entrevista ao National Catholic Register, já citada, o cardeal Raymond Burke declarou: “Há, na Tradição da Igreja, a prática da correção do Romano Pontífice. É algo que é claramente incomum. Mas, se não há resposta a essas questões [os dubia], então eu diria que se trataria de fazer um ato formal de correção por um grave erro. [...] É a obrigação nesses casos, e historicamente tem acontecido, que cardeais e bispos tornem claro que o Papa está ensinando um erro e lhe peçam para corrigi-lo (http://www.ncregister.com/daily-news/cardinal-burke-on-amoris-laetitia-dubia-tremendousdivision-warrants-action). O Prof. Roberto de Mattei relembra em um artigo que, além das honras e dos privilégios, os cardeais têm obrigações precisas, e que ―entre esses deveres figura o de corrigir fraternalmente o Papa quando ele comete erros no governo da Igreja, como aconteceu em 1813, quando Pio VII firmou com Napoleão o Tratado de Fontainebleau, ou em 1934, quando o cardeal-decano Gennaro Granito di Belmonte admoestou Pio XI, em nome do Sacro Colégio, pelo uso desconsiderado que fazia das finanças da Santa Sé (I doveri irrinunciabili dei cardinali di Santa Romana Chiesa, https://www.corrispondenzaromana.it/i-doveri-irrinunciabili-dei-cardinali-di-santa-romanachiesa/).
[Traducc. Autom.]En una entrevista con el National Catholic Register , citada anteriormente, el cardenal Raymond Burke declaró: “Existe, en la tradición de la Iglesia, la práctica de la corrección del Romano Pontífice. Es algo claramente inusual. Pero si no hay respuesta a estas preguntas [ dubia ], entonces diría que sería un correspondería un acto formal de corrección por un error grave. […] Es obligación en estos casos, e históricamente ha sucedido, que los cardenales y los obispos aclaren que el Papa está enseñando un error y le piden que lo corrija ”( http://www.ncregister.com/daily-news/ cardenal-burke-on-amoris-laetitia-dubia-tremendo-division-warrants-action) El profesor Roberto de Mattei recuerda en un artículo que, además de honores y privilegios, los cardenales tienen obligaciones precisas, y que "entre estos deberes está el de corregir fraternalmente al Papa cuando comete errores en el gobierno de la Iglesia, como sucedió en 1813, cuando Pío VII firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, o en 1934, cuando el Cardenal Decano Gennaro Granito di Belmonte amonestó a Pío XI en nombre del Sacro Colegio por su uso inconsiderado de las finanzas de la Santa Sede "( Doveri irrinunciabili dei cardinali di Santa Romana Chiesa , https://www.corrispondenzaromana.it/i-doveri-irrinunciabili-dei-cardinali-di-santa-romana-chiesa/ ).
24 [nota original] O perigo dessa “instrumentalização do magistério para fazer passar as novidades foi previsto de antemão por outro expoente da escola  romana, Mons. Pietro Parente, depois cardeal, em artigo de 10 de fevereiro de 1942, publicado pelo Osservatore Romano, no qual denunciava “a estranha identificação da Tradição (fonte de Revelação) com o Magistério vivo da Igreja (guardião e intérprete da Divina Palavra). De fato, se a Tradição e o Magistério são a mesma coisa, a Tradição deixa de ser um depósito imutável da fé e passa a variar conforme o ensinamento do Papa reinante. http://disputationes-theologicae.blogspot.fr/2011/12/mons-gherardini-sullimportanza-ei.html ). 
[traducc. Autom.]El peligro de esta "instrumentalización" del magisterio para hacer pasar las novedades fue predicho de antemano por otro exponente de la "escuela romana", Mons. Pietro Parente, cardenal posteriormente, en un artículo del 10 de febrero de 1942, publicado por el  Osservatore Romano, en el que denunciaba "la extraña identificación de la Tradición (fuente de la Revelación) con el Magisterio vivo de la Iglesia (guardián e intérprete de la Palabra Divina)". De hecho, si la Tradición y el Magisterio son lo mismo, la Tradición deja de ser un depósito inmutable de fe y varía según las enseñanzas del Papa reinante.
26 [nota original] "Havendo perigo próximo para a fé, os prelados devem ser arguidos, até mesmo publicamente, pelos súditos. Assim, São Paulo, que era súdito de São Pedro, arguiu-o publicamente, em razão de um perigo iminente de escândalo em matéria de Fé. E, como diz a Glosa de Santo Agostinho, "o próprio São Pedro deu o exemplo aos que governam, a fim de que estes, afastando-se alguma vez do bom caminho, não recusassem como indigna uma correção vinda mesmo de seus súditos" (ad Gal 2, 14) (Summa II-II, q. 33, a. 4, s. 2).
Ao estudar o episódio em que São Paulo resistiu em face a São Pedro, assim escreve Santo Tomás: A repreensão foi justa e útil, e o seu motivo não foi leve: tratava-se de um perigo para a preservação da verdade evangélica [...]. O modo como se deu a repreensão foi conveniente, pois foi público e manifesto. Por isso, São Paulo escreve: ‘Falei a Cefas’, isto é, a Pedro, ‘diante de todos’, pois a simulação praticada por São Pedro acarretava perigo para todos.  — Em 1 Tm 5, 20, lemos: ‘Aos que pecarem, repreende-os diante de todos’. Isso se há de entender dos pecados manifestos, e não dos ocultos, pois nestes últimos deve-se proceder segundo a ordem própria da correção fraterna (ad Gal., 2, 11-14, lect. III. nn. 83-84). Aos prelados (foi dado exemplo) de humildade, para que não se recusem a aceitar repreensões da parte de seus inferiores e súditos; e aos súditos (foi dado) exemplo de zelo e liberdade, para que não receiem corrigir seus prelados, sobretudo quando o crime for publico e redundar em perigo para muitos (ad Gal, 2, 11-14, lect. III, n.77).
[Traducc. Autom.] “Si existe un peligro cercano para la fe, los prelados deben ser discutidos, incluso públicamente, por los súbditos. Así, San Pablo, que era súbdito de San Pedro, le discutió públicamente debido al peligro inminente de escándalo en asunto de Fe. Y, como dice la Glosa de San Agustín, "San Pedro mismo dio el ejemplo a aquellos que gobiernan, para que ellos, apartándose alguna vez del camino correcto, no la rechacen como si fuera una corrección indigna,  incluso proviniendo de sus súbditos "(ad Gal 2:14)" ( Summa II-II, q. 33, a. 4 , s. 2).
Al estudiar el episodio en el que San Pablo resistió de frente a San Pedro, Santo Tomás escribe: “La reprensión fue justa y útil, y su motivo no fue leve: era un peligro para la preservación de la verdad del evangelio. La forma en que tuvo lugar la reprensión fue conveniente porque fue pública y manifiesta. Es por eso que San Pablo escribe: "Hablé con Cephas", es decir, con Pedro, "delante de todos", porque la simulación practicada por San Pedro representaba un peligro para todos. - En 1 Tim. 5:20, leemos: "A los que pecan, repréndelos ante todo". Esto debe entenderse de los pecados manifiestos, no de los ocultos, ya que en este último caso debemos proceder de acuerdo con el orden apropiado de la corrección fraterna "(ad Gal., 2, 11-14, lect. III. nn. 83-84). “A los Prelados (se ha dado ejemplo) de humildad, para que no se nieguen a aceptar reprensiones de sus inferiores y súbditos; y a los súbditos (se les ha dado) un ejemplo de celo y libertad, para que no tengan miedo de corregir a sus prelados, especialmente cuando el crimen es público y ponen en peligro a muchos ”( ad Gal , 2, 11-14, lect. III, n. 77
27 [nota original]  “Assim como é lícito resistir ao Pontífice que agride o corpo, assim também é lícito resistir ao que agride as almas, ou que perturba a ordem civil, ou sobretudo, àquele que tentasse destruir a Igreja. Digo que é lícito resistir-lhe não fazendo o que ordena e impedindo a execução de sua vontade; não é lícito, contudo, julgá-lo, puni-lo ou depôlo, pois estes atos são próprios a um superior (De Rom. Pont., lib. II, c. 29).
[Traducc. Autom.] “Así como es lícito resistir al Pontífice que agrede el cuerpo, así es legítimo resistir al que golpea las almas, o que perturba el orden civil, o sobre todo, al que que intentara destruir la Iglesia. Digo que es lícito resistirle a él no haciendo lo que él ordena e impidiendo la ejecución de su voluntad; sin embargo, no es lícito juzgarlo, castigarlo o deponerlo, porque estos actos son propios de un superior” (De Rom. Pont. , Lib. II, c. 29).
28  [nota original] ―Se (o Papa) baixar uma ordem contrária aos bons costumes, não se há de obedecer-lhe; se tentar fazer algo manifestamente oposto à justiça e ao bem comum, será lícito resistir-lhe; se atacar pela força, pela força poderá ser repelido, com a moderação própria à defesa justa (cum moderamine inculpatae tutelae) (De Fide, disp. I, sect. VI, n. 16).
[Traducc. Autom.] “Si (el Papa) emite una orden contraria a las buenas costumbres, no se ha de obedecerle; si intenta hacer algo manifiestamente opuesto a la justicia y al bien común, será lícito resistirle; si ataca por la fuerza, por la fuerza podrá ser rechazado, con moderación propia a la defensa justa (cum moderamine inculpatae tutelae)" (De Fide , disp. I, sec. VI, n. 16).
29 [nota original]  ―Caietano, na mesma obra em que defende a superioridade do Papa sobre o Concílio, diz no cap. 27: “Logo, deve-se resistir em face ao Papa que publicamente destrói a Igreja, por exemplo, não querendo dar benefícios eclesiásticos senão por dinheiro ou em troca de serviços; e se há de negar, com toda a obediência e respeito, a posse de tais benefícios àqueles que os compraram‘.
―E Silvestre (Prierias), na palavra Papa, § 4, pergunta: “Que se há de fazer quando o Papa, por seus maus costumes, destrói a Igreja?’ E no § 15: “Que fazer se o Papa quisesse, sem razão, ab-rogar o Direito positivo?’ A isso responde: ‘Pecaria certamente; não se deveria permitir-lhe agir assim, nem se deveria obedecer-lhe no que fosse mau; mas dever-se-ia resistir-lhe por uma repreensão cortês’.
―Em consequência, se desejasse entregar todo o tesouro da Igreja ou o patrimônio de São Pedro a seus parentes, se desejasse destruir a Igreja, ou outras coisas semelhantes, não se lhe deveria permitir que agisse de tal forma, mas ter-se-ia a obrigação de opor-lhe resistência. A razão disso está em que ele não tem poder para destruir; logo, constando que o faz, é lícito resistir-lhe.
―De tudo isto resulta que, se o Papa, com suas ordens e atos, destrói a Igreja, pode-se resistir-lhe e impedir a execução de seus mandatos [...]
―Segunda prova da tese. Por direito natural é lícito repelir a violência pela violência. Ora, com tais ordens e dispensas, o Papa exerce violência, porque age contra o Direito, conforme ficou acima provado. Logo, é lícito resistir-lhe. Como observa Caietano, não afirmamos tudo isto no sentido de que a alguém caiba ser juiz do Papa ou ter autoridade sobre ele, mas no sentido de que é lícito defender-se. A qualquer um, com efeito, assiste o direito de resistir a um ato injusto, de procurar impedi-lo e de defender-se (Obras de Francisco de Vitoria, pp. 486-487).
Caietano, en el mismo trabajo en el que defiende la superioridad del Papa sobre el Concilio, dice en el cap. 27: 'Por lo tanto, uno debe resistir frente al Papa que destruye públicamente a la Iglesia, por ejemplo, no queriendo dar beneficios eclesiásticos, excepto por dinero o a cambio de servicios; y se ha de negar, con toda obediencia y respeto, la posesión de tales beneficios a quienes los compraron '.
“Y Silvestre (Prierias), en la palabra Papa, § 4, pregunta: '¿Qué se debe hacer cuando el Papa, por sus malos hábitos, destruye la Iglesia?' Y en el § 15: '¿Qué hacer si el Papa deseara derogar injustificadamente la ley positiva?' A esto responde: 'Pecaría, ciertamente; no se le debe permitir hacer esto, ni obedecerle en lo que es malo; pero debería ser resistido por una resistencia cortés.
"En consecuencia, si deseara entregar todo el tesoro de la Iglesia o la herencia de San Pedro a sus familiares, si deseara destruir la Iglesia o algo similar, no se le debería permitir que lo hiciera, sino que existiría la obligación de resistirle. La razón es que no tiene poder para destruir; por lo tanto, si lo hace, es lícito resistirle.
"De todo esto se deduce que si el Papa, con sus órdenes y hechos, destruye la Iglesia, se puede resistirle y evitar la ejecución de sus mandatos [...]
“Segunda prueba de la tesis. Por ley natural es legal repeler la violencia con violencia. Ahora, con tales órdenes y dispensaciones, el Papa ejerce violencia, porque actúa contra la ley, como se demostró anteriormente. Por lo tanto, es lícito resistirle. Como observa Caietano, no afirmamos todo esto en el sentido de que uno debe ser el juez del Papa o tener autoridad sobre él, sino en el sentido de que uno puede defenderse. Todos, de hecho, tienen derecho a resistir un acto injusto, a tratar de evitarlo y defenderse "(Obras de Francisco de Vitoria, pp. 486-487).
30 [nota original] “Que os superiores podem ser repreendidos, com humildade e caridade, pelos inferiores, a fim de que a verdade seja defendida, é o que declaram, com base nesta passagem (Gal 2, 11), Santo Agostinho (Epist. 19), São Cipriano, São Gregório, São Tomás e outros acima citados. Eles claramente ensinam que São Pedro, sendo superior, foi repreendido por São Paulo [...]. Com razão, pois, disse São Gregório (Homil. 18 in Ezech.): 'Pedro calou-se a fim de que, sendo o primeiro na hierarquia apostólica, fosse também o primeiro em humildade’. E Santo Agostinho escreveu (Epist. 19 ad Hieronymum): ‘Ensinando que os superiores não recusem deixar-se repreender pelos inferiores, São Pedro deu à posteridade um exemplo mais incomum e mais santo do que deu São Paulo ao ensinar que, na defesa da verdade, e com caridade, aos menores é dado ter a audácia de resistir sem temor aos maiores’  (ad Gal., 2, 11).
[Traducc. Autom.]"Que los superiores puedan ser reprendidos, con humildad y caridad, por los inferiores, para que la verdad pueda ser defendida, es lo que declaran, sobre la base de este pasaje (Gálatas 2:11), San Agustín (Epist . 19), San Cipriano, San Gregorio, Santo Tomás y otros mencionados anteriormente. Enseñan claramente que San Pedro, siendo superior, fue reprendido por San Pablo [...]. Así dijo acertadamente San Gregorio (Homil. 18 in Ezequiel ): "Pedro guardó silencio para que, siendo el primero en la jerarquía apostólica, también fuera el primero en humildad". Y San Agustín escribió ( Epist. 19 ad Hieronymum): "Al enseñar que los superiores no se rehúsen a ser reprendidos por los inferiores, San Pedro dio a la posteridad un ejemplo más inusual y más santo que San Pablo al enseñar que, en defensa de la verdad y con caridad, a los menores". Les es dado tener la audacia de resistir sin temor a los mayores '”( ad Gal., 2, 11).
31 [nota original] “Os meios justos a serem empregados contra um mau Papa são, segundo Suárez (Defensio Fidei Catholicae, lib. IV, cap. 6, nn. 17-18), o auxílio mais abundante da graça de Deus, a especial proteção do Anjo da guarda, a oração da Igreja Universal, a advertência ou correção fraterna em segredo ou mesmo em público, bem como a legítima defesa contra uma agressão quer física quer moral (Ius can., vol. II, p. 436).
[trad. autom.]“Los medios justos a ser empleados contra un mal Papa son, según Suárez (Defensio Fidei Catholicae , lib. IV, cap. 6, nn. 17-18), la ayuda más abundante de la gracia de Dios, la protección especial del Ángel de la guarda, la oración de la Iglesia Universal, la advertencia o corrección fraterna en secreto o incluso en público, así como la legítima defensa contra la agresión física y moral "( Ius can ., vol. II, p. 436).
32 [nota original] ―”Também o súdito pode estar obrigado à correção fraterna de seu superior’ (S. T. II-II, 33, 4). Pois também o superior pode ser espiritualmente indigente, e nada impede que de tal indigência seja libertado pelo súdito. Todavia, ‘na correção pela qual os súditos repreendem a seus prelados, cumpre agir de modo conveniente, isto é, não com insolência e aspereza, mas com mansidão e reverência’ (S. T., ibidem). Por isso, em geral, o superior deve ser sempre advertido privadamente. ‘Tenha-se entretanto presente que, havendo perigo próximo para a fé, os prelados devem ser argüidos, até mesmo publicamente, pelos súditos’ (S. T., II-II, 33, 4, 2) (Cursus Brevior Theol. Mor., tomus II, vol. I, p. 287).
[traducc. Autom.] “El súbdito también puede estar obligado a la corrección fraterna de su superior' ( ST II-II, 33, 4). Pues el superior puede también ser espiritualmente indigente, y nada impide que el súbdito lo libere de tal indigencia. Sin embargo, "en la corrección por la cual los súbditos reprenden a sus prelados, se debe actuar apropiadamente, es decir, no con insolencia y dureza, sino con mansedumbre y reverencia" ( ST , ibidem). Por lo tanto, en general, el superior siempre debe ser advertido en privado. "Téngase en cuenta, sin embargo, que si hay un peligro cercano para la fe, los prelados deben ser discutidos, incluso públicamente, por los súbditos" ( ST , II-II, 33, 4, 2) "( Cursus Brevior Theol. Mor. ”, Tomus II, vol. Yo, p. 287).
33 [nota original] Um católico recentemente convertido que vive em Brighton (Reino Unido) e anima um blog sobre atualidades da Igreja Católica decidiu fazer uma compilação desses epítetos e a publicou sob o título de O pequeno livro de insultos do Papa Francisco. Foi tal o sucesso da compilação, que ele a destacou de seu blog e a colocou numa página especializada que é regularmente atualizada com novas entradas: http://popefrancisbookofinsults.blogspot.fr/ 
[traducc. Autom.]Un católico recientemente convertido que vive en Brighton (Reino Unido) y dirige un blog sobre noticias de la Iglesia Católica decidió compilar estos epítetos y lo publicó bajo el título de El pequeño libro de los insultos del Papa Francisco. Tal fue el éxito de la compilación que la separó de su blog y la colocó en una página especializada que se actualiza regularmente con nuevas entradas: http://popefrancisbookofinsults.blogspot.fr/
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