jueves, 21 de noviembre de 2019

Cap. I - En el Cielo azul, una misteriosa estatua de nieve - Cap. II - En el cerro, el Angel de hace presente - Cap. III - Segunda aparición del Angel


Capítulo I

En el cielo azul, una misteriosa estatua de nieve

Nos trasladamos con los ojos del alma a la privilegiada región que fue teatro de las apariciones de Fátima. Una zona rural montañosa y pedregosa, donde los pobladores viven en pequeñas aldeas antiquísimas, con sus quintas y huertos. Al despuntar el día, tres niños salen al campo animando su bulliciosa majada de ovejas. Son Lucía de Jesús dos Santos y los hermanitos Francisco y Jacinta Marto.
En los campos quebrados, con sus hierbas fragantes y sus cadenas de sierras que forman misteriosas series de murallas azuladas, se juntan con otros niños de la aldea que andan cuidando la majada familiar.
Estamos, en 1916, en Portugal, la gran nación ibérica de navegantes y colonizadores, desde cuyo pequeño territorio continental partieron legiones de hombres emprendedores a plantar la cruz en tierras lejanas del Asia, Africa y América. En las conversaciones de los niños pastores, en medio de sus rondas, sus juegos, sus adivinanzas y sus lecciones de catequesis que da la mayor, Lucía, algo nuevo y misterioso se había introducido. Durante varios meses del año anterior, en el encantador lugar llamado "Outeiro do Cabeço", venían viendo algo curioso. Por encima de la arboleda que bajaba hacia el valle, observaron tres veces algo similar a una nube. Se trataba de "una figura como una estatua de nieve, que los rayos del sol hacían algo transparente''.
Podemos imaginar, recortándose en el azul de zafiro del cielo, a esta estatua tan blanca que parecía de nieve, a la que el sol del cerro daba un atractivo fascinante. ¿Qué clase de figura sería? ¿Qué misterios luminosos y puros anunciaba?

Capítulo II
En el cerro, el Angel se hace presente
Tal vez los niños habían olvidado momentáneamente la misteriosa y deslumbrante figura nívea cuando jugaban en ese "otero” o mirador natural donde pastoreaban sus ovejas. En la apacible serenidad de la sierra, sienten de pronto un viento fuerte que los mueve a mirar hacia arriba de los árboles. ¿Qué ven? "Una luz más blanca que la nieve, con la forma de un joven transparente, más brillante que un cristal atravesado por los rayos del sol". Sus facciones eran de gran belleza y, ante los niños sorprendidos se presentó diciendo:
“No temáis, soy el Angel de la Paz. Rezad conmigo”.
El Angel se arrodilló e inclinó su frente hasta el suelo. Los niños lo imitaron y repitieron las siguientes palabras que él dijo tres veces:
-“Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”.
Luego se levantó, diciendo: “Rezad así. Los corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas”.


Capítulo III

Segunda aparición del Angel

Los niños jugaban junto al pozo de la casa de los Marto, los padres de Lucía. El Angel aparece sobre el pozo y les dice:
“¿Qué hacéis? Rezad, rezad mucho. Los corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios.
Lucía le pregunta cómo deben sacrificarse.
“De todo lo que podáis, ofreced a Dios un sacrificio de reparación por los pecados con que El es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así la paz sobre vuestra Patria. Yo soy su Angel de la guarda, el Angel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con resignación el sufrimiento que Nuestro Señor os envíe”. Y desapareció.


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