domingo, 24 de enero de 2021

Revolución y Contra-Revolución (25) – LA MARCHA DE LA REVOLUCION –Cap. VI, 6) Los agentes de la Revolución: la Masonería y las demás fuerzas secretas




La secta-maestra  para la difusión del pensamiento o la articulación de las tramas revolucionarias es la masonería, según se desprende claramente de las encíclicas de los Papas, especialmente de "Humanum Genus" de León XIII  (foto arriba;  abajo, S.S. Gregorio XVI, que condenó la secta masónica en "Mirari vos" )

 
Ceremonia masónica
Carducci, poeta anticatólico que compuso la Oda a Satanás
mencionada en este ítem de R-CR








6. Los agentes de la Revolución:

la Masonería y las demás fuerzas secretas

Una vez que estamos estudiando las fuerzas propulsoras de la Revolución, conviene que digamos una palabra sobre sus agentes.

No creemos que el mero dinamismo de las pasiones y de los errores de los hombres pueda conjugar medios tan diversos para la consecución de su único fin, es decir, la victoria de la Revolución.

Producir un proceso tan coherente, tan continuo, como el de la Revolución, a través de las mil vicisitudes de siglos enteros, llenos de imprevistos de todo orden, nos parece imposible sin la acción de generaciones sucesivas de conspiradores de una inteligencia y un poder extraordinarios. Pensar que sin esto la Revolución habría llegado al estado en que se encuentra, es lo mismo que admitir que centenas de letras lanzadas por una ventana pudieran disponerse espontáneamente en el suelo, de manera que formasen una obra cualquiera, por ejemplo la Oda a Satanás, de Carducci.

Las fuerzas propulsoras de la Revolución han sido manipuladas hasta aquí por agentes sagacísimos, que se han servido de ellas como medios para realizar el proceso revolucionario.

De modo general, pueden calificarse de agentes de la Revolución todas las sectas, de cualquier naturaleza, engendradas por ella, desde su nacimiento hasta nuestros días, para la difusión del pensamiento o la articulación de las tramas revolucionarias. Sin embargo, la secta-maestra, alrededor de la cual todas se articulan como simples fuerzas auxiliares -a veces conscientemente, y otras veces no- es la Masonería, según claramente se desprende de los documentos pontificios, y especialmente de la Encíclica “Humanum Genus” de León XIII, del 20 de abril de 1884 ("Bonne Presse", París, vol. 1, pp. 242-276).

El éxito que hasta aquí han alcanzado esos conspiradores, y particularmente la Masonería, se debe no sólo al hecho de que poseen una indiscutible capacidad para articularse y conspirar, sino también a su lúcido conocimiento de lo que es la esencia profunda de la Revolución, y de cómo utilizar las leyes naturales -hablamos de las de la política, de la sociología, de la psicología, del arte, de la economía, etc.- para hacer progresar la realización de sus planes.

En este sentido los agentes del caos y de la subversión hacen como el científico, que en vez de actuar por sí solo, estudia y pone en acción las fuerzas, mil veces más poderosas, de la naturaleza.

Es lo que, además de explicar en gran parte el éxito de la Revolución, constituye una importante indicación para los soldados de la Contra-Revolución.

 

Revolución y Contra-Revolución (25) – Cap. VI: La marcha de la Revolución – 6. Los agentes de la Revolución: la Masonería y las demás fuerzas secretas

 

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sábado, 16 de enero de 2021

Revolución y Contra-Revolución (24) - LA MARCHA DE LA REVOLUCION - (Cap. VI) - 5: Deshaciendo objeciones - D) - El frente único de la Revolución

S.S. el Beato Pío IX: "hay quienes parecen querer caminar de acuerdo con nuestros enemigos... "
"Ellos son ciertamente mucho más peligrosos y más funestos que los enemigos declarados..."

El nuevo Presidente, abortista y "católico", de EE.UU.
Mons. Casaldáliga, también conocido como "Mons. martillo y hoz",  abrazando a Fidel Castro

El ex franciscano Leonardo Boff, ecologista extremista 

D. El frente único de la Revolución

Tales "coagulaciones" y cristalizaciones conducen normalmente al entrechoque de las fuerzas de la Revolución. Al considerar esto, se diría que las potencias del mal están divididas contra sí mismas, y que es falsa nuestra concepción unitaria del proceso revolucionario.

Ilusión. Esas fuerzas, por un instinto profundo, que muestra que son armónicas en sus elementos esenciales y contradictorias sólo en sus accidentes, tienen una sorprendente capacidad de unirse contra la Iglesia Católica, siempre que se encuentren frente a Ella.

Estériles en los elementos buenos que les resten, las fuerzas revolucionarias sólo son realmente eficientes para el mal. Y así, cada cual ataca por su lado a la Iglesia, que queda como una ciudad sitiada por un inmenso ejército.

Entre esas fuerzas de la Revolución, no se debe omitir a los católicos que profesan la doctrina de la Iglesia pero están dominados por el espíritu revolucionario. Mil veces más peligrosos que los enemigos declarados, combaten a la Ciudad Santa dentro de sus propios muros, y bien merecen lo que de ellos dijo Pío IX: "Aún cuando los hijos del siglo sean más hábiles que los hijos de la luz, sus ardides y sus violencias tendrían, sin duda, menos éxito si un gran número, entre aquellos que se llaman católicos, no les tendiesen una mano amiga. Sí, infelizmente, hay quienes parecen querer caminar de acuerdo con nuestros enemigos, y se esfuerzan por establecer una alianza entre la luz y las tinieblas, un acuerdo entre la justicia y la iniquidad por medio de esas doctrinas que se llaman católico-liberales, las cuales, apoyándose sobre los más perniciosos principios, adulan al poder civil cuando éste invade las cosas espirituales, e impulsan a las almas al respeto, o al menos a la tolerancia, de las leyes más inicuas. Como si absolutamente no estuviese escrito que nadie puede servir a dos señores. Ellos son ciertamente mucho más peligrosos y más funestos que los enemigos declarados, no sólo porque los secundan en sus esfuerzos, tal vez sin percibirlo, como también porque, manteniéndose en el extremo límite de las opiniones condenadas, toman una apariencia de integridad y de doctrina irreprochable, incitando a los imprudentes amigos de conciliaciones y engañando a las personas honestas, que se rebelarían contra un error declarado. Por eso, ellos dividen los espíritus, rasgan la unidad y debilitan las fuerzas que sería necesario reunir contra el enemigo" (Carta al Presidente y miembros del Círculo San Ambrosio de Milán, 6.III.1873, apud “I Papi e la Gioventù” - Editora A.V.E., Roma, 1944, p. 36).

Revolución y Contra-Revolución (24) – Cap. VI: La marcha de la Revolución - 5. Deshaciendo objeciones – D. El frente único de la Revolución

 

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jueves, 7 de enero de 2021

Revolución y Contra-Revolución (23) – LA MARCHA DE LA REVOLUCION - (Cap. VI, 5) Deshaciendo objeciones: ... - B. Monarquías protestantes - Repúblicas católicas - C. La austeridad protestante

 

En Inglaterra, Holanda y los países nórdicos la monarquía viene sobreviviendo...

En las naciones latinas, el amor a una disciplina externa y visible, a un poder público fuerte y prestigioso, es -por muchas razones- bastante menor...
La Revolución no encontró en ellas, pues, un sentimiento monárquico tan arraigado. Derribó los tronos fácilmente. Pero hasta ahora no fue suficientemente fuerte para arrastrar a la Religión.

En los ambientes puritanos, se goza la vida por medio de los discretos deleites del orgullo, y no por las groseras delicias de la carne.

Pero no es de un puritanismo rígido, frío, momificado, de donde puede partir el soplo de vida que regenerará la tierra.

B. Monarquías protestantes -Repúblicas católicas

Una objeción que se podría hacer a nuestra tesis consistiría en decir que, si el movimiento republicano universal es fruto del espíritu protestante, no se comprende cómo, actualmente, sólo haya en el mundo un Rey católico, y tantos países protestantes se conserven monárquicos.

La explicación es simple. Inglaterra, Holanda y las naciones nórdicas, por toda una serie de razones históricas, psicológicas, etc., son muy afines a la monarquía. Al penetrar en ellas, la Revolución no consiguió evitar que el sentimiento monárquico "coagulase". Así, la realeza viene sobreviviendo obstinadamente en esos países, a pesar de que en ellos la Revolución va penetrando cada vez más a fondo en otros campos. "Sobreviviendo"... sí, en la medida en que morir poco a poco puede ser llamado sobrevivir. Pues la monarquía inglesa, reducida en grandísima medida a un papel de pompa, y las demás realezas protestantes, transformadas para casi todos los efectos en repúblicas cuyo jefe es vitalicio y hereditario, van agonizando suavemente, y, de continuar así las cosas, se extinguirán sin ruido.

Sin negar que otras causas contribuyen a esta sobrevida, queremos, sin embargo, poner en evidencia ese factor -muy importante, por lo demás- que se sitúa en el ámbito de nuestra exposición.

Por el contrario, en las naciones latinas, el amor a una disciplina externa y visible, a un poder público fuerte y prestigioso, es -por muchas razones- bastante menor.

La Revolución no encontró en ellas, pues, un sentimiento monárquico tan arraigado. Derribó los tronos fácilmente. Pero hasta ahora no fue suficientemente fuerte para arrastrar a la Religión.

 

C. La austeridad protestante

Otra objeción a nuestro trabajo podría venir del hecho de que ciertas sectas protestantes son de una austeridad que raya en lo exagerado. ¿Cómo, pues, explicar todo el protestantismo por una explosión del deseo de gozar la vida?

Aún aquí, la objeción no es difícil de resolver. A1 penetrar en ciertos ambientes, la Revolución encontró muy vivaz el amor a la austeridad. Así, se formó un "coágulo". Y, si bien que ella haya conseguido ahí en materia de orgullo todos los triunfos, no alcanzó éxitos iguales en materia de sensualidad. En tales ambientes, se goza la vida por medio de los discretos deleites del orgullo, y no por las groseras delicias de la carne. Hasta puede ser que la austeridad, estimulada por el orgullo exacerbado, haya reaccionado exageradamente contra la sensualidad. Pero esa reacción, por más obstinada que sea, es estéril: tarde o temprano, por inanición o por la violencia, será destrozada por la Revolución. Pues no es de un puritanismo rígido, frío, momificado, de donde puede partir el soplo de vida que regenerará la tierra.

 

Revolución y Contra-Revolución (23) – Cap. VI: La marcha de la Revolución - 5. Deshaciendo objeciones - B. Monarquías protestantes -Repúblicas católicas C. La austeridad protestante

 

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