jueves, 3 de diciembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (20) – La marcha de la Revolución (Cap. VI: 1. La fuerza propulsora de la Revolución - A. Revolución y tendencias desordenadas - B. Sus paroxismos enteros en sus gérmenes - C. ...exaspera sus propias causas.- 2. Aparentes intersticios - 3. Marcha de requinte en requinte)

 



Capítulo VI - La marcha de la Revolución

Las consideraciones anteriores ya nos proporcionaron algunos datos sobre la marcha de la Revolución, es decir, su carácter procesivo, las metamorfosis por las cuales pasa, su irrupción en lo más recóndito del hombre y su exteriorización en actos. Como se ve, hay toda una dinámica propia de la Revolución. De esto podemos tener una mejor idea estudiando aún otros aspectos de la marcha de la Revolución.

1. La fuerza propulsora de la Revolución

A. La Revolución y las tendencias desordenadas

La más poderosa fuerza propulsora de la Revolución está en las tendencias desordenadas.

Y por esto la Revolución ha sido comparada a un tifón, a un terremoto, a un ciclón. Es que las fuerzas naturales desencadenadas son imágenes materiales de las pasiones desenfrenadas del hombre.









B. Los paroxismos de la Revolución están enteros en los gérmenes de ésta

Como los cataclismos, las malas pasiones tienen una fuerza inmensa, pero para destruir.

Esa fuerza ya tiene potencialmente, en el primer instante de sus grandes explosiones, toda la virulencia que se patentizará más tarde en sus peores excesos. En las primeras negaciones del protestantismo, por ejemplo, ya estaban implícitos los anhelos anarquistas del comunismo. Si desde el punto de vista de la formulación explícita, Lutero no era sino Lutero, todas las tendencias, todo el estado de alma, todos los imponderables de la explosión luterana ya traían consigo, de modo auténtico y pleno, aunque implícito, el espíritu de Voltaire y de Robespierre, de Marx y de Lenín (cfr. León XIII, Encíclica “Quod Apostolici Muneris”, 28.XII.1878 - "Bonne Presse", París, vol I., p. 28).

C. La Revolución exaspera sus propias causas

Esas tendencias desordenadas se desarrollan como los pruritos y los vicios, es decir, a medida que se satisfacen, crecen en intensidad. Las tendencias producen crisis morales, doctrinas erróneas y después revoluciones. Unas y otras, a su vez, exacerban las tendencias. Estas últimas llevan enseguida, por un movimiento análogo, a nuevas crisis, nuevos errores, nuevas revoluciones. Es lo que explica que nos encontremos hoy en tal paroxismo de impiedad y de inmoralidad, así como en tal abismo de desórdenes y discordias.




2. Los aparentes intersticios de la Revolución

Considerando la existencia de períodos de una calma acentuada, se diría que en ellos la Revolución cesó. Y así parece que el proceso revolucionario es discontinuo y que, por tanto, no es uno.

Ahora bien, esas calmas son meras metamorfosis de la Revolución. Los períodos de tranquilidad aparente, supuestos intersticios, han sido en general de fermentación revolucionaria sorda y profunda. Véase si no el período de la Restauración (1815-1830) - (cfr. Parte I, cap. IV).

3. La marcha de requinte en requinte(1)

Por lo que vimos (cfr. N° 1, C, supra) se explica que cada etapa de la Revolución, comparada con la anterior, no sea sino un requinte. El humanismo naturalista y el protestantismo se requintaron en la Revolución Francesa, la cual, a su vez, se requintó en el gran proceso revolucionario de la bolchevización del mundo de hoy.

Es que las pasiones desordenadas, yendo en un crescendo análogo al que produce la aceleración en la ley de la gravedad, y alimentándose de sus propias obras, acarrean consecuencias que, a su vez, se desarrollan según una intensidad proporcional. Y en la misma progresión los errores generan errores, y las revoluciones abren camino unas a las otras.

 

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 (N. del E. 1): La palabra portuguesa requintar significa llevar algo a su más alto grado, a su extremo, a su exceso. No encontrando un equivalente suficientemente preciso en el castellano contemporáneo, preferimos conservar la expresión original.

Plinio Corrêa de Oliveira


Revolución y Contra-Revolución (20) – Cap. VI: La marcha de la Revolución (1. La fuerza propulsora de la Revolución - A. La Revolución y las tendencias desordenadas - B. Los paroxismos de la Revolución están enteros en los gérmenes de ésta - C. La Revolución exaspera sus propias causas.- 2. Los aparentes intersticios de la Revolución - 3. La marcha de requinte en requinte)

Los destaques en negrita pertenecen a la Redacción de Aristocracia y Sociedad Orgánica

Texto tomado de: rcr-una-obra-clave.blogspot.com

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