viernes, 21 de diciembre de 2012

¿Por qué el Niño Dios quiso nacer de sangre real en un humilde pesebre? Luminosas enseñanzas de San Pío X


 




Adoración de los Santos Reyes Magos y de los pastores por  Pinturicchio, 
Gentile da Fabriano, un Anónimo español del Siglo de Oro, 
Fra Angelico y Gustave Doré.
En el Pesebre se reunieron los grandes  y los pequeños, y cada uno adoró
al Niño Dios a su manera, en armonía, de acuerdo a su identidad y a los planes
de Dios.
Es lo que enseña el inmortal Pontífice San Pío X.
¡FELIZ NAVIDAD!
Comisión Don Pelayo


¿POR QUE EL NIÑO DIOS QUISO NACER DE SANGRE REAL EN UN HUMILDE PESEBRE?
LUMINOSAS ENSEÑANZAS
DE SAN PIO X
A
sí como a un romano o un judío penetrado de la mentalidad de su época le costaría entender y venerar el misterio de la Navidad, un joven o un adulto actual que no resista a la cultura inmoral y masificante  que impone en los hogares la tv, a la irracionalidad y brutalidad que crecen día a día, y al mal ejemplo y mala educación que difunden los gestos y actitudes de los “modelos” y “referentes” impuestos por la propaganda y la demagogia,  difícilmente estará en condiciones de contemplar, admirar y adorar al Divino Rey.
En otros tiempos, ciertamente, le bastaría al fiel entrar en el recinto sagrado de cualquier Iglesia católica y dejarse impregnar por las verdades y el ambiente de recogimiento y de espíritu navideño. Pero hoy, lamentablemente, con la penetración del neo-paganismo publicitario y de doctrinas “progresistas” e igualitarias de raíz marxista, hasta ciertas misas y sermones se convierten en “ejercicios de lucha de clases”, y son utilizados para difundir “relecturas del Evangelio”, como advirtió el Santo Padre Juan Pablo II (“Instrucción sobre algunos aspectos de la 'Teología de la liberación'”   - 6-8-1984, Congregación para la Doctrina de la Fe; Declaración de Puebla).
¿Qué tienen en común todas las visiones erradas y deformaciones de la revolución cultural y del “progresismo cristiano”, desconectadas sólo en apariencia? La negación de la Grandeza infinita de Dios hecho hombre, nacido de una Mujer “a cuyo imperio está sometido todo lo que está debajo de Dios”, y que es “la obra maestra de la Creación” (cf. “Consagración de sí mismo a Jesucristo por manos de María”; “Rosario Meditado”;  San Luis Ma. Gr. de Montfort).
Esto implica desconocer el valor infinito de la Redención que nos trae, en la grandeza y pobreza del Pesebre, el Niño Jesús. De ahí deriva toda una actitud ateo-práctica ante este sagrado e inabarcable Misterio que enciende las almas en todo lo que resta de Cristiandad en el mundo.
Para contrarrestarla e inspirarnos en el ejemplo de los pastores, a los que pronto se agregarán los Magos de Oriente, venidos a adorar al Rey de Reyes, unos con preciosos regalos de huertos, fincas, arroyos y campos, otros con regios dones maravillosos,  a los pies de Jesús, María y José presentamos estas reflexiones del gran Papa San Pío X, sobre “la campana” -las enseñanzas vivas-  de Belén:
“La campana de Belén es una escuela en la cual, si el cumplimiento de las promesas divinas no es revelado a los sabios y a los prudentes del siglo, sino sólo a los párvulos, esto es, a los simples pastores, esto no sucede ciertamente porque Jesús quiera demostrar preferencias en las condiciones humanas.
La sociedad de los hombres es la obra de Dios. Dios mismo ha querido la diversidad de condiciones, y Jesús no ha venido a cambiar este orden, llamando a sí sólo a los pobres.  Ha nacido para todos.
Esto es tan cierto, que para demostrar este carácter de universalidad, completamente propio de su divina misión, quiso nacer en lugar donde a ninguno le fuese vedado el acceso; quiso descender de sangre real, para que no le desdeñasen los príncipes; quiso nacer pobre, para que todos sin excepción pudiesen acercarse a Él; quiso, en fin, aparecer niño, para hacerse todo a todos y para que ninguno tuviese temor de avecinarse a El (Sermón a los Cardenales de 23 de diciembre de 1904).
D
e este modo, San Pío X nos enseña porqué Jesús quiso descender de sangre real y nacer pobre, en un modesto y digno pesebre, al que cualquier hombre, mujer o niño pudiese llegar a adorar y recibir un torrente de bendiciones, y para que los príncipes –a ejemplo de los Santos Reyes Magos- encontraran al Hijo de Dios de Majestad infinita ,  tan “Rey de Reyes y Señor de Señores” en su trono celestial a la derecha del Padre, como reclinado en un montoncito de paja y envuelto en los pañales purísimos preparados por María Virgen, “fulgurante de raza real” (*), presente junto a su casto esposo San José, “ilustre Príncipe de la Casa de David” (**), padre adoptivo y responsable del Divino Infante (* León XIII, Actas, t. VII, pp. 169-70, ed. francesa Bonne Presse; **) Letanías de San José).
Que esta dulcísima Medianera de todas las Gracias que le dio al Verbo Infinito su carne y su sangre,  nos  conceda acercarnos al pesebre con confianza, devoción y admiración, como su Divino Hijo, nuestro Redentor, lo merece, en esta Santa Navidad (A.D. 2012).

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