domingo, 6 de diciembre de 2020

Revolución y Contra-Revolución (22) – La marcha de la Revolución (Cap. VI: 5. Deshaciendo objeciones - A. Revolucionarios de pequeña velocidad y "semi-contra-revolucionarios": a. El revolucionario de pequeña velocidad - b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con "coágulos" contra-revolucionarios - c. El "semi-contra-revolucionario – […])


Pétion de Villeneuve, girondino prototípico, un ejemplo de revolucionario de pequeña velocidad


Luis Felipe de Orléans, Duque de Chartres, a los 16 años (1789). El futuro rey Luis-Felipe I puede ser considerado un revolucionario de pequeña velocidad con coágulos contra-revolucionarios

 

Comité de vigilancia de los jacobinos, revolucionarios de alta velocidad


 
A Edmund Burke, hombre con ideas conservadoras que no llegó a ser un contra-revolucionario, lo clasificaríamos como un "semi-contra-revolucionario"


5. Deshaciendo objeciones

Vistas estas nociones, se presenta la ocasión para deshacer algunas objeciones que, antes de esto, no podrían ser adecuadamente analizadas.

A. Revolucionarios de pequeña velocidad y "semi-contra-revolucionarios"

Lo que distingue al revolucionario que siguió el ritmo de la marcha rápida, de quien paulatinamente se va volviendo tal según el ritmo de la marcha lenta, está en que, cuando el proceso revolucionario se inició en el primero, encontró resistencias nulas, o casi nulas. La virtud y la verdad vivían en esa alma una vida de superficie. Eran como madera seca, que cualquier chispa puede incendiar. Por el contrario, cuando ese proceso se opera lentamente, es porque la chispa de la Revolución encontró, al menos en parte, leña verde. En otros términos, encontró mucha verdad o mucha virtud que se mantienen contrarias a la acción del espíritu revolucionario. Un alma en tal situación queda bipartida, y vive de dos principios opuestos, el de la Revolución y el del Orden.

De la coexistencia de esos dos principios pueden surgir situaciones bien diversas:

a. El revolucionario de pequeña velocidad: se deja arrastrar por la Revolución, a la cual opone apenas la resistencia de la inercia.

 b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con "coágulos" contra-revolucionarios. También éste se deja arrastrar por la Revolución. Pero en algún punto concreto la rechaza. Así, por ejemplo, será socialista en todo, pero conservará el gusto por los modales aristocráticos. Según el caso, llegará incluso a atacar la vulgaridad socialista. Sin duda, se trata de una resistencia. Pero resistencia en un pormenor, que no se remonta a los principios, toda ella constituida por hábitos e impresiones. Resistencia por eso mismo sin mayor alcance, que morirá con el individuo, y que, si se diera en un grupo social, tarde o temprano, por la violencia o por la persuasión, en una o en algunas generaciones, será desmantelada por la Revolución en su curso inexorable.

             c. El "semi-contra-revolucionario" (cfr. Parte I, cap. IX): se diferencia del anterior sólo por el hecho de que en él el proceso de "coagulación" fue más enérgico y remontó hasta la zona de los principios básicos. De algunos principios, se entiende, y no de todos. En él, la reacción contra la Revolución es más pertinaz, más viva. Constituye un obstáculo que no es sólo de inercia. Su conversión a una posición enteramente contra-revolucionaria es más fácil, por lo menos en tesis. Cualquier exceso de la Revolución puede determinar en él una transformación cabal, una cristalización de todas las tendencias buenas, en una actitud de firmeza inquebrantable. Mientras esta feliz transformación no se dé, el "semi-contra-revolucionario" no puede ser considerado un soldado de la Contra-Revolución.

Es característica del conformismo del revolucionario de marcha lenta, y del "semi-contra-revolucionario", la facilidad con que ambos aceptan las conquistas de la Revolución. Afirmando la tesis de la unión de la Iglesia y el Estado, por ejemplo, viven displicentemente en el régimen de la hipótesis, es decir, de la separación, sin intentar ningún esfuerzo serio para que se haga posible restaurar algún día, en condiciones convenientes, la unión.


Plinio Corrêa de Oliveira

Revolución y Contra-Revolución (22) – Cap. VI: La marcha de la Revolución (5. Deshaciendo objeciones - A. Revolucionarios de pequeña velocidad y "semi-contra-revolucionarios" a. El revolucionario de pequeña velocidad: se deja arrastrar por la Revolución, a la cual opone apenas la resistencia de la inercia. b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con "coágulos" contra-revolucionarios. c. El "semi-contra-revolucionario – […])

 

Los destaques en negrita pertenecen a la Redacción de Aristocracia y Sociedad Orgánica

Texto tomado de: rcr-una-obra-clave.blogspot.com

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