Capítulo
I
En el
cielo azul, una misteriosa estatua de nieve
Nos trasladamos con los ojos del alma a la privilegiada región que fue
teatro de las apariciones de Fátima. Una zona rural montañosa y pedregosa,
donde los pobladores viven en pequeñas aldeas antiquísimas, con sus quintas y
huertos. Al despuntar el día, tres niños salen al campo animando su bulliciosa
majada de ovejas. Son Lucía de Jesús dos Santos y los hermanitos Francisco y
Jacinta Marto.
En los campos quebrados, con sus hierbas fragantes y sus cadenas de
sierras que forman misteriosas series de murallas azuladas, se juntan con otros
niños de la aldea que andan cuidando la majada familiar.
Estamos, en 1916, en Portugal, la gran nación ibérica de navegantes y
colonizadores, desde cuyo pequeño territorio continental partieron legiones de
hombres emprendedores a plantar la cruz en tierras lejanas del Asia, Africa y
América. En las conversaciones de los niños pastores, en medio de sus rondas,
sus juegos, sus adivinanzas y sus lecciones de catequesis que da la mayor,
Lucía, algo nuevo y misterioso se había introducido. Durante varios meses del
año anterior, en el encantador lugar llamado "Outeiro do Cabeço",
venían viendo algo curioso. Por encima de la arboleda que bajaba hacia el
valle, observaron tres veces algo similar a una nube. Se trataba de "una
figura como una estatua de nieve, que los rayos del sol hacían algo
transparente''.
Podemos imaginar, recortándose en el azul de zafiro del cielo, a esta
estatua tan blanca que parecía de nieve, a la que el sol del cerro daba un
atractivo fascinante. ¿Qué clase de figura sería? ¿Qué misterios luminosos y
puros anunciaba?
Capítulo II
En el cerro, el Angel se hace presente
Tal vez los niños habían olvidado momentáneamente la misteriosa y
deslumbrante figura nívea cuando jugaban en ese "otero” o mirador natural
donde pastoreaban sus ovejas. En la apacible serenidad de la sierra, sienten de
pronto un viento fuerte que los mueve a mirar hacia arriba de los árboles. ¿Qué
ven? "Una luz más blanca que la nieve, con la forma de un joven
transparente, más brillante que un cristal atravesado por los rayos del
sol". Sus facciones eran de gran belleza y, ante los niños sorprendidos se
presentó diciendo:
“No temáis, soy el Angel de la Paz. Rezad conmigo”.
El Angel se arrodilló e inclinó su frente hasta el suelo. Los niños lo
imitaron y repitieron las siguientes palabras que él dijo tres veces:
-“Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y no te aman”.
Luego se levantó, diciendo: “Rezad así. Los corazones de Jesús y de
María están atentos a la voz de vuestras súplicas”.
Capítulo III
Segunda
aparición del Angel
Los niños jugaban junto al pozo de la casa de los Marto, los padres de
Lucía. El Angel aparece sobre el pozo y les dice:
“¿Qué hacéis? Rezad, rezad mucho. Los corazones de Jesús y de María
tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al
Altísimo oraciones y sacrificios.
Lucía le pregunta cómo deben sacrificarse.
“De todo lo que podáis, ofreced a Dios un sacrificio de reparación por
los pecados con que El es ofendido y de súplica por la conversión de los
pecadores. Atraed así la paz sobre vuestra Patria. Yo soy su Angel de la
guarda, el Angel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con resignación el
sufrimiento que Nuestro Señor os envíe”. Y desapareció.
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