Una propuesta católica para enfrentar la crisis que amenaza a
los Estados Unidos y a al mundo moderno
Presentamos
a nuestros lectores puntos esenciales de la Introducción
de REGRESO
AL ORDEN, impactante obra de
John Horvat II, escritor y dirigente de la
American Society for the Defense of
Tradition, Family and Property - TFP, pujante asociación católica de
repercusión mundial por sus campañas y acciones pro-civilización cristiana y
pro-vida. La iniciativa es a favor de un orden temporal acorde a las enseñanzas
perennes de la Iglesia y las tradiciones y prácticas de la Civilización
Cristiana. El libro(*), fruto
de 20 años de investigación, responde a la dura experiencia de una economía exacerbada por la intemperancia frenética, que perjudica la iniciativa privada, la
libre iniciativa y todo lo bueno que aún existe en el mundo occidental, llevando a una crisis sin precedentes y
abriendo paso al socialismo.
Es una clarinada para el presente y el futuro. Una
reafirmación de la sabiduría y eficacia de los principios católicos para lograr
el bien común y el verdadero progreso, con la ayuda de Dios. Una refutación de las
ideas y políticas erradas que han conducido a esta encrucijada, rumbo a
una solución.
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(*) Return to Order –From a frenzied Economy
to an Organic Christian Society – York Press, York,
Pennsylvania, 371 pp.
http://www.returntoorder.org/
La ilusión de un crucero en una
fiesta sin fin…
Comentario
a la Introducción
de una obra clave en el momento actual
Estados Unidos, hoy, podría compararse con un crucero en
ambiente de fantasía, desborde y delicia… navegando en una fiesta sin fin. Mientras
tanto, la economía se ha vuelto
insustentable, con enormes déficits y quebrantos financieros. La polarización
política ha llevado a un estado de inmovilidad. Sumado a la caída de la moral y
las costumbres plantea: ¿cómo sobrevivirá esta sociedad?
“La fiesta ha terminado…”
No existe ya la unidad y proyección de otrora, cuando formaba
un pueblo sólidamente unido en torno a Dios, la bandera y la familia.
Los desafíos en el orden internacional, los ataques de
enemigos inesperados y la falta de respuesta de amigos y aliados sacude las certezas
y despierta ansiedad y pesimismo.
Católicos, movidos por amor a Dios y al país, queremos
convocar a todos nuestros compatriotas dispuestos a actuar, a quienes ven la
inconveniencia de prolongar dicha fiesta.
En esta encrucijada, las enseñanzas sociales y económicas de la Iglesia, que promovieron
el surgimiento de la Civilización
Cristiana, nos sirven de
faro: contienen visiones valiosas y esclarecedoras por basarse no sólo en materias de Fe sino también
sobre la razón y los principios de orden natural.
Si
no tenemos el coraje de basarnos en nuestra rica tradición
cristiana y poner nuestra confianza en la Providencia, ni evitaremos
la tormenta ni llegaremos a buen puerto.
La importancia fundamental de la economía en esta crisis nos
motiva a proponer elementos para un debate que apunte en
líneas generales a encontrar un remedio.
Lo que está fallando no es el recto y activo sistema de propiedad
privada y libre iniciativa, como claman los socialistas, sino algo más profundo y difícil de definir.
El principal problema radica
en un insaciable espíritu de intemperancia que continuamente desequilibra
nuestra economía. Un manejo frenético que intenta librarse de restricciones y
gratificar pasiones, que nos lanza en el
seno de una crisis sin precedentes.
La pérdida del espíritu de familia puede convertirnos en
“ciber-reclusos” u otras formas de anonimato y soledad
Errores que modelan nuestro estilo de
vida: las frustraciones de una exagerada confianza en la ‘sociedad tecnológica’,
el aterrador aislamiento del individualismo y el materialismo, la falta del
sentido de lo sublime.
Veremos cómo dio lugar a errores que modelan nuestro modo de
vida; y también las frustraciones de una
exagerada confianza en la sociedad
tecnológica, el aterrador aislamiento del individualismo y el peso del
materialismo. Asimismo destacaremos el secularismo
que admite pocos elementos heroicos,
sublimes o sagrados que den significado a nuestras vidas.
La
intemperancia frenética desequilibra el libre mercado
y prepara el socialismo. Su trágico
efecto es perder el elemento humano esencial para la economía, que se ha
tornado fría e impersonal, acelerada y frenética, mecánica e inflexible.
El resultado es una sociedad gobernada por el dinero. Se
dejan de lado los valores sociales, culturales y morales, adoptando una serie
de valores que da indebida importancia a la cantidad sobre la calidad, la
utilidad sobre la belleza y la materia sobre el espíritu. El abandono de las tradicionales
restricciones favorece los tratos exorbitantes, la especulación y los exagerados
riesgos que han puesto en crisis nuestra economía.
La solución consiste, entre otras cosas, en ponerle freno al espíritu
insaciable.
El modelo que
presentaremos es el orden socio-económico orgánico desarrollado en la Cristiandad, marco
en el que hallamos principios perennes
de un orden económico maravillosamente
adaptados a nuestra naturaleza. Que hace surgir mercados plenos de
exuberante vitalidad y refrescante espontaneidad. Donde se hace sentir la influencia
de las instituciones que naturalmente
atemperan la vida de la sociedad –la costumbre, la familia, el estado cristiano
y la Iglesia,
alma de una economía equilibrada.
La economía auténtica se basa en las virtudes cardinales. En ese orden auténtico, la regla del dinero es
remplazada por la que enaltece el honor, la belleza y la calidad. Orden cristiano que es adecuado a
nuestra naturaleza decaída y bien adaptado a los sufrimientos y alegrías de
este valle de lágrimas. Que nació a la sombra permanente de la cruz,
con Cristo como divino modelo.
Nuestra principal preocupación será entender la naturaleza de la tormenta y el
puerto que buscamos. Sólo
de este modo podremos contribuir a trazar un curso para el futuro.
Su opinión nos interesa: esperamos su comentario en el sitio o por mail a: donpelayodeasturias@gmail.com
Sabias reflexiones, principios eternos afirmados en la Fé, pero también en la razón y el sentido común, y que a pesar de todo siguen siendo negados o ignorados por la inmensa mayoría de políticos y gobernantes. Confiando en la promesa de Fátima, esperamos que la Gracia actúe en los corazones para que se produzca ese gran retorno a la paz,la Paz de Cristo en el Reino de Cristo, la "tranquilidad en el orden" como la definiera San Agustín.
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