martes, 22 de diciembre de 2009

Luchar para difundir la misión perenne de las élites tradicionales, una obra urgente a la que convocamos a nuestros lectores


Ilustraciones de "Nobleza y élites tradicionales análogas" que muestran la tocante solicitud por los pobres de los Reyes católicos -como Santa Isabel de Hungría- y de los nobles

Luchar para difundir la misión perenne de las élites tradicionales, una obra urgente a la que convocamos a nuestros lectores
En la Navidad pasada difundimos el luminoso texto en que San Pedro Julián Eymard formula altas consideraciones sobre la realeza de sangre del Niño Jesús y censura la demagogia igualitaria y pseudo-democrática (ver entradas de diciembre de 2008).
En la ocasión, recibimos un comentario crítico de un lector que interpretó que se estaba haciendo una apología obsesiva de lo nobiliario que hubiese incomodado a Nuestro Señor Jesucristo, y que se estaba cometiendo una gran ofensa a los pobres y carenciados, por no hablarse del amor al desvalido.
Considerando nuestra obligación esclarecer tales objeciones, similares a tantas que flotan “en el aire” de los ambientes modernos, frecuentemente imbuidos de prejuicios anti-nobiliárquicos y olvidados del magisterio tradicional de la Iglesia sobre la misión de las élites tradicionales en pro del bien común, presentamos a nuestros lectores la respuesta que enviamos a nuestro objetante, invitándolos a hacer sus comentarios y dar a conocer sus puntos de vista sobre temas de tanto interés.

Estimado amigo:
Antes de volver de lleno a las actividades quería terminar un par de asuntos pendientes.
Uno de ellas es que la Comisión Don Pelayo, integrada por personas que luchan por el reerguimiento de la sociedad en base a las enseñanzas del magisterio tradicional pontificio, me pidió que contestara tu mail sobre las consideraciones de San Pedro Julián Eymard sobre la Realeza del Niño Dios y el valor de la nobleza enviadas en Navidad.
(…)
[Nobleza y aristocracia, condición esencial del bien común]
Contrariamente a lo que sostienen las ideas de la Revolución Francesa (cuya refutación y condena puedes encontrar en el Apéndice II –y III- de "Nobleza y élites tradicionales análogas"), el socialismo y la Teología de la Liberación, la existencia de la nobleza y la aristocracia, y de clases armónica y proporcionadamente desiguales en cultura, educación, riqueza, tradición, es de orden natural. Por tanto no es lo contrario sino condición esencial del bien común, ya que éste nunca podrá lograrse yendo contra el orden establecido por Dios.
El autor comienza justamente el libro aclarando que no hay antítesis entre nobles y pobres, y que Jesucristo, el Buen Pastor, es el Padre de todos.
[Elogios a quienes cumplen la alta misión de la Nobleza – reproches a quienes no lo hacen]
Creo que los elogios van dirigidos a la Nobleza y élites análogas en razón de:
-la excelencia que Dios las llama a alcanzar y a representar, para sí y sobre todo para el bien común;
- refutar errores y prejuicios ("la suma de errores de los falsos profetas" dice Benedicto XV);
-estimular a los miembros de las clases superiores de la sociedad a cumplir su misión perenne para el bien de toda la sociedad. Ser “fermento” y ejercer una “misión sacerdotal para elevar, purificar y pacificar al mundo” es la magnitud de su misión contemporánea (Cap. VII, ít. 8).
Es el sentido de los elogios hechos reiteradamente por los Papas, en particular Pío XII, Benedicto XV (que llega a hablar de un "sacerdocio de la Nobleza"), los Pontífices posteriores (Juan XXIII: los nobles son como las flores en la sociedad), los teólogos y doctores y las Sdas. Escrituras.
Al hacerlo, la Iglesia, fundada por Nuestro Señor Jesucristo y Maestra infalible de la verdad, continúa el magisterio fundado por el Divino Maestro: "quien a vosotros os oye, a Mí me oye".
Por otro lado Pío XII, cuyas alocuciones completas se transcriben en "Nobleza y élites", califica duramente a los nobles y miembros de las élites tradicionales análogas que no cumplen su vital misión, y los llama "desertores" y "cómplices". Así, el elogio va dirigido a quienes la cumplen, lo que implica la consiguiente reprobación a quienes, lamentablemente, no lo hacen.
[N.S.J.C. era el verdadero rey de Israel conforme los Santos Evangelios]
Está clarísimo en el Evangelio que N.S.J.C. era el verdadero rey de Israel: lo dice San Lucas cuando relata la Anunciación y Natividad, diciendo que Dios le dará el trono de David, su padre; al principio de su vida pública, cuenta San Juan, convierte a Natanael -el “israelita sin doblez"- y éste exclama, admirado: Tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel. El mismo le contesta a Pilatos: tú lo dices, Yo soy Rey…
Esto es lo que San Pedro Julián Eymard explica en su sermón. A mí me resultó muy esclarecedor leer ese texto para entender más concretamente por qué Herodes, con el apoyo del “aparato” de los romanos, era un usurpador, y que los verdaderos reyes eran San José y Jesús, su heredero. (Lo mismo afirma San Juan Bosco en su Historia Sagrada para estudiantes).
Cosa que los seguidores de la Teología “de la liberación” y los progresistas de toda laya omiten o directamente niegan, tratando de rebajarlo: "nació en un chiquero", su madre "era una mujer como tu mamá, como cualquier otra" dice el Catecismo "Tinkunaco en familia", que se usó largamente en la Diócesis de La Rioja -no sabemos si se usa actualmente.
De ahí la oportunidad y necesidad de difundir la verdadera doctrina católica al respecto. En la encíclica Quas Primas, Pío XI establece la fiesta de Cristo Rey, advocación tan querida por los hispanos. Los mártires mejicanos y españoles enfrentaban la muerte al grito de "Viva Cristo Rey!", y es costumbre de los hispanistas despedirse con "un abrazo en Cristo Rey". Todo esto tiene una armonía y un sentido profundo.
LA NOBLEZA y LOS POBRES
La Iglesia llama a nobles, aristócratas y semejantes a cumplir su misión específica, que implica especiales sacrificios, de los que deriva el prestigio que tenía -y aún tiene- la Nobleza como realizadora de acciones generosas y heroicas. Parte de ella, muy importante, es la asistencia a los pobres y desvalidos, como era la tradición del Occidente cristiano (ver también Apéndice IV, La aristocracia de acuerdo a un Cardenal español, en este sitio).
En dicha enciclopedia del Card. Herrera Oria se recuerdan nociones olvidadas, como la misión de la aristocracia de desempeñar un papel semejante al de la madre, con afecto y solicitud hacia los necesitados (lo que recuerda casos concretos de nuestra historia: el amor filial de los encomenderos hacia indios e indias de servicio que consta en la Visita de Luján de Vargas, la carta del encomendero Ponce de León a la india Barbolita, su encomendada, la misión que cumplía la pequeña Isora Ocampo Dávila enviada por su madre, Solana Brizuela y Doria de Ocampo, Señora de San Sebastián de Sañogasta, a remediar las necesidades de los pobres, lo que llevó al expresivo título de “Beneméritos de Indias”…. También se indica en el texto cardenalicio que la aristocracia participa del poder en beneficio del pueblo.
[Recordar la misión de nobles y aristócratas católicos es una forma realista de trabajar por los pobres y por el bien de toda la sociedad]
Por tanto, recordarles su misión y deberes, es una forma bien realista de trabajar por los pobres, rectamente, sin demagogia ni resentimiento.
"Nobleza y élites" trae estadisticas sobre el alto porcentaje de nobles que alcanzaron la gloria de los altares, para mostrar que una formación noble es propicia para la práctica de virtudes (que tanta falta hacen). Muchos de ellos sacrificaron las ventajas de su posición para dedicarse enteramente al servicio de los necesitados espirituales y materiales (ej. Santa Isabel de Hungría curando heroicamente a los tiñosos, como la pinta Murillo). Otros, como los numerosos reyes santos, o con fama de santidad, como nuestra gran Isabel la Católica, se santificaron sublimando su condición de nobles. Incluso en nuestras élites tradicionales sudamericanas tenemos a Santa Teresa de los Andes, a la nombrada Isora (Sor Leonor de Santa María Ocampo Dávila), a la Mama Antula, confirmando la regla. Para no hablar de Ceferino Namuncurá, hijo de un cacique, y tantos otros.
[San Pedro Julián Eymard refuta la ola igualitaria con respecto a la Persona del Verbo Encarnado – San Pío X esclarece sobre “la campana de Belén”, los grandes y los pequeños]
Volviendo al texto de San Pedro Julián Eymard, conviene recordar que no estaba tratando de los hombres, sino de Dios. Por eso no habla de problemas como pobreza y otros. Ante la ola igualitaria él defiende el plan de Dios con respecto al Verbo Encarnado, al que hace nacer de la Casa de David y ser servido por los mayores nobles del universo, José y María.
San Pío X (de padres campesinos) también tiene sublimes enseñanzas sobre "la campana de Belén": cómo N.S.J.C. nace pobre, para mejor atraer a los pobres, y de sangre real, para atraer a los Reyes. Así la campana de Belén es un llamado a los hombres de todas las clases sociales a comprender la belleza y sabiduría del orden creado por Dios, a amar las jerarquías y variedades que El instituyó en la sociedad.
Son matizaciones muy importantes de la doctrina católica, muy necesarias en esta época de desequilibrios e igualitarismo.
[El miserabilismo quiere acabar con el lujo y con todo lo elegante y bello, como el decoro de las comidas navideñas]
Uno de ellos, propio de la mentalidad miserabilista (que tiene por detrás una doctrina y quiere acabar con todo lo elevado, quintaesenciado, elegante y bello), es ir creando una especie de complejo de culpa hacia quienes llevan una vida de lujo equilibrado y legítimo, de elegancia, de elevación, olvidando que ese “decorum” y buen gusto es parte de la acción propulsora de la aristocracia para elevar a todo el ambiente social (ver el citado Apéndice IV, punto 7).
(Lamentablemente, no pocos sermones progresistas sesgados y unilaterales alientan esta nociva deformación).
Es tan natural que es propio de la inmensa mayoría de familias de todas las clases celebrar los acontecimientos familiares con fiestas y buenas comidas, y por la misma razón destacar la Navidad con una cena en que se trata de servir lo mejor.
Más allá de excesos, a que se prestan todas las actividades humanas (aún las caritativas, por desgracia!), es un modo de realzar la fecha.
Al mismo tiempo, sabemos que hay personas que no pueden disfrutar de eso; enfermos, abandonados, moribundos, perseguidos, encarcelados, hambreados, etc. Es profundamente lamentable, pero es parte de este valle de lágrimas, de los males que causó la desobediencia de nuestros primeros padres, agravada por la crisis socio-política, económica, cultural y moral provocada por la Revolución anticristiana, que destruyó el sistema de vida y la economía familiar y autosuficiencia de miles de familias que vivían en el campo. Pero aún en épocas de bienestar, como vivió la Cristiandad, hay que tener presente que sólo en el Cielo la felicidad de los hombres será perfecta.
[Judas, precursor de los miserabilistas]
NSJC lo dice cuando Judas le reprocha aceptar el perfume costosísimo de la Magdalena: a los pobres siempre los tendréis con vosotros... También se queja del escándalo y de quienes lo causan, enseñando que desgraciadamente son males propios de esta vida, que debemos tratar de solucionar pero sabiendo de antemano que debemos aceptar las duras condiciones de la existencia terrenal, que no sólo consisten en la falta de bienes materiales.
[“Relecturas del Evangelio” que omiten enseñar el deber de excelencia del cristiano]
Ciertas “relecturas del Evangelio”, dijera Juan Pablo II, ciertas prédicas que insisten en este punto pero no enseñan el deber de excelencia propio del cristiano, sobre todo del noble, tratan de hacer sentir mal a quienes, usando de medios bien habidos, del legítimo derecho de propiedad y de uso de los bienes, celebran la Navidad con una comida espléndida de acuerdo a las posibilidades de cada uno. A defender ese derecho apuntaba el mensaje de Pelayo (nombre con que se firman las comunicaciones de esa comisión).
[A pesar de la penosa existencia de leprosos y menesterosos, Nuestro Señor participa de las Bodas de Caná transformando agua en un vino finísimo a pedido de la Virgen]
Nuestro Señor Jesucristo nuevamente nos da ejemplo. La existencia de leprosos y menesterosos no le impide participar con su Madre de los festejos de las Bodas de Caná, las que realza obrando su primer milagro de naturaleza, con un vino tan fino que dejó sorprendidos a todos; y, hablando del brillo de Salomón en toda su gloria, dijo que era menor al esplendor con que Dios viste a un simple lirio del campo, y dice: ¿no valéis vosotros mucho más, hombres de poca Fe?
[Desterrar el esplendor de la vida cotidiana, una forma de calvinismo comunizante]
Si esto no fuera legítimo, si toda la actividad humana debiera consistir en erradicar el hambre del mundo, habría que eliminar las fiestas, las cenas con amigos o familiares, los cocktails de los eventos de investigación, que enriquecen el convivio humano (y los propios eventos)... Estaríamos ante un nuevo calvinismo de signo comunista que no solucionaría nada sino al contrario, agravaría los males como se ve en Cuba y países comunistas, donde los pobres sufren aún más. Y sin embargo, no pocos sermones, “releyendo el Evangelio”, apuntan en esa línea, entrando en contradicción con el sentido común, las tradiciones y costumbres, y la doctrina católica.
[Difundir la misión perenne de la Nobleza, como lo hicieron Pío XII y los Sumos Pontífices, y el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, contribuye a revertir la decadencia de la humanidad]
Aspiramos a hacer conocer en qué consiste la misión perenne de la nobleza y las élites análogas, no para vanagloria de sus miembros, sino porque en ellas está, conforme enseñan los Papas (en forma no exclusiva pero con un llamado especial) la posibilidad de revertir la decadencia en que estamos. ¿Por qué nos hundimos cada vez más? Porque estamos manejados por políticos, arrivistas, banqueros y macrocapitalistas publicitarios anticristianos y corruptos, que trabajan por eliminar nuestras raíces tradicionales. Si las élites asumieran su llamado de defender la sociedad contra todos esos males, la situación cambiaría. Es el sentido del llamado de los Papas, del que nos hacemos eco, que es reiterado e insistente sin ser por eso obsesivo (como dice el objetor), por su amor a la humanidad y ante la gravedad de la catástrofe, para evitarla o remediarla.
[La ausencia de los llamados a ser mejores nos va sumiendo en la vulgaridad, la brutalidad y el crimen]
La ausencia de ideales de caballerosidad (y los caballeros eran en grado mayor o menor nobles, o adquirían la nobleza por consagrarse a los deberes de la caballería) nos va sumiendo en el egoísmo, el exhibicionismo, la vulgaridad, la brutalidad y el crimen.
Al contrario de que haya “mejores” que sean ejemplo para todos, faltan ejemplos, y eso tiene consecuencias. Y no es sólo problema de pobres y hambreados. Ayer veía en un c i b e r unos adolescentes de familias acomodadas: afeminados, afectando primitivismo, iban a consumir pornografía comprando dvds y cosas por el estilo. No nos extraña, así, que se acuchillen, que se droguen, que cometan toda clase de barbaridades como se lee a diario.
[La única salida es la vuelta de la sociedad a los ideales católicos en materia moral y político-social – Hacen falta personas que se consagren a esa causa]
Sólo hay una salida: es la vuelta de la sociedad a los ideales católicos en materia moral y político-social. Volver a la idea del caballero, del hombre o de la mujer que tiene ideales, que por amor a Dios y la Cristiandad, y por instinto de conservación social y amor a las generaciones futuras, aspira a tener virtudes, que quiere contrarrestar el mal que nos va destruyendo y hacer de ello el objetivo principal de su vida.
[Lo que la Iglesia espera de la clase dirigente]
En el sitio Aristocracia y Sociedad Orgánica presentamos estas temáticas en forma sintetizada, en base a la citada enciclopedia del Cardenal español comentada por Plinio Corrêa de Oliveira. Es recomendable ver allí todo lo que la Iglesia espera de las personas y familias que tienen el privilegio de una tradición, de una educación esmerada, de poseer recursos, de pertenecer a un título u otro a una clase dirigente: todo eso tiene que servir, principalmente, al bien común.
Es un apostolado dirigido no a conformistas, ni a quienes ya se han entregado a lo que venga, sino a personas con hidalguía y espíritu emprendedor, como nuestro estimado objetante. Urge lograr que haya “mejores”, que haya dirigentes para el bien en todos los ambientes, y es misión de la aristocracia ponerse a la cabeza del restablecimiento de la sociedad. Es el deseo de las almas que “esperan contra toda esperanza” (ver Apéndice IV “in fine”) el verdadero bienestar y la verdadera felicidad de todo el pueblo, en una sociedad fiel Al que es el Camino, la Verdad y la Vida..
Vayan estas líneas como contribución a deshacer cualquier malentendido y quedando a tu disposición para aclarar cualquier punto, en la medida de mis posibilidades, con el afecto de siempre.
Un abrazo en Cristo Rey y María Reina,
Pelayo
P.S. lamento el largo del mail, pero estas largas y complejas cuestiones no se pueden abordar en dos palabras.

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