Las primeras dos fotos muestran ambientes y tipos humanos de la Civilización Cristiana. La elegante Sala del Duque de Alba, la pintoresca escena de gente de campo trajinando con sus cabras, y el patriarcal campesino bávaro (cuya descripción y comentario se encuentra en este sitio). La tercera foto contrasta con estas escenas: nos muestra a Marc Sangnier, precursor de la peligrosa familia de almas de los socialistas "cristianos". Su fisonomía tiene una notable marca de dureza, tal vez de obcecación, contra el universo que Dios creó. Los "soñadores" socialistas anhelan un mundo distinto del creado por Dios; hay en esto soberbia ilimitada, que los lleva a pensar que son capaces de imaginar una sociedad mejor que la que el propio Dios ha hecho. Conociendo, al menos intuitivamente, que chocan con El, adoptan aires desafiantes. El inmortal San Pío X condenó las utopías de Le Sillon, antecesoras de las actuales versiones socialistas igualitarias que usurpan el nombre de cristianas para mejor disfrazar sus fines.
4. La igualdad cristiana “no elimina todas las diferencias
entre los hombres, sino que de acuerdo con la variedad
de modos de vida, profesiones e inclinaciones,
alcanza aquel acuerdo admirable y, por así decir,
armonioso, que conviene por naturaleza
a la utilidad y a la dignidad de la vida civil"
De la encíclica de León XIII, Humanum Genus, del 20 de abril de 1884 contra la Masonería, extraemos el siguiente trecho:
"En consecuencia, habiendo encontrado no sin razón ocasión oportuna para ello, renovamos lo que ya hemos manifestado en otras ocasiones: que es conveniente propagar y proteger con gran celo la Orden Tercera de San Francisco. (...) Así pues, sea renovada con diarios progresos esta santa asociación, de la cual podemos esperar muchos frutos, y especialmente el insigne fruto de que sean elevados los espíritus hacia la libertad, fraternidad e igualdad de derechos, no como absurdamente las imaginan los masones, sino tal como las dispuso Jesucristo para el género humano y las siguió San Francisco. Nos referimos aquí a la libertad de los hijos de Dios, por la cual no servimos ni a Satanás, ni a las pasiones, perversísimos señores; a la fraternidad cuyo origen reside en Dios Creador y Padre común de todos; a la igualdad que, erigida sobre los fundamentos de la justicia y de la caridad, no elimina todas las diferencias entre los hombres, sino que de acuerdo con la variedad de modos de vida, profesiones e inclinaciones, alcanza aquel acuerdo admirable y, por así decir, armonioso, que conviene por naturaleza a la utilidad y a la dignidad de la vida civil." 1
5. Una filosofía de la cual la Iglesia
está lejos de tener que gloriarse
En su carta apostólica Notre Charge Apostolique, de1 25 de agosto de 1910, en la cual condena el movimiento francés de izquierda católica Le Sillon, de Marc Sangnier, así analiza San Pío X la célebre trilogía:
"Le Sillon tiene la noble preocupación por la dignidad humana; pero entiende esta dignidad a la manera de algunos filósofos de los que la Iglesia está lejos de gloriarse. El primer elemento de esta dignidad es la libertad, entendida en el sentido de que, salvo en materia de religión, cada hombre es autónomo. De este principio fundamental saca las conclusiones siguientes.
Hoy en día el pueblo está bajo la tutela de una autoridad distinta de él; debe liberarse de ella: emancipación política. Está bajo la dependencia de patrones que, reteniendo sus instrumentos de trabajo, lo explotan, oprimen y rebajan; debe sacudirse su yugo: emancipación económica. Está dominado, finalmente, por una casta llamada dirigente, a la cual su desarrollo intelectual asegura una preponderancia indebida en la dirección de los asuntos; debe eludir su dominación: emancipación intelectual.
"Desde este triple punto de vista, la nivelación de las condiciones establecerá entre los hombres la igualdad, y esta igualdad es la verdadera justicia humana. Una organización política y social fundada sobre esta doble base, la libertad y la igualdad
(a las cuales enseguida se unirá la fraternidad): he aquí lo que [los partidarios de le Sillon] llaman Democracia. (...)
"En primer lugar, en política, le Sillon no suprime la autoridad; la juzga, por el
contrario, necesaria; pero quiere repartirla, o, mejor dicho, multiplicarla de tal modo que cada ciudadano se convierta en una especie de rey. (...)
"Guardadas las debidas proporciones, lo mismo ocurrirá en el orden económico. Sustraída de las manos de una clase particular, la condición de patrono quedará tan multiplicada, que cada obrero vendrá a ser una especie de patrono. ( ...)
"He aquí ahora el elemento capital, el elemento moral. ( ...) Arrancado de la estrechez de sus intereses privados y elevado a los intereses de su profesión, y más arriba, a los de la nación entera, y más arriba aún, a los de la Humanidad (porque el horizonte de le Sillon no se detiene en las fronteras de la patria, sino que se extiende a todos los hombres hasta los confines del mundo), el corazón humano, dilatado por el amor al bien común, abrazaría a todos los camaradas de la misma profesión, a todos los compatriotas, a todos los hombres. y he aquí la grandeza y la nobleza humana ideal realizada por la célebre trilogía: libertad, igualdad, fraternidad. (...)
"Esta es, en resumen, la teoría—el sueño, se podría decir-de le Sillon."l
San Pío X se inserta, por tanto, en la estela de sus predecesores, quienes, desde Pío VI, condenaron los errores sugeridos por el lema de la Revolución Francesa.
1) ASS XVI [1906] 430-431