domingo, 17 de mayo de 2009

Ante el peligro de ruina de una sociedad, soluciones utópicas y soluciones realistas basadas en la Fe católica

Nuestra Señora del Buen Aire, de Sevilla,
amparando y orientando a capitanes, nobles gobernantes, armadorers,
navegantes y marineros,
símbolo de su amparo a la aristocracia
y al pueblo en sus variadas gamas, unidos en la fascinante realidad
de una sociedad orgánica
(ítem 8, 3ª parte)
En esta tercera parte en que hemos dividido el ítem 8, dada la riqueza de su contenido, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira aborda con sabiduría y fe católicas el difícil tema de la decadencia de la aristocracia y de la falencia de las otras clases sociales. Comenta al pasar la utópica y casi ingenua solución de un gobierno de hombres supuestamente buenos que piensan que podrán arreglar la situación mecánicamente y termina con una magnífica proclama, no sólo de su confianza irrestricta en la acción de la Providencia, sino de su convicción de la presencia y efectividad de su intervención cuando es solicitada por un puñado de personas de Fe. En esto se diferencia netamente tanto de los liberales y laicistas, para quienes Dios no hace bien ni hace mal, y de los católicos superficiales y rutinarios, que no advierten el profundo nexo entre el orden temporal y los asuntos político-sociales, y los intereses del Catolicismo.
A continuación, el texto:
Pero si en la aristocracia no existen "mejores", si no hay en la plebe quien quiera asumir, en virtud del principio de subsidiariedad, la misión de propulsar hacia lo alto, y si en el propio clero se nota una carencia análoga, parece levantarse un problema: ¿Cuál es, entonces, la forma de gobierno que puede evitar la ruina de esa sociedad, de esa nación?
Para resolver este problema no han faltado quienes se hayan puesto a elucubrar soluciones políticas en virtud de las cuales un gobierno supuestamente compuesto de hombres buenos conseguiría resolver la gran cuestión de un modo casi mecánico y desde fuera de un cuerpo social que no está en buenas condiciones.
Ahora bien, cuando todo el cuerpo social no está en buenas condiciones, el problema es pura y simplemente insoluble, y la situación se configura como desesperante: cuanto más se intenta remediarla, tanto más se enreda en sus propias complicaciones y acelera su propio fin. Las situaciones desesperantes sólo pueden resolverse cuando un puñado de personas con Fe, esperando contra toda esperanza — "contra spem in spem credidit" (Rom. IV, 18), elogio que San Pablo hace de la Fe de Abraham— continúa esperando y esperando; es decir, cuando almas llenas de Fe recurren humilde e insistentemente a la Providencia para conseguir de ella una intervención salvadora. "Emitte Spiritum tuum et creabuntur, et renovabis faciem terrae" (1) (Antífona de la fiesta de Pentecostés).
Sin ello es vano esperar que alguna forma de gobierno, sociedad o economía, la salve. "Nisi Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit eam" (2) (Ps. CXXVI, 1).
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(1) "Envía tu espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la tierra".
(2) Si Dios Nuestro Señor no protege a la ciudad, en vano la custodian sus guardias

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